*Reflexiones del corazon*

martes, 22 de julio de 2014

LA OBRA DE DIOS EN NUESTRO CUERPO




LA OBRA DE DIOS EN NUESTRO CUERPO ...


El cuerpo que el creyente tiene ahora es llamado un cuerpo animal y su cuerpo futuro y resucitado un cuerpo espiritual, 1 Corintios 15 .44.
La obra de Dios en nuestro cuerpo  ...
 Es decir, el cuerpo actual está adaptado a las condiciones de este mundo, a nacer, crecer, reproducirse y realizar las actividades típicas de la vida aquí, y está sujeto al deterioro y la muerte. 
El cuerpo espiritual, en contraste, será adaptado a las condiciones del mundo por venir, al cielo. 
Ese cuerpo responderá perfectamente a ese medio ambiente y a las actividades de nuestros espíritus a lo largo de todas las edades infinitas de la eternidad. La necesidad de un cambio Debe quedar evidente a toda mente seria que el vasto cambio en las condiciones de la vida futura requieren un cambio radical en el cuerpo. En palabras inspiradas se dice en 1 Co - 5 5 rintios 15.50 que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción la incorrupción. 
Nuestros cuerpos naturales no se adaptarían a las moradas celestiales. 
Hablando de una manera práctica, si fuéramos arrebatados al cielo en nuestra condición presente, moriríamos congelados antes de dejar esta atmósfera, o bien por falta de oxígeno. Puede haber también muchas otras condiciones a las cuales se adaptarán nuestros cuerpos espirituales pero que no podrían ser toleradas por estos cuerpos naturales o animales. Podemos confiar en que nuestro Creador, quien ha hecho que cada una de sus innumerables criaturas sea idónea para su respectivo medio, diseñará nuestros cuerpos perfecta y hermosamente para su morada eterna. Los hombres mortales se han caído como muertos ante la gloria de las visiones celestiales, pero en nuestros cuerpos glorificados  contemplaremos estas glorias con rostro descubierto. Allá en la gloria estaremos en casa. 
El valor del cuerpo Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas, Filipenses 3.20,21. 
El cuerpo que tenemos es de nuestra humillación por cuanto está sujeto a la muerte. Es un cuerpo mortal en contraste con el cuerpo espiritual que nunca conocerá la defunción. Nuestro Señor tomó el cuerpo de humillación que le fue preparado, y sufrió la muerte a favor nuestro. Su cuerpo natural era de gran valor, como es el del creyente. Jehová enterró a Moisés en el valle en la tierra de Moab, según cuenta Deuteronomio 34; no su espíritu sino su cuerpo. El arcángel Miguel contendió con el diablo por ese cuerpo, Judas 9, manifestando que era de valor tanto a los poderes angelicales como infernales. Amamos y sustentamos nuestro cuerpo actual, y no queremos dejarlo, pero ¡cuán precioso, entonces, será el cuerpo glorificado con el cual seremos revestidos! 
El cuerpo natural es como una tienda que se envejece y algún día tiene que ser desmantelada, pero el cuerpo espiritual es un edificio de Dios, eternal en los cielos. A veces gemimos en este cuerpo, como dice el apóstol, y así con más razón deseamos ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial, 2 Corintios 5.1,2. 
De la corrupción y servidumbre a la inmortalidad y libertad.
No importa cuán hermoso y precioso sea el cuerpo humano, tiene dentro de sí el principio de la muerte y decadencia. El pecado ha hecho su obra nefasta, y el dictamen divino es que el cuerpo de uno está sembrado en corrupc ión pero resucitará en incorrupción, 1 Corintios 15.42. La muerte y la descomposición son un prospecto tenebroso para el hombre natural; son la terrible amenaza y pena por su primer pecado. Ahora que Cristo ha muerto y resucitado, la vida y la inmortalidad han salido a la luz por el evangelio, 2 Timoteo 1.10. 
El cuerpo espiritual será de una naturaleza tal que será imposible llevarlo a la esfera de la corrupción. ¡Cuán digno es del Dios incorruptible — como es llamado en Romanos 1 — conducir sus hijos a la conformidad con su propia naturaleza gloriosa! Otro contraste bíblico entre el cuerpo natural y el espiritual está expresado en las palabras del capítulo 8 de Romanos: La creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y  a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. ¡Preciosa es esta promesa! 
La esclavitud presente a las limitaciones de un cuerpo natural será canjeada por una libertad gloriosa, y el gemido del día de hoy, producto del dolor, será cambiado por el regocijo y libertad del cuerpo redimido. 
 Nuestro corazón se alegra ante esta esperanza mientras aguardamos pacientemente el momento conocido sólo al Padre.
 Las glorias de la obra divina Hay una hermosura o gloria peculiar en cada obra de Dios. Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, 1 Corintios 15.40. 
Pero no sólo los orbes celestiales tienen su dignidad; el cuerpo humano tiene también su hermosura natural y su esplendor una vez resucitado.
 La debilidad y la corrupción de 1 Corintios 15 se refieren a la muerte y descomposición del cuerpo, y no a la salud y fuerza que Dios lo ha dado. 
Algunos científicos que han dedicado sus vidas a la investigación del cuerpo humano reconocen que hay muchas maravillas en el mismo que no se pueden explicar. 
Saben mucho de cómo funciona pero poco de por qué es así, confirmando lo que David exclamó en el Salmo 139: Maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. 
¿Qué diremos, entonces, del cuerpo espiritual? Sabemos que Dios no retrocede en sus obras; en lo que Él hace, lo postrero es mejor.
 Sabemos también que seremos semejantes a Cristo: Somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos como Él es, 1 Juan 3.2. 
Cuando Jesús resucitó de entre los muertos Él entró en un salón cerrado para manifestarse a sus discípulos. En otras ocasiones conversó con uno y otro, y desapareció. Finalmente, ascendió a las nubes del cielo mientras algunos de los suyos contemplaban la escena. 
Amados, en vista de los misterios que todavía no nos han sido revelados, ¡nos corresponde regocijarnos en lo que sí ha sido revelado! Sabemos que seremos semejantes a Él. 
Es natural que la mente pregunte cómo se realizará la gran transformación a este sorprendente cuerpo espiritual. Es muy clara la respuesta dada en 1 Corintios 6.14: Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder. Filipenses 3:21 abunda un poquito más: ... transformará el cuerpo de la humillación nuestra ... por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas. Todavía pregunta la incredulidad: ¿Cómo resucitarán los muertos? Pablo responde con la ilustración del grano que es sembrado en la tierra para luego brotar como un objeto de vida y hermosura. 
Somos testigos de los misterios de la vida pero los entendemos sólo por fe, como entendemos también haber sido constituido el universo por la palabra de Dios.

 Este gran milagro de la transformación del cuerpo se realizará en la venida del Señor al aire para llevar a los suyos, 1 Tesalonicenses 4.15 al 17. Dios ha hecho saber su propósito al decir hacia el final de 1 Corintios 15: Todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta. Por mi parte, me regocijo en las declaraciones positivas y dogmáticas de la inspiración: Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. 
Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. 
Y es en este contexto que el apóstol hace la afirmación que hemos usado como tema de esta serie de artículos: Lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.

Fragmento de 
A.S. Loizeaux
De la revista
Help and Food

1 comentario:

Anónimo dijo...


1 Coríntios
Capítulo 15.
Capítulo Completo Anotar
46. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.
47. El primer hombre, es de la tierra, terreno: el segundo hombre que es el Señor, es del cielo.
48. Cual el terreno, tales también los terrenos; y cual el celestial, tales también los celestiales.
49. Y como trajimos la imagen del terreno, traeremos también la imagen del celestial.
50. Esto empero digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción.
51. He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados.
52. En un momento, en un abrir de ojo, á la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados.
53. Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad.
54. Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido de inmortalidad, entonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria.
55. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria?
56. Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y la potencia del pecado, la ley.
57. Mas á Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo.
58. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano.

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El nos amó, nos ama y nos amará. Gracias a Él es que podemos llamarnos hijos de Dios, Dios eligiéndolos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, {EF 1,5;} Jesús se ofreció como sacrificio eterno al padre, y ofreció su sangre por nuestros pecados; ya el enemigo ¡no nos puede atar! ¡Somos libre! por la sangre, del cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. !El mundo no te puede atar¡ Sólo tú te puedes atar (limitar). En Él nombre de Jesús te invito a que entregues tu vida a Jesús, para que el Espíritu Santo te toque y te envuelva en el amor del Padre. No digas; nadie me ama o que solo me siento y mucho menos digas; yo no valgo nada. Hermano mío, tú vales la sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, tú vales la sangre de Cristo. Por lo tanto tú eres importante. Posiblemente te encuentras en la oficina de un doctor o en un hospital enfermo sintiéndote solo, triste, angustiado; posiblemente estás molesto por tanto esperar, tienes la angustia de no saber que tienes y eso te crea una inseguridad emocional, mas sin embargo yo te digo que tu no estás solo. ¡Hay alguien que te ama, y ese alguien, ,tiene nombre de hombre y se llama Jesús! Él sabe por lo que estás pasando y hoy te dice; hijo mío cuando, más sólo te has sentido, es cuando más cerca he estado de ti. Posiblemente te preguntarás. ¿Me amará el Señor? Para poder contestarte esa pregunta solo te invito a que mires a una imagen de Jesús crucificado, mira sus llagas y su sangre derramadas por ti y por mí, mira la corona de espinas. Mira sus rodillas en carne viva y ahora soy yo el que te pregunta ¿crees que Jesús te ama?¡Pues claro que te AMA!





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