El temor es, en sí, una decisión.
TEN FE EN SU SANGRE PRECIOSA
'NO AL TEMOR'
ES IMPOSIBLE VENCER EL TEMOR SINTIÉNDONOS CULPABLES DE ESA EMOCIÓN.
SE NECESITA FE PARA DOBLEGAR EL PROBLEMA DEL TEMOR.
SE NECESITA FE PARA DOBLEGAR EL PROBLEMA DEL TEMOR.
*En ninguna parte
de la Biblia encontramos que Dios condene a una persona por tener temor;
en cambio, Él constantemente alienta a los que temen con declaraciones
como: No temas, porque yo estoy contigo (Isaías 41:10). Cuando tenemos
temor nos sentimos solos con nuestros problemas y estamos abrumados por
ellos.
La fe acepta el hecho de que el problema es demasiado grande para
nosotros y también el hecho de que no estamos solos con él; tenemos a
Dios con nosotros”.
En Lucas 4:18 el Señor Jesús dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos”. Una de las funciones de Cristo como Mesías es traer libertad de la opresión. Cualquier cosa que nos mantenga cautivos debe soltarnos de sus garras cuando le ordenamos que lo haga en el nombre de Jesucristo.
El pecado, o cualquier esclavitud emocional, no puede gobernar nuestra vida. El único poder que el pecado tiene sobre ella es el que nosotros le concedamos; o sea, que se trata de lo que nosotros decidamos hacer. Podemos tomar la decisión de pecar y rechazar el plan de Dios para nuestra vida o podemos elegir seguir a Cristo en obediencia. No hemos sido destinados para ser pecadores ni hemos nacido a una vida de temor.
En Lucas 4:18 el Señor Jesús dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos”. Una de las funciones de Cristo como Mesías es traer libertad de la opresión. Cualquier cosa que nos mantenga cautivos debe soltarnos de sus garras cuando le ordenamos que lo haga en el nombre de Jesucristo.
El pecado, o cualquier esclavitud emocional, no puede gobernar nuestra vida. El único poder que el pecado tiene sobre ella es el que nosotros le concedamos; o sea, que se trata de lo que nosotros decidamos hacer. Podemos tomar la decisión de pecar y rechazar el plan de Dios para nuestra vida o podemos elegir seguir a Cristo en obediencia. No hemos sido destinados para ser pecadores ni hemos nacido a una vida de temor.
La duda contribuye poderosamente al temor. Cuando dudamos
de la habilidad de Dios para mantenernos y suplir nuestras necesidades,
tenemos temor. Muchos han adoptado el punto de vista de que el hombre es
el centro del universo y que todo lo que ocurre debe ser controlado por
él. No obstante, la necesidad de estar a cargo de nuestro propio
destino tiene un gran defecto. Nosotros no somos todopoderosos ni
podemos evitar que acontezcan ciertos eventos, sólo Dios es soberano. En
última instancia Él es la única fuente de nuestra seguridad.
Puesto que nos hemos sugestionado para creer en la mentira
de que separados de Dios somos auto-suficientes, el temor impera en
nuestras mentes sin control alguno. En lugar de tornarse a Dios en
oración, nuestras mentes andan a la deriva, de un problema imaginario a
otro. Intentamos arreglar todo y terminamos exhaustos espiritual y
emocionalmente.
Satanás se complace en hacer que andemos corriendo
emocionalmente.Él toma medidas extremas con tal de lograr que nos
imaginemos todo tipo de cosas o situaciones. La mayoría de nosotros
sabemos lo que es pasarnos una noche en vela debido a pensamientos o
preocupaciones que se convierten en temores.
Un solo pensamiento puede multiplicarse y crecer mil veces si es regado por las mentiras del enemigo. Su principal objetivo es hacer que dejemos de confiar en Dios. Una vez que logra que lo hagamos, él nos despoja de toda sensación de paz y esperanza; comenzamos a dudar de las promesas de Dios y antes que nos demos cuenta el temor ha erigido toda una fortaleza en nuestra vida.
Un solo pensamiento puede multiplicarse y crecer mil veces si es regado por las mentiras del enemigo. Su principal objetivo es hacer que dejemos de confiar en Dios. Una vez que logra que lo hagamos, él nos despoja de toda sensación de paz y esperanza; comenzamos a dudar de las promesas de Dios y antes que nos demos cuenta el temor ha erigido toda una fortaleza en nuestra vida.
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