Qué significa la gracia de Dios
¿Significa: “perdón”? ¿“compasión”? ¿“tolerancia, regalo, don inmerecido”?
Muchas personas demuestran, por medio de sus vidas, que creen que la gracia de Dios es casi exclusivamente “el perdón no merecido” de Dios. Para estas personas, la gracia de
Dios supuestamente les perdona cualquier pecado que cometan. Por medio
de sus vidas llenas de religiosidades, pero carecientes del poder
divino, tales personas anuncian a todo el mundo: “Podemos vivir de la
forma que nos dé el deseo vivir y si pecamos lo único que necesitamos
hacer es pedir el perdón de Dios, y su abundante gracia siempre
nos perdonará. ¡Gloria a Dios! ¡Aleluya!” Esto para ellos significa
“estar libres de la ley”. Tales individuos se imaginan que están libres
del pecado del legalismo y se sienten convencidos que están bien con
Dios por su abundante gracia.
Sin embargo, los que viven de esta forma son precisamente la clase de personas a quienes se refiere en Judas versículo 4:
Porque
algunos hombres han entrado encubiertamente,los que desde antes habían
sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en
libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único
soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.
La Biblia, en Romanos 6.1 y 15, plantea las siguientes preguntas: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? (...) ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia?”
¿Qué cree usted, amigo lector? ¿Sí, o no?
Bueno, es evidente que si la gracia de
Dios fuera nada más el perdón de Dios, concedido de forma
indiscriminada a todos los que se lo pidan, la respuesta para las
preguntas planteadas en Romanos 6.1 y 15 sería un resonante: “¡Sí, cómo no! ¡Porque entre más pecamos, tanto más puede Dios demostrar su abundante gracia en nosotros!”
Pero, ¿cuál es la respuesta que la Biblia da para estas preguntas? Tanto el versículo 2 como el 15 dicen: “En ninguna manera”. O sea, en ninguna manera debemos pensar que la gracia de
Dios consiste en el perdón que él supuestamente concede de forma
indiscriminada a todos los que se lo pidan y que todo se queda ahí.
Entonces, ¿qué es la gracia de Dios? ¿Cuál es el verdadero significado bíblico de la gracia?
Notemos primeramente el significado de la palabra original griega. La concordancia Strong dice:
Gracia: “La influencia divina sobre el corazón, y su reflejo en la vida”.
¿Ve eso? ¡Qué tremendo! Qué significado más noble se le atribuye a la palabra gracia. Con este significado concuerda toda la Biblia en todos los versículos donde expone sobre cómo es y qué es la gracia de Dios. Por ejemplo, veamos un pasaje bíblico en el libro de Tito. Tito 2.11–13 nos enseña cómo es realmente la gracia de Dios:
Porque la gracia de
Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos
que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este
siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza
bienaventuraday lamanifestacióngloriosadenuestro gran Dios y Salvador
Jesucristo.
¿Comprendió usted? Estos versículos nos demuestran claramente que la gracia de
Dios no se refiere únicamente al perdón de Dios, sino que se refiere
específicamente al poder que Dios nos da para dejar de practicar el
pecado en nuestra vida diaria y vivir una vida santa, día tras día.
Ahora,
a la luz de esta verdad bíblica, le ruego leer de nuevo, detenidamente,
uno de los pasajes más favoritos de la comunidad evangélica:
Porque
por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues
es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos
hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2.8–10).
¿Percibe
usted ahora el verdadero mensaje que el Espíritu Santo desea comunicar a
nuestro corazón a través de estos versículos muchas veces
malinterpretados en Efesios 2.8–10? La gracia de Dios de ninguna manera merma la importancia de vivir una vida santa, sino más bien la gracia de Dios en nuestras vidas aumenta la necesidad de la santidad en la vida diaria.
Dios nos advierte en términos inequívocos: “No recibáis en vano la gracia de Dios” (2 Corintios 6.1).
¡Gracias a Dios por su abundante gracia! Recibámosla para la salvación de nuestras almas.
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