lunes, 9 de diciembre de 2013

Lberación de personas endemoniadas





Reino de Dios. Lo acompañaban los doce, y también algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los servían con sus bienes.
(Lc 8,1-3)

A orillas del lago
Jesús había echado siete demonios de María Magdalena. Hay quienes piensan que no fueron siete demonios literalmente, sino que fueron una cantidad muy grande, pero que como Pedro preguntó si debía perdonar hasta siete veces, así se decía de María Magdalena, siete demonios, como un número exageradamente alto, o como diríamos hoy, estaba "recontra" endemoniada. No lo sé, la Biblia dice siete.
Otros piensan que María Magdalena fue la mujer encontrada en el acto mismo del adulterio, que fue traída a los pies de Jesús y que Jesús perdonó.
Otros, inclusive, piensan que "siete demonios" realmente significa que María Magdalena era una prostituta, y que era la prostituta que ungió a Jesús con perfume de alto precio, y que limpió los pies de Jesús con sus cabellos.
La mayor parte de estas creencias son realmente basadas en tradiciones y especulaciones. La Biblia no las enseña. Pero, entonces ¿qué nos dice la Biblia sobre esta mujer?

De las varias mujeres que aparecen en los evangelios, María Magdalena es la única identificada por su lugar de origen: llamada Magdalena, la de Magdala.
Magdala era un pequeño pueblo en la margen occidental del lago de Galilea, no lejos de Cafarnaum y Betsaida, los lugares de donde provenían los pescadores discípulos de Jesús.
Como todas las poblaciones a orillas del lago, Magdala reparte su actividad económica entre la pesca y el campo. Todo ese mundo de barcas, sembradores, pastores, obreros que van o no van a trabajar a la viña, y que quedó  reflejado en las parábolas de Jesús, es el ambiente de Magdala.

Podemos imaginar la vida de las niñas que crecieron en Magdala, mirando el lago desde las colinas y participando en las tareas que toda mujer tenía en las zonas rurales:  cuidar ovejas, o cosechar los granos, o participar alegremente en la elaboración del vino patero, cantando y bailando. Así habrá sido la vida cotidiana de María Magdalena. O tal vez no. No sabemos si los siete demonios la dejaban.

Los demonios que atormentan

María Magdalena y otras mujeres habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades. De ella en particular el evangelio dice que Jesús había expulsado siete demonios.
Demonios, espíritus malignos, espíritus impuros o inmundos son distintas denominaciones que encontramos en la Biblia para estos seres. Se los considera seres personales, no simplemente fuerzas o energías negativas.

¿Qué significa que María Magdalena había estado poseída por siete demonios?
Un querido profesor nos insistía: "La Biblia se explica con la Biblia". Sólo rastreando en la Biblia otros casos de personas posesas liberadas por Jesús podremos intentar acercarnos a lo que fue la situación de María Magdalena antes de conocer al Amigo. Dos veces mencionan los evangelios que María Magdalena había estado endemoniada ( Lc 8,2 y  Mc 16,9). Pero estos pasajes  no nos acercan el relato del exorcismo. Debemos recurrir a otros casos narrados en los evangelios para desentrañar a quiénes se consideraba personas  poseídas según la mentalidad del siglo I.

La endemoniada

Los relatos sobre liberación de personas endemoniadas son los siguientes:
 Mc 1,23-28
 Mc 5,1-20
 Mc 7, 24-30
 Mc 9,14-29.

Leyendo estos textos vemos que  muchas veces están juntos posesión demoníaca y enfermedades. Pero no cualquier tipo de enfermedades. Los poseídos que son presentados delante de Jesús aparecen con gritos y violencia, algunos no pueden hablar, se dice que están enfermos pero no hay  diagnóstico claro, tienen una fuerza física incontrolable, viven en la marginalidad o en los cementerios, las mujeres poseídas están tiradas en la cama sin poder pedir ayuda, hay convulsiones, autoagresión, ideas suicidas, falta de amor. En todo eso se deleitan los demonios.
El evangelio no dice cuáles de todas estas manifestaciones de la posesión afectaban a María Magdalena. Sólo dice que Jesús expulsó de ella siete demonios.
El número siete, que es el número de la perfección, habla de una situación completa, acabada. No había nada de ella que no hubiera sido tomado por esta posesión. Estaba completamente endemoniada. Perfectamente poseída. Vivía en un infierno.

No hay relato del exorcismo, no hay historia clínica. ¿Cuál fue su situación antes de conocer a Jesús? Las narraciones evangélicas nos pueden hacer pensar en alguna enfermedad mental, un desequilibrio, depresión severa…
No podemos reconstruir la vida de María Magdalena antes de su encuentro con Jesús. Pero si tenía no uno, sino siete demonios, su situación era grave, muy grave. Dado que el evangelio  la nombra junto con otras mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades, tenemos que pensar en alguna enfermedad grave con algunos de los síntomas que  se describen en los otros relatos de exorcismos.

¿Cómo es vivir poseída? ¿Cómo es ser llamada loca, que la gente te dé vuelta la cara, que tu aspecto asuste? ¿Qué les pasa a los que están cerca? ¿Qué se siente cuando pasa el tiempo y el demonio no se va?

Jesús sacó a María Magdalena de este infierno en el que ella vivía. Ella, entonces, reencaminó su vida siguiendo los pasos del Maestro.
Ella estuvo con el primer grupo de las discípulos a orillas del lago de Galilea, hizo con Jesús el camino hasta Jerusalén y subió con él al Calvario (Mc 15,40-41), contempló el lugar donde era sepultado (Mc 15,47) ) y fue la primera que, ardiente en su amor, llegó hasta la tumba el domingo por la mañana. Dice de ella San Juan Crisóstomo:
Sentía un afecto muy tierno por su maestro, y por eso, cuando el sábado hubo pasado, no podía soportar permanecer inactiva, sino que fue, al romper la mañana, con el deseo de obtener algún consuelo del lugar. (Homilía 85)

La anunciadora

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.

Jesús le dijo: - ¡María! Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: - ¡Raboni! ¡Maestro!

María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.
(Jn 20, 1.16.18)


Esta ex – endemoniada es la primera testigo y anunciadora de la resurrección de Jesús. Cualquiera se pondría del lado de los discípulos, a los que estas palabras les parecían como desatinos y no las creían (Lc 24,11). ¿Un muerto vuelto a la vida al que se puede ver  y escuchar? Era más fácil creer que los siete demonios habían regresado y que María Magdalena estaba trastornada otra vez.
Jesucristo resucitado no buscó elementos que dieran credibilidad a una noticia ya de por sí increíble. La confió a mujeres, que no estaban calificadas para atestiguar en juicios públicos. Y encima, la mujer más relevante de este grupo  probablemente había estado loca.

Así es el amor sanador y liberador de  Jesús. No sólo expulsa el mal que nos atormenta, sino que también nos hace sus amigos y amigas, y nos comunica la plenitud de su Vida.

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