*CONSECUENCIAS OBJETIVAS
DEL LIBERTINAJE SEXUAL*Temo que en mi próxima visita el Señor me humille por causa vuestra y tenga que llorar por muchos que anteriormente pecaron y no se convirtieron de sus actos de impureza, fornicación y libertinaje.2 Corintios 12, 21
MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL
Algunos filósofos del pasado, como Nietzsche, llegaron a pensar que realmente los conceptos del bien y del mal estaban superados. Que la bondad y la maldad no eran conceptos objetivos que pueden causar dolor, desgracias y padecimientos sin límite, sino que eran meros convencionalismos sociales producto de la religión y de una moral inútil. Y ellos mismos trataron de poner en práctica estas ideas. El resultado final no podría ser más elocuente: el pobre Nietzsche acabó muriendo de sífilis y con sus facultades mentales enajenadas a causa de las infecciones venéreas causadas por sus pecados de impureza, a los que era tan aficionado. Una de las trabas más importantes que encuentro a la hora de convencer a la gente para que ajuste sus conductas a la moral religiosa es el tema sexual. El cumplimiento de la mayoría de los Mandamientos de la Ley de Dios no suele acarrear tantos problemas. La mayoría, en principio, parecen dispuestos a no matar, robar, mentir, dar falso testimonio, etc. Sin embargo, cuando les hablo de mantener una moral sexual cristiana (fidelidad conyugal sin adulterios ni sexo fuera del matrimonio), surgen una montaña de "peros". "Con eso no hago daño a nadie", argumentan muchos. "¿Si los dos estamos de acuerdo, por qué no vamos a hacerlo?", dicen otros. "¿Y qué tiene eso de malo?", argumentan algunos más.
Y yo, al comprobar las dificultades que encuentro para hacer entrar en razón a la gente sobre la moral sexual, no puedo por menos que darle la razón.
De alguna forma, parece que la gente se toma el asunto sexual como algo secundario, que lo considera inofensivo y en todo caso, se niega de plano a renunciar a este tipo de vicios que tanto daño provocan a la familia y a los hijos. Sin embargo, la Biblia nos confirma que estos pecados no son precisamente insignificantes a los ojos de Dios. El adulterio, la homosexualidad, las depravaciones sexuales, etc, son pecados mortales, y el hecho de que la sociedad actual nos les dé la debida importancia, los convierte en un coladero hacia el infierno.
Otro dato revelador en este sentido se encuentra en los posesos por el demonio. Es muy frecuente, por no decir una constante, que las personas que se hayan influidas o posesas por algún espíritu maligno muestren siempre una actitud terriblemente obscena y procaz, continuamente obsesionadas con el sexo. Incluso cuando duermen están siempre torturadas con sueños pornográficos vívidos que se repiten sin cesar noche tras noche, y que por más que se empeñen nunca cesarán hasta que la oración o un exorcismo aleje al demonio que los provoca. En los posesos el lenguaje es indecente, terriblemente soez y blasfemo y las referencias hacia todo tipo de prácticas sexuales pervertidas son continuas. Esto no es casual. Como acabamos de exponer, los pecados de la carne son pecados mortales, y los demonios lo saben y tratan de promoverlos a toda costa. De esta forma, al no dárseles la importancia que realmente tienen, los pecados sexuales se convierten en el sumidero más importante de almas condenadas hacia el infierno.
Estos vicios están en la base de la enorme cantidad de divorcios. En los países desarrollados, alrededor de la mitad de los matrimonios acaban en divorcio. Una tercera parte de los niños ya nacen fuera del matrimonio. Incluso en países como Suecia o Dinamarca, la mayor parte de los niños nacen fuera del matrimonio. Pero no es una plaga de los países ricos. En los países pobres la moral sexual está degenerando rápidamente. Por poner un ejemplo de lo que sucede en algunos países subdesarrollados, en Bolivia el sesenta por ciento de los niños nacen fuera del matrimonio. Es, por consiguiente, una plaga universal.
Este fenómeno no es en absoluto banal. Varias generaciones de niños están creciendo en hogares desestructurados, en los que falta la figura paterna o materna, lo que produce serios problemas de soledad y tristeza, y graves trastornos psicológicos en cuanto llegan a la adolescencia, a nivel de definir el propio género, lo que suele dar lugar a conductas homosexuales.
Es un fenómeno bien conocido por los psiquiatras. Cuando no se satisface la necesidad de cariño, aprobación, afecto físico y ánimo de un padre, se desarrolla un vacío interior comúnmente llamado "hambre de padre". En un intento por superar este dolor, algunos adolescentes y jóvenes adultos buscan el alivio de ser abrazados por otro hombre. El mismo fenómeno se da entre las niñas y sus madres. La evidencia clínica muestra que cuanto más temprano es el abandono paterno del hogar, mayor es la posibilidad de que estos niños "huérfanos con padres vivos", como los definió el papa Juan Pablo II (Carta a las Familias, 1994), desarrollen tentaciones homosexuales.
Los datos estadísticos confirman esta relación entre el abandono paterno de los hijos y la homosexualización de las sociedades. Los países del norte de Europa tienen la mayor tasa de divorcios del mundo, y al mismo tiempo el índice de homosexuales más elevado.
Y lo que es peor, entre un tercio y la mitad de los niños son asesinados a manos de los aborteros antes de nacer. El concepto de familia se hunde ante tanta promiscuidad sexual.
Todo esto dio comienzo en los años sesenta. Fue la época de la llamada "revolución sexual", del "amor libre", y otras "modernidades" por el estilo. Hoy, cuarenta años después, podemos comprobar los resultados de toda esta degeneración. La ruptura de la moral bíblica trajo consigo una enorme legión de niños enviados al matadero prenatal, incontables niños sin padres, millones de adolescentes embarazados a destiempo, inumerables divorcios, continuos malos tratos a las mujeres y los niños, una enorme promiscuidad sexual, la difusión y promoción de la homosexualidad como conducta moralmente válida, la degeneración masiva de las mismas relaciones sexuales y una difusión desbocada de las enfermedades de transmisión sexual.
A algunos les puede parecer que esto es un precio modesto a pagar por mantener su libertinos conceptos de "libertad". Una libertad que convierte al hombre en una especie de animal sin racioncinio que vive despreocupado de las consecuencias de sus actos. Sin embargo, la libertad implica responsabilidad sobre el uso de esa libertad, de lo contrario, las nefastas consecuencias, no tardan en aparecer. La Biblia lo afirma al hablar de las "pasiones degradantes" en Romanos 1, 18 y 26-27:
"En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia;
Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén.
Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío."
Para finalizar, y por si a alguien aún le siguen pareciendo "inocentes" o "livianos", los atentados contra el sexto Mandamiento, paso a relatar unas breves estadísticas sobre las enfermedades de transmisión sexual en los EE.UU., un país desarrollado, con muchos medios económicos y sanitarios para combatir las enfermedades, con mucha información sobre como prevenir con "sexo ¡¡¡seguro!!!" estas enfermedades, y con una enorme "libertad" heredada de sus degenerados precedesores de la época hippy.
Fuente: Health Watch -
Población total del país: 270 millones de habitantes
Se estima que 15 millones de nuevas enfermedades de transmisión sexual ocurren entre los estadounidenses mayores de 15 años cada año. La cuarta parte de ellas en adolescentes y dos tercios en individuos menores de 25.
Virus del papiloma humano (VPH), considerado como la causa principal del cáncer de cuello de útero - estimación: 5.5 millones de infecciones cada año, sin cura.
Tricomoniasis, una infección provocada por el parásito Trichomonas vaginalis. La Tricomoniasis está vinculada a la enfermedad pélvica inflamatoria, cambios precancerosos en el cuello del útero, parto prematuro en las mujeres y contribuye a la difusión del virus del sida - 5 millones
Clamidia - 3 millones
Herpes genital - 1 millón, sin cura. El herpes multiplica por tres el riesgo de contraer el VIH-sida.
gonorrea - 650,000. La gonorrea duplica el riesgo de contraer cáncer de vejiga.
sífilis - 70,000, incurable en algunos casos.
hepatitis B de transmisión sexual- 77,000
VIH/SIDA - 20,000, sin cura.
Este es el número de nuevas infecciones anuales, sin embargo, el número de enfermos es enormemente superior porque algunas enfermedades de transmisión sexual son incurables:
45 millones de estadounidenses mayores de 14 años sufren herpes genital, uno de cada cinco.
20 millones de VPH (uno de cada diez).
1/2 millones tienen el VIH/SIDA
Es especialmente grave la situación entre los homosexuales. Hoy, uno de cada siete hombres homosexuales, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres, está infectado con VIH/SIDA. 1/2 millones hepatitis B
Nota final, los condones NO PROTEGEN de estas enfermedades, únicamente reducen el riesgo.
Ni siquiera con un 100% de uso de condón se reduce el riesgo de contraer el VPH ni el trichomonas vaginalis, enfermedad asociada al cáncer de cérvix.
Hara la sífilis, gonorrea, clamidia y herpes incluso el uso continuo del condón implica un riesgo mínimo del 50%.
Para el VIH-Sida, el condón reduce el riesgo hasta el 85%, el 15% restante implica que hay riesgo de contagio en una de cada siete relaciones sexuales.
Para más de veinte otras enfermedades de transmisión sexual no existe información alguna sobre la protección que ofrecen los condones.
Incluso entre adultos, el máximo uso de condones está registrado entre individuos que mantienen relaciones monógamas con una pareja infectada con VIH-SIDA. E incluso en estas parejas, sólo el 48 a 56% usa condones consistentemente durante un período de tiempo significativo.
La tasa de rotura de los condones es del 1.6% al 3.6%.
Un dato final. El SIDA se diagnosticó por primera vez en 1983. En veinte años, han muerto treinta millones de personas en todo el mundo. Cuarenta millones más están ya infectados. Los muertos provocados por las otras enfermedades venéreas son simplemente incontables. Los sufrimientos, infinitos.
En resumen, cuando se rompe la moral natural, la misma naturaleza se rebela en forma de enfermedades, dolor y muerte. El pecado nunca sale gratis. El libertinaje sexual conlleva consecuencias devastadoras a nivel personal y social. Y lo más triste de todo, es que la solución está al alcance de cualquiera. Hace miles de años que la Biblia nos explica con claridad el modo de terminar con toda esta devastación: la abstinencia y la fidelidad entre los esposos.
Es un fenómeno bien conocido por los psiquiatras. Cuando no se satisface la necesidad de cariño, aprobación, afecto físico y ánimo de un padre, se desarrolla un vacío interior comúnmente llamado "hambre de padre". En un intento por superar este dolor, algunos adolescentes y jóvenes adultos buscan el alivio de ser abrazados por otro hombre. El mismo fenómeno se da entre las niñas y sus madres. La evidencia clínica muestra que cuanto más temprano es el abandono paterno del hogar, mayor es la posibilidad de que estos niños "huérfanos con padres vivos", como los definió el papa Juan Pablo II (Carta a las Familias, 1994), desarrollen tentaciones homosexuales.
Los datos estadísticos confirman esta relación entre el abandono paterno de los hijos y la homosexualización de las sociedades. Los países del norte de Europa tienen la mayor tasa de divorcios del mundo, y al mismo tiempo el índice de homosexuales más elevado.
Y lo que es peor, entre un tercio y la mitad de los niños son asesinados a manos de los aborteros antes de nacer. El concepto de familia se hunde ante tanta promiscuidad sexual.
Todo esto dio comienzo en los años sesenta. Fue la época de la llamada "revolución sexual", del "amor libre", y otras "modernidades" por el estilo. Hoy, cuarenta años después, podemos comprobar los resultados de toda esta degeneración. La ruptura de la moral bíblica trajo consigo una enorme legión de niños enviados al matadero prenatal, incontables niños sin padres, millones de adolescentes embarazados a destiempo, inumerables divorcios, continuos malos tratos a las mujeres y los niños, una enorme promiscuidad sexual, la difusión y promoción de la homosexualidad como conducta moralmente válida, la degeneración masiva de las mismas relaciones sexuales y una difusión desbocada de las enfermedades de transmisión sexual.
A algunos les puede parecer que esto es un precio modesto a pagar por mantener su libertinos conceptos de "libertad". Una libertad que convierte al hombre en una especie de animal sin racioncinio que vive despreocupado de las consecuencias de sus actos. Sin embargo, la libertad implica responsabilidad sobre el uso de esa libertad, de lo contrario, las nefastas consecuencias, no tardan en aparecer. La Biblia lo afirma al hablar de las "pasiones degradantes" en Romanos 1, 18 y 26-27:
"En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia;
Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén.
Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío."
Para finalizar, y por si a alguien aún le siguen pareciendo "inocentes" o "livianos", los atentados contra el sexto Mandamiento, paso a relatar unas breves estadísticas sobre las enfermedades de transmisión sexual en los EE.UU., un país desarrollado, con muchos medios económicos y sanitarios para combatir las enfermedades, con mucha información sobre como prevenir con "sexo ¡¡¡seguro!!!" estas enfermedades, y con una enorme "libertad" heredada de sus degenerados precedesores de la época hippy.
Fuente: Health Watch -
Población total del país: 270 millones de habitantes
Se estima que 15 millones de nuevas enfermedades de transmisión sexual ocurren entre los estadounidenses mayores de 15 años cada año. La cuarta parte de ellas en adolescentes y dos tercios en individuos menores de 25.
Virus del papiloma humano (VPH), considerado como la causa principal del cáncer de cuello de útero - estimación: 5.5 millones de infecciones cada año, sin cura.
Tricomoniasis, una infección provocada por el parásito Trichomonas vaginalis. La Tricomoniasis está vinculada a la enfermedad pélvica inflamatoria, cambios precancerosos en el cuello del útero, parto prematuro en las mujeres y contribuye a la difusión del virus del sida - 5 millones
Clamidia - 3 millones
Herpes genital - 1 millón, sin cura. El herpes multiplica por tres el riesgo de contraer el VIH-sida.
gonorrea - 650,000. La gonorrea duplica el riesgo de contraer cáncer de vejiga.
sífilis - 70,000, incurable en algunos casos.
hepatitis B de transmisión sexual- 77,000
VIH/SIDA - 20,000, sin cura.
Este es el número de nuevas infecciones anuales, sin embargo, el número de enfermos es enormemente superior porque algunas enfermedades de transmisión sexual son incurables:
45 millones de estadounidenses mayores de 14 años sufren herpes genital, uno de cada cinco.
20 millones de VPH (uno de cada diez).
1/2 millones tienen el VIH/SIDA
Es especialmente grave la situación entre los homosexuales. Hoy, uno de cada siete hombres homosexuales, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres, está infectado con VIH/SIDA. 1/2 millones hepatitis B
Nota final, los condones NO PROTEGEN de estas enfermedades, únicamente reducen el riesgo.
Ni siquiera con un 100% de uso de condón se reduce el riesgo de contraer el VPH ni el trichomonas vaginalis, enfermedad asociada al cáncer de cérvix.
Hara la sífilis, gonorrea, clamidia y herpes incluso el uso continuo del condón implica un riesgo mínimo del 50%.
Para el VIH-Sida, el condón reduce el riesgo hasta el 85%, el 15% restante implica que hay riesgo de contagio en una de cada siete relaciones sexuales.
Para más de veinte otras enfermedades de transmisión sexual no existe información alguna sobre la protección que ofrecen los condones.
Incluso entre adultos, el máximo uso de condones está registrado entre individuos que mantienen relaciones monógamas con una pareja infectada con VIH-SIDA. E incluso en estas parejas, sólo el 48 a 56% usa condones consistentemente durante un período de tiempo significativo.
La tasa de rotura de los condones es del 1.6% al 3.6%.
Un dato final. El SIDA se diagnosticó por primera vez en 1983. En veinte años, han muerto treinta millones de personas en todo el mundo. Cuarenta millones más están ya infectados. Los muertos provocados por las otras enfermedades venéreas son simplemente incontables. Los sufrimientos, infinitos.
En resumen, cuando se rompe la moral natural, la misma naturaleza se rebela en forma de enfermedades, dolor y muerte. El pecado nunca sale gratis. El libertinaje sexual conlleva consecuencias devastadoras a nivel personal y social. Y lo más triste de todo, es que la solución está al alcance de cualquiera. Hace miles de años que la Biblia nos explica con claridad el modo de terminar con toda esta devastación: la abstinencia y la fidelidad entre los esposos.
MALOS TRATOS A MUJERES
Un día de estos leí una noticia sorprendente en el periódico: en el año 2004 la primera causa de muerte de mujeres europeas entre los dieciséis años hasta casi los cincuenta eran las agresiones de sus maridos, ex-maridos, o la pareja con la que conviven en concubinato. Sin duda es una noticia impactante, y más aún teniendo en cuenta otro dato muy revelador, cuanto más al norte de Europa, más se incrementan estos asesinatos. Cuanto más desarrollado económicamente es el país, tanto mayor es el número de muertes. Concretamente, Finlandia tiene la marca más alta en este macabro rango. Suecia, Dinamarca y Alemania no andan muy por detrás. Los últimos lugares los ocupan los países del sur: España, Portugal e Italia.
Resulta sorprendente esto último. Generalmente se asocia el maltrato a las mujeres con el atraso económico y con esquemas de familia tradicional. Sin embargo, las estadísticas demuestran todo lo contrario. Cuanto mayor es el nivel de familias tradicionales unidas en matrimonio, tanto menor es el porcentaje de estos asesinatos. Y cuanto más "moderna" es la relación familiar, tanto mayor es el porcentaje de mujeres asesinadas por sus parejas. Y destacamos lo de "moderna" para referirnos a la desestructuración familiar. Este es uno de los problemas esenciales de los malos tratos. Los niños son criados en familias rotas, en las que faltan uno o ambos progenitores, en ambientes libertinos e incluso con parejas homosexuales; y crecen sin amor, solos, a menudo sometidos a violencia física y psicológica, sin referencias morales sólidas, tan necesarias en la infancia y adolescencia. Y cuando son adultos, reproducen con sus parejas los esquemas de egoísmo, desamor, violencia e inmoralidad que ellos mismos vivieron en sus infancias.
Las estadísticas confirman estas aseveraciones. Así, en Finlandia, donde domina la cultura protestante, el número de mujeres asesinadas por millón es de 9. En España, predominantemente católica, el porcentaje es de 2 asesinatos al año por millón de mujeres.
Y ahora, con estos datos tan elocuentes, podemos preguntarnos cual es la causa real del maltrato a las mujeres. La primera respuesta que muchos se apresurarán a dar es que la culpa es del machismo dominante. Pero es curioso, en países que tradicionalmente se consideran machistas, como los del sur de Europa, es donde menos asesinatos de mujeres se producen. En cambio, en la "evolucionada" Europa del norte, tan higiénica, tan igualitaria entre los sexos, tan cuidadosa en velar por la igualdad de las mujeres, la violencia asesina contra las mujeres se dispara.
Lamentablemente no dispongo de estadísticas sobre las razones que inducen estos asesinatos. Se certifican las muertes, pero raramente se explican las razones. Aunque no dudo que el adulterio, las infidelidades y los celos subsiguientes sean una de las causas principales. Es más, algunos psiquiatras vinculan directamente esta violencia asesina creciente con un elemento que no existía hace unas pocas décadas: el control de la natalidad. Con la aparición de la píldora anticonceptiva, la sexualidad ha dejado de estar ligada a la reproducción. De esta forma, en la actualidad cualquier mujer puede adulterar sin tener que preocuparse de que vengan hijos inoportunos. Es decir, se ha dejado vía libre al libertinaje masivo. Este fenómeno del control de la natalidad podría explicar porqué es precisamente en los países más desarrollados donde más asesinatos de mujeres se producen.
Y es que la "modernista" Escandinavia, fue una de las primeras en sumarse a la famosa "revolución sexual" de los años sesenta. Hace décadas ya, llamaba la atención en el resto del mundo que en Suecia los jóvenes se iniciasen en el sexo a muy temprana edad, que lo practicasen sin apenas ningún tipo de pudor en casi cualquier sitio y que sus padres y un sistema social muy generoso se encargasen de suministrarles todos los anticonceptivos necesarios para evitar descendencia, incluido el aborto. Esto es lo que, hace unas décadas, se consideraba "progre".
Básicamente, tal como han expuesto hace poco algunos obispos, el esquema que siguió esta involución sexual fue la siguiente:
"Primero, la sexualidad se separa del matrimonio, por una absolutización del amor romántico que huye de todo compromiso.
Posteriormente, en una cultura hedonista se desvincula de la procreación.
Con esta ruptura de los significados de la sexualidad, ésta queda afectada por un proceso de banalización hedonista.
El último paso ha sido separarla del mismo amor y convertirla en un elemento de consumo".
Ahora, tras cuatro décadas, tenemos ya distancia temporal suficiente para valorar los efectos de toda esta impudicia.
Aproximadamente el 60% de los niños suecos nacen fuera del matrimonio. Esto algunos también lo consideran "progre".
El aborto masivo de niños no nacidos también es considerado muy "progre", a pesar de que la mayoría de las mujeres abortan forzadas por sus parejas masculinas. Sin embargo, esta forma de maltrato femenino extremo es silenciada sistemáticamente por los "progres", y muy especialmente por las hipócritas feministas, siempre tan celosas de su "derecho" a decidir sobre la vida ajena.
El hecho de que los divorcios proliferen por doquier se considera también un signo de "progreso".
El hecho de que la tasa de homosexuales en los países nórdicos sea de las más altas del mundo también se considera "progre".
El hecho de que estos países tengan el índice de suicidios más elevado del mundo ya no se considera tan progre, aunque algunos piensan que es un precio aceptable a pagar por una sociedad libertina.
Y, lo más divertido de todo es el hecho de que tanto libertinaje sexual, tanta ruptura de matrimonios con sus traumas asociados, tanta violencia doméstica, tantos abusos y violencias sexuales, tantísimos hijos que crecen en medio de desavenencias familiares con carencias afectivas y sin un hogar verdadero... etc, no se considere como la consecuencia de todo lo expuesto anteriormente, sino que son simples consecuencias del "machismo".
Analicemos el tema con detenimiento. Por un lado tenemos que existe la tendencia natural en el hombre y la mujer a formar una familia, a tener un hogar y unos hijos. Para que esto funcione, es evidente que no debe haber interferencias de terceros en la vida afectiva y sexual de la pareja. Esto es, que exista FIDELIDAD.
Pero el problema se presenta en esta época tan progre que prácticamente considera la fidelidad matrimonial como un concepto atrasado. De alguna manera se considera que el hombre y la mujer tienen derecho a hacer con su sexualidad lo que quieran, independientemente de si están casados o no.
Y es evidente, que con esta filosofía, el matrimonio se derrumba. Esto explica la inaudita tasa de divorcios de las sociedades actuales, consecuencia directa de la promiscuidad sexual generalizada tanto en hombres como en mujeres. Y esto explica también que algunos hombres, e incluso algunas mujeres, hartos de tanto "progresismo", reaccionen violentamente.
Como esto último puede dar lugar a confusiones, quiero dejar bien claro que no apoyo en absoluto el maltrato a las mujeres. Esta es una actitud totalmente execrable que rechazo de plano. Sólo pretendo explicar el mecanismo que conduce a esta situación deplorable.
Y, una vez llegados a este punto, debemos proponer soluciones. Como no podía ser menos, los progres se opondrán de plano a restringir la pretendida "libertad sexual" de hombres y mujeres, casados o no. Y, de hecho, lo único que proponen es incrementar aún más la promiscuidad sexual, elevar hasta lo grotesco la infidelidad matrimonial y acabar definitivamente con el concepto de familia. Ya se habla de "contratos matrimoniales", de "uniones libres", y "nuevos conceptos de familia", los cuales incluyen a homosexuales con hijos en adopción y otras aberraciones por el estilo que recuerdan al lema del "amor libre" de los años sesenta. Todo ésto es el camino seguido en Escandinavia, y, vistos los resultados, es previsible que siga incrementándose el porcentaje de divorcios, de hijos ilegítimos, de dolencias venéreas, de suicidios y de mujeres asesinadas.
Mi propuesta es recuperar el concepto cristiano de familia, basado en la fidelidad y la indisolubilidad. Un matrimonio unido por el amor engendra hijos felices, mantiene a los esposos felices, y genera una sociedad feliz.
Sin embargo, me temo que esto no sucederá así. Dada la actual filosofía hedonista que se expande por todo el mundo, donde lo único que importa es el egoísmo y la autosatisfacción, donde el prójimo es considerado un mero instrumento para obtener el propio placer, es previsible que en el futuro inmediato se incremente notablemente el asesinato de mujeres, hasta alcanzar los alarmantes niveles de Escandinavia.
Resulta sorprendente esto último. Generalmente se asocia el maltrato a las mujeres con el atraso económico y con esquemas de familia tradicional. Sin embargo, las estadísticas demuestran todo lo contrario. Cuanto mayor es el nivel de familias tradicionales unidas en matrimonio, tanto menor es el porcentaje de estos asesinatos. Y cuanto más "moderna" es la relación familiar, tanto mayor es el porcentaje de mujeres asesinadas por sus parejas. Y destacamos lo de "moderna" para referirnos a la desestructuración familiar. Este es uno de los problemas esenciales de los malos tratos. Los niños son criados en familias rotas, en las que faltan uno o ambos progenitores, en ambientes libertinos e incluso con parejas homosexuales; y crecen sin amor, solos, a menudo sometidos a violencia física y psicológica, sin referencias morales sólidas, tan necesarias en la infancia y adolescencia. Y cuando son adultos, reproducen con sus parejas los esquemas de egoísmo, desamor, violencia e inmoralidad que ellos mismos vivieron en sus infancias.
Las estadísticas confirman estas aseveraciones. Así, en Finlandia, donde domina la cultura protestante, el número de mujeres asesinadas por millón es de 9. En España, predominantemente católica, el porcentaje es de 2 asesinatos al año por millón de mujeres.
Y ahora, con estos datos tan elocuentes, podemos preguntarnos cual es la causa real del maltrato a las mujeres. La primera respuesta que muchos se apresurarán a dar es que la culpa es del machismo dominante. Pero es curioso, en países que tradicionalmente se consideran machistas, como los del sur de Europa, es donde menos asesinatos de mujeres se producen. En cambio, en la "evolucionada" Europa del norte, tan higiénica, tan igualitaria entre los sexos, tan cuidadosa en velar por la igualdad de las mujeres, la violencia asesina contra las mujeres se dispara.
Lamentablemente no dispongo de estadísticas sobre las razones que inducen estos asesinatos. Se certifican las muertes, pero raramente se explican las razones. Aunque no dudo que el adulterio, las infidelidades y los celos subsiguientes sean una de las causas principales. Es más, algunos psiquiatras vinculan directamente esta violencia asesina creciente con un elemento que no existía hace unas pocas décadas: el control de la natalidad. Con la aparición de la píldora anticonceptiva, la sexualidad ha dejado de estar ligada a la reproducción. De esta forma, en la actualidad cualquier mujer puede adulterar sin tener que preocuparse de que vengan hijos inoportunos. Es decir, se ha dejado vía libre al libertinaje masivo. Este fenómeno del control de la natalidad podría explicar porqué es precisamente en los países más desarrollados donde más asesinatos de mujeres se producen.
Y es que la "modernista" Escandinavia, fue una de las primeras en sumarse a la famosa "revolución sexual" de los años sesenta. Hace décadas ya, llamaba la atención en el resto del mundo que en Suecia los jóvenes se iniciasen en el sexo a muy temprana edad, que lo practicasen sin apenas ningún tipo de pudor en casi cualquier sitio y que sus padres y un sistema social muy generoso se encargasen de suministrarles todos los anticonceptivos necesarios para evitar descendencia, incluido el aborto. Esto es lo que, hace unas décadas, se consideraba "progre".
Básicamente, tal como han expuesto hace poco algunos obispos, el esquema que siguió esta involución sexual fue la siguiente:
"Primero, la sexualidad se separa del matrimonio, por una absolutización del amor romántico que huye de todo compromiso.
Posteriormente, en una cultura hedonista se desvincula de la procreación.
Con esta ruptura de los significados de la sexualidad, ésta queda afectada por un proceso de banalización hedonista.
El último paso ha sido separarla del mismo amor y convertirla en un elemento de consumo".
Ahora, tras cuatro décadas, tenemos ya distancia temporal suficiente para valorar los efectos de toda esta impudicia.
Aproximadamente el 60% de los niños suecos nacen fuera del matrimonio. Esto algunos también lo consideran "progre".
El aborto masivo de niños no nacidos también es considerado muy "progre", a pesar de que la mayoría de las mujeres abortan forzadas por sus parejas masculinas. Sin embargo, esta forma de maltrato femenino extremo es silenciada sistemáticamente por los "progres", y muy especialmente por las hipócritas feministas, siempre tan celosas de su "derecho" a decidir sobre la vida ajena.
El hecho de que los divorcios proliferen por doquier se considera también un signo de "progreso".
El hecho de que la tasa de homosexuales en los países nórdicos sea de las más altas del mundo también se considera "progre".
El hecho de que estos países tengan el índice de suicidios más elevado del mundo ya no se considera tan progre, aunque algunos piensan que es un precio aceptable a pagar por una sociedad libertina.
Y, lo más divertido de todo es el hecho de que tanto libertinaje sexual, tanta ruptura de matrimonios con sus traumas asociados, tanta violencia doméstica, tantos abusos y violencias sexuales, tantísimos hijos que crecen en medio de desavenencias familiares con carencias afectivas y sin un hogar verdadero... etc, no se considere como la consecuencia de todo lo expuesto anteriormente, sino que son simples consecuencias del "machismo".
Analicemos el tema con detenimiento. Por un lado tenemos que existe la tendencia natural en el hombre y la mujer a formar una familia, a tener un hogar y unos hijos. Para que esto funcione, es evidente que no debe haber interferencias de terceros en la vida afectiva y sexual de la pareja. Esto es, que exista FIDELIDAD.
Pero el problema se presenta en esta época tan progre que prácticamente considera la fidelidad matrimonial como un concepto atrasado. De alguna manera se considera que el hombre y la mujer tienen derecho a hacer con su sexualidad lo que quieran, independientemente de si están casados o no.
Y es evidente, que con esta filosofía, el matrimonio se derrumba. Esto explica la inaudita tasa de divorcios de las sociedades actuales, consecuencia directa de la promiscuidad sexual generalizada tanto en hombres como en mujeres. Y esto explica también que algunos hombres, e incluso algunas mujeres, hartos de tanto "progresismo", reaccionen violentamente.
Como esto último puede dar lugar a confusiones, quiero dejar bien claro que no apoyo en absoluto el maltrato a las mujeres. Esta es una actitud totalmente execrable que rechazo de plano. Sólo pretendo explicar el mecanismo que conduce a esta situación deplorable.
Y, una vez llegados a este punto, debemos proponer soluciones. Como no podía ser menos, los progres se opondrán de plano a restringir la pretendida "libertad sexual" de hombres y mujeres, casados o no. Y, de hecho, lo único que proponen es incrementar aún más la promiscuidad sexual, elevar hasta lo grotesco la infidelidad matrimonial y acabar definitivamente con el concepto de familia. Ya se habla de "contratos matrimoniales", de "uniones libres", y "nuevos conceptos de familia", los cuales incluyen a homosexuales con hijos en adopción y otras aberraciones por el estilo que recuerdan al lema del "amor libre" de los años sesenta. Todo ésto es el camino seguido en Escandinavia, y, vistos los resultados, es previsible que siga incrementándose el porcentaje de divorcios, de hijos ilegítimos, de dolencias venéreas, de suicidios y de mujeres asesinadas.
Mi propuesta es recuperar el concepto cristiano de familia, basado en la fidelidad y la indisolubilidad. Un matrimonio unido por el amor engendra hijos felices, mantiene a los esposos felices, y genera una sociedad feliz.
Sin embargo, me temo que esto no sucederá así. Dada la actual filosofía hedonista que se expande por todo el mundo, donde lo único que importa es el egoísmo y la autosatisfacción, donde el prójimo es considerado un mero instrumento para obtener el propio placer, es previsible que en el futuro inmediato se incremente notablemente el asesinato de mujeres, hasta alcanzar los alarmantes niveles de Escandinavia.
SODOMA Y GOMORRA, HOY
Ya desde los orígenes del cristianismo muchos se preocuparon de esta inquietante pregunta: ¿cuál es el número de los condenados?. Los apóstoles preguntaron a Jesucristo y Este respondió sin dudarlo:
«Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son MUCHOS los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y POCOS son los que lo encuentran. (San Mateo 7, 13-14)
Los Padres de la Iglesia y los Santos coinciden en este punto. Santa Teresa tuvo una visión en la que veía como los condenados se hundían en el infierno a la manera de la caída de las hojas de los árboles en invierno.
En las apariciones de Prado Nuevo del Escorial, Madrid, la Virgen María afirma que todos los días multitudes de almas bajan al infierno.
La vidente de estas apariciones, Amparo Cuevas, entraba en éxtasis y por medio de ella se manifestaban de viva voz Jesucristo y María. Se trata de unas apariciones apocalípticas en las que se predice la llegada del fin de los tiempos ya en esta misma generación nuestra.
Estas apariciones son especialmente importantes para mí, pues he podido asistir personalmente a Prado Nuevo y doy fe de que en este lugar he tenido algo más que la vívida impresión de estar en presencia de la Divinidad. Asimismo puedo certificar personalmente una gran cantidad de testimonios fiables sobre acontecimientos sobrenaturales acontecidos en estas apariciones.
El mensaje anunciado por Amparo Cuevas es realmente estremecedor: dos tercios de la humanidad se condenarán al infierno, más detalles en esta página: CRONOLOGIA.
Es más, la vidente nos da un relato vívido de como será la entrada final de este enorme número de almas en el abismo:
25 DE JUNIO DE 1983
(Amparo explica): Veo como un campo sin vegetación ni vida. (Continúa Amparo llorando desconsoladamente, y con su voz natural entrecortada por sollozos se le oye decir: ¿Dónde los llevas a todos? ¿Dónde los llevas? ¡Ay! ¡ay¡ ¡ay!)
(Amparo continúa explicando esta visión): Veo como la entrada de un túnel muy oscuro y muchas personas a la entrada. Veo a personas muy feas, con ojos de odio, que salen de dentro del túnel y se llevan arrastrando a los que están fuera. Estos no pueden escapar porque una barrera de luz muy fuerte se lo impide.
Debo reconocer que dos tercios de la humanidad en vías de condenación eterna me pareció una cantidad exagerada, pero después de un repaso a las estadísticas sobre las abominaciones rampantes en la actualidad, me parece una cantidad incluso escasa.
Por si alguien aún no se ha dado cuenta de que vivimos en Sodoma y Gomorra, paso a exponer algunos datos numéricos sobre la situación moral del mundo actual, al que muchos consideran el mejor de los mundos posibles, pero que está a años-luz del proyecto que Dios trazó para el hombre.
Tanto en las apariciones como en las del Escorial, se afirma que los pecados de la carne son los más mortíferos. En El Escorial se afirma explícitamente que esta sociedad es peor que Sodoma y Gomorra, y que será castigada de la misma forma: con una lluvia de fuego abrasador.
En esta época especialmente, el libertinaje sexual ha alcanzado unas cotas sin precedentes. Como ejemplo tenemos las bodas homosexuales, una abominación sin precedentes históricos en ninguna legislación del mundo. Pero esto no es más que la punta del témpano. A continuación paso a detallar algunos datos estadísticos:
En los países de la Unión Europea nacen fuera del matrimonio un tercio de los niños.
Y estos son los afortunados, pues uno de cada seis niños es asesinado antes de nacer por medio del aborto.
El aborto es otro gran pecado mortal muy extendido por toda Europa. Por poner un dato, el 40% de las francesas abortaron o abortarán al menos una vez en su vida. Y aún peor es el panorama en otros países de Europa oriental, donde ya desde la época comunista, el aborto fue generalizado como simple método anticonceptivo.Todo ello no incluye el aborto químico por medio de las píldoras abortivas, cuyo consumo se ha incrementado exponencialmente. Y también es un abortivo el Dispositivo Intrauterino (DIU), considerado como un método anticonceptivo más, pero lo que realmente hace es provocar un microaborto.
Y dentro del matrimonio la situación tampoco es ninguna maravilla. En una investigación sobre enfermedades de transmisión genética, se comprobó por el ADN que el padre biológico de algunos niños no se corresponde con el padre legal. Por poner dos ejemplos, en España la proporción de estos hijos consecuencia del adulterio de la esposa es del 5% y en Francia alcanza el 10%.
Con semejante panorama, no es extraño que el 50% de los matrimonios acaben en ruptura, y hay que tener en cuenta que el matrimonio está en regresión. Cada vez hay menos bodas y muchas parejas simplemente viven en concubinato, sin pasar por el sacramento matrimonial y ni siquiera por el juzgado; por lo tanto, el número de rupturas es muy superior al 50% mencionado anteriormente.
Aunque las cifras son imprecisas, se calcula que no menos de un 30% de los casados caen en el pecado del adulterio, siendo la tasa masculina de adulterio bastante superior a la femenina, aunque también en este punto las cifras tienden a igualarse... a peor.
Por si fuera poco, muchos de los divorciados vuelven a casarse sin haber anulado antes su matrimonio eclesiástico, con lo cual también incurren en adulterio.
Él les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.» (San Marcos 10, 11-12).
Lo que Dios unió no lo separe el hombre. (San Mateo 19, 6).
Las estadísticas indican que alrededor del 4% de la población presenta una conducta homosexual, ya sea esporádica o continuada. No es la condición de homosexual el problema, sino las abominaciones sexuales que practica este grupo de población, explícitamente condenadas por la Biblia.
¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios. (1 Corintios 6, 9-10).
Pero no son únicamente los homosexuales los que tropiezan en estos pecados de impureza, la mayor parte de la población, casada o no, cae también en prácticas sexuales aberrantes. Debo recordar que el matrimonio no es una patente de corso para practicar toda clase de tropelías sexuales. Las depravaciones son un pecado muy grave, tanto dentro como fuera del matrimonio, así como entre los homosexuales.
Debo advertir que en este punto la sociedad aún no ha acabado de degenerarse. Es más que probable que dentro de poco se autoricen las prácticas sexuales con menores, como ya ocurre en algún país como Holanda. Y ya se está empezando a promover un nuevo tipo de aberración: la zoofilia. Está actualmente en cartelera una repugnante película sobre el "amor" de un hombre por su caballo. Este hombre, que existió en la realidad, acabó muriendo a causa de un desgarro intestinal masivo producido por la bestia.
No puedo imaginar que clase de abominación vendrá después de todo esto.
El problema real de este mundo es que el hombre ha olvidado a Dios. El hombre sin Dios es como un animal racional, carece de referencias morales objetivas, y de esta forma, no tarda en convertir la libertad en libertinaje: todo le está permitido. En esta situación, el placer pasa a ocupar el lugar de Dios. Y así es como se esfuma rápidamente todo lo que tiene algún valor objetivo: el amor puro se sustituye por placer animal, el egoísmo, la pasión y el desenfreno.
En esta situación se encuentra -me temo- la mayor parte de la humanidad. El hedonismo dominante conduce al imperio de los sentidos: el hombre se convierte en una bestia -racional- en busca del placer por encima de todo lo demás. Esto explica la inaudita degeneración del hombre actual. Por citar también una estadística al respecto, podemos mencionar que el 5% de la población mundial es adicta a las drogas ilegales. A las legales como el alcohol y el tabaco, los adictos suman alrededor del 30%.
Es necesario advertir, una vez más, que si el hombre no se arrepiente y pide perdón por sus pecados, la condenación es inevitable. El Mesías lo dejó muy claro:
Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí. (San Juan 14, 6)
Que nadie se equivoque, después de esta vida no se produce la muerte definitiva, ni la aniquilación total del cuerpo y el alma, ni el paso a otra dimensión donde existan seres fantasmales o una especie de extraterrestres. Inmediatamente después de la muerte viene el juicio particular, y todos y cada uno de los hechos de nuestra vida nos serán presentados para que los veamos con los ojos puros e inmaculados de Dios.
Es imprescindible el arrepentimiento de los pecados para salvarse, de lo contrario, el destino final del hombre es el infierno.
«Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son MUCHOS los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y POCOS son los que lo encuentran. (San Mateo 7, 13-14)
Los Padres de la Iglesia y los Santos coinciden en este punto. Santa Teresa tuvo una visión en la que veía como los condenados se hundían en el infierno a la manera de la caída de las hojas de los árboles en invierno.
En las apariciones de Prado Nuevo del Escorial, Madrid, la Virgen María afirma que todos los días multitudes de almas bajan al infierno.
La vidente de estas apariciones, Amparo Cuevas, entraba en éxtasis y por medio de ella se manifestaban de viva voz Jesucristo y María. Se trata de unas apariciones apocalípticas en las que se predice la llegada del fin de los tiempos ya en esta misma generación nuestra.
Estas apariciones son especialmente importantes para mí, pues he podido asistir personalmente a Prado Nuevo y doy fe de que en este lugar he tenido algo más que la vívida impresión de estar en presencia de la Divinidad. Asimismo puedo certificar personalmente una gran cantidad de testimonios fiables sobre acontecimientos sobrenaturales acontecidos en estas apariciones.
El mensaje anunciado por Amparo Cuevas es realmente estremecedor: dos tercios de la humanidad se condenarán al infierno, más detalles en esta página: CRONOLOGIA.
Es más, la vidente nos da un relato vívido de como será la entrada final de este enorme número de almas en el abismo:
25 DE JUNIO DE 1983
(Amparo explica): Veo como un campo sin vegetación ni vida. (Continúa Amparo llorando desconsoladamente, y con su voz natural entrecortada por sollozos se le oye decir: ¿Dónde los llevas a todos? ¿Dónde los llevas? ¡Ay! ¡ay¡ ¡ay!)
(Amparo continúa explicando esta visión): Veo como la entrada de un túnel muy oscuro y muchas personas a la entrada. Veo a personas muy feas, con ojos de odio, que salen de dentro del túnel y se llevan arrastrando a los que están fuera. Estos no pueden escapar porque una barrera de luz muy fuerte se lo impide.
Debo reconocer que dos tercios de la humanidad en vías de condenación eterna me pareció una cantidad exagerada, pero después de un repaso a las estadísticas sobre las abominaciones rampantes en la actualidad, me parece una cantidad incluso escasa.
Por si alguien aún no se ha dado cuenta de que vivimos en Sodoma y Gomorra, paso a exponer algunos datos numéricos sobre la situación moral del mundo actual, al que muchos consideran el mejor de los mundos posibles, pero que está a años-luz del proyecto que Dios trazó para el hombre.
Tanto en las apariciones como en las del Escorial, se afirma que los pecados de la carne son los más mortíferos. En El Escorial se afirma explícitamente que esta sociedad es peor que Sodoma y Gomorra, y que será castigada de la misma forma: con una lluvia de fuego abrasador.
En esta época especialmente, el libertinaje sexual ha alcanzado unas cotas sin precedentes. Como ejemplo tenemos las bodas homosexuales, una abominación sin precedentes históricos en ninguna legislación del mundo. Pero esto no es más que la punta del témpano. A continuación paso a detallar algunos datos estadísticos:
En los países de la Unión Europea nacen fuera del matrimonio un tercio de los niños.
Y estos son los afortunados, pues uno de cada seis niños es asesinado antes de nacer por medio del aborto.
El aborto es otro gran pecado mortal muy extendido por toda Europa. Por poner un dato, el 40% de las francesas abortaron o abortarán al menos una vez en su vida. Y aún peor es el panorama en otros países de Europa oriental, donde ya desde la época comunista, el aborto fue generalizado como simple método anticonceptivo.Todo ello no incluye el aborto químico por medio de las píldoras abortivas, cuyo consumo se ha incrementado exponencialmente. Y también es un abortivo el Dispositivo Intrauterino (DIU), considerado como un método anticonceptivo más, pero lo que realmente hace es provocar un microaborto.
Y dentro del matrimonio la situación tampoco es ninguna maravilla. En una investigación sobre enfermedades de transmisión genética, se comprobó por el ADN que el padre biológico de algunos niños no se corresponde con el padre legal. Por poner dos ejemplos, en España la proporción de estos hijos consecuencia del adulterio de la esposa es del 5% y en Francia alcanza el 10%.
Con semejante panorama, no es extraño que el 50% de los matrimonios acaben en ruptura, y hay que tener en cuenta que el matrimonio está en regresión. Cada vez hay menos bodas y muchas parejas simplemente viven en concubinato, sin pasar por el sacramento matrimonial y ni siquiera por el juzgado; por lo tanto, el número de rupturas es muy superior al 50% mencionado anteriormente.
Aunque las cifras son imprecisas, se calcula que no menos de un 30% de los casados caen en el pecado del adulterio, siendo la tasa masculina de adulterio bastante superior a la femenina, aunque también en este punto las cifras tienden a igualarse... a peor.
Por si fuera poco, muchos de los divorciados vuelven a casarse sin haber anulado antes su matrimonio eclesiástico, con lo cual también incurren en adulterio.
Él les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.» (San Marcos 10, 11-12).
Lo que Dios unió no lo separe el hombre. (San Mateo 19, 6).
Las estadísticas indican que alrededor del 4% de la población presenta una conducta homosexual, ya sea esporádica o continuada. No es la condición de homosexual el problema, sino las abominaciones sexuales que practica este grupo de población, explícitamente condenadas por la Biblia.
¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios. (1 Corintios 6, 9-10).
Pero no son únicamente los homosexuales los que tropiezan en estos pecados de impureza, la mayor parte de la población, casada o no, cae también en prácticas sexuales aberrantes. Debo recordar que el matrimonio no es una patente de corso para practicar toda clase de tropelías sexuales. Las depravaciones son un pecado muy grave, tanto dentro como fuera del matrimonio, así como entre los homosexuales.
Debo advertir que en este punto la sociedad aún no ha acabado de degenerarse. Es más que probable que dentro de poco se autoricen las prácticas sexuales con menores, como ya ocurre en algún país como Holanda. Y ya se está empezando a promover un nuevo tipo de aberración: la zoofilia. Está actualmente en cartelera una repugnante película sobre el "amor" de un hombre por su caballo. Este hombre, que existió en la realidad, acabó muriendo a causa de un desgarro intestinal masivo producido por la bestia.
No puedo imaginar que clase de abominación vendrá después de todo esto.
El problema real de este mundo es que el hombre ha olvidado a Dios. El hombre sin Dios es como un animal racional, carece de referencias morales objetivas, y de esta forma, no tarda en convertir la libertad en libertinaje: todo le está permitido. En esta situación, el placer pasa a ocupar el lugar de Dios. Y así es como se esfuma rápidamente todo lo que tiene algún valor objetivo: el amor puro se sustituye por placer animal, el egoísmo, la pasión y el desenfreno.
En esta situación se encuentra -me temo- la mayor parte de la humanidad. El hedonismo dominante conduce al imperio de los sentidos: el hombre se convierte en una bestia -racional- en busca del placer por encima de todo lo demás. Esto explica la inaudita degeneración del hombre actual. Por citar también una estadística al respecto, podemos mencionar que el 5% de la población mundial es adicta a las drogas ilegales. A las legales como el alcohol y el tabaco, los adictos suman alrededor del 30%.
Es necesario advertir, una vez más, que si el hombre no se arrepiente y pide perdón por sus pecados, la condenación es inevitable. El Mesías lo dejó muy claro:
Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí. (San Juan 14, 6)
Que nadie se equivoque, después de esta vida no se produce la muerte definitiva, ni la aniquilación total del cuerpo y el alma, ni el paso a otra dimensión donde existan seres fantasmales o una especie de extraterrestres. Inmediatamente después de la muerte viene el juicio particular, y todos y cada uno de los hechos de nuestra vida nos serán presentados para que los veamos con los ojos puros e inmaculados de Dios.
Es imprescindible el arrepentimiento de los pecados para salvarse, de lo contrario, el destino final del hombre es el infierno.
DIVORCIO, CAMBIOS DE PAREJA Y FIDELIDAD
Es curioso, ¡y muy elocuente!, que los que suelen defender el divorcio y los cambios de pareja, como lo más moderno y avanzado del mundo, se rasguen al mismo tiempo las vestiduras cuando sufren la infidelidad.
La confianza en la palabra del otro está más que perdida, ¡al tiempo que se acepta como sagrada la de la divinizada c i e n c i a!- que determinan la paternidad o no de quien es sospechoso de infidelidad, para demostrar si ha sido fiel o no el compañero o la compañera (lo de marido y mujer parece también haber quedado perdido en la noche de los tiempos).
¿Cómo en una sociedad que enarbola la bandera de la infidelidad, como el más progresista de los avances, puede buscarse tan con uñas y dientes la lealtad del otro?
Justamente porque eso de la fidelidad tiene un horizonte más amplio, y más hondo. COMO LA LIBERTAD Y COMO EL AMOR, está en la raíz misma de nuestra humanidad.
Decir F I D E L I D A D, en toda su hondura, es poner delante de los ojos, y del corazón, LA MAS RADICAL DE LAS EXIGENCIAS DE TODO SER HUMANO, sin cuyo cumplimiento todas las otras exigencias quedarán igualmente incumplidas.
El contenido esencial de la fidelidad, que el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define así: «Observancia de la fe que uno debe a otro», tiene que penetrar hasta el fondo de toda relación humana, SI NO QUEREMOS QUE LA VIDA SEA UN FRACASO.
Efectivamente, NO ES POSIBLE VIVIR SI NADIE PUEDE CONFIAR EN NADIE, y eso sucede en una sociedad de hombres inconstantes, incapaces de mantener en su alma nada que sea bueno, bello y verdadero. Sólo el fiel inspira confianza, y sólo el fiel se gana la fidelidad del otro. Sin personas fieles, sólo existe UNA BRUTAL SOLEDAD, y si no es bueno que el hombre esté solo, como enseña el primer libro de la Biblia y ratifica cada día la experiencia, no hay mayor daño que podamos hacernos a nosotros mismos que caer en la infidelidad.
Sí, caer, porque tal situación significa la ruina de la misma dignidad que, precisamente, nos identifica como seres humanos.
Quien pasa de una cosa a otra, sin que permanezca consistencia alguna en su interior, ni puede conocerse a sí mismo, ni puede mantener relaciones profundas, ni siquiera mínimamente humanas, con los demás, porque en realidad, bajo la cultura dominante que no deja de predicar esa letal mentira de la independencia de los individuos, la ausencia de lazos disfrazada de libertad, no es capaz de relación permanente alguna con nada.
Sin la fidelidad inalterable del amor de una madre, o la lealtad inquebrantable de un amigo, poseen una belleza envidiable, nada hay más rastrero y repulsivo que esa violencia terrible de unos contra otros, hoy tan a la vista en tantísimos programas de televisión, provocada necesariamente por esa patología psicológica del hombre sin vínculos permanentes con nada ni con nadie, que queda, por tanto, vacío, por dentro, de lo que permanece para siempre: EL BIEN, LA VERDAD Y LA BELLEZA, JUSTAMENTE AQUELLO PARA LO QUE ESTÁ HECHO EL CORAZÓN.
Sin ello, el ser humano queda a merced de lo efímero, de acá para allá COMO LA VELETA MOVIDA POR EL VIENTO que más sople, como mariposa de flor en flor, con lo que va siendo dominado por cada una de ellas; en definitiva, a merced del Poder, como las arenas movedizas, carentes de la más mínima firmeza interior, que ceden sin ninguna resistencia.
Nada más lejos, pues, de la libertad, de una vida plena de sentido y de inteligencia, que sí se alcanza, en cambio, en el camino de la fidelidad
Y en el comienzo,como en la meta, está la fidelidad de Dios.
No es accidental que el vocablo latino 'fides' signifique tanto f i d e l i d a d como fe.
El origen de la infidelidad, que hace imposible la vida humana, no hay que buscarlo más que en el rechazo de la fidelidad de Dios, que eso es la falta de fe.
Por el contrario, la vida florece en la fe verdadera, la que nace del reconocimiento de esa Fidelidad infinita que me precede, porque es Ella la que me ha creado y me mantiene en el ser.
Sin esta fe, no es posible confiar de veras en nadie ni en nada. ¿Vale la pena vivir así?...
No hay comentarios:
Publicar un comentario