*Entérate! ¿Eres Lesbiana?
Testimonio De Una Exlesbiana...
*jesus Puede Transformar Tu Vida*
"Me siento una mujer hecha y derecha y no tengo
confusiones de nada" Decalara con toda firmeza Edith Gutiérrez, que
practicó el lesbianismo desde que era una niña.
Transcurría el mes de noviembre del 2003, cuando Edith Gutiérrez, una
lesbiana de toda la vida, fue invitada por su amigo Diego para asistir a
una reunión de un grupo de ex-homosexuales. Ella accedió, ya que
deseaba ayudar a su amigo que durante mucho tiempo no solo había estada
en el
homosexualismo; también en el consumo de drogas. Y aunque en su mente
tenía ese impulso por apoyar a Diego, había algo dentro de ella con lo
que luchaba y se preguntaba camino a la reunion: "Por qué tengo ir hasta
allá que es tan lejos y con tanto tráfico?" Diego, en varias
oportunidades le estuvo contando a Edith acerca del cambio que Dios hizo
en su vida y cómo es que había dejado la drogas y el homosexualismo.
Esto quedó muy grabado en la mente de Edith. Sin embargo, parece que aún
no le había dado toda la credibilidad, por eso que accedióa a
compañarlo. "Cuando entré sentí algo dentro de mi cuerpo. No podía explicármelo. Sentí algo especial
cuando entré a esa casa. Se veía tan lindo a todos alabando al Señor. Me
senté, miré uno a uno. Pensaba que estaban locos, pero no me sentía
mal. Algo precioso había dentro de mi. Escuché a mi amigo dar su
testimonio. Empecé a llorar, porque me acordé cómo andaba él y ahora estaba diferente.
Después, el predicador se acercó a mi. Me preguntó si quería aceptar el
Señor. Contesté: <>,
señalando a Diego. Cuando dije eso, lloré y lloré. Vino otra vez Victor
Morales (el predicador) y me volvió a preguntar: En ese momento se
acercaron las hermanas y me dieron mucho amor. Empecé a llorar más...
Este fue el punto de partida. El inico de una nueva vida para una joven
que solo había conocido el amor a traves de sus relaciones con otras
mujeres. Edith Gutiérrez, nacida en Los Angeles, California, es hija de
padres Acapulquenos. El hogar en el que nacio se quebró al ser
abandonado por su padre, que era un alcohólico. “Crecí sin papá. El
abandonó a mi madre cuando tenía 3 años. El gritaba, era alcohólico;
llegaba como un mounstro tocando la puerta”, recuerda Edith. Pero aparte
de la ausencia paterna en su hogar, lo que influyó de una manera
importante para enrumbar por el camino escabroso
a Edith, fue la presencia en su casa de una tía que era lesbiana. Ella
había llegado a vivir con su pareja por una temporada. Edith, siendo aún
pequeña, la miraba vestida de hombre y acompañada de otra señora.
Empezó a imitar a la tía Eustolia. Peor aún, sus hermanos la comparaban
con ella. La etiquetaron. La niña de nuestra historia, empezaba a
vestirse como hombrecito y cumplía un papel protector de las otras
niñas. En casa era la más fuerte. Era la dominante, como si fuera un
varoncito. Llegaron sentimientos extraños a su vida. Sentía atracción
por las de su mismo sexo. Y no se lo podía explicar. Solo sentia que era
algo malo. A los 12 años besó por primera ves a una niña. Le gustó,
sintió más atracción. “Sentí que quería dominar a la mujer; quería ser
como un varón, pero tenía que ocultarlo.”
Edith recuerda que por dentro se sentía hombre. Creía que sus genes eran
de varón. Pensaba que había nacido asi. “Por qué me hiciste así Dios
mio?”, se preguntaba continuamente. Era deportista y le gustaban juegos
fuertes. Poco a poco fue asumiento el rol de papá en casa. Pero lo que
realmente necesitaba era ese amor y cariño que nunca recibió de parte de
su padre. La
primera relación que tuvo, duró 7 años. Al terminar, se sumergió en el
consumo de alcohol, marihuana y cocaína. Edith andaba de fiesta en
fiesta. Después de eso, vivió varios romances, casi todos de 2 ó 3 años
de duración.
El anhelo de su corazón era que un diá Dios le diera una esposa con
quien vivir hasta viejita. “Para la lesbiana el conquistar a una mujer
femenina es como ganar un trofeo,” nos cuenta al mencionar que hubo un
punto que ya no le gustaba ir a los clubes. “El diablo me usaba para
conquistar a mujeres que no eran lesbianas. Seduje a más de medio
centenar. Sentía que tenía una fuerza mayor que me ayudaba a
conquistarlas. Tenía tal poder para hacerlo, que yo misma me admiraba.
Cuando tuvo unos 26 años, intentó establecer una relación con un hombre,
pero todo salió mal. Edith se sintió usada. “Agarré más fuerza en lo
que pensaba. Sabía que como mujer nada funcionaría. Quería parecerme más
a un hombre.”
Edith era una mujer que le gustaba mucho el deporte. Lo habiá practicado
durante toda la vida. Es por eso que acostumbraba ir a la montaña y
correr. Siempre lo haciá. Pero en ese tiempo andaba como ella lo dicé:
“sin brújala”. Porque los planes que hacía no resultaban. Entonces, algo
sucedió en una de sus salidas para hacer ejercicio. Empezó a
reflexionar y a dialogar consigo misma y con Dios. “Algo dentro de mí me
decía, A dondé vas? Qué piensas hacer? No estás cansada? Senti algo
lindo, platicando con Dios a solas. Empecé a hacer esto continuamente.
Ya tenia como 28 años. Queria hacer un cambio. En mi diálogo le reclama
el por qué me hizo así y no recibía
respuesta”. Diego, su amigo de todo la vida, había cambiado por
completo. La llamó y le dijo que invitó a Jesús a vivir en su corazón.
Esto fue de mucho impacto para Edith, ya que Diego tenía muchos años
practicando el homosexualismo y consumiendo grandes cantidades de droga.
“Lo que él
realmente estaba haciendo al contarme su historia, era darme el mensaje
de Dios.” Edith pensó que Diego posiblimente se había alocado porque
hacía mucha droga. “Sin embargo yo sentía que algo había. Me impactó
todo lo que me estaba contando”. Diego la invitó a su reunión.
Edith llegó, aunque algo incrédula. Pero desde que ingréso al hogar en
donde estaban reunidos los miembros del Ministerio Hombres Transformados
por Jesucristo Ex homosexuales, algo empezó a cambiar dentro de ella.
Edith pensó que al ir ahí apoyaría a su amigo. Sin embargo, su amigo ya
estaba completo; la que necesitaba un encuentro personal con Jesucristo,
era ella. Así sucedió. Dios tocó la vida de esta joven y la cambió de
la noche a la mañana. Cuando ella salió de esa reunión ya no era la
misma, ya no se sentía igual. Uno de esos días, al llegar a casa, abrió
una Biblia y leyó
Proverbios 3. Se detuvo en el verículo 6 que termina: …Y él enderezará
tus veredas”. Al leer esto, Edith se preguntó si podría enderezar las
suyas.
Se sintió algo confusa. Una serie de pensamientos vinieron a su mente.
Corrió a un bar, pero algo en su cabeza, algo le decia “Sal de allí!”.
Tenía un nudo en su garganta, algo le replicaba: “Aquí no perteneces!”
Salió corriendo porque ya no era como antes. Corrió a su casa y clamó
“Perdonamé,
quiero que tu endereces mis caminos!” Edith tuvo una noche muy especial
con Dios. Nos cuenta que sintió algo que le estaba limpiando todo su
ser. “Le pedi por algo sobrenatural. Yo ya se que eres tu le dije.
Cambia mi cara, cambia mi cuerpo, cambia mi rostro. Y cuando lloraba,
sentía que algo salía de
mi cuerpo. Sentí que estaba agradando al Señor. Sentí que estaba siendo
liberada. Lloré como usas 3 ó 4 horas. Al ir al trabajo, pasó una chica
muy simpática en frente de mi y solo le dejé pasar. No sentí nada. Dios
me volvió a tocar, vi que no era la misma. Le dije gracias, porque me
estás enseñando más y más”.
Conforme han ido pasando los días nuevas cosas han llegado a la vida de
Edith. Ella, ha visto cómo es que su cuerpo y su comportamiento ha ido
cambiado, haciéndose cada vez más femenina. Esto en respuesta a las
peticiones que le ha hecho a su Señor. Ahora vive contenta y tranquila y
hasta espera conocer a un hombre para casarse y tener familia. “Vivo
feliz , tengo una gran paz. Tengo planes. Me siento una mujer hecha y
derecha, no tengo confusiones de nada. Soy una rosa caminando. El Señor
me lo ha borrado, me ha hecho fuerte en él. Y aunque nunca me he
enamorado, estoy orando por un esposo”.
Pero la historia no queda allí. Se sigue escribiendo con el cambio de su
madre y de su hermana y con el testimonio de las personas que la
conocieron antes y que hoy dan fe del cambio que Dios hizo en la vida de
Edith.
Extraído de hombres y mujeres transformados por Jesucristo.