miércoles, 3 de agosto de 2011

*Cuidado con el exceso de vitaminas*

***AVITAMINOSIS, ¿CARENCIA O ABUSO?***

Israel Cortés
Las vitaminas son sustancias que requiere el organismo para su desarrollo normal. La carencia o exceso de éstas, ocasionada por una dieta deficiente o abuso de complementos alimenticios, puede generar enfermedades genéricamente conocidas como avitaminosis.
En nuestros días se llama la atención muy a menudo sobre la importancia de las vitaminas, y muchos productos alimenticios son promocionados bajo el lema: "enriquecido con vitaminas", de modo que atribuimos a estas sustancias un valor que, si bien es justificado, en muchas ocasiones es excesivo.
Desafortunadamente, hay quien olvida que una dieta balanceada por sí misma proporciona todos los nutrientes que necesitamos, y sólo en casos especiales se aconseja el refuerzo de un producto que complete la dieta; al contrario, convierten a polvos y cápsulas en su base alimenticia e ingieren comidas rápidas sin horario fijo, esperando que su complemento alimenticio, muchas veces suministrado en cantidades excesivas, cubra sus necesidades.
En el otro extremo se encuentran los individuos que por tratar de alcanzar un ideal de belleza se privan de sus comidas diarias con la idea de que, al comer menos, su silueta poco a poco adelgazará hasta alcanzar un estereotipo estético, sin notar que desbalancean su dieta y propician el surgimiento de enfermedades.
Cierto es que seres vivos como vegetales, hongos y microorganismos son capaces de elaborar vitaminas por sí mismos, pero no los humanos; nosotros necesitamos de una alimentación balanceada, que incluya productos de todos los grupos de alimentos, para procurar que haya estabilidad y evitar los transtornos orgánicos relacionados con estas sustancias, conocidos como vitaminosis. Se conocen tres tipos:
  • Avitaminosis, cuando hay carencia total de una o varias vitaminas.
  • Hipovitaminosis, hay carencia parcial de vitaminas.
  • Hipervitaminosis, en caso de existir exceso de una o varias vitaminas.
Las vitaminas se dividen en dos grupos, de acuerdo a si son capaces de disolverse en agua (hidrosolubles) o en grasas (liposolubles). En el primer grupo encontramos a la vitamina C y las del complejo B, y en el segundo a las vitaminas A, E, D y K; por cierto, es más fácil padecer hipervitaminosis de estas últimas, ya que al ser poco solubles en agua son también difíciles de eliminar por la orina.
A continuación mencionamos los efectos que se generan por el exceso y carencia de cada una de estas vitaminas en el organismo humano.
Ni tanto que queme al santo...
Las hipervitaminosis son menos frecuentes, y su principal causa es el consumo desmedido de complementos alimenticios o multivitamínicos con la finalidad de incrementar peso o aumentar masa muscular. Son todavía menos frecuentes en las hidrosolubles, ya que su exceso es eliminado naturalmente a través de la orina.
Vitamina B1. La tiamina, aneurina o antiberibérica ayuda a obtener energía a partir de las grasas. No se tienen reportados efectos secundarios por consumo excesivo.
Vitamina B2. También llamada riboflavina, ayuda a obtener energía y es importante para el mantenimiento de las mucosas y de la piel. Tampoco se tienen registros de efectos nocivos por ingerirla en demasía.
Vitamina B3. Conocida como niacina, ácido nicotínico, factor PP o vitamina antipelagrosa, ayuda a obtener energía de los alimentos, mejora la circulación sanguínea y contribuye al mantenimiento de piel, lengua y sistemas nervioso y digestivo. En ocasiones se recomienda tomarla en dosis 200 veces suberiores a la cantidad diaria recomendada, a fin de controlar elevadas concentraciones de grasas en la sangre; en tales circunstancias puede provocar rubor intenso, lesiones del hígado, trastornos cutáneos, gota, úlceras y alteración en la tolerancia a la lactosa (azúcar de la leche).
Vitamina B5. También llamada ácido pantoténico o vitamina W, es necesaria en la síntesis de hormonas antiestrés, aprovechamiento de ácidos grasos, formación de anticuerpos y transformación de sustancias tóxicas. Su exceso no ocasiona daños.
Vitamina B6. La piridoxina se encuentra ligada a la elaboración de sustancias transmisoras empleadas por el sistema nervioso. Aunque se le llega a recetar en grandes cantidades para atender problemas en tendones, nervios o tensión premenstrual, puede lesionar las terminaciones nerviosas e incluso la médula espinal.
Vitamina B8. Es conocida como vitamina H o biotina, e interviene en las reacciones que producen energía y en la asimilación de ciertas grasas; es necesaria para el crecimiento y buen funcionamiento de piel, cabello, glándulas sebáceas, sudoríparas y de tipo sexual. No se han reportado problemas por su consumo en demasía.
Vitamina B9. Más popular bajo el nombre de ácido fólico, interviene en la correcta elaboración de un componente esencial del ADN y ARN, la timidina; también ayuda en la producción de células sanguíneas. En dosis 100 veces mayores a la cantidad requerida puede aumentar la frecuencia de las convulsiones en epilépticos y agravar lesiones neuronales en personas con deficiencia de vitamina B12.
Vitamina B12. Es llamada cobalamina e interviene también en la síntesis de ADN, ARN y proteínas, así como en la formación de glóbulos rojos; se requiere, asimismo, para mantener la reserva energética de los músculos. No se han reportado efectos por su consumo excesivo.
Vitamina C. El ácido ascórbico o antiescorbútica es un agente antioxidante que también ayuda a la generación de tejidos, estimula la defensa contra infecciones y es indispensable en la producción de hormonas antiestrés producidas por las glándulas subrarrenales. Su ingesta en grandes cantidades puede ocasionar litiasis (presencia de cálculos o piedras en el interior de los riñones o vías urinarias).
Por su parte, la hipervitaminosis de liposolubles es más común, ya que éstas se almacenan en el hígado y son más difíciles de aprovechar, por lo que su cantidad en exceso no se elimina con facilidad.
Vitamina A. Conocida como retinol, betacaroteno o antixeroftálmica, es un antioxidante que elimina radicales libres (moléculas que aceleran el envejecimiento de las células), frena el deterioro de tejidos y es imprescindible para la regeneración de la rodopsina, cuya descomposición por la luz permite la visión del ojo. Sin embargo, su consumo excesivo produce descamaciones de la piel, caída del cabello, debilidad, ahogo y vómito.
Vitamina D. También conocida como calciferol o antirraquítica, regula la absorción intestinal de calcio y fósforo y, por tanto, la estabilidad ósea. Si se encuentra en exceso en el organismo genera trastornos digestivos (vómito o diarrea), así como acumulación de calcio en riñón, hígado, corazón u otros órganos.
Vitamina E. Se denomina también tocoferol o entiestéril; tiene capacidad antioxidante, y al parecer desempeña actividad protectora para ciertas moléculas de grasa. Hasta el momento no se reportan efectos nocivos por su ingesta desmedida.
Vitamina K. Llamada naftoquinona, fitomenadiona o antihemorrágica, participa en el mecanismo de coagulación de la sangre; no se requiere un gran consumo, ya que la flora bacterial la produce en cantidades suficientes. Asimismo, abusar de ella no tiene efectos secundarios.
...Ni tan poco que no lo alumbre
La hipovitaminosis, o deficiencia de vitaminas, se puede deber a dieta mal balanceada, régimen alimenticio inadecuado para bajar de peso, problemas de anorexia y bulimia, enfermedades del hígado o mala absorción de nutrientes en el intestino a causa de problemas congénitos, parásitos o alcoholismo, entre otros factores.
La hipovitaminosis no se presenta como carencia única de una sola vitamina, sino que siempre se genera en conjunto. Es decir, si falta alguna de las vitaminas hidrosolubles (C y del complejo B), escasean otras de su tipo; de igual manera, si es insuficiente alguna liposoluble (A, D, E, K) se acompaña de la carencia de sus similares.
Es más común encontrar bajos índices de vitaminas hidrosolubles, contenidas en vegetales (cereales, verduras y fruta), dado que la comida rápida, común en la dieta actual, hace de lado este tipo de productos. Sus rasgos característicos son los siguientes:
Vitamina B1. Su falta genera degeneración neuronal, debilidad muscular, hipersensibilidad, pérdida de reflejos, insuficiencia cardiaca, falta de apetito, edemas (hinchazones blandas formadas por cantidad excesiva de líquido en tejidos) y, en casos extremos, la muerte. Este cuadro sintomático es conocido como beriberi. Abunda en la cascarilla de cereales y legumbres, donde se encuentra en forma inactiva (tiamina).
Vitamina B2. La deficiencia de esta vitamina, aunque extraña, ocasiona dermatitis y lesiones en las mucosas (lengua, labios, córnea y, principalmente, en comisuras de la boca). Se encuentra casi en todos los alimentos, pero principalmente en lácteos, carne, pescado y aves.
Vitamina B3. En bajas cantidades puede ocasionar pelagra, enfermedad caracterizada por dermatitis, diarrea y demencia. Puede deberse a alimentarse con maíz que no es tratado a través de nixtamalización, pues esta vitamina se encuentra "encapsulada" y sólo se libera a través de dicho proceso. Para cubrir las necesidades del organismo deben incluirse alimentos obtenidos por fermentación con levaduras (requesón, cerveza), carnes, leche, ajonjolí y pescado.
Vitamina B5. Su déficit ocasiona el síndrome de los "pies ardorosos" (dolores, quemazón y palpitación en estas extremidades), aunque también puede generar alteraciones nerviosas y circulatorias. Se encuentra en todas las carnes (especialmente en el hígado), vegetales y frutas.
Vitamina B6. La falta de esta sustancia genera anemia, depresión, convulsiones, fatiga, inflamación de los nervios periféricos y alteraciones de la piel. Para prevenir su falta debemos consumir hígado, pollo, bacalao, salmón, queso, avena, huevo, aguacate y papa.
Vitamina B8. Bajas cantidades de este elemento generan dermatitis, dolores musculares, anemia y aumento de colesterol en sangre. Los animales obtienen este nutriente a través de la actividad de la flora bacteriana de la pared del intestino. También la encontramos en hígado, nueces, crema de cacahuate, frijoles, yema de huevo y coliflor.
Vitamina B9. Los niños que no cuentan con esta sustancia tienen baja resistencia a enfermedades y ven detenido su crecimiento, en tanto que los adultos padecen anemia, irritabilidad, insomnio, pérdida de memoria y disminución de las defensas. La encontramos en verduras, hígado, huevos y leche.
Vitamina B12. Su escasez ocasiona disminución y anormalidad en la formación de glóbulos rojos; en casos de deficiencia extrema puede presentarse psicosis, degeneración nerviosa, alteración del ciclo menstrual, ulceraciones en la lengua y excesiva pigmentación en las manos en personas de color. Se incluye sólo en alimentos de origen animal, como carnes rojas, pollo, pescado, huevo y productos lácteos, por lo que es común que la gente vegetariana padezca esta hipovitaminosis.
Vitamina C. Cada vez menos frecuente, su carencia genera escorbuto, padecimiento caracterizado por hinchazón y sangrado en las encías, en casos extremos con caída de dientes; asimismo, pueden presentarse hemorragias en vías sanguíneas muy delgadas (vasos capilares) que se vuelven frágiles, y mayor propensión a las infecciones. Es abundante en cítricos, hortalizas y leche.
Por su parte, las hipovitaminosis de elementos liposolubles, que se encuentran principalmente en carnes y oleaginosas, son menos frecuentes, aunque hay que hacer la acotación que muchas personas que siguen un régimen alimenticio vegetariano suelen carecer de estos nutrientes por la naturaleza de su dieta.
Vitamina A. Su déficit, que es el más común de este grupo, ocasiona crecimiento lento en niños y jóvenes, y en general crea daños en el ojo, por lo que se facilitan infecciones del órgano, opacidad de la córnea y dificultad para adaptación de la visión a sitios oscuros (nictalopía o ceguera nocturna). Esta sustancia puede obtenerse de aceite de hígado de bacalao, anchoas, sardina, yema de huevo, leche y mantequilla.
Vitamina D. En baja cantidad ocasiona perturbaciones en la formación de los huesos de los niños (raquitismo), y reblandecimiento óseo en adultos (osteomalacia). Para generarla se requiere consumir atún, sardina, salmón, arenque, hígado, leche y huevo, además de tomar baños de Sol, pues el organismo humano la elabora con ayuda de los rayos ultravioleta.
Vitamina E. La falta de este elemento ocasiona en general envejecimiento a nivel celular; para evitarlo deben consumirse vegetales de hoja verde, aceites (oliva, maíz, cártamo, soya), aguacate, cereales, yema de huevo, mantequilla, zanahoria y plátano.
Vitamina K. En bajas cantidades ocasiona hemorragias. Para evitar este problema deben consumirse vegetales de hoja verde (espinacas, coles, lechuga, brócoli), raíces comestibles, frutas, semillas (ajonjolí, soya, chícharo) y derivados de pescados (aceites).
Luego de este recorrido sólo queda recordar que la mejor manera de evitar este tipo de padecimientos es seguir una dieta balanceada y asesorarse siempre con un médico general o nutriólogo acerca de las dudas que se tengan respecto a alimentación, dieta ideal, requerimientos de vitaminas y otros nutrientes.
La industria farmacéutica proporciona gran cantidad de complementos que pueden llegar a sublir alguna deficiencia nutricional en nuestro organismo. Sin embargo, siempre será recomendable acudir al médico para saber cuáles son las vitaminas que nos hacen falta y recordar lo que dice una antigua frase: "que nuestra medicina sea nuestra comida".

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