"El ser caballero es una de las mejores cosas que puede llegar a
hacer un ser humano. Las buenas maneras contribuyen al éxito", dice un
párrafo de un texto publicado en 1944 en las páginas de EL UNIVERSAL.
Con motivo del 90 aniversario de esta casa editorial, realizamos una
investigación para descubrir los contrastes y la evolución de los
estilos de vida de épocas pasadas con respecto de la actual.
En artículos de principios de los años 40 se resaltaba la importancia
de orientar a los jóvenes acerca de la manera de comportarse ante una
dama, frente a otras personas o incluso en la mesa.
Aprende modales |
El texto también hace referencia a la forma en que se debían llevar las relaciones con los amigos y los amores.
"Aprenda a comportarse con la gente y a ganarse amigos. De ahí
dependerá no solamente su felicidad sino su éxito en la vida y la gente
lo ayudará con gusto, cuando en otra forma, no lo ayudarían ni por
obligación. Una persona agradable es bien recibida en todas partes.
Para ganarse a los amigos hay que ser amable. Nadie va a correr
detrás de usted; usted mismo tiene que esforzarse por atraer a la gente:
para recibir algo hay que aprender a dar.
"Hay que aprender también a adaptarse a los demás; es necesario ser un buen perdedor y un modesto ganador."
Estos temas, que se difundían para el conocimiento público, tenían
sus antecedentes: Las reglas de urbanidad se crearon hace poco más de
dos siglos para facilitar las relaciones entre los miembros de las
clases altas y, sobre todo, para marcar distancias con otros estratos.
Las mujeres no debían mostrar el tobillo; los hombres debían besar la
mano de las damas y quitarse el sombrero al entrar en un recinto. Todos
debían saber elegir entre una gran cantidad de cubiertos y copas al
sentarse a la mesa.
Si ellas tiraban su pañuelo, el cual siempre debía llevar sus
iniciales, era un símbolo de coquetería ante él, quien debía recogerlo
como parte de un fortuito encuentro romántico.
Estas costumbres y muchas otras, debían seguirse al pie de la letra
según lo indicaba un famoso manual que en nuestros días ya ha perdido
vigencia.
Se trata del Manual de urbanidad y buenas maneras, escrito por el venezolano de la alta sociedad Manuel Antonio Carreño en 1853.
El autor estableció una serie de rígidas pautas de comportamiento social que se hicieron famosas en Hispanoamérica.
Algunas de ellas: "¿Sabía usted que es de pésimo gusto caminar por la
calle con las manos metidas en los bolsillos?, ¿o que es asqueroso
taparse la nariz con la mano al estornudar?, ¿o que no hay nada más
repugnante que esa sombra en la cara de los hombres que da la barba
renaciente?, ¿o que la cama matrimonial expuesta a las miradas de los
visitantes es signo inequívoco de vulgaridad?"
Vale la pena señalar que el libro de Carreño fue escrito cuando nadie
imaginaba que el Internet, la globalización, la liberación femenina, el
estrés y la pérdida de la galantería llegarían a modificar las pautas
de la humanidad.
Carreño se distinguió por ser un caballero estricto; jamás hubiera
concebido a las damas, como él las llamaba, ir a misa en minifalda, o a
los caballeros en bermudas, playeras o pants.
Las reglas que él minuciosa y delicadamente incluyó en su célebre
Manual ya no tienen vigencia. La vida le ha ido entregando grandes
libertades al ser humano.
En nuestros días, es casi imposible encontrar hombres "que
permanezcan dentro de sus viviendas siempre impecablemente vestidos, con
la corbata puesta y los pies debidamente calzados", o mujeres que
consideren pecaminoso visitar a sus amigos solteros.
El llegaba al extremo de considerar indispensable, por ejemplo,
"asear el cuerpo antes de entrar en la cama, no sólo por satisfacción
sino por estar prevenido y bien presentable en todo caso de que
ocurriera un accidente durante la noche".
Por supuesto, a la dictadura de este hombre no se libraron las relaciones personales ni la coquetería.
A partir del siglo XIX, uno de los aspectos sociales que más ha
cambiado es la forma de relacionarse con el sexo opuesto. En tiempos de
Carreño, "para que un hombre pueda bailar con una mujer en una fiesta,
debe haber sido presentado previamente a la dama por un familiar de ella
o por un amigo en común".
Y aunque este manual ha entrado en desuso, aún sigue estando presente
en algunas conversaciones, pues se ha convertido en motivo de
divertidas críticas.
Otras reglas de Carreño a seguir.
- Jamás empleemos los dedos para limpiarnos los ojos, los oídos, los dientes ni la nariz. La persona que hace esto, excita un asco invencible.
- No olvidemos asearnos con un pañuelo ambos lagrimales, pues pocas cosas hay tan repugnantes a la vista como el humor que en ellos se deposita pasado cierto número de horas.
- Cuidemos de no recostar nuestra cabeza en el respaldo de los asientos, para preservarlos de la grasa del pelo.
- Las mujeres deben procurar no estar desaliñadas dentro de su casa, aunque realicen labores domésticas.
- Es un acto vulgar y grosero nombrar a una persona, al solicitarla en su casa, sin anteponer la palabra señor o señora.
- En una mesa donde hay diferentes tipos de cubiertos, se debe empezar tomando el primero de afuera para dentro.
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