EL CIELO ES REAL
Mi nombre es José Labrador Ramírez.
Vive Jehová y a su nombre sea toda la Gloria. Soy médico cirujano venezolano egresado de la UCLA, con post grado en salud pública, Maestría en Ciencias, Diplomados en salud ocupacional y diagnósticos por Ultrasonido. Actualmente el Señor me tiene con funciones en el Ministerio de Salud como coordinador de Oncología del Estado Lara, Venezuela y miembro directivo de la Sociedad Anti cancerosa del Estado Lara.
Hace 24 años siendo muy nuevo convertido en Cristo, cuando me encontraba en la Iglesia, de rodillas, recibiendo la Santa Cena en el momento en el que mi Pastor ordena tomar y beber el vino que representa la sangre derramada por nuestro Señor Jesucristo ( Lucas 22: 19-20), siento que mi espíritu sale de mi cuerpo hasta el techo de la Iglesia (2da Corintios 12 : 1-6) , apreciando en vivo a todos mis hermanos de la congregación recibiendo también su Santa Cena, cuando reflexioné sobre lo que estaba pasando mi espíritu vuelve a entrar a mi cuerpo, sin yo saber que era lo que estaba ocurriendo le comenté el testimonio a mi hermana biológica y en Cristo , me dice que hablemos con el diácono de la Iglesia para que me orientara, es así que el diácono me dice que “esa visión debe ser de Dios porque todo lo que sube es de Dios” de tal manera si esto era de Dios el Señor me iba a terminar de explicar que me quería decir con esto porque Él no deja las cosas incompletas y que cuando vuelva a ocurrir le pregunte al Señor lo que Él quiere explicarme. Pasaron aproximadamente dos meses y sucedió que temprano en la mañana el Señor me dio la misma visión estando yo en oración devocional, mi espíritu salió de mi cuerpo y yo veía mi cuerpo acostado en mi cama, me recordé sobre lo que el diácono de la Iglesia me había aconsejado y le dije al Señor que me explicara por favor lo que estaba pasando porque yo no lo entendía, de inmediato sentí y vi que mi espíritu se elevaba a gran velocidad hacia las nubes en una forma consiente y sintiendo la presencia del viento en mi cuerpo y en mis oídos, durante el viaje no veía algún ser especial pero mi pensamiento solo era de gozo por el viaje, al terminar el viaje los movimientos no eran controlados por mi voluntad, solo era de mi voluntad mis pensamientos donde sentía una plenitud de gozo (salmo 16:11 ), mi espíritu es llevado al tercer cielo (2 Co 12:2) a recorrer las calles de oro me lleva a una gran extensión de territorio como un mar y con aspecto de cristal (Apocalipsis 4: 6 ), luego mi espíritu es llevado (tal cual como se puede mover una hoja por el viento) a un sitio bellísimo donde todo por donde se camina es de oro, la luz del ambiente es como cuando la tarde está cayendo y la noche se acerca ( Ap 21:23 ), me lleva posteriormente a un lugar o trono sin paredes que tiene las siguientes características: 4 pilares cilíndricos de oro macizo como de 50 cm de diámetro el cual estaba cubierto con incrustaciones de piedras preciosísimas, de tal manera que yo las palpaba y me maravillaba de su belleza,; el piso y el techo era de oro puro, y entre el espacio de dos de los pilares que se encontraban a una distancia aproximada de 4 metros, había un altar también de oro, encima del mismo estaba la presencia de 3 animales vivos uno al lado del otro y situados de izquierda a derecha en el siguiente orden: un ternero (becerro), uno con cara como de hombre y un león Apocalipsis 4: 6-7 delante de su presencia llega y se mantiene en el aire en vuelo con alas extendidas por el lado izquierdo del León un águila en tiempo real con una mirada fija hacia mí (Ez. 1:10 y Ap. 4:7), de repente el animal con cara de hombre me habla con tono de voz de hombre pero con mucha dulzura y me dice señalándome con su cabeza y mirando al león “alábale, Él es Dios”. De inmediato mis rodillas se doblaron y empecé a adorar y alabar a Dios en su santa presencia (Aleluya), ya tenía un rato en adoración cuando de repente viene a mi mente la pregunta de: “¿Será que el Padre en el Cielo está representado por un león?” y al hacerme esta pregunta mentalmente, mi espíritu regresó a mi cuerpo terrenal en un parpadear, de inmediato me inclino de rodillas en el piso con demasiado llanto diciéndole al Señor que me hubiese dejado en el cielo que yo no quería estar en la tierra sino permanecer en su Santa Presencia ya que no se puede explicar con palabras la sensación tan grande del gozo que conlleva su santa presencia. Ese es el cielo que Jesucristo nos prometió que vamos a vivir con Él (Juan 14: 2,3) A Dios sea la Gloria. Por los siglos de los siglos. Amén.
Vive Jehová y a su nombre sea toda la Gloria. Soy médico cirujano venezolano egresado de la UCLA, con post grado en salud pública, Maestría en Ciencias, Diplomados en salud ocupacional y diagnósticos por Ultrasonido. Actualmente el Señor me tiene con funciones en el Ministerio de Salud como coordinador de Oncología del Estado Lara, Venezuela y miembro directivo de la Sociedad Anti cancerosa del Estado Lara.
Hace 24 años siendo muy nuevo convertido en Cristo, cuando me encontraba en la Iglesia, de rodillas, recibiendo la Santa Cena en el momento en el que mi Pastor ordena tomar y beber el vino que representa la sangre derramada por nuestro Señor Jesucristo ( Lucas 22: 19-20), siento que mi espíritu sale de mi cuerpo hasta el techo de la Iglesia (2da Corintios 12 : 1-6) , apreciando en vivo a todos mis hermanos de la congregación recibiendo también su Santa Cena, cuando reflexioné sobre lo que estaba pasando mi espíritu vuelve a entrar a mi cuerpo, sin yo saber que era lo que estaba ocurriendo le comenté el testimonio a mi hermana biológica y en Cristo , me dice que hablemos con el diácono de la Iglesia para que me orientara, es así que el diácono me dice que “esa visión debe ser de Dios porque todo lo que sube es de Dios” de tal manera si esto era de Dios el Señor me iba a terminar de explicar que me quería decir con esto porque Él no deja las cosas incompletas y que cuando vuelva a ocurrir le pregunte al Señor lo que Él quiere explicarme. Pasaron aproximadamente dos meses y sucedió que temprano en la mañana el Señor me dio la misma visión estando yo en oración devocional, mi espíritu salió de mi cuerpo y yo veía mi cuerpo acostado en mi cama, me recordé sobre lo que el diácono de la Iglesia me había aconsejado y le dije al Señor que me explicara por favor lo que estaba pasando porque yo no lo entendía, de inmediato sentí y vi que mi espíritu se elevaba a gran velocidad hacia las nubes en una forma consiente y sintiendo la presencia del viento en mi cuerpo y en mis oídos, durante el viaje no veía algún ser especial pero mi pensamiento solo era de gozo por el viaje, al terminar el viaje los movimientos no eran controlados por mi voluntad, solo era de mi voluntad mis pensamientos donde sentía una plenitud de gozo (salmo 16:11 ), mi espíritu es llevado al tercer cielo (2 Co 12:2) a recorrer las calles de oro me lleva a una gran extensión de territorio como un mar y con aspecto de cristal (Apocalipsis 4: 6 ), luego mi espíritu es llevado (tal cual como se puede mover una hoja por el viento) a un sitio bellísimo donde todo por donde se camina es de oro, la luz del ambiente es como cuando la tarde está cayendo y la noche se acerca ( Ap 21:23 ), me lleva posteriormente a un lugar o trono sin paredes que tiene las siguientes características: 4 pilares cilíndricos de oro macizo como de 50 cm de diámetro el cual estaba cubierto con incrustaciones de piedras preciosísimas, de tal manera que yo las palpaba y me maravillaba de su belleza,; el piso y el techo era de oro puro, y entre el espacio de dos de los pilares que se encontraban a una distancia aproximada de 4 metros, había un altar también de oro, encima del mismo estaba la presencia de 3 animales vivos uno al lado del otro y situados de izquierda a derecha en el siguiente orden: un ternero (becerro), uno con cara como de hombre y un león Apocalipsis 4: 6-7 delante de su presencia llega y se mantiene en el aire en vuelo con alas extendidas por el lado izquierdo del León un águila en tiempo real con una mirada fija hacia mí (Ez. 1:10 y Ap. 4:7), de repente el animal con cara de hombre me habla con tono de voz de hombre pero con mucha dulzura y me dice señalándome con su cabeza y mirando al león “alábale, Él es Dios”. De inmediato mis rodillas se doblaron y empecé a adorar y alabar a Dios en su santa presencia (Aleluya), ya tenía un rato en adoración cuando de repente viene a mi mente la pregunta de: “¿Será que el Padre en el Cielo está representado por un león?” y al hacerme esta pregunta mentalmente, mi espíritu regresó a mi cuerpo terrenal en un parpadear, de inmediato me inclino de rodillas en el piso con demasiado llanto diciéndole al Señor que me hubiese dejado en el cielo que yo no quería estar en la tierra sino permanecer en su Santa Presencia ya que no se puede explicar con palabras la sensación tan grande del gozo que conlleva su santa presencia. Ese es el cielo que Jesucristo nos prometió que vamos a vivir con Él (Juan 14: 2,3) A Dios sea la Gloria. Por los siglos de los siglos. Amén.
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