Nos quieren dóciles, manejables, obedientes, sumisos. ¿Quiénes? Los
adoradores de Mammón, el demonio de la avaricia y la codicia ante el que
se arrodillan los esclavos del dinero. Mammón, dios de las riquezas,
del beneficio o la utilidad en el panteón de los fenicios según
eruditos, es quien reina verdaderamente en nuestro mundo.
*En la Biblia, Mammón se presenta como símbolo de las riquezas en los
evangelios de Lucas y Mateo, apareciendo en algunas traducciones como
“abundancia deshonesta” y en otras simplemente como Mammón: “No os
hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen y
donde los ladrones minan y hurtan, sino haceos tesoros en el cielo,
donde ni la polilla ni el orín corrompen y donde ladrones no minan ni
hurtan, porque donde esté vuestro tesoro ahí estará también vuestro
corazón (…) Ninguno puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno
y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis
servir a Dios y a Mammón” (Mateo )
Para los adoradores de Mammón que gobiernan el estado de cosas en el
mundo y le queman incienso al capitalismo salvaje y a la dictadura
global de los mercados, lo preponderante en el mundo no es la
construcción de relaciones genuinas con sentido de comunidad en las que
se salvaguarden la dignidad y la salud emocional de las personas, sino
las relaciones contractuales, interesadas e impersonales que les
permitan satisfacer su hambre desmedida por adquirir dinero, rindiéndole
culto al brillo del oro y a su ego, a su mezquindad inagotable que les
incapacita para la fraternidad, el amor, la solidaridad humana y el
cuidado y buen trato a la naturaleza.
Los adoradores de Mammón mercantilizan los bienes de la naturaleza.
No ven por ejemplo el acceso al agua como derecho humano fundamental
para la vida o patrimonio eco-social, sino como una mercancía más.
Sabemos que el 71% de nuestro cuerpo es agua, la misma proporción
existente en nuestro planeta, pero los acólitos de Mammón la quieren
privatizada, regida por las leyes de la dictadura mundial de los
mercados. “Todo en la vida es una venta”, me dijo alguna vez un alto
funcionario de importante medio de comunicación, adorador de Mammón a
nivel de peones en el tablero del ajedrez diabólico del utilitarismo,
donde la información no es de ninguna manera un derecho, sino una
mercancía más que debe ser explotada sin moral alguna y sin la más
mínima responsabilidad social. Muchos que se presentan ante el público
como “periodistas” en importantes “medios de comunicación”, son en
realidad cortesanos de la élite Mammona, auténticos hedonistas de lo
que les provoca su cercanía con el poder, aunque despisten algunas veces
mostrándose críticos con aquellos a quienes Mammón quiere tener en
jaque para que le sirvan como se les requiere o para ser sacrificados en
la hoguera de los desechos cuando dejan de ser útiles en sus planes.
Los adoradores de Mammón, grandes o pequeños, piensan que en la vida el
dinero puede hacerlo todo y por eso terminan haciendo todo por dinero.
Santo Tomás de Aquino describía a Mammón como uno de los pecados capitales: la codicia.
“Mammón sale del infierno ayudado por un lobo, para venir al mundo y corromper el corazón del hombre con la codicia”, dice Aquino.
*Pero que fácilmente se han dejado corromper sus corazones los
acólitos o seguidores complices de Mammón en todo el mundo.
Recientemente en España hasta los gusanos vomitan por los abusos desmedidos y los escándalos de corrupción en las entrañas del poder económico y político. En mi país, México, los acólitos de Mammón se muestran cada vez más cínicos y descarados, porque se saben protegidos por un pacto de impunidad acordado en las sombras y solapado a su vez por y desde los tronos internacionales donde se diseñan programas contrarios a la soberanía de los países, como el llamado Proyecto México 2030 que presentó durante su gobierno el presidente Felipe Calderón: “Ellos están planteando abatir la pobreza extrema a cero. Esto no se va a lograr para 2030 ni para 2040 con el modelo neoliberal. Tampoco será posible incrementar el ingreso per cápita a niveles como los de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, porque tenemos una economía altamente monopólica, parasitaria y con énfasis en el capital especulativo”, dijo sobre el Proyecto 2030 el doctor, profesor e investigador Victor Palacio a la revista mexicana Contralinea en marzo de 2010. Más recientemente, la llamada “Reforma Energética” que resulta ser el cumplimiento de una vieja propuesta del Banco Mundial (BM), entre otras instancias internacionales, confirmando el espíritu de aquello que escribiera Ramón López Velarde en su oratorio-poema La suave patria: “El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo”.
Recientemente en España hasta los gusanos vomitan por los abusos desmedidos y los escándalos de corrupción en las entrañas del poder económico y político. En mi país, México, los acólitos de Mammón se muestran cada vez más cínicos y descarados, porque se saben protegidos por un pacto de impunidad acordado en las sombras y solapado a su vez por y desde los tronos internacionales donde se diseñan programas contrarios a la soberanía de los países, como el llamado Proyecto México 2030 que presentó durante su gobierno el presidente Felipe Calderón: “Ellos están planteando abatir la pobreza extrema a cero. Esto no se va a lograr para 2030 ni para 2040 con el modelo neoliberal. Tampoco será posible incrementar el ingreso per cápita a niveles como los de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, porque tenemos una economía altamente monopólica, parasitaria y con énfasis en el capital especulativo”, dijo sobre el Proyecto 2030 el doctor, profesor e investigador Victor Palacio a la revista mexicana Contralinea en marzo de 2010. Más recientemente, la llamada “Reforma Energética” que resulta ser el cumplimiento de una vieja propuesta del Banco Mundial (BM), entre otras instancias internacionales, confirmando el espíritu de aquello que escribiera Ramón López Velarde en su oratorio-poema La suave patria: “El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo”.
Hay una frase de Kissinger de 1973 con ocasión de la primera crisis
del petróleo: “Dios ha puesto el petróleo en una zona del mundo donde ni
lo necesitan ni saben utilizarlo. Nosotros sabemos usarlo y lo
necesitamos”.
La vida humana debiera estar muy por encima de las migajas que el
poderoso don Mammón quiere dejarle a los habitantes del planeta. Morris
Brman cita en uno de sus libros el trabajo “Superclass (Superclase) de
David Rothkopf, en el que identifica “una élite global de alrededor de
6000 individuos que dirigen el espectáculo, a nivel mundial , y las
principales cincuenta instituciones financieras que controlan casi 50
billones de dólares en activos”. Conspiración o no, dice Berman, los
resultados son los mismos.
¿Será posible impregnar nuestra humanidad de otros valores que nos
conduzcan a luchar por ser y no sólo a luchar por tener cueste lo que
cueste pasando por encima de quien sea? Hay quienes advierten que si no
se reacciona con rapidez ante los embates globales del demonio de la
avaricia, Mammón, “se establecerá una especie de
fascismo-capitalista-religioso del que será muy difícil de salir porque
lo domina todo” .
Por Rubén Luengas
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