Vida de Campeón
VIDA DE CAMPEÓN
*Vida en Cristo*
En
esta vida, debemos trabajar para disfrutar el excélsior de la
existencia. Nada en el mundo puede sustituir las oportunidades que Dios
nos ofrece de estar vivos y vivir a plenitud amparados en su amor.
Nunca
reniegues de los sinsabores de la vida, ni de los dolores que producen
sus problemas. Afróntalos con valentía y asume tu papel de campeón.
Estoy
convencido de que quienes sólo viven lamentándose no disfrutan de las
cosas buenas que en esta vida Dios nos ha conferido. No pierdas tu
tiempo en lamentos y murmuraciones contra la misma existencia. Ya en el
mundo hay muchas lágrimas y dolores. Marca la diferencia y siembra
felicidad.
Tú
has sido llamado al mundo por Dios. Él te ha asignado una misión.
Viniste a la existencia para vivir como uno de sus hijos, no como un
vagabundo y mendigo. Eres un príncipe o princesa, vive como tal.
“Hay posibilidades admirables en cada ser. Convéncete de tu fortaleza y
de tu juventud. Aprende a repetir sin cesar: ´sólo depende de mí´”
-André Guide.
No solamente debes vivir sin renegar de los sinsabores de la vida, sino que debes aprender a ver las posibilidades que se te ofrecen para vivir como un campeón.
No
cometas el error de desvalorizarte. Descubre la fuerza interna que hay
en ti. Dios te la ha conferido para que vivas como campeón.
No
pienses que eres viejo para empezar a hacer algo grande. La vejez, en
cierto modo, es resignación y el inicio de la muerte. Considérate como
alguien joven, a pesar de los años que tengas. Lo importante no es
cuántos años tienes de vida, sino cuanta vida le agregas a tus años.
Tampoco creas que eres demasiado joven como para empezar a hacer algo grande. Cuanto más temprano inicies, mejor será.
Acepta
los retos que se te presentan constantemente. Nunca digas: NO PUEDO.
Ese no es el lenguaje de los campeones. No existen tales palabras ni en
la mente ni en los labios de un hijo de Dios. El vocabulario de los
hijos de Dios es de triunfo, de victoria y de éxito. En el idioma de los
campeones, de los que confían en el Señor, sólo existen palabras
inspiradoras, como las que una vez hubo escrito el apóstol inspirado:
“TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE” (Filipenses 4:13).
Sí.
TODO LO PUEDO. El único responsable de mis actos soy yo. No debo buscar
excusas para no hacer lo que me corresponde. YO SOY QUIEN DEBO HACERLO.
No debo esperar que otros lo hagna por mí. Y aún cuando no lo haya
hecho, debo decir: ¡SÍ, PUEDO HACERLO! Aunque parezca grande el desafío.
Sin
embargo, debo poner los pies sobre la tierra. Hay cosas que mi limitada
humanidad no me lo permiten. Pero eso no significa que no se pueda
lograrlo. Además, cuento con la bendición de Dios. Debo reconocer que
sin Cristo NADA PUEDO HACER.
Aunque YO soy quien debo HACER lo que me corresponde, es EN CRISTO que
debo hacerlo. Sin él NADA PUEDO HACER. Esto me compromete a vivir una
vida en Cristo. ¡Qué honor tan grande!
Una
vida EN CRISTO es radiante y llena de dicha. Aun en los momentos
sombríos de la existencia, si se tiene a Cristo en el corazón, siempre
habrá una luz que ilumine el interior del ser humano.
Necesitamos
a Jesucristo en todas las cosas. De él dependen nuestras fortalezas y
alegrías. Cuando Cristo habite en nuestro interior, la actitud será más
dispuesta y hábil para realizar las cosas.
El
apóstol dijo que es Cristo quien lo fortalece. Así mismo, sólo Cristo
es quien nos fortalece a nosotros también. En el dolor, cual bálsamo
cura nuestras dolencias. En la aflicción, es nuestro consolador. En la
desesperanción, es nuestra esperanza. Ante los retos, es nuestra
inspiración. Jesucristo lo es todo en la vida. Y nuestra vida debe ser
para él. Esta es verdadera vida, ¡vida de un verdadero campeón!
Con
justa razón, el dinámico apóstol Pablo estaba convencido de que ahora
no era él quien vivía en sí mismo ni para sí. Sino que CRISTO VIVE EN
MI, dijo. Esto es verdadero cristianismo. Esta es verdadera vida. La
verdad de la existencia la encontramos en Jesús, nuestro amante
Salvador.
Procura,
entonces, no vivir en ti mismo, ni para ti solo. Vive en Cristo, para
Cristo y para los demás. Cuando empieces a hacerlo, pronto te darás
cuenta de que tu vida es feliz y radiante. La luz que proyectes
iluminará el sendero a otros, y si son muy inteligentes, te seguirán.
Es
hermoso saber que “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Es
satisfactorio contar con la bendición de Dios. Me consuela conocer que
en Cristo encuentro fortaleza. Me motiva a seguir adelante en la vida y
convencerme cada vez más de que en Cristo soy un verdadero campeón. ¿Y
tú?, también, ¿sientes esa energía positiva?
“El valor no espera al número de años” -Pierre Corneille.
Ser y sentirse joven es lindo, pero nunca debe ser un pretexto para no ser un emprendedor o un soñador audaz.
He
visto, cómo injustamente, se discrimina, en algunos lugares, a los
jóvenes sólo por ser jóvenes. Existen personas con mitos negativos
contra la juventud. Hay quienes piensan que los jóvenes no pueden ocupar
un puesto de responsabilidad en una iglesia, en la familia o en la
nación. Es un error pensar de esa manera. Existen muchos jóvenes
talentosos, y con aspiraciones sinceras de servir y triunfar. Estoy casi
seguro de que tú debes ser uno de ellos. Claro, se necesita mucha
madurez para vivir como campeón. Pero esto no depende de las canas que
tengas en tu cabeza ni de la calvicie que adorna a muchos adultos. No
debes esperar que todo esto aocurra contigo. Aprende a vivir como un
campeón ahora.
Acertadamente,
el apóstol Pablo le dijo al joven Timoteo: “Que nadie te menosprecie
por ser joven” (1 Timoteo 4:12 NVI). Es un error menospreciar a
alguien por la cantidad mínima de años que tenga o por su corta
experiencia. No debe ser así. A los jóvenes siempre hay que darles una
oportunidad de desenvolverse en la vida y en los asuntos grandes. No
solo los adultos pueden hacerlo. También los jóvenes son llamados a ser
campeones.
Si
existen jóvenes ejemplares, inspiradores y fieles; si hay jóvenes que
sepan cómo hablar en público, que se desenvuelvan correctamente ante
multitudes; si hay jóvenes que sienten pasión por la vida y que arda en
sus pechos un amor sincero por los demás; si hay jóvenes cuya conducta
sea irreprensible y que tengan pureza mental; si hay jóvenes cuya fe sea
inquebrantable aún cuando las circunstancias se tornen adversas; si hay
jóvenes que sean tan fieles al deber como la brújula al polo, entonces,
que nadie los menosprecie por ser jóvenes, antes bien, apláudace a esos
pequeños gigantes cuyo destino está en las cumbres.
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