*ES UN REGALO DEL CREADOR DIOS TODOPODEROSO*
Dios nos enseña por medio de la NATURALEZA
Nuestro SEÑOR nos da "GRACIA Y GLORIA"
dice el salmista: Gracia para nuestro andar terrenal
y gloria cuando la hayamos terminado.
ESTAREMOS PRESENTE CON DIOS
POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS EN FELICIDAD Y GOZO
Nuestro SEÑOR nos da "GRACIA Y GLORIA"
dice el salmista: Gracia para nuestro andar terrenal
y gloria cuando la hayamos terminado.
ESTAREMOS PRESENTE CON DIOS
POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS EN FELICIDAD Y GOZO
Nada BUENO niega a los andan en "INTEGRIDAD" salmo 84:11
¡Señor! En el murmullo lejano de los mares,
vibrar oí tu acento con noble majestad;
Oírlo susurrando del monte en los pinares;
Oírlo en el desierto cual roca tempestad.
Tu voz cruza en la brisa y en el perfume leve
que brota a los columpios de la silvestre flor;
tu sombra entre las aguas magnifica se mueve,
tu sombra que es tan solo ¡la inmensidad, Señor!
Tu diste a la esperanza la forma de una hada,
purísima inocencia le diste a la niñez;
si diste sed al hombre, le diste la cascada;
si hambre, dulce frutos de larga madurez.
Tu diste a la montaña su soledad augusta,
su sombra gigantesca, su religiosa paz;
el estampido al trueno que al corazón asusta,
su brillo a las estrellas, reflejo de su faz.
Tu distes a las bellas, dulcisimas sirenas
(Visiones de tus sueños, con formas de mujer)
las brisas por suspiros, las flores por melenas,
corales para el labio hermoso rosicler.
Tu diste acento al hombre para cantar tu HOSANNA
cuando la noche oscura le pide oración;
mas calla el hombre, entonces, por eso la montaña
los paja ros te ofrecen universal canción.
Tu hiciste esas playas que ciñen los contornos
del mar, que en vano intenta salir de su nivel.
Tu diste al Cotopax y sus inflados hornos
que imitan los horrores del antro de Luzbe.
Tu nombre en el espacio lo escriben los cometas
con cifras misteriosas que hombre no leyó;
porque jamas supieron ni sabios ni profetas
del inmortal arcano que en ellos se oculto.
"Jehová!" dice la brisa "¡Jehová!". dice el torrente
"¡Jehová!" dice los Andes, y el huracán, "¡ Jehová!"
pues todas las criaturas te llevan en su mente,
porque doquiera impreso tu santo nombre esta.
Yo se que tu inflamaste los soles del vacio;
que solo el turbulento, sonoro y ancho mar,
con sus gigantes voces podrá, no yo, ¡Dios mio!
al son de la borrasca tu Gloria proclamar
¡Señor! cuando en mis horas de soledad y duelo
se bañe en su tristezas mi pobre corazón,
aleja tu las nubes mientras remonta el vuelo,
hacia tu santo alcázar mi férvida oración.
Oírlo susurrando del monte en los pinares;
Oírlo en el desierto cual roca tempestad.
Tu voz cruza en la brisa y en el perfume leve
que brota a los columpios de la silvestre flor;
tu sombra entre las aguas magnifica se mueve,
tu sombra que es tan solo ¡la inmensidad, Señor!
Tu diste a la esperanza la forma de una hada,
purísima inocencia le diste a la niñez;
si diste sed al hombre, le diste la cascada;
si hambre, dulce frutos de larga madurez.
Tu diste a la montaña su soledad augusta,
su sombra gigantesca, su religiosa paz;
el estampido al trueno que al corazón asusta,
su brillo a las estrellas, reflejo de su faz.
Tu distes a las bellas, dulcisimas sirenas
(Visiones de tus sueños, con formas de mujer)
las brisas por suspiros, las flores por melenas,
corales para el labio hermoso rosicler.
Tu diste acento al hombre para cantar tu HOSANNA
cuando la noche oscura le pide oración;
mas calla el hombre, entonces, por eso la montaña
los paja ros te ofrecen universal canción.
Tu hiciste esas playas que ciñen los contornos
del mar, que en vano intenta salir de su nivel.
Tu diste al Cotopax y sus inflados hornos
que imitan los horrores del antro de Luzbe.
Tu nombre en el espacio lo escriben los cometas
con cifras misteriosas que hombre no leyó;
porque jamas supieron ni sabios ni profetas
del inmortal arcano que en ellos se oculto.
"Jehová!" dice la brisa "¡Jehová!". dice el torrente
"¡Jehová!" dice los Andes, y el huracán, "¡ Jehová!"
pues todas las criaturas te llevan en su mente,
porque doquiera impreso tu santo nombre esta.
Yo se que tu inflamaste los soles del vacio;
que solo el turbulento, sonoro y ancho mar,
con sus gigantes voces podrá, no yo, ¡Dios mio!
al son de la borrasca tu Gloria proclamar
¡Señor! cuando en mis horas de soledad y duelo
se bañe en su tristezas mi pobre corazón,
aleja tu las nubes mientras remonta el vuelo,
hacia tu santo alcázar mi férvida oración.
Abigail Lozano
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