Sid Roth, un hombre de negocios Judío, ¿hay algo más entre el cielo y la tierra?
Mi
nombre es Sid Roth. Soy Judío. Mi padre y mi madre eran Judíos. Tengo
nacionalidad Israelí y Estadounidense. Asistí a una sinagoga
tradicional, donde celebré mi Bar Mitzvah. Al igual que la mayoría de
los Judíos Norteamericanos, encontraba que la religión organizada era
irrelevante para mi vida. Me sentía orgulloso de ser Judío, pero
aburrido con la religión. “¿Qué pasa cuando te mueres? ¿Hay algo más
entre el cielo y la tierra?” Éstas eran las preguntas que venían a mi
vida.
Quiero ser un hombre de negocios Judío muy rico
Para ser honesto, mi dios era el dinero. Mi meta era ser un
millonario a los 30 años. Para cuando tenía 29 años, me había graduado
de la Universidad, estaba casado, era padre de una hija, y era un
ejecutivo de cuentas de Merrill Lynch (una de las empresas de gestión y
asesoría financiera líder en el mundo). Aunque tenía una vida y una
carrera maravillosas, me sentía un fracasado, porque no era un
millonario.
Hice algo de lo que no estoy orgulloso. Dejé a mi esposa, hija y
Merrill Lynch, y fui en busca de la felicidad. Mi búsqueda me llevó a la
Meditación Oriental, la Nueva Era. Durante esta búsqueda, casi me
vuelvo loco. La vida era muy difícil. Me pregunté a mí mismo: ¿hay algo
más entre el cielo y la tierra?
Mi Biblia Judía
Un hombre de negocios cristiano me desafió, diciéndome que mi Biblia
Judía condenaba mis prácticas ocultas, y me dijo que Jesús era el Mesías
Judío que mi educación Judía ortodoxa había escondido cuidadosamente de
mí. Me quedé petrificado. Así que me puse a leer las Escrituras Judías
por mí mismo, y me llevé la sorpresa de mi vida. Lo que él había dicho,
bien podría ser cierto. Tan pronto como este pensamiento se formó en mi
mente, el espíritu guía de la Nueva Era, al cual me había rendido,
empezó a maldecirme desde el interior de mi misma mente! Anteriormente,
yo pensaba que yo controlaba a este espíritu guía de la Nueva Era, pero
ahora sabía que no era cierto. Yo tenía un poder, un poder fuerte, y era
maligno.
Mi oración
Esa noche me fui a dormir tan lleno de miedo, ¡que me quería morir!
En mi desesperación Oré: “¡Jesús, ayúdame!” Yo aún no sabía si Jesús era
real, pero no tenía nadie más a quién recurrir. A la mañana siguiente,
cuando me desperté, supe de inmediato que el mal que había estado dentro
de mí, ¡se había ido! ¡Incluso mi temor se había ido! ¡Yo sabía que
había sido por la oración que había orado la noche anterior! En lugar de
miedo y desesperación, tenía una paz tangible, y una sensación de amor
que nunca antes había experimentado. Y yo sabía que Jesús era real. Él
no sólo se manifestó para salvarme y devolverme mi sano juicio, sino que
también restauró mi matrimonio, y me devolvió a mi maravillosa esposa,
Joy, y a mi preciosa hija, Leigh.
Mi padre Judío ortodoxo
Mi padre, que era un Judío ortodoxo, estaba muy avergonzado de que yo
fuera un creyente en Jesús. Sin embargo, un día me dijo: “Dime por qué
tu Jesús es el Mesías”. Saqué mi Biblia y comencé a leer en el capítulo
53 de Isaías. En el momento en que comencé, él dijo: “¡Alto! Muéstrame
la Biblia en la que estás leyendo.” Así que le pasé mi Biblia King
James. “¡Ajá!”, dijo mi padre, “eso no cuenta. Esa es una Biblia
cristiana”. Así que le prometí que le leería este pasaje en la Biblia
Judía. Por cierto, el ‘Antiguo Testamento’ cristiano es lo mismo que
nuestra Biblia Judía. Así que fui donde mi rabino Judío ortodoxo, que me
había guiado en mi Bar Mitzvah, y le dije: “Maestro, ¿puedo tener un
Tanaj?” (un ejemplar aprobado de las Escrituras Judías). Para probar que
esta Biblia provenía realmente del rabino, le pedí que escribiera en
ella algo para mí. Él lo hizo. Así que volví a mi padre y le dije:
“Papá, tengo un Tanaj de nuestro rabino, y voy a leer algo para ti”.
Lectura del Tanaj
Leí Isaías 52:13 – 53:9, acerca del Siervo del Señor, que se
comportará de forma prudente y será engrandecido y exaltado, y será
puesto muy en alto. Cómo Él fue despreciado y desechado entre los
hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; que Él herido fue
por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades. Que Él fue
afligido, y se dejó llevar como un cordero al matadero, y por la
rebelión de mi pueblo… Y mi padre dijo: “¡Alto! Estás leyendo acerca de
Jesús.” Así que mi padre Judío ortodoxo, que la última cosa que querría
en el mundo sería creer que Jesús era el Mesías, entendió que Isaías 53
se refería a Jesús. Pero luego dijo: “Basta, no quiero escuchar más.”
Mi padre se estaba muriendo
Algunos años más tarde, él se estaba muriendo. Antes de ir a
visitarlo en el hospital, experimenté la misma paz tangible y la
presencia de Dios, como en la mañana después de mi primera oración a
Jesús. Y cuando fui, no dije nada a mi padre, pero llevé la presencia de
Dios dentro de la sala de cuidados intensivos. Cuando entré, mi hermana
estaba allí. Ella también es una Judía creyente en el Mesías, y le
dijimos: “Papá, mamá dijo que el cielo debe ser un lugar maravilloso.
Ella conocía al Mesías. ¿Quieres conocer al Mesías también?” Mi padre
perdió su voz. Todo su cuerpo se estaba apagando, pero luego, con voz
audible dijo: “Sí”.
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