*Reflexiones del corazon*

domingo, 11 de septiembre de 2011

Enterate **Los Dones del Espíritu Santo*

*Los Dones del Espíritu Santo*
La Biblia está llena de ejemplos en donde el Espíritu Santo otorgó habilidades sobrenaturales repentinas a hombres y mujeres. En el Nuevo Testamento, estas habilidades sobrenaturales son llamadas “dones del Espíritu”, y se llaman así porque no pueden merecerse o ganarse. Sin embargo, no deberíamos olvidar que Dios promueve estos dones en aquellos en quienes Él puede confiar. Jesús dijo, “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto” (Lucas 16:10). Por esto, debemos esperar que los dones del Espíritu se le den a aquellos que han probado ser dignos de confianza ante Dios. El estar totalmente consagrado y rendido al Espíritu Santo es importante, pues es probable que Dios use con mayor frecuencia a estas personas otorgándoles poderes sobrenaturales. Por otra parte, una vez Dios usó a un asno para profetizar, así que Dios puede usar a quien le plazca. Si Dios tuviera que esperar hasta que fuéramos perfectos para usarnos, entonces, ¡no podría usar a ninguno de nosotros!
En el Nuevo Testamento, los dones del Espíritu están enumerados en 1 Corintios 12, y son en total nueve:
“A uno es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de conocimiento según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas, y a otro, interpretación de lenguas” (1 Corintios 12:8-10).
El saber cómo definir cada don individualmente no es crucial para ser usado por Dios con dones espirituales. Los profetas, sacerdotes, y reyes del Antiguo Testamento, al igual que los ministros de la iglesia primitiva del Nuevo Testamento, todos operaron en los dones del Espíritu sin tener conocimiento de cómo definirlos o catalogarlos. Sin embargo, debido a que los dones del Espíritu se han enumerado para nosotros en el Nuevo Testamento, debe entonces ser algo que Dios quiere que entendamos. Ciertamente, Pablo escribió, “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales” (1 Corintios 12:1).

Los Nueve Dones Catalogados

Los nueve dones del Espíritu han sido catalogados en los tiempos modernos en tres grupos: (1) Los dones de lenguas, los cuales son: diversos géneros de lenguas, la interpretación de lenguas y la profecía; (2) los dones de revelación, los cuales son: la palabra de sabiduría, la palabra de conocimiento, y el discernimiento de espíritus y (3) los dones de poder, que son: el hacer milagros, una fe sobrenatural y el don de sanidad. Tres de estos dones dicen algo; tres de estos dones revelan algo y tres de estos dones hacen algo. Todos estos dones fueron manifestados en el Antiguo Pacto con la excepción de varios géneros de lenguas y la interpretación de lenguas, los cuales se revelan con el Nuevo Pacto.
El Nuevo Testamento no ofrece ninguna instrucción concerniente al uso apropiado de los “dones de poder” y da muy poca instrucción acerca del uso apropiado de los “dones de revelación”. Sin embargo, Pablo da una buena cantidad de instrucciones tocante al uso apropiado de los “dones de lenguas” y hay, probablemente, doble razón para ello.
Primero, los dones de lenguas son aquellos que se presentan con más frecuencia en la iglesia, mientras que los dones de revelación se manifiestan con poca frecuencia y los dones de poder se manifiestan mucho menos. Por lo tanto, necesitaríamos más instrucción en lo referente a los dones que tienden a manifestarse con más frecuencia en las reuniones de la iglesia.
Segundo, los dones de lenguas parecen requerir un grado mayor de cooperación y por lo tanto, estos dones tienden a ser aquellos sobre los que no se tiene un control adecuado. Es mucho más fácil arruinar una profecía que arruinar un don de sanidad.

Por la Voluntad del Espíritu

Es importante entender que los dones del Espíritu son dados según la voluntad del Espíritu y no según la voluntad de ninguna persona. La Biblia deja esto muy claro:
“Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Corintios 12:11, énfasis agregado).
“Testificando Dios juntamente con ellos, con señales, prodigios, diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad” (Hebreos 2:4, énfasis agregado).
En una persona se pueden manifestar ciertos dones con frecuencia, pero nadie posee los dones. Si fuiste ungido una vez para hacer milagros, eso no quiere decir que tú puedes hacer milagros cada vez que deseas; ni tampoco es una garantía de que serás usado para hacer milagros nuevamente.
Estudiaremos y consideraremos brevemente unos cuantos ejemplos bíblicos de cada don. Sin embargo, recuerda que Dios puede manifestar su gracia y su poder en una infinidad de formas, así que es imposible definir exactamente cómo va a operar cada don en cada momento. Además, no existen definiciones de los nueve dones espirituales en la Escritura; solamente contamos con sus nombres. Por esto sólo podemos ver los ejemplos que están en la Biblia e intentar determinar bajo qué nombre encajaría cada uno y, en última instancia, definiéndolos por sus diferencias aparentes. Debido a que hay muchas formas por medio de las cuales el Espíritu Santo se puede manifestar con dones sobrenaturales, no sería sabio el ser demasiado estricto con nuestras definiciones. Algunos dones podrían ser combinaciones de varios dones. Acerca de esto Pablo escribe:
“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para el bien de todos” (1 Corintios 12:4-7, énfasis agregado).

Los Dones de Poder

1) Los dones de sanidad: los dones de sanidad naturalmente se relacionan con la sanidad de personas enfermas. Con frecuencia se define como un repentino poder sobrenatural para sanar físicamente a los enfermos, y no veo ninguna razón para dudar de esto. En el capítulo anterior consideramos un ejemplo del don de sanidad manifestado a través de Jesús cuando sanó al hombre paralítico del estanque de Betesda (ver Juan 5:2-17).
Dios usó a Eliseo para sanar al leproso Naamán el sirio, quien adoraba ídolos (ver 2 Reyes 5:1-14). Como aprendimos al leer las palabras de Jesús en Lucas 4:27 concerniente a la sanidad de Naamán, Eliseo no podía sanar a cualquier leproso en cualquier momento que él deseara. De pronto, él fue inspirado sobrenaturalmente para instruir a Naamán y decirle que se sumergiera siete veces en el río Jordán y cuando Naamán obedeció, él fue limpio de su lepra.
Dios usó a Pedro para sanar al cojo en la puerta llamada la Hermosa a través de un don de sanidad (Hechos 3:1-10). No solo se dio la sanidad del hombre cojo, sino que también esta señal sobrenatural sirvió para atraer a mucha gente, quienes escucharon el evangelio por medio de Pedro, y cerca de cinco mil personas se agregaron a la iglesia ese día. Los dones de sanidad con frecuencia sirven un propósito doble, sanar a la gente enferma y traer al incrédulo a Cristo.
Cuando Pedro estaba dando su mensaje a aquellos que se reunieron ese día, él dijo:
“Israelitas, ¿Por qué os admiráis de esto? ¿O por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiéramos hecho andar a este?” (Hechos 3:12).
Pedro reconoció que no era debido a ningún poder que él poseía, o por su gran santidad, que Dios lo usó para sanar al cojo. Recuerde que, sólo dos meses antes de este milagro, Pedro había negado conocer a Jesús. El sólo hecho de que Dios usara a Pedro tan milagrosamente en las primeras páginas del libro de los Hechos debe incrementar nuestra confianza de que Dios también nos usará conforme a su voluntad.
Cuando Pedro trató de explicar cómo este hombre había sido sano, es bastante improbable que él lo haya catalogado como un “don de sanidad”. Todo lo que Pedro sabía era que él y Juan habían pasado al lado de un cojo y él se sintió de pronto ungido con la fe para sanar a este hombre. Así que él mandó a este hombre a que caminara en el nombre de Jesús, tomándolo de la mano derecha y levantándolo. Y el cojo estaba “andando saltando y alabando a Dios”. Pedro lo explica de esta forma:
“Por la fe en su nombre, a este, que vosotros veis y conocéis, lo ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a este esta completa sanidad en presencia de todos vosotros” (Hechos 3:16).
¡Se requiere de una fe especial, el tomar del brazo a un hombre cojo y levantarlo esperando que camine! Juntamente con este don de sanidad en particular, también se necesitaba una gran fe para hacer esto.
Algunos han sugerido que la razón por la que este don está en plural (“dones” de sanidades) se debe a que hay diferentes dones que sanan diferentes clases de enfermedades. Aquellos que han sido usados frecuentemente con los dones de sanidad, algunas veces descubren que una enfermedad en particular es sanada con sus ministerios con más frecuencia que otras. Por ejemplo, Felipe el evangelista parecía tener un particular éxito en sanar a las personas paralíticas (Hechos 8:7). Hay algunos evangelistas del siglo pasado, por ejemplo, que tenían gran éxito en sanar a los ciegos, sordos, a la gente con problemas del corazón y demás, dependiendo de cuál don de sanidad se manifestaba a través de ellos con más frecuencia.
2) El don de fe y de hacer milagros: El don de fe y el don de hacer milagros parecen ser muy similares. En ambos dones, el individuo que es ungido de repente recibe fe para hacer lo imposible. La diferencia entre estos dos dones a menudo se describe así: con el don de fe, al individuo ungido se le da fe para recibir un milagro para él mismo, en tanto que con el don de hacer milagros, al individuo ungido se le da fe para hacer milagros en otros.
El don de fe a veces se conoce como una “fe especial” porque es un don de fe que va más allá de la fe ordinaria. La fe ordinaria viene al escuchar una promesa de Dios, mientras que la fe especial viene de una dádiva especial del Espíritu Santo. Aquellos que han experimentado este don especial de fe dicen que las cosas que parecían imposibles de pronto se volvieron posibles y, de hecho, ellos creen que es imposible el dudar. Lo mismo es verdad en cuanto al don de hacer milagros.
La historia de los tres amigos de Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego nos provee un excelente ejemplo de una “fe especial” que hace imposible la duda. Cuando fueron arrojados al horno de fuego por rehusarse a adorar al ídolo del rey, fueron llenos del don de una fe especial. Se requería más que una fe ordinaria para sobrevivir a las llamas de fuego a donde habían sido arrojados vivos. Veamos la fe que estos tres hombres mostraron ante el rey:
“Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tus manos, rey, nos librará. Y si no, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Daniel 3:16-18, énfasis agregado).
Note que el don estaba operando aun antes de que fueran arrojados dentro del horno de fuego ardiente. No había duda en sus mentes de que Dios los iba a liberar.
Elías operó con un don de fe especial cuando fue alimentado por cuervos diariamente durante los tres años y medio de hambre en el reinado del malvado rey Acaz (ver 2 Reyes 17:1-6). Se necesita más que una fe ordinaria para confiar que Dios usaría aves para traerle comida cada mañana y cada noche. Aunque Dios no nos ha prometido en ninguna parte de su Palabra que los cuervos nos traerán comida cada día, podemos usar nuestra fe ordinaria para confiar que Dios conoce nuestras necesidades, porque esta es una promesa (Mateo 6:25-34).
El hacer milagros era algo muy frecuente a través del ministerio de Moisés. Él operó con este don cuando dividió el mar rojo (ver Éxodo 14:13-31) y cuando vinieron varias plagas a Egipto.
Jesús utilizó el don de hacer milagros cuando alimentó a los 5,000 al multiplicar unos cuantos peces y unos cuantos panes (ver Mateo 14:15-21).
Cuando Pablo hizo que Elimas el mago quedara ciego por un periodo de tiempo debido a que este trataba de interferir con el ministerio de Pablo en la isla de Chipre, esto también se puede tomar como un ejemplo de milagros (Hechos 13:4-12).

Los Dones de Revelación

1). La palabra de conocimiento y la palabra de sabiduría: el don de la palabra de conocimiento se define con frecuencia como un regalo sobrenatural de información del presente o del pasado. Dios, que posee todo el conocimiento, según su voluntad a veces le dará una pequeña cantidad de este conocimiento a alguien, y tal vez por esto se le conoce como Palabra de conocimiento. Una palabra es tan sólo un fragmento de una oración, y una palabra de conocimiento debe ser tan sólo un fragmento del conocimiento de Dios.
La palabra de sabiduría es muy similar a la palabra de conocimiento, pero se conoce como la dádiva sobrenatural de conocimiento de eventos futuros. El concepto de sabiduría normalmente involucra algo con respecto al futuro. Pero de nuevo, estas definiciones son algo especulativo.
Veamos un ejemplo de palabra de sabiduría del Antiguo Testamento. Luego que Eliseo limpió a Naamán el sirio de su lepra, Naamán le ofreció a Eliseo una gran cantidad de dinero en gratitud por su sanidad. Eliseo se rehusó a aceptar el dinero, para que nadie pensara que Naamán no había sido sano por la gracia y el poder de Dios, sino que había comprado su sanidad. Sin embargo, el sirviente de Eliseo llamado Giezi, vio una oportunidad para hacerse de riquezas personales y secretamente recibió parte de lo que Naamán le iba a dar a Eliseo. Después de que Giezi había escondido sus riquezas inmerecidas, él aparece frente Eliseo. Al respecto leemos,
“Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes Giezi? Tu siervo no ha ido a ninguna parte, respondió él. Pero Eliseo insistió: Cuando aquel hombre descendió de su carro para recibirle, ¿no estaba también allí mi corazón?” (2 Reyes 5:25b- 26a).
Dios, que verdaderamente sabía todo lo que Giezi había hecho, lo reveló en una forma sobrenatural a Eliseo. Sin embargo, esta historia nos dejar ver que Eliseo no “poseía” el don de la palabra de conocimiento; por lo que él no sabía todas las cosas acerca de todas las personas todo el tiempo. Si este hubiera sido el caso, Giezi nunca se hubiera imaginado que hubiera podido llevar a cabo su pecado. Eliseo sólo sabía las cosas sobrenaturalmente cuando Dios ocasionalmente le revelaba a él estas cosas. El don operaba según la voluntad del Espíritu.
Jesús operó en la palabra de conocimiento cuando le dijo a la mujer del pozo de Samaria que ella había tenido cinco esposos (ver Juan 4:17-18).
Pedro también fue usado con este don cuando él sobrenaturalmente sabía que Ananías y Safira le estaban mintiendo a la iglesia acerca del precio total de todo lo que habían recibido por la tierra que habían vendido (ver Hechos 5:1-11).
Al hablar acerca del don de palabra de sabiduría, podemos ver frecuentes manifestaciones de este en el Antiguo Testamento y sus profetas. Cuando ellos predecían algún evento futuro, la palabra de sabiduría estaba operando. Jesús también fue usado con este don con mucha frecuencia. Él predijo la destrucción de Jerusalén, su propia crucifixión, y los eventos que pasarían en el mundo antes de su segunda venida (Ver Lucas 17:22-36, 21: 6:28).
El apóstol Juan fue usado con este don cuando los juicios del periodo de tribulación le fueron revelados. Estos lo podemos encontrar en el libro de Apocalipsis.
2.) El don de discernir espíritus: el don de discernir espíritus con frecuencia se define como la habilidad sobrenatural repentina de ver o discernir lo que está ocurriendo en el mundo espiritual.
Una visión a través de los ojos o de la mente de un creyente, se puede clasificar como el discernimiento de espíritus. Este don le puede permitir al creyente ver ángeles, demonios, o aún ver a Jesús mismo, como lo hizo Pablo en varias ocasiones (ver Hechos 18:9-10; 22:17-21; 23:11).
Cuando Eliseo y su sirviente estaban siendo perseguidos por el ejército de Siria, se encontraron atrapados en la ciudad de Dotán. En este momento, el siervo de Eliseo miró sobre las paredes de la ciudad y viendo la cantidad de soldados que venían, se preocupó:
“Eliseo respondió: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, diciendo: Te ruego Jehová que abras sus ojos para que vea. Jehová abrió entonces los ojos del Criado, y este vio que el monte estaba lleno de gente de a caballo y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2 Reyes 6:16-17).
¿Sabías que los ángeles andan en caballos espirituales y en carros espirituales? Los verás algún día en el cielo, pero al criado de Eliseo le fue dada la habilidad de ver estos ángeles en la tierra.
A través de este don, un creyente puede discernir un espíritu maligno que oprime a alguien y tener la habilidad de identificar la clase de espíritu que es.
Este don también incluye no sólo ver las cosas del mundo espiritual sino cualquier otro tipo de discernimiento acerca del reino espiritual. Por ejemplo, este don puede implicar el escuchar algo del mundo espiritual, inclusive la misma voz de Dios.
Finalmente, este don no es, como muchos han dicho, “el don de discernimiento”. La gente que dice tener este don piensa a veces que puede discernir los motivos para actuar de otras personas, pero este don se debería describir más bien como “el don de criticar y de juzgar a los demás”. La verdad es que tú probablemente tenías este “don” antes de ser salvo, pero ahora que eres salvo, Dios te quiere liberar de la crítica permanentemente.

Los Dones de Expresión

1.) El don de profecía: el don de profecía es una habilidad sobrenatural repentina de hablar por inspiración divina en la propia lengua del que habla. La manifestación de este don puede comenzar con las palabras: “Así dice el Señor”.
Este don no se trata de predicar o enseñar. La predicación y enseñanza inspirada sí contiene elementos de la profecía porque ha sido ungida por el Espíritu Santo, pero no es profecía en su sentido más estricto. Muchas veces un predicador o un maestro ungido dirá cosas que de repente son inspiradas por el Espíritu y que él no tenía planeado decir, pero esto no quiere decir que sea realmente una profecía, aunque supongo que se puede considerar como profético.
El don de profecía en sí mismo, sirve para edificar, exhortar y consolar:
“pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación” (1 Corintios 14:3).
Por esto el don de profecía, por sí mismo, no contiene revelación. Esto quiere decir que no revela nada acerca del pasado, del presente o del futuro, como sí lo hace la palabra de conocimiento y la palabra de sabiduría. Sin embargo, como lo dije previamente, los dones del espíritu pueden operar en conjunto, y así la palabra de sabiduría y la palabra de conocimiento pueden utilizarse en una profecía.
Cuando escuchamos a alguien que da una profecía que habla acerca de eventos futuros, realmente no sólo estamos escuchando una profecía; escuchamos una palabra de sabiduría a través de una profecía. El simple don de profecía es muy parecido a alguien que está leyendo las exhortaciones de la Biblia, como, “se fuerte en el Señor y en el poder de su fuerza” o “nunca te desampararé ni te abandonaré”.
Algunos están convencidos que las profecías del Nuevo Testamento no deberían contener nada “negativo”, de otra forma no encajarían en los parámetros de “edificación, exhortación y consolación”. Sin embargo, esto no es verdad. El limitar lo que Dios puede decir a su pueblo, permitiéndole únicamente decir lo que consideramos “positivo”, aunque sea necesaria una exhortación, es exaltarse a uno mismo por encima de Dios. El reprender puede estar definitivamente entre las categorías de edificación y exhortación. Yo he notado que los mensajes de Dios a las siete iglesias en Asia, que se encuentran en el libro de Apocalipsis escrito por Juan, ciertamente contienen elementos de exhortación y reprensión. ¿Deberíamos descartar estos mensajes? No lo creo.
2.) El don de diversos géneros de lenguas y de interpretación de lenguas: el don de diversos géneros de lenguas es la habilidad sobrenatural repentina de hablar en una lengua que no es conocida por el hablante. Este don normalmente irá acompañado del don de interpretación de lenguas, el cual es la habilidad sobrenatural repentina de interpretar lo que se dice en una lengua desconocida.
Este don se llama interpretación de lenguas y no traducción de lenguas. Así que no debemos esperar la traducción palabra por palabra del mensaje en lenguas. Por esta razón es posible que se tenga un pequeño “mensaje en lenguas” y una gran interpretación, y viceversa.
El don de interpretación en lenguas es muy similar a la profecía porque tampoco contiene ninguna revelación en sí mismo y normalmente es para edificación, exhortación y consolación. Podríamos casi decir que de acuerdo con 1 Corintios 14:5, las lenguas más la interpretación de lenguas es igual a una profecía:
“porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación”
Como lo dije anteriormente, no hay instrucción en la Biblia referente a cómo operar con los dones de poder, muy poca instrucción en cuanto a cómo operar con los dones de revelación, pero existe bastante instrucción de cómo utilizar los dones de expresión o de lenguas. Debido a que había alguna confusión en la iglesia de los corintios en relación al uso de los dones de expresión, Pablo dedicó casi todo el capítulo catorce de primera de Corintios a este tema.
El problema principal consistía en el uso apropiado de hablar en lenguas, porque, como ya leímos anteriormente en el capítulo del bautismo en el Espíritu Santo, cada creyente que ha sido bautizado en el Espíritu Santo tiene la habilidad de hablar en lenguas cada vez que lo desee. Los corintios hablaban bastante en lenguas durante sus cultos en las iglesias, pero, en gran parte, esta actividad no guardaba el orden deseado.

Los Usos Diferentes de Otras Lenguas

Es de gran importancia que nosotros entendamos la diferencia entre el uso público de hablar en lenguas y el uso privado. Aunque cada creyente que ha sido bautizado en el Espíritu Santo puede hablar en lenguas cuando así lo desee, esto no quiere decir que Dios le va a usar en el don público de diversos géneros de lenguas. El uso principal del hablar en lenguas es en la vida privada de oración de cada creyente. Sin embargo, los corintios se reunían y hablaban simultáneamente en lenguas sin una interpretación, y por supuesto, nadie estaba siendo edificado con esto (ver 1 Corintios 14:6-12, 16-19, 23, 26-28).
Una forma para diferenciar entre el uso público de lenguas y el uso privado de lenguas es clasificar el uso privado como el orar en lenguas y el uso público como el hablar en otras lenguas. Pablo menciona ambos usos en el capítulo catorce de su primera carta a los corintios. ¿Cuáles son las diferencias?
Cuando oramos en lenguas, nuestros espíritus le están orando a Dios (ver 1 Corintios 14:2,14). Ahora, cuando alguien es repentinamente ungido con el don de diversos géneros de lenguas, éste es un mensaje de Dios para la congregación (ver 1 Corintios 14:5) y se entiende cuando se da la interpretación.
De acuerdo con la Escritura, podemos orar en lenguas cuando queramos (ver 1 Corintios 14:15), pero el don de hablar en diversos géneros de lenguas sólo funciona cuando el Espíritu Santo lo desea (ver 1 Corintios 12:11).
El don de diversos géneros de lenguas normalmente va acompañado por el don de interpretación de lenguas. Sin embargo, el uso privado de orar en lenguas normalmente no será interpretado. Pablo dijo que cuando él oraba en lenguas su entendimiento quedaba sin fruto (ver 1 Corintios 14:14).
Cuando un individuo ora en lenguas sólo él es edificado (ver 1 Corintios 14:4), pero la congregación entera es edificada cuando el don de diversos géneros de lenguas se manifiesta acompañado del don de interpretación de lenguas (ver 1 Corintios 14:4b-5).
Todo creyente debería orar en lenguas cada día como parte de su diaria comunión con Dios. Una de las cosas maravillosas de orar en lenguas es que no requiere el uso de nuestra mente. Esto quiere decir que usted puede orar en lenguas aún cuando su mente pueda estar ocupada en otras cosas o en su trabajo. Pablo le dijo a los corintios, “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros” (1 Corintios 14: 18, énfasis agregado). ¡Él debía de pasar mucho tiempo orando en lenguas para sobrepasar a toda la congregación de los corintios!
Pablo también escribió que cuando oramos en lenguas algunas veces también, “bendecimos al Señor” (ver 1 Corintios 14:16-17). En tres ocasiones en que he estado orando en lenguas he tenido a alguien cerca que ha entendido lo que estaba hablando. Las tres veces estaba hablando en japonés. Una vez le dije al Señor en japonés, “Tú eres bueno”. Otra vez dije, “muchas gracias”. Y en otra ocasión dije, “ven rápido, ven rápido, estoy esperando”. ¿No es esto sorprendente? Nunca he aprendido ni una palabra en japonés, ¡pero por lo menos en tres ocasiones “he bendecido a Dios” en el idioma japonés!

Las Instrucciones de Pablo para Hablar en Lenguas

Las instrucciones de Pablo a los corintios eran muy específicas. En cualquier reunión dada, el número de personas a las que se les permitía hablar públicamente en lenguas estaba limitado a dos o tres. No deberían hablar al mismo tiempo, sino que deberían esperar su turno (ver 1 Corintios 14:27).
Pablo no necesariamente quería decir que sólo tres “mensajes en lenguas” eran permitidos, sino que no más de tres personas deberían hablar en lenguas durante el servicio. Algunos piensan que si hubiera más de tres personas usadas frecuentemente con el don de hablar en lenguas, cualquiera de ellas podría rendirse al Espíritu y dar un “mensaje en lenguas” el cual el Espíritu deseaba manifestar a la iglesia. Si esto no fuera así, la instrucción de Pablo restringiría al Espíritu Santo al limitar el número de los mensajes en lenguas que se podían manifestar en una reunión. Si el Espíritu Santo no diera más de tres dones de diversos géneros de lenguas en una reunión, no habría habido necesidad de que Pablo diera esta instrucción.
Esto mismo podría ser verdad con la interpretación de lenguas. Se han enseñado que quizás más de una persona en la asamblea podría rendirse al Espíritu y dar la interpretación del “mensaje en lenguas”. Estas personas se considerarían “intérpretes” (ver 1 Corintios 14:28), pues ellos serían usados con frecuencia con el don de interpretación de lenguas. Si esto es verdad, quizás esto es a lo que Pablo se estaba refiriendo cuando él instruyó, “que uno interprete” (1 Corintios 14:27). Tal vez él no estaba diciendo que sólo una persona debería interpretar todos los mensajes en lenguas; al contrario él estaba advirtiendo en contra de “interpretaciones competitivas” del mismo mensaje. Si un intérprete interpretaba un mensaje en lenguas, entonces a otro intérprete no se le permitía interpretar el mismo mensaje, aun si él pensaba que podía dar una mejor interpretación.
En general, todo debe hacerse “apropiadamente y de una forma ordenada” en las reuniones de la iglesia, estos dones no pueden existir en forma simultánea, confusa y aún competitiva. Adicionalmente, los creyentes deberían ser sensibles a los no creyentes que puedan estar presentes en sus reuniones, cómo Pablo lo Escribió:
“Si, pues, toda la iglesia se reúne en un lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?” (1 Corintios 14:23).
Este era precisamente el problema de los corintios. Todos estaban hablando en lenguas simultáneamente, y con frecuencia no había interpretación.

Algunas Instrucciones Concernientes a los Dones de Revelación

Pablo ofreció algunas instrucciones acerca de los “dones de revelación” en relación con su manifestación a través de los profetas:
“Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen lo que ellos dicen. Y si algo le es revelado a otro que está sentado, calle el primero. Podéis profetizar todos, uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados. Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas, pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz, como en todas las iglesias de los santos” (1 Corintios 14:29-33).
Al igual que había miembros del cuerpo en Corinto que aparentemente eran usados con frecuencia con el don de interpretación de lenguas y se les conocía como “intérpretes”, así también había unos que con frecuencia eran usados en el don de profecía y revelación que eran considerados “profetas”. Estos no serían profetas de la misma clase de los profetas del Antiguo Testamento o aun como Agabo en el Nuevo Testamento (ver Hechos 11:28; 21:10). Más bien, estos ministros habrían estado limitados al cuerpo de su propia iglesia local.
Aunque podía haber más de tres profetas presentes en la reunión de la iglesia, de nuevo Pablo pone condiciones, específicamente limitando el ministerio profético a “dos o tres profetas”. De nuevo, esto sugiere que cuando el Espíritu daba un don espiritual en una de esas reuniones, más de una persona podía recibir dichos dones. Si esto no hubiera sido así, la instrucción de Pablo impediría que la congregación disfrutara de algunos dones espirituales, ya que él limitaba el número de profetas que podían hablar.
Si había más de tres profetas presentes, los otros, aunque se abstenían de hablar, podían ayudar a juzgar lo que se decía. Esto también podría indicar su habilidad para discernir lo que el Espíritu estaba diciendo y posiblemente que ellos mismos podrían haberse rendido al Espíritu para ser usados con los dones manifestados a través de los otros profetas. De otro modo, sólo hubieran podido juzgar profecías y revelaciones en una forma general, asegurando que estaban de acuerdo con la revelación que Dios ya les había dado (encontrada en la Escritura), algo que cualquier creyente maduro podía hacer.
Pablo dijo que estos profetas podían hablar en orden (ver 1 Corintios 14:31) y que “el espíritu de los profetas estaba sujeto a los profetas” (1 Corintios 14:32), indicando que cualquier profeta podía abstenerse de interrumpir al otro, aun cuando se le había dado una profecía o una revelación para compartir con la iglesia. Esto muestra que el Espíritu puede dar dones al mismo tiempo a varios profetas presentes en una reunión, pero cada profeta debía controlar cuándo compartir sus profecías y revelaciones con el cuerpo.
Esto también es verdad concerniente a cualquier don de lengua o expresión que se pueda manifestar a través de cualquier creyente. Si una persona recibe un mensaje en lenguas o una profecía del Señor, puede esperar el momento adecuado en la reunión para comunicarlo. Sería erróneo que interrumpieras a otro que esté profetizando o enseñando con el fin de dar tu profecía.
Cuando Pablo dijo, “podéis profetizar todos, uno por uno” (1 Corintios 14:31), recuerda que él estaba hablando en el contexto de profetas que habían recibido profecías. Desafortunadamente, algunos han tomado las palabras de Pablo fuera de contexto, diciendo que todo creyente puede profetizar en toda reunión de la iglesia. El don de profecía es dado según la voluntad del Espíritu.
Hoy en día, como siempre, la iglesia necesita la ayuda, el poder, la presencia y los dones del Espíritu Santo. Pablo instruyó a los corintios diciendo, “procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis” (1 Corintios 14:1). Esto indica que nuestro grado de deseo guarda alguna relación con la manifestación de los dones del Espíritu, de otra forma, Pablo no hubiera dado esta instrucción. El ministro formador de discípulos, que desea ser usado por Dios para su Gloria, verdaderamente anhelará los dones espirituales y enseñará a sus discípulos a hacer lo mismo.

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Sobre mí:Soy una persona SENSIBLE, quiero AMAR... y el deseo de mi corazón es llevarle consuelo, a las personas, [que VALORO muchísimo.

"Jesús"
El nos amó, nos ama y nos amará. Gracias a Él es que podemos llamarnos hijos de Dios, Dios eligiéndolos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, {EF 1,5;} Jesús se ofreció como sacrificio eterno al padre, y ofreció su sangre por nuestros pecados; ya el enemigo ¡no nos puede atar! ¡Somos libre! por la sangre, del cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. !El mundo no te puede atar¡ Sólo tú te puedes atar (limitar). En Él nombre de Jesús te invito a que entregues tu vida a Jesús, para que el Espíritu Santo te toque y te envuelva en el amor del Padre. No digas; nadie me ama o que solo me siento y mucho menos digas; yo no valgo nada. Hermano mío, tú vales la sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, tú vales la sangre de Cristo. Por lo tanto tú eres importante. Posiblemente te encuentras en la oficina de un doctor o en un hospital enfermo sintiéndote solo, triste, angustiado; posiblemente estás molesto por tanto esperar, tienes la angustia de no saber que tienes y eso te crea una inseguridad emocional, mas sin embargo yo te digo que tu no estás solo. ¡Hay alguien que te ama, y ese alguien, ,tiene nombre de hombre y se llama Jesús! Él sabe por lo que estás pasando y hoy te dice; hijo mío cuando, más sólo te has sentido, es cuando más cerca he estado de ti. Posiblemente te preguntarás. ¿Me amará el Señor? Para poder contestarte esa pregunta solo te invito a que mires a una imagen de Jesús crucificado, mira sus llagas y su sangre derramadas por ti y por mí, mira la corona de espinas. Mira sus rodillas en carne viva y ahora soy yo el que te pregunta ¿crees que Jesús te ama?¡Pues claro que te AMA!





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