*Los Dones del Espíritu Santo*
La Biblia está llena de ejemplos en donde el Espíritu Santo otorgó
habilidades sobrenaturales repentinas a hombres y mujeres. En el Nuevo
Testamento, estas habilidades sobrenaturales son llamadas “dones del
Espíritu”, y se llaman así porque no pueden merecerse o ganarse. Sin
embargo, no deberíamos olvidar que Dios promueve estos dones en aquellos
en quienes Él puede confiar. Jesús dijo, “El que es fiel en lo muy
poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto,
también en lo más es injusto” (Lucas 16:10). Por esto, debemos esperar
que los dones del Espíritu se le den a aquellos que han probado ser
dignos de confianza ante Dios. El estar totalmente consagrado y rendido
al Espíritu Santo es importante, pues es probable que Dios use con mayor
frecuencia a estas personas otorgándoles poderes sobrenaturales. Por
otra parte, una vez Dios usó a un asno para profetizar, así que Dios
puede usar a quien le plazca. Si Dios tuviera que esperar hasta que
fuéramos perfectos para usarnos, entonces, ¡no podría usar a ninguno de
nosotros!
En el Nuevo Testamento, los dones del Espíritu están enumerados en 1 Corintios 12, y son en total nueve:
“A uno es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de conocimiento según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas, y a otro, interpretación de lenguas” (1 Corintios 12:8-10).
El saber cómo definir cada don individualmente no es crucial
para ser usado por Dios con dones espirituales. Los profetas,
sacerdotes, y reyes del Antiguo Testamento, al igual que los ministros
de la iglesia primitiva del Nuevo Testamento, todos operaron en los
dones del Espíritu sin tener conocimiento de cómo definirlos o
catalogarlos. Sin embargo, debido a que los dones del Espíritu se han
enumerado para nosotros en el Nuevo Testamento, debe entonces ser algo
que Dios quiere que entendamos. Ciertamente, Pablo escribió, “No quiero,
hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales” (1 Corintios
12:1).
Los Nueve Dones Catalogados
Los nueve dones del Espíritu han sido catalogados en los
tiempos modernos en tres grupos: (1) Los dones de lenguas, los cuales
son: diversos géneros de lenguas, la interpretación de lenguas y la
profecía; (2) los dones de revelación, los cuales son: la palabra de
sabiduría, la palabra de conocimiento, y el discernimiento de espíritus y
(3) los dones de poder, que son: el hacer milagros, una fe sobrenatural
y el don de sanidad. Tres de estos dones dicen algo; tres de estos dones revelan algo y tres de estos dones hacen
algo. Todos estos dones fueron manifestados en el Antiguo Pacto con la
excepción de varios géneros de lenguas y la interpretación de lenguas,
los cuales se revelan con el Nuevo Pacto.
El Nuevo Testamento no ofrece ninguna instrucción concerniente
al uso apropiado de los “dones de poder” y da muy poca instrucción
acerca del uso apropiado de los “dones de revelación”. Sin embargo,
Pablo da una buena cantidad de instrucciones tocante al uso apropiado de
los “dones de lenguas” y hay, probablemente, doble razón para ello.
Primero, los dones de lenguas son aquellos que se presentan con
más frecuencia en la iglesia, mientras que los dones de revelación se
manifiestan con poca frecuencia y los dones de poder se manifiestan
mucho menos. Por lo tanto, necesitaríamos más instrucción en lo
referente a los dones que tienden a manifestarse con más frecuencia en
las reuniones de la iglesia.
Segundo, los dones de lenguas parecen requerir un grado mayor
de cooperación y por lo tanto, estos dones tienden a ser aquellos sobre
los que no se tiene un control adecuado. Es mucho más fácil arruinar una
profecía que arruinar un don de sanidad.
Por la Voluntad del Espíritu
Es importante entender que los dones del Espíritu son dados
según la voluntad del Espíritu y no según la voluntad de ninguna
persona. La Biblia deja esto muy claro:
“Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Corintios 12:11, énfasis agregado).
“Testificando Dios juntamente con ellos, con señales, prodigios, diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad” (Hebreos 2:4, énfasis agregado).
En una persona se pueden manifestar ciertos dones con frecuencia, pero nadie posee los
dones. Si fuiste ungido una vez para hacer milagros, eso no quiere
decir que tú puedes hacer milagros cada vez que deseas; ni tampoco es
una garantía de que serás usado para hacer milagros nuevamente.
Estudiaremos y consideraremos brevemente unos cuantos ejemplos
bíblicos de cada don. Sin embargo, recuerda que Dios puede manifestar su
gracia y su poder en una infinidad de formas, así que es imposible
definir exactamente cómo va a operar cada don en cada momento. Además,
no existen definiciones de los nueve dones espirituales en la Escritura;
solamente contamos con sus nombres. Por esto sólo podemos ver los
ejemplos que están en la Biblia e intentar determinar bajo qué nombre
encajaría cada uno y, en última instancia, definiéndolos por sus
diferencias aparentes. Debido a que hay muchas formas por medio de las
cuales el Espíritu Santo se puede manifestar con dones sobrenaturales,
no sería sabio el ser demasiado estricto con nuestras definiciones.
Algunos dones podrían ser combinaciones de varios dones. Acerca de esto
Pablo escribe:
“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para el bien de todos” (1 Corintios 12:4-7, énfasis agregado).
Los Dones de Poder
1) Los dones de sanidad: los dones de sanidad
naturalmente se relacionan con la sanidad de personas enfermas. Con
frecuencia se define como un repentino poder sobrenatural para sanar
físicamente a los enfermos, y no veo ninguna razón para dudar de esto.
En el capítulo anterior consideramos un ejemplo del don de sanidad
manifestado a través de Jesús cuando sanó al hombre paralítico del
estanque de Betesda (ver Juan 5:2-17).
Dios usó a Eliseo para sanar al leproso Naamán el sirio, quien
adoraba ídolos (ver 2 Reyes 5:1-14). Como aprendimos al leer las
palabras de Jesús en Lucas 4:27 concerniente a la sanidad de Naamán,
Eliseo no podía sanar a cualquier leproso en cualquier momento que él
deseara. De pronto, él fue inspirado sobrenaturalmente para instruir a
Naamán y decirle que se sumergiera siete veces en el río Jordán y cuando
Naamán obedeció, él fue limpio de su lepra.
Dios usó a Pedro para sanar al cojo en la puerta llamada la
Hermosa a través de un don de sanidad (Hechos 3:1-10). No solo se dio la
sanidad del hombre cojo, sino que también esta señal sobrenatural
sirvió para atraer a mucha gente, quienes escucharon el evangelio por
medio de Pedro, y cerca de cinco mil personas se agregaron a la iglesia
ese día. Los dones de sanidad con frecuencia sirven un propósito doble,
sanar a la gente enferma y traer al incrédulo a Cristo.
Cuando Pedro estaba dando su mensaje a aquellos que se reunieron ese día, él dijo:
“Israelitas, ¿Por qué os admiráis de esto? ¿O por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiéramos hecho andar a este?” (Hechos 3:12).
Pedro reconoció que no era debido a ningún poder que él poseía,
o por su gran santidad, que Dios lo usó para sanar al cojo. Recuerde
que, sólo dos meses antes de este milagro, Pedro había negado conocer a
Jesús. El sólo hecho de que Dios usara a Pedro tan milagrosamente en las
primeras páginas del libro de los Hechos debe incrementar nuestra
confianza de que Dios también nos usará conforme a su voluntad.
Cuando Pedro trató de explicar cómo este hombre había sido
sano, es bastante improbable que él lo haya catalogado como un “don de
sanidad”. Todo lo que Pedro sabía era que él y Juan habían pasado al
lado de un cojo y él se sintió de pronto ungido con la fe para sanar a
este hombre. Así que él mandó a este hombre a que caminara en el nombre
de Jesús, tomándolo de la mano derecha y levantándolo. Y el cojo estaba
“andando saltando y alabando a Dios”. Pedro lo explica de esta forma:
“Por la fe en su nombre, a este, que vosotros veis y conocéis, lo ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a este esta completa sanidad en presencia de todos vosotros” (Hechos 3:16).
¡Se requiere de una fe especial, el tomar del brazo a un hombre
cojo y levantarlo esperando que camine! Juntamente con este don de
sanidad en particular, también se necesitaba una gran fe para hacer
esto.
Algunos han sugerido que la razón por la que este don está en
plural (“dones” de sanidades) se debe a que hay diferentes dones que
sanan diferentes clases de enfermedades. Aquellos que han sido usados
frecuentemente con los dones de sanidad, algunas veces descubren que una
enfermedad en particular es sanada con sus ministerios con más
frecuencia que otras. Por ejemplo, Felipe el evangelista parecía tener
un particular éxito en sanar a las personas paralíticas (Hechos 8:7).
Hay algunos evangelistas del siglo pasado, por ejemplo, que tenían gran
éxito en sanar a los ciegos, sordos, a la gente con problemas del
corazón y demás, dependiendo de cuál don de sanidad se manifestaba a
través de ellos con más frecuencia.
2) El don de fe y de hacer milagros: El don de fe y el
don de hacer milagros parecen ser muy similares. En ambos dones, el
individuo que es ungido de repente recibe fe para hacer lo imposible. La
diferencia entre estos dos dones a menudo se describe así: con el don
de fe, al individuo ungido se le da fe para recibir un milagro para él mismo, en tanto que con el don de hacer milagros, al individuo ungido se le da fe para hacer milagros en otros.
El don de fe a veces se conoce como una “fe especial” porque es un don de fe que va más allá de la fe ordinaria.
La fe ordinaria viene al escuchar una promesa de Dios, mientras que la
fe especial viene de una dádiva especial del Espíritu Santo. Aquellos
que han experimentado este don especial de fe dicen que las cosas que
parecían imposibles de pronto se volvieron posibles y, de hecho, ellos
creen que es imposible el dudar. Lo mismo es verdad en cuanto al don de hacer milagros.
La historia de los tres amigos de Daniel, Sadrac, Mesac y
Abed-nego nos provee un excelente ejemplo de una “fe especial” que hace
imposible la duda. Cuando fueron arrojados al horno de fuego por
rehusarse a adorar al ídolo del rey, fueron llenos del don de una fe
especial. Se requería más que una fe ordinaria para sobrevivir a las
llamas de fuego a donde habían sido arrojados vivos. Veamos la fe que
estos tres hombres mostraron ante el rey:
“Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tus manos, rey, nos librará. Y si no, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Daniel 3:16-18, énfasis agregado).
Note que el don estaba operando aun antes de que fueran
arrojados dentro del horno de fuego ardiente. No había duda en sus
mentes de que Dios los iba a liberar.
Elías operó con un don de fe especial cuando fue alimentado por
cuervos diariamente durante los tres años y medio de hambre en el
reinado del malvado rey Acaz (ver 2 Reyes 17:1-6). Se necesita más que
una fe ordinaria para confiar que Dios usaría aves para traerle comida
cada mañana y cada noche. Aunque Dios no nos ha prometido en ninguna
parte de su Palabra que los cuervos nos traerán comida cada día, podemos
usar nuestra fe ordinaria para confiar que Dios conoce nuestras
necesidades, porque esta es una promesa (Mateo 6:25-34).
El hacer milagros era algo muy frecuente a través del
ministerio de Moisés. Él operó con este don cuando dividió el mar rojo
(ver Éxodo 14:13-31) y cuando vinieron varias plagas a Egipto.
Jesús utilizó el don de hacer milagros cuando alimentó a los
5,000 al multiplicar unos cuantos peces y unos cuantos panes (ver Mateo
14:15-21).
Cuando Pablo hizo que Elimas el mago quedara ciego por un
periodo de tiempo debido a que este trataba de interferir con el
ministerio de Pablo en la isla de Chipre, esto también se puede tomar
como un ejemplo de milagros (Hechos 13:4-12).
Los Dones de Revelación
1). La palabra de conocimiento y la palabra de sabiduría: el don de la palabra de conocimiento
se define con frecuencia como un regalo sobrenatural de información del
presente o del pasado. Dios, que posee todo el conocimiento, según su
voluntad a veces le dará una pequeña cantidad de este conocimiento a
alguien, y tal vez por esto se le conoce como Palabra de
conocimiento. Una palabra es tan sólo un fragmento de una oración, y una
palabra de conocimiento debe ser tan sólo un fragmento del conocimiento
de Dios.
La palabra de sabiduría es muy similar a la palabra de conocimiento, pero se conoce como la dádiva sobrenatural de conocimiento de eventos futuros. El concepto de sabiduría normalmente involucra algo con respecto al futuro. Pero de nuevo, estas definiciones son algo especulativo.
Veamos un ejemplo de palabra de sabiduría del Antiguo
Testamento. Luego que Eliseo limpió a Naamán el sirio de su lepra,
Naamán le ofreció a Eliseo una gran cantidad de dinero en gratitud por
su sanidad. Eliseo se rehusó a aceptar el dinero, para que nadie pensara
que Naamán no había sido sano por la gracia y el poder de Dios, sino
que había comprado su sanidad. Sin embargo, el sirviente de Eliseo
llamado Giezi, vio una oportunidad para hacerse de riquezas personales y
secretamente recibió parte de lo que Naamán le iba a dar a Eliseo.
Después de que Giezi había escondido sus riquezas inmerecidas, él
aparece frente Eliseo. Al respecto leemos,
“Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes Giezi? Tu siervo no ha ido a ninguna parte, respondió él. Pero Eliseo insistió: Cuando aquel hombre descendió de su carro para recibirle, ¿no estaba también allí mi corazón?” (2 Reyes 5:25b- 26a).
Dios, que verdaderamente sabía todo lo que Giezi había hecho,
lo reveló en una forma sobrenatural a Eliseo. Sin embargo, esta historia
nos dejar ver que Eliseo no “poseía” el don de la palabra de
conocimiento; por lo que él no sabía todas las cosas acerca de todas las
personas todo el tiempo. Si este hubiera sido el caso, Giezi nunca se
hubiera imaginado que hubiera podido llevar a cabo su pecado. Eliseo
sólo sabía las cosas sobrenaturalmente cuando Dios ocasionalmente le
revelaba a él estas cosas. El don operaba según la voluntad del
Espíritu.
Jesús operó en la palabra de conocimiento cuando le dijo a la
mujer del pozo de Samaria que ella había tenido cinco esposos (ver Juan
4:17-18).
Pedro también fue usado con este don cuando él
sobrenaturalmente sabía que Ananías y Safira le estaban mintiendo a la
iglesia acerca del precio total de todo lo que habían recibido por la
tierra que habían vendido (ver Hechos 5:1-11).
Al hablar acerca del don de palabra de sabiduría, podemos ver
frecuentes manifestaciones de este en el Antiguo Testamento y sus
profetas. Cuando ellos predecían algún evento futuro, la palabra de
sabiduría estaba operando. Jesús también fue usado con este don con
mucha frecuencia. Él predijo la destrucción de Jerusalén, su propia
crucifixión, y los eventos que pasarían en el mundo antes de su segunda
venida (Ver Lucas 17:22-36, 21: 6:28).
El apóstol Juan fue usado con este don cuando los juicios del
periodo de tribulación le fueron revelados. Estos lo podemos encontrar
en el libro de Apocalipsis.
2.) El don de discernir espíritus: el don de discernir
espíritus con frecuencia se define como la habilidad sobrenatural
repentina de ver o discernir lo que está ocurriendo en el mundo
espiritual.
Una visión a través de los ojos o de la mente de un
creyente, se puede clasificar como el discernimiento de espíritus. Este
don le puede permitir al creyente ver ángeles, demonios, o aún ver a
Jesús mismo, como lo hizo Pablo en varias ocasiones (ver Hechos 18:9-10;
22:17-21; 23:11).
Cuando Eliseo y su sirviente estaban siendo perseguidos por el
ejército de Siria, se encontraron atrapados en la ciudad de Dotán. En
este momento, el siervo de Eliseo miró sobre las paredes de la ciudad y
viendo la cantidad de soldados que venían, se preocupó:
“Eliseo respondió: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, diciendo: Te ruego Jehová que abras sus ojos para que vea. Jehová abrió entonces los ojos del Criado, y este vio que el monte estaba lleno de gente de a caballo y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2 Reyes 6:16-17).
¿Sabías que los ángeles andan en caballos espirituales y en
carros espirituales? Los verás algún día en el cielo, pero al criado de
Eliseo le fue dada la habilidad de ver estos ángeles en la tierra.
A través de este don, un creyente puede discernir un espíritu
maligno que oprime a alguien y tener la habilidad de identificar la
clase de espíritu que es.
Este don también incluye no sólo ver las cosas del mundo
espiritual sino cualquier otro tipo de discernimiento acerca del reino
espiritual. Por ejemplo, este don puede implicar el escuchar algo del
mundo espiritual, inclusive la misma voz de Dios.
Finalmente, este don no es, como muchos han dicho, “el don de
discernimiento”. La gente que dice tener este don piensa a veces que
puede discernir los motivos para actuar de otras personas, pero este don
se debería describir más bien como “el don de criticar y de juzgar a
los demás”. La verdad es que tú probablemente tenías este “don” antes de
ser salvo, pero ahora que eres salvo, Dios te quiere liberar de la
crítica permanentemente.
Los Dones de Expresión
1.) El don de profecía: el don de profecía es una
habilidad sobrenatural repentina de hablar por inspiración divina en la
propia lengua del que habla. La manifestación de este don puede comenzar
con las palabras: “Así dice el Señor”.
Este don no se trata de predicar o enseñar. La predicación y enseñanza inspirada sí contiene elementos
de la profecía porque ha sido ungida por el Espíritu Santo, pero no es
profecía en su sentido más estricto. Muchas veces un predicador o un
maestro ungido dirá cosas que de repente son inspiradas por el Espíritu y
que él no tenía planeado decir, pero esto no quiere decir que sea
realmente una profecía, aunque supongo que se puede considerar como profético.
El don de profecía en sí mismo, sirve para edificar, exhortar y consolar:
“pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación” (1 Corintios 14:3).
Por esto el don de profecía, por sí mismo, no contiene
revelación. Esto quiere decir que no revela nada acerca del pasado, del
presente o del futuro, como sí lo hace la palabra de conocimiento y la
palabra de sabiduría. Sin embargo, como lo dije previamente, los dones
del espíritu pueden operar en conjunto, y así la palabra de sabiduría y
la palabra de conocimiento pueden utilizarse en una profecía.
Cuando escuchamos a alguien que da una profecía que habla
acerca de eventos futuros, realmente no sólo estamos escuchando una
profecía; escuchamos una palabra de sabiduría a través de una profecía.
El simple don de profecía es muy parecido a alguien que está leyendo las
exhortaciones de la Biblia, como, “se fuerte en el Señor y en el poder
de su fuerza” o “nunca te desampararé ni te abandonaré”.
Algunos están convencidos que las profecías del Nuevo
Testamento no deberían contener nada “negativo”, de otra forma no
encajarían en los parámetros de “edificación, exhortación y
consolación”. Sin embargo, esto no es verdad. El limitar lo que Dios
puede decir a su pueblo, permitiéndole únicamente decir lo que
consideramos “positivo”, aunque sea necesaria una exhortación, es
exaltarse a uno mismo por encima de Dios. El reprender puede estar
definitivamente entre las categorías de edificación y exhortación.
Yo he notado que los mensajes de Dios a las siete iglesias en Asia, que
se encuentran en el libro de Apocalipsis escrito por Juan, ciertamente
contienen elementos de exhortación y reprensión. ¿Deberíamos descartar
estos mensajes? No lo creo.
2.) El don de diversos géneros de lenguas y de interpretación de lenguas: el don de diversos géneros de lenguas es
la habilidad sobrenatural repentina de hablar en una lengua que no es
conocida por el hablante. Este don normalmente irá acompañado del don de
interpretación de lenguas, el cual es la habilidad sobrenatural repentina de interpretar lo que se dice en una lengua desconocida.
Este don se llama interpretación de lenguas y no traducción
de lenguas. Así que no debemos esperar la traducción palabra por
palabra del mensaje en lenguas. Por esta razón es posible que se tenga
un pequeño “mensaje en lenguas” y una gran interpretación, y viceversa.
El don de interpretación en lenguas es muy similar a la
profecía porque tampoco contiene ninguna revelación en sí mismo y
normalmente es para edificación, exhortación y consolación. Podríamos
casi decir que de acuerdo con 1 Corintios 14:5, las lenguas más la
interpretación de lenguas es igual a una profecía:
“porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación”
Como lo dije anteriormente, no hay instrucción en la Biblia
referente a cómo operar con los dones de poder, muy poca instrucción en
cuanto a cómo operar con los dones de revelación, pero existe bastante
instrucción de cómo utilizar los dones de expresión o de lenguas. Debido
a que había alguna confusión en la iglesia de los corintios en relación
al uso de los dones de expresión, Pablo dedicó casi todo el capítulo
catorce de primera de Corintios a este tema.
El problema principal consistía en el uso apropiado de hablar
en lenguas, porque, como ya leímos anteriormente en el capítulo del
bautismo en el Espíritu Santo, cada creyente que ha sido bautizado en el
Espíritu Santo tiene la habilidad de hablar en lenguas cada vez que lo
desee. Los corintios hablaban bastante en lenguas durante sus cultos en
las iglesias, pero, en gran parte, esta actividad no guardaba el orden
deseado.
Los Usos Diferentes de Otras Lenguas
Es de gran importancia que nosotros entendamos la diferencia
entre el uso público de hablar en lenguas y el uso privado. Aunque cada
creyente que ha sido bautizado en el Espíritu Santo puede hablar en
lenguas cuando así lo desee, esto no quiere decir que Dios le va a usar
en el don público de diversos géneros de lenguas. El uso principal
del hablar en lenguas es en la vida privada de oración de cada
creyente. Sin embargo, los corintios se reunían y hablaban
simultáneamente en lenguas sin una interpretación, y por supuesto, nadie
estaba siendo edificado con esto (ver 1 Corintios 14:6-12, 16-19, 23,
26-28).
Una forma para diferenciar entre el uso público de lenguas y el uso privado de lenguas es clasificar el uso privado como el orar en lenguas y el uso público como el hablar
en otras lenguas. Pablo menciona ambos usos en el capítulo catorce de
su primera carta a los corintios. ¿Cuáles son las diferencias?
Cuando oramos en lenguas, nuestros espíritus le están
orando a Dios (ver 1 Corintios 14:2,14). Ahora, cuando alguien es
repentinamente ungido con el don de diversos géneros de lenguas, éste es
un mensaje de Dios para la congregación (ver 1 Corintios 14:5) y se entiende cuando se da la interpretación.
De acuerdo con la Escritura, podemos orar en lenguas cuando queramos (ver 1 Corintios 14:15), pero el don de hablar en diversos géneros de lenguas sólo funciona cuando el Espíritu Santo lo desea (ver 1 Corintios 12:11).
El don de diversos géneros de lenguas normalmente va acompañado
por el don de interpretación de lenguas. Sin embargo, el uso privado de
orar en lenguas normalmente no será interpretado. Pablo dijo que cuando
él oraba en lenguas su entendimiento quedaba sin fruto (ver 1 Corintios
14:14).
Cuando un individuo ora en lenguas sólo él es edificado (ver 1 Corintios 14:4), pero la congregación entera
es edificada cuando el don de diversos géneros de lenguas se manifiesta
acompañado del don de interpretación de lenguas (ver 1 Corintios
14:4b-5).
Todo creyente debería orar en lenguas cada día como parte de su
diaria comunión con Dios. Una de las cosas maravillosas de orar en
lenguas es que no requiere el uso de nuestra mente. Esto quiere decir
que usted puede orar en lenguas aún cuando su mente pueda estar ocupada
en otras cosas o en su trabajo. Pablo le dijo a los corintios, “Doy
gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros” (1
Corintios 14: 18, énfasis agregado). ¡Él debía de pasar mucho tiempo
orando en lenguas para sobrepasar a toda la congregación de los
corintios!
Pablo también escribió que cuando oramos en lenguas algunas
veces también, “bendecimos al Señor” (ver 1 Corintios 14:16-17). En tres
ocasiones en que he estado orando en lenguas he tenido a alguien cerca
que ha entendido lo que estaba hablando. Las tres veces estaba hablando
en japonés. Una vez le dije al Señor en japonés, “Tú eres bueno”. Otra
vez dije, “muchas gracias”. Y en otra ocasión dije, “ven rápido, ven
rápido, estoy esperando”. ¿No es esto sorprendente? Nunca he aprendido
ni una palabra en japonés, ¡pero por lo menos en tres ocasiones “he
bendecido a Dios” en el idioma japonés!
Las Instrucciones de Pablo para Hablar en Lenguas
Las instrucciones de Pablo a los corintios eran muy
específicas. En cualquier reunión dada, el número de personas a las que
se les permitía hablar públicamente en lenguas estaba limitado a dos o
tres. No deberían hablar al mismo tiempo, sino que deberían esperar su
turno (ver 1 Corintios 14:27).
Pablo no necesariamente quería decir que sólo tres “mensajes en
lenguas” eran permitidos, sino que no más de tres personas deberían
hablar en lenguas durante el servicio. Algunos piensan que si hubiera
más de tres personas usadas frecuentemente con el don de hablar en
lenguas, cualquiera de ellas podría rendirse al Espíritu y dar un
“mensaje en lenguas” el cual el Espíritu deseaba manifestar a la
iglesia. Si esto no fuera así, la instrucción de Pablo restringiría al
Espíritu Santo al limitar el número de los mensajes en lenguas que se
podían manifestar en una reunión. Si el Espíritu Santo no diera más de
tres dones de diversos géneros de lenguas en una reunión, no habría
habido necesidad de que Pablo diera esta instrucción.
Esto mismo podría ser verdad con la interpretación de lenguas.
Se han enseñado que quizás más de una persona en la asamblea podría
rendirse al Espíritu y dar la interpretación del “mensaje en lenguas”.
Estas personas se considerarían “intérpretes” (ver 1 Corintios 14:28),
pues ellos serían usados con frecuencia con el don de interpretación de
lenguas. Si esto es verdad, quizás esto es a lo que Pablo se estaba
refiriendo cuando él instruyó, “que uno interprete” (1 Corintios 14:27).
Tal vez él no estaba diciendo que sólo una persona debería interpretar
todos los mensajes en lenguas; al contrario él estaba advirtiendo en
contra de “interpretaciones competitivas” del mismo mensaje. Si un
intérprete interpretaba un mensaje en lenguas, entonces a otro
intérprete no se le permitía interpretar el mismo mensaje, aun si él
pensaba que podía dar una mejor interpretación.
En general, todo debe hacerse “apropiadamente y de una forma
ordenada” en las reuniones de la iglesia, estos dones no pueden existir
en forma simultánea, confusa y aún competitiva. Adicionalmente, los
creyentes deberían ser sensibles a los no creyentes que puedan estar
presentes en sus reuniones, cómo Pablo lo Escribió:
“Si, pues, toda la iglesia se reúne en un lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?” (1 Corintios 14:23).
Este era precisamente el problema de los corintios. Todos
estaban hablando en lenguas simultáneamente, y con frecuencia no había
interpretación.
Algunas Instrucciones Concernientes a los Dones de Revelación
Pablo ofreció algunas instrucciones acerca de los “dones de
revelación” en relación con su manifestación a través de los profetas:
“Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen lo que ellos dicen. Y si algo le es revelado a otro que está sentado, calle el primero. Podéis profetizar todos, uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados. Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas, pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz, como en todas las iglesias de los santos” (1 Corintios 14:29-33).
Al igual que había miembros del cuerpo en Corinto que
aparentemente eran usados con frecuencia con el don de interpretación de
lenguas y se les conocía como “intérpretes”, así también había unos que
con frecuencia eran usados en el don de profecía y revelación que eran
considerados “profetas”. Estos no serían profetas de la misma clase de
los profetas del Antiguo Testamento o aun como Agabo en el Nuevo
Testamento (ver Hechos 11:28; 21:10). Más bien, estos ministros habrían
estado limitados al cuerpo de su propia iglesia local.
Aunque podía haber más de tres profetas presentes en la reunión
de la iglesia, de nuevo Pablo pone condiciones, específicamente
limitando el ministerio profético a “dos o tres profetas”. De nuevo,
esto sugiere que cuando el Espíritu daba un don espiritual en una de
esas reuniones, más de una persona podía recibir dichos dones. Si esto
no hubiera sido así, la instrucción de Pablo impediría que la
congregación disfrutara de algunos dones espirituales, ya que él
limitaba el número de profetas que podían hablar.
Si había más de tres profetas presentes, los otros, aunque se
abstenían de hablar, podían ayudar a juzgar lo que se decía. Esto
también podría indicar su habilidad para discernir lo que el Espíritu
estaba diciendo y posiblemente que ellos mismos podrían haberse rendido
al Espíritu para ser usados con los dones manifestados a través de los
otros profetas. De otro modo, sólo hubieran podido juzgar profecías y
revelaciones en una forma general, asegurando que estaban de acuerdo con
la revelación que Dios ya les había dado (encontrada en la Escritura),
algo que cualquier creyente maduro podía hacer.
Pablo dijo que estos profetas podían hablar en orden (ver 1
Corintios 14:31) y que “el espíritu de los profetas estaba sujeto a los
profetas” (1 Corintios 14:32), indicando que cualquier profeta podía
abstenerse de interrumpir al otro, aun cuando se le había dado una
profecía o una revelación para compartir con la iglesia. Esto muestra
que el Espíritu puede dar dones al mismo tiempo a varios profetas
presentes en una reunión, pero cada profeta debía controlar cuándo
compartir sus profecías y revelaciones con el cuerpo.
Esto también es verdad concerniente a cualquier don de lengua o
expresión que se pueda manifestar a través de cualquier creyente. Si
una persona recibe un mensaje en lenguas o una profecía del Señor, puede
esperar el momento adecuado en la reunión para comunicarlo. Sería
erróneo que interrumpieras a otro que esté profetizando o enseñando con
el fin de dar tu profecía.
Cuando Pablo dijo, “podéis profetizar todos, uno por uno” (1
Corintios 14:31), recuerda que él estaba hablando en el contexto de
profetas que habían recibido profecías. Desafortunadamente, algunos han
tomado las palabras de Pablo fuera de contexto, diciendo que todo creyente puede profetizar en toda reunión de la iglesia. El don de profecía es dado según la voluntad del Espíritu.
Hoy en día, como siempre, la iglesia necesita la ayuda, el
poder, la presencia y los dones del Espíritu Santo. Pablo instruyó a los
corintios diciendo, “procurad los dones espirituales, pero sobre todo
que profeticéis” (1 Corintios 14:1). Esto indica que nuestro grado de
deseo guarda alguna relación con la manifestación de los dones del
Espíritu, de otra forma, Pablo no hubiera dado esta instrucción. El
ministro formador de discípulos, que desea ser usado por Dios para su
Gloria, verdaderamente anhelará los dones espirituales y enseñará a sus
discípulos a hacer lo mismo.