Alzheimer: la enfermedad
del olvido
La enfermedad de Alzheimer o demencia senil de
tipo Alzheimer, es un trastorno encefálico de deterioro crónico y
progresivo que se acompaña de efectos profundos en la capacidad de
recordar, aprender y razonar. Podemos decir que en uno de los
trastornos más temidos de nuestra época debido a las consecuencias
de gran deterioro que produce en la persona afectada.
Los principales síntomas que
aparecen son la pérdida progresiva de habilidades y funcionamiento
mental, la pérdida de memoria, confusión y alucinaciones. El
comienzo del mal puede ser lento, los familiares más allegados
suelen advertir que el individuo tiene algún olvido en sus
quehaceres diarios.
La OMS define la enfermedad de Alzheimer como una dolencia degenerativa cerebral primaria, de etiología desconocida, que presenta síntomas neuropatológicos y neuroquímicos característicos. El trastorno se inicia, generalmente, de forma insidiosa y lenta y evoluciona progresivamente durante un período de años. La evolución acostumbra a ser larga (entre ocho y diez años), aunque a veces es de dos o tres años.
Signos de alarma para detectar la enfermedad:
Los parientes acaban siendo las "otras víctimas" de esta terrible enfermedad, pues han de estar pendientes de sus descuidos constantes, además sufren inquietud, confusión, caídas, crisis de ira e incontinencia urinaria, entre otros trastornos. Todos ellos son aspectos muy difíciles de soportar durante largos períodos de tiempo.
Fisiopatología
Estudios realizados demuestran que un signo macroscópico característico es la aparición de placas seniles (estructuras redondas u ovales de dendritas y sinapsis destruidas, dentro de un núcleo central amiloide) en el cerebro. Se advierte también una pérdida notable de neuronas en la corteza cerebral. La muerte neuronal se acompaña de la disminución correspondiente en el riego sanguíneo cerebral. Los investigadores señalan que hay una disminución progresiva en la actividad de la enzima acetilcolina transferasa en el tejido cerebral. Tal enzima es crucial como neurotransmisor que interviene en el aprendizaje y la memoria.
La enfermedad de Alzheimer generalmente se manifiesta en edades avanzadas (entre los 65 y 70 años), pero en algunos casos puede aparecer antes, entre los treinta y cincuenta años. En estos casos es muy posible que existan antecedentes familiares de demencia, y el curso degenerativo de la enfermedad es mucho más rápido. Se está especulando que esta seria una variante de la enfermedad y que sus causas podrían estar más bien en una mutación genética. Cuando el inicio de la enfermedad es más tardía, el curso tiende a ser más lento y se caracteriza por un deterioro más global de las funciones corticales superiores.
Tratamiento
No existe actualmente cura de la enfermedad, por lo que el tratamiento es sólo paliativo. Como tratamiento farmacológico el primer medicamento que apareció después de muchas investigaciones fue el tacrine, cuya misión es conservar el suministro de acetilcolina en el cerebro del enfermo, retardando su destrucción. También existen el donezepil y la rivastigmina. Todos estos fármacos mejoran el rendimiento de la memoria y de todo el sistema cognitivo.
Se ha podido encontrar últimamente una proteína, la beta-amiloide, que también puede provocar la muerte de la neurona y se están realizando estudios para encontrar una droga que bloquee su acción.
Se cree que en un futuro las terapias consistirán en la combinación de varios tipos de medicación.
Otros cuidados complementarios que hay que tener en cuenta en esta enfermedad son, por ejemplo, hablar con la persona afectada siempre de forma tranquila y placentera para no irritarla, proporcionarle un ambiente tranquilo, eliminando en lo posible los riesgos de que pueda hacerse daño (el fuego de la cocina, objetos punzantes como tijeras o agujas, etc.), mantener un programa regular de vida, emplear auxiliares de memoria como listas, notas, etiquetas sobre los objetos, orientarle periódicamente en el tiempo y el lugar, vigilar las posibles caídas de la cama, la temperatura de los alimentos y ayudarle a mantener las capacidades cognitivas con programas de refuerzo especializados para este tipo de demencia.
La OMS define la enfermedad de Alzheimer como una dolencia degenerativa cerebral primaria, de etiología desconocida, que presenta síntomas neuropatológicos y neuroquímicos característicos. El trastorno se inicia, generalmente, de forma insidiosa y lenta y evoluciona progresivamente durante un período de años. La evolución acostumbra a ser larga (entre ocho y diez años), aunque a veces es de dos o tres años.
Signos de alarma para detectar la enfermedad:
- Pérdida de memoria que afecta la capidad de trabajo (citas, nombres, números de teléfono).
- Dificultad para realizar tareas familiares (problemas con la cocina).
- Problemas de lenguaje (olvido y sustitución de palabras).
- Desorientación en el tiempo y el espacio.
- Conductas anómalas (como vestirse inadecuadamente para el momento o la época del año).
- Problemas de pensamiento abstracto (olvidarse, por ejemplo, del significado del dinero).
- Pérdida de objetos y ubicación incorrecta de los mismos.
- Cambios de humor y de conducta.
- Cambios en la personalidad.
- Pérdida de iniciativa (pasividad).
Los parientes acaban siendo las "otras víctimas" de esta terrible enfermedad, pues han de estar pendientes de sus descuidos constantes, además sufren inquietud, confusión, caídas, crisis de ira e incontinencia urinaria, entre otros trastornos. Todos ellos son aspectos muy difíciles de soportar durante largos períodos de tiempo.
Fisiopatología
Estudios realizados demuestran que un signo macroscópico característico es la aparición de placas seniles (estructuras redondas u ovales de dendritas y sinapsis destruidas, dentro de un núcleo central amiloide) en el cerebro. Se advierte también una pérdida notable de neuronas en la corteza cerebral. La muerte neuronal se acompaña de la disminución correspondiente en el riego sanguíneo cerebral. Los investigadores señalan que hay una disminución progresiva en la actividad de la enzima acetilcolina transferasa en el tejido cerebral. Tal enzima es crucial como neurotransmisor que interviene en el aprendizaje y la memoria.
La enfermedad de Alzheimer generalmente se manifiesta en edades avanzadas (entre los 65 y 70 años), pero en algunos casos puede aparecer antes, entre los treinta y cincuenta años. En estos casos es muy posible que existan antecedentes familiares de demencia, y el curso degenerativo de la enfermedad es mucho más rápido. Se está especulando que esta seria una variante de la enfermedad y que sus causas podrían estar más bien en una mutación genética. Cuando el inicio de la enfermedad es más tardía, el curso tiende a ser más lento y se caracteriza por un deterioro más global de las funciones corticales superiores.
Tratamiento
No existe actualmente cura de la enfermedad, por lo que el tratamiento es sólo paliativo. Como tratamiento farmacológico el primer medicamento que apareció después de muchas investigaciones fue el tacrine, cuya misión es conservar el suministro de acetilcolina en el cerebro del enfermo, retardando su destrucción. También existen el donezepil y la rivastigmina. Todos estos fármacos mejoran el rendimiento de la memoria y de todo el sistema cognitivo.
Se ha podido encontrar últimamente una proteína, la beta-amiloide, que también puede provocar la muerte de la neurona y se están realizando estudios para encontrar una droga que bloquee su acción.
Se cree que en un futuro las terapias consistirán en la combinación de varios tipos de medicación.
Otros cuidados complementarios que hay que tener en cuenta en esta enfermedad son, por ejemplo, hablar con la persona afectada siempre de forma tranquila y placentera para no irritarla, proporcionarle un ambiente tranquilo, eliminando en lo posible los riesgos de que pueda hacerse daño (el fuego de la cocina, objetos punzantes como tijeras o agujas, etc.), mantener un programa regular de vida, emplear auxiliares de memoria como listas, notas, etiquetas sobre los objetos, orientarle periódicamente en el tiempo y el lugar, vigilar las posibles caídas de la cama, la temperatura de los alimentos y ayudarle a mantener las capacidades cognitivas con programas de refuerzo especializados para este tipo de demencia.
Cuidador y
cuidados
Tener una
persona querida enferma de Alzheimer y cuidarla las 24 horas del día
es una situación muy difícil que remueve muchos sentimientos. Es
importante identificar los sentimientos y no negarlos. Si los
sentimientos controlan al cuidador, disminuyen sus posibilidades de
sobreponerse ante esta situación y la afecta a la capacidad de cuidar.
Llega un momento que puede que la persona encargada de cuidar al
enfermo no entienda sus necesidades ni las de él.
Recomendaciones
§
Es
indispensable descansar.
§
Procúrese
tiempo para sí mismo.
§
Mantenga
actividades lúdicas y conserve a sus amigos o haga amistades nuevas
para romper el aislamiento que puede sentir el cuidador.
§
Es
conveniente ponerse en contacto con el grupo de ayuda más cercano a su
domicilio.
§
Cuando se
está nervioso o de mal humor, es mejor que otra persona se ocupe del
enfermo, pues el enfermo es muy sensible al interpretar nuestro estado
de ánimo. El enfermo no pierde la capacidad afectiva.
§
No olvide que
es un adulto aunque su comportamiento y forma de expresarse parezcan
los de un niño.
Es
conveniente retrasar en lo posible la institucionalización del enfermo,
para evitar las cuestiones negativas que ésta acarrea. Se da una
pérdida de puntos de referencia, tanto a nivel cognitivo como
emocional que son de difícil sustitución para el paciente. Las
administraciones públicas fomentan el retraso de la
institucionalización por dos motivos fundamentales:
§
Reducir los
gastos que supone la atención en centros especializados.
§
Promover el
mejor estado posible de los pacientes
La mayoría de
los familiares quieren cuidar a su paciente demenciado en su domicilio,
pero hay una serie de factores que dificultan enormemente la tarea. La
experiencia de cuidar a un paciente con demencia en el domicilio
entraña una serie de riesgos para la salud física y mental, con
elevados índices de depresión y ansiedad. Un estudio demostraba que el
50% de los cónyuges de los pacientes diagnosticados de demencia podía
ser considerados “casos psiquiátricos”. Cuidar a un paciente demente
supone mayor estrés que cuidar a un paciente físico, con mayor
limitación social. El cuidador de una persona demente se ve obligado a
introducir mayores cambios en su estilo de vida. Tienden a proteger a
sus familiares y a su trabajo, en detrimento del tiempo libre para
ellos mismos.
Los factores
que más influyen son:
Gravedad de la enfermedad y
trastornos del comportamiento
Numerosos
trabajos no encuentran relación entre severidad de la enfermedad y los
niveles de estrés de los familiares y encuentran que el nivel
cognitivo del paciente se relacionaba más con el impacto que con la
sobrecarga. El concepto de “sobrecarga” hace referencia a la vivencia
subjetiva de los cuidadores y el concepto de “impacto” es más objetivo,
y hace referencia que comprende las modificaciones de la vida diaria
del cuidador como consecuencia de los cuidados.
Algunos
autores han informado de la asociación de la gravedad de la enfermedad
con la salud y bienestar de los cuidadores sólo se producía si la
progresión de la enfermedad conllevaba determinadas consecuencias en
la vida del cuidador. Vivir en el mismo domicilio y la prolongación de
la necesidad de cuidados, potenciaban la gravedad de la enfermedad,
con mayor afectación en la salud de los cuidadores.
La presencia
de trastornos de la conducta se asocia de forma inversa con el estado
de salud del cuidador. Son muy importantes los servicios de día para
disminuir la sobrecarga de los familiares. La sobrecarga del cuidador
se asocia más con la gravedad de los trastornos del comportamiento que
con el deterioro cognitivo.
Tipo de relación
Se ha
encontrado una relación inversa entre la proximidad de la relación y
el grado de estrés, siendo la tensión emocional menor en los hijos que
en los esposos y en los cuidadores no familiares que en los familiares.
Los familiares de primer grado tienen mayor probabilidad de padecer
depresión que los amigos o familiares más lejanos.
En general,
los hombres asumen el papel de cuidadores sólo en ausencia de una
mujer disponible. Este hecho se ha explicado por la tradicional
asunción de tareas de cuidado por parte de las mujeres, mayor lazo
emocional con la familia de origen y la mayor flexibilidad a la hora
de disponer de tiempo libre.
La
implicación emocional de las mujeres suele ser mayor, mayor también de
los niveles de sobrecarga o de síntomas psiquiátricos, al menos al
principio del diagnóstico.
Estilo cognitivo y mecanismos de
afrontamiento
Se considera
más probable que los cuidadores sufran depresión y ansiedad si tienen
la sensación de tener poco control sobre la conducta de sus familiares
enfermos y sobre sus reacciones emocionales. La percepción que tiene
el cuidador sobre la efectividad de su estrategia en el cuidado,
influye en su autoestima y su salud mental.
Se realizó un
estudio que analizaba la relación entre la personalidad y las
estrategias de afrontamiento de 50 cuidadores, esposas de ancianos con
demencia. Solamente el neuroticismo y la extroversión se consideraron
como predictores de estrategias de comportamiento. Se encontraron
diferentes estrategias:
Neuroticismo:
§
Estrategias
centradas en las emociones.
§
Menos
frecuencia de estrategias centradas en las emociones.
§
Experimentan
más sobrecarga y manifiestan más quejas sobre su estado de salud.
Extroversión:
§
Estrategias
de búsqueda de apoyo social.
§
Menor
frecuencia de estrategias centradas en las emociones.
La utilidad de los recursos
sociales
Conocer las
necesidades de los familiares de ancianos con demencias ha hecho que
se desarrollaran programas asistenciales dirigidos a apoyarles en su
labor. Estos programas deben tener como objetivos fundamentales la
reducción de la sobrecarga y el aumentar el tiempo libre disponible
para el cuidador.
Comunicación
La enfermedad
de Alzheimer deteriora también de manera progresiva la capacidad de
utilizar y comprender el lenguaje, produciendo una pérdida constante
de vocabulario.
Recomendaciones
§
Hacer
coincidir la comunicación verbal y no verbal.
§
Transmitir
sensación de seguridad. Hablar de forma suave y pausada
§
Gesticular
poco a poco.
§
No poner
nerviosa a la persona.
§
El enfermo de
Alzheimer es muy sensible al interpretar el estado de ánimo de los
demás y su estado de se ve muy afectado por el estado de humor de las
personas que le rodean.
§
Tener un
contacto físico directo amable y cariñoso con él le transmite
seguridad.
§
Adecuar el
lenguaje a las constantes y cambiantes limitaciones que la enfermedad
impone.
§
Los
comentarios realizados con sentido del humor suelen ser más eficaces
que el uso de imperativos.
§
Aunque la
capacidad de entender y seguir las conversaciones haya disminuido, es
importante incluir al enfermo y que él, de alguna manera, pueda
participar.
§
Ante
cuestiones o preguntas sin sentido, evite la discusión; es mejor
cambiar de tema o seguirle la corriente.
§
Hablar en
sitios donde no haya demasiadas distracciones ni ruido de fondo.
§
Utilizar
frases cortas y concretas. Vocabulario sencillo.
§
Déjele tiempo
para pensar.
§
Intentar
enseñarle visualmente lo que le quiere decir.
§
Poner
atención al tono emocional con que habla.
§
Mantener la
calma y ser pacientes.
§
No discutir
ni dar órdenes.
§
Es mejor
decirle las cosas en positivo que en negativo.
§
No haga
preguntas directas que requieran buena memoria para responderlas.
Cuidados en el hogar
La preocupación
por una persona querida afectada por la enfermedad de Alzheimer puede
ser uno de los desafíos más grandes por el que una familia puede
pasar. Hasta hace poco, la información sobre cómo convivir con un
enfermo de Alzheimer en su casa ha sido muy escasa.
Vamos a
intentar proporcionar la información básica necesaria para ayudar a
modificar el hogar para cuidar a una persona con Alzheimer. El
propósito es facilitar a los familiares y el personal sanitario la
información necesaria para crear un ambiente más seguro y acogedor.
La enfermedad
de Alzheimer afecta al cerebro y su capacidad de procesar la
información. Cada caso es distinto. Usted no debería esperar
razonamientos lógicos de una persona que pierde su capacidad de pensar
y razonar. No hay ninguna regla y cada sugerencia debe ser revisada en
detalle según su situación, necesidad y la capacidad de su familiar.
Ya que cada
persona experimenta el Alzheimer de manera diferente, los esfuerzos de
hoy podrían no ser válidos mañana. Las decisiones que son eficaces un
día pueden no serlo al siguiente. Las medidas de seguridad a prueba de
niños son prácticas, pero recuerde que han sido diseñadas para niños,
no destinadas a adultos. La persona encargada del cuidado del enfermo
debe analizar constantemente su trabajo y adaptarlo a las nuevas
necesidades que surjan.
Adapte el hogar para todos los
miembros de familia
Las
modificaciones que realice en su hogar tienen que garantizar que todos
los familiares estén seguros y cómodos. Esto incluye a la persona con
Alzheimer, el cuidador, el resto de la familia y demás personas que le
visiten. Recomendamos que usted vigile las siguientes áreas:
Zonas de peligro
Ciertas áreas
de la casa deben ser inaccesibles a la persona con Alzheimer. Estos
espacios son el garaje, el sótano y armarios que contengan artículos
frágiles, peligrosos o de valor. Las puertas que conducen a estas
áreas restringidas y al exterior deberían estar cerradas y con algún
tipo de sistema de alarma.
Zona del cuidador
La segunda área
especialmente cuidada debe ser la que ocupa la persona encargada del
cuidado del enfermo. La persona que esté cuidando a alguien con
Alzheimer debería tener un área de descanso para sí mismo. Los
cuidadores se pueden hartar y por eso necesitan relajarse y tener
tiempo para cuidarse ellos, solo, mientras alguien más proporciona el
cuidado al enfermo.
La zona segura
Finalmente, el
resto del hogar debería ser accesible a la persona con la enfermedad
de Alzheimer. Tiene que haber zonas de libre circulación para el
enfermo. Se deberán poner enchufes "a prueba de niños" y no debería de
haber ningún tipo de medicamento a su alcance, ni herramientas
peligrosas, sustancias químicas, así como documentos importantes,
cuentas bancarias y objetos de valor o frágiles.
Dentro del hogar
La máxima
seguridad en la casa es crítica y usted tendrá que examinar cada
situación a fondo. Recuerde que tarde o temprano gente con Alzheimer
perderá su capacidad de pensar razonablemente. Por ejemplo, un enchufe
eléctrico puede parecer ser un agujero curioso para explorar u ocultar
algo, como un bolígrafo de metal. Hasta un acuario, que combina el
agua y la electricidad, puede crear una situación mortal.
Asegúrese que
las ventanas y puertas del balcón estén cerradas (si usted vive en un
primer piso). A menudo la persona no comprende que vive sobre una
primera planta, aunque esto es obvio para usted. Abrazaderas para
ventanas están disponibles, a poco precio, en la mayor parte de las
ferreterías y consiguen que una ventana o puerta no se abra lo
suficiente para que quepa una persona.
Quite productos
tóxicos y aparentemente inofensivos, que si se comen con exceso
podrían causar una enfermedad - artículos como la pasta dental o los
dulces. Esconda los utensilios afilados y las aplicaciones eléctricas.
Su casa deberá esta bien iluminada para facilitar la visión del
enfermo y por lo tanto sabrán por donde caminar. La iluminación es
importante en los pasillos que a menudo son oscuros y largos. El
enfermo de Alzheimer puede tener dificultades en dar la vuelta y
volver.
Baje el
termostato de su calentador de agua a su nivel más bajo o no más alto
de 120 grados para evitar quemaduras leves. Se pueden instalar
dispositivos que regulen la temperatura del agua y así evitar
quemaduras.
Instale un
asiento y grifo de mano en el baño o la ducha. Los grifos de mano
deberán tener botones en el mango para ofrecer mejor utilización para
controlar los temores del agua o del baño del enfermo. Las barras de
sujeción y esteras de baño y ducha son aconsejables.
Ponga los
muebles de una forma que proporcione apoyo al enfermo. Quite los
muebles que rueden, se caigan fácilmente o no puedan soportar el peso
de una persona. Quite los muebles que puedan causar caídas o
tropiezos. Quite los muebles que son difíciles de ver, como las mesas
de cristal y las estanterías transparentes. Tenga cuidado con cuerdas
de extensión y las líneas telefónicas que puedan estar caídos y por lo
tanto causar caídas.
Puertas
Para las
puertas que se cierran hacia dentro, como el cuarto de baño, quite la
cerradura o guarde una llave de emergencia para poder acceder al
interior del cuarto. Para la puerta de calle, deberán tener una llave
suplementaria inaccesible para el enfermo, o déle una al vecino.
Su jardín
Asegure su
jardín. Identifique y quite las plantas peligrosas de su jardín. La
mayor parte del terreno debería de estar diseñado con medidas de
seguridad. Evite las plantas venenosas, escaleras, pendientes y
provéala con un cierre seguro.
Vagabundeo
El vagabundeo
es un problema serio. Hay diferencias significativas de ocuparse del
vagabundeo de noche o de día.
El vagabundeo
por la noche presenta muchos obstáculos. Mientras el personal
sanitario está dormido, es más fácil para una persona con Alzheimer
pasar inadvertido. Coloque una alarma sobre el marco de la puerta del
dormitorio. Si la puerta se abre, la alarma saltará y alertará al
cuidador de que el enfermo está saliendo. Con estas alarmas el
cuidador seguramente pueda dormir tranquilamente sabiendo que la
alarma sonará si el enfermo sale de su habitación. (Pruebe la alarma
para asegurarse que el cuidador puede oírla de su dormitorio.)
El vagabundeo
de día implica una continua fuente de estimulación y de actividad
sana. No se olvide de retirar los muebles bajos y todo con lo que el
enfermo pueda tropezar. Las mismas reglas se deberían de aplicar a los
caminos exteriores.
Rutina
La gente con
Alzheimer a menudo desarrolla una rutina de actividades que se repiten
con frecuencia, que encuentran cómodas y agradables. Observando sus
movimientos alrededor de la casa nos puede dar pistas de cuales son
los caminos habituales y sitios donde el enfermo se siente seguro. Una
vez estos sitios se visiten con regularidad identifique cualquier
cosa que pueda causar problemas potenciales. Asegúrese de que ellos
están seguros, interesados y que haya objetos familiares que el
enfermo pueda identificar y disfrutar.
Al comienzo de
la enfermedad facilite el ambiente del enfermo. Retire cosas
desordenadas y simplifique las cosas. Inspeccione las cosas que puedan
complicar la vida en su hogar. Es importante que su casa tenga un
ambiente tranquilo, seguro y que anime a tomar decisiones y tareas que
puedan ser completadas con facilidad.
Ponga carteles
con letras grandes, que sean fáciles de leer, posters y recortes de
revistas para enseñar el contenido. Convierta esto en un proyecto
familiar y divertido.
El Alzheimer es una enfermedad
progresiva
Las
modificaciones y precauciones, que son apropiadas en las etapas más
tempranas, pueden no serlo para las siguientes etapas. Por ejemplo,
los espejos son importantes para animar al enfermo a seguir mirándose
ratos largos. Sin embargo, en etapas posteriores muchas personas
pueden confundirse y agitarse por sus propios reflejos en el espejo.
Si esto se convierte en un problema cubra o quite los espejos.
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