La disciplina de Dios
********** l tema de la disciplina
es uno que nos cuesta entender, especialmente porque estamos muy
condicionados por la cultura en la cual vivimos. En muchos ámbitos
educativos se ha descartado cualquier tipo de disciplina hacia los
estudiantes, porque se considera que el daño emocional de una disciplina
impuesta es irreparable. Influenciados por esta filosofía humanista,
muchos padres cristianos han claudicado frente a la responsabilidad de
disciplinar a sus hijos para criarlos en el temor de Dios.
Por otro lado, en nuestra cultura latina no es inusual encontrarnos con padres que son exageradamente violentos en la disciplina de sus hijos, usando el momento de la disciplina para descargar frustraciones e ira acumulada. ¡No hace falta señalar que en estas circunstancias la disciplina deja de tener utilidad para la vida del disciplinado! De la misma manera, nosotros que hemos sido llamados a formar a otros, debemos estar dispuestos a ejercitar la disciplina cuando sea necesario.
Por otro lado, en nuestra cultura latina no es inusual encontrarnos con padres que son exageradamente violentos en la disciplina de sus hijos, usando el momento de la disciplina para descargar frustraciones e ira acumulada. ¡No hace falta señalar que en estas circunstancias la disciplina deja de tener utilidad para la vida del disciplinado! De la misma manera, nosotros que hemos sido llamados a formar a otros, debemos estar dispuestos a ejercitar la disciplina cuando sea necesario.
En
la reflexión de hoy nos interesa meditar en la disciplina como el
resultado de un compromiso de amor hacia la persona disciplinada. Note,
en primer lugar, que la disciplina y el amor no son incompatibles. Al
contrario, el autor de Hebreos señala que una de las maneras como
conocemos el amor del Señor hacia nosotros es en la disciplina que trae
sobre nuestras vidas. Esta aparente contradicción es más fácil de
entender cuando no nos concentramos en el proceso de la disciplina, sino
en el producto de dicha experiencia. La disciplina no se administra
para obtener resultados a corto plazo. Es una inversión que producirá
fruto a lo largo de muchos años. Quien disciplina con esta verdad en
mente, sabe que lo desagradable del momento es necesario, si es que el
futuro va a brindar los resultados positivos de las acciones tomadas.
Esta es la perspectiva de la exhortación de Proverbios, cuando dice: «No
rehuses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no
morirá. Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del Seol» (23.13-14). ¡La administración de la disciplina tiene consecuencias relacionadas con la eternidad!
La persona disciplinada no es la única que se duele en la experiencia.
El que disciplina también sufre . Si usted ha disciplinado en amor a un
hijo, sabrá que el corazón del padre sufre y se quebranta por la
necesidad de la acción a tomar. Experimentamos, además, desilusión por
el comportamiento inapropiado que ha hecho necesario la administración
de la disciplina.
En
este sentido podemos entender el dolor de nuestro buen Padre celestial
cuando se hace necesario que nos discipline. Seguramente su corazón se
carga de tristeza por nuestras acciones inapropiadas que lo motivan a
disciplinarnos. Mas, por nuestro bien, no desiste de la disciplina. De
la misma manera, nosotros que hemos sido llamados a formar a otros,
debemos estar dispuestos a ejercitar la disciplina cuando sea necesario,
con espíritu tierno pero firme. Es una parte esencial de nuestra labor
pastoral, y no debemos descuidarla.
Para pensar:
Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados ( He 12.11).
Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados ( He 12.11).
Autor: Christopher Shaw. Producido y
editado por Desarrollo Cristiano Internacional para
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