OJO! EL ARREPENTIMIENTO
`Si hay un elemento del mensaje del evangelio que es minimizado hoy en día es la doctrina del arrepentimiento. Algunos lo han eliminado totalmente; otros han distorsionado y suavizado su significado. Algunos lo han hecho sobre fundamentos teológicos, otros por razones más pragmáticas. En el nivel pragmático tenemos que admitir que el arrepentimiento no se desarrolla muy bien en una sociedad narcisista y orientada al yo. Muchos están muy contentos en recibir a Cristo obteniendo vida eterna sin ninguna interferencia fundamental en sus estilos de vida pecaminosos. Si el arrepentimiento es echado a la mezcla, todo cambia. Si el mensaje del evangelio es que Jesucristo murió por nuestros pecados, nuestra respuesta al evangelio es creer y poner nuestra fe en El para perdón de pecados. Pero, ¿es posible confiar en nuestro Señor para perdón y la justicia correspondiente de Dios (2 Cor. 5:21) y al mismo tiempo continuar aferrándonos a nuestros pecados e ídolos? En otras palabras, ¿podemos volvernos a Cristo para perdón y no tener ninguna intención de volvernos del pecado? Pablo no lo creía (Hechos 26:18-20). La palabra bíblica para volvernos del pecado es “arrepentimiento”, la cual, como intentaré demostrar, es esencial para la experiencia de la salvación. El arrepentimiento no es un paso adicional de fe, representa los dos lados de la misma moneda.
El entendimiento de que la salvación es el resultado de la sola gracia de Dios, recibida a través de solo la fe en Cristo solamente, fue la piedra angular de la reforma y es universalmente reconocida por todos los verdaderos cristianos fundamentales/evangélicos. Sin embargo, todos los aspectos de esta triple declaración de las solas están bajo ataque hoy dentro de los círculos evangélicos. Por ejemplo, el evangelio son las buenas noticias que Dios ha provisto el regalo del perdón, la redención y la reconciliación, solo por gracia. Pero, mientras que todas las ramas cristianas defienden la idea de la gracia, se está haciendo cada vez más popular el entendimiento de que la gracia puede ser administrada a través de ciertos sacramentos u obtenida como resultado de ciertos esfuerzos de nuestra parte. Por consecuencia, algunos negarían que la salvación está basada en Cristo y su sangre derramada, pero algunos afirman que aun aquellos que nunca han escuchado acerca de Cristo o de la cruz pueden encontrar la redención. ~Afortunadamente, aun cuando estas herejías están ganando popularidad aún se mantienen al margen de la iglesia conservadora. Aún no han penetrado profundamente al corazón del cristianismo que cree en la Biblia.
Charles Spurgeon (Bautista Reformado)
“Cristo Jesús ni
vino con el fin de que usted pudiera continuar en el pecado y escapar de su
penalidad; el no vino tampoco para prevenir la enfermedad mortal, sino para
alejar lejos esa enfermedad… Cristo ni vino para salvarnos en nuestros pecados,
sino para salvarnos de nuestros pecados”
William Booth (Metodista)
“El principal peligro del siglo veinte será: la
religión sin el Espíritu Santo, el cristianismo son Cristo, el perdón sin
arrepentimiento, la salvación sin la regeneración, y el cielo sin el infierno”.
A.W. Tozer (Evangélico – Alianza Cristiana Misionera)
“Los cuasi-cristianos siguen un cuasi-Cristo. Ellos
quieren Su ayuda pero no Su intervención. Lo halagarán pero nunca lo
obedecerán.”
“Es totalmente dudoso que un hombre pueda ser salvo
quien venga a Cristo pidiendo Su ayuda, pero sin la intención de obedecerle en
absoluto”.
Benjamín Warfield (Anglicano)
“No podemos decir que creemos en aquello que
desconfiamos demasiado para comprometernos a ello”
J.I. Packer (Anglicano)
“El arrepentimiento que Cristo demanda a Su pueblo
consiste en una negación firme de poner límites a los reclamos que Él pueda
hacer sobre sus vidas… Él no tiene ningún interés en reunir una vasta muchedumbre
de profesantes quienes se dispersen tan pronto como se enteren lo que realmente
demanda seguirle.”
Más recientemente, sin embargo, algunos se han levantado un desafío de
este entendimiento de nuestra gran salvación. El Catecismo Menor de Westminster
de 1647 (el cual representa el entendimiento teológico de los cristianos
conservadores de esa época y aún permanece representativo de muchos el día de
hoy) declara: “El arrepentimiento para vida es una gracia evangélica… Y al
comprender la misericordia de Dios en Cristo, para aquellos que se arrepienten,
el pecador se aflige y aborrece sus pecados, de manera que se aparta de todo
ellos y se vuelve hacia Dios.” Y, “EL arrepentimiento para vida principalmente
consiste en dos cosas: volverse del pecado y abandonarlos”.
Algunos, como Charles Ryrie, por el otro lado, han declarado que el
arrepentimiento no es nada más que un cambio de mente acerca de Cristo y no
tiene nada que ver con el cambiar nuestras mentes acerca del pecado. Otros, como Zane Hodges, van más allá y
dicen que la predicación del arrepentimiento a un crédulo es agregar obras al
evangelio. Mientras que ambos hombres estarían de acuerdo en que la salvación
es salvación no solo para justicia y vida eterna sino también salvación
(liberación, rescate) del pecado, no creen que cuando un incrédulo se vuelve a
Dios este debe también por lo tanto y de acuerdo a estos hombres, pueda volverse
a Cristo, confiar en El para salvación, y pedir perdón y aun no tener una
intención ni desear absolutamente volverse del pecado. Ya aun ser salvos del
pecado y declarados justos.
Algo seriamente está mal aquí. ¿Es parte del mensaje del evangelio el volverse
del pecado así como el volvernos a Dios o no lo es? Como hemos visto, hombres
piadosos están formados en ambos lados del tema. Pero las declaraciones de
hombres, mientras que sirven como un punto de referencia, no son la fuente
final de la verdad. Por esto debemos volvernos a las Escrituras.
La Conversión
Hay tres palabras griegas, epistrepho, metamelomai y metanoeo,
encontradas en el Nuevo Testamento que tratan con el concepto de volverse del
pecado y volverse a Dios. La primera de estas palabras es episthrepho a
menudo traducida “dar la vuelta, regresar o ser convertido”. Alrededor de la
mitad de sus usos involucran un cambio físico o secular. Por ejemplo, el
demonio exorcizado de un hombre dice: Volveré (epistrepho) a mi
casa de donde salí (Mat. 12:44). El resto de los usos deepistrepho tienen
una implicación teológica o espiritual –es este el que queremos examinar.
“El significado básico de epistrepho es volverse
en el sentido físico, mental o espiritual del término; y esto por lo tanto cuando
la palabra se mueve en el mundo del pensamiento y de la religión, significa un
cambio de perspectiva y una nueva dirección dada a la vida o a la acción”. Un
cambio de cualquier clase involucra dos cosas: volverse de algo
y volverse hacia algo. En la esfera de la conversión
espiritual (epistrepho) significa, por una parte, un cambio hacia Dios. “Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en
Sarón, los cuales se convirtieron (epistrepho) al Señor.” (Hechos 9:35). “Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número
creyó y se convirtió (epistrepho) al Señor.” (Hechos 11:21). “Por lo
cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten (epistrepho)
a Dios” (Hechos 15:19). “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero
ahora habéis vuelto (epistrepho) al Pastor y Obispo de vuestras almas.”
(1 Ped. 2:25). Aun en el evangelio de Juan, donde a menudo encontramos el concepto del
arrepentimiento, si no la palabra, nos topamos con epistrepho. “Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón;
Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, Y se conviertan (epistrepho),
y yo los sane.” (Juan 12:40). A mi entender, pocos tendrían
problema con la idea de que la fe salvadora involucra un cambio hacia Dios.
Por el otro lado, una persona no puede volverse a alguien
o a algo sin antes volverse de algo. Es en este
punto que mucho de la controversia irrumpe. Cuando una persona se convierte a
Dios por la gracia salvadora ¿de se convierte ella? Un examen de los textos
clave claramente revela que cuando uno se convierte a Dios, simultáneamente se
convierte del pecado. Miremos las Escrituras: En 1 Tesalonicenses 1:9 Pablo
escribe: “porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos
recibisteis, y cómo os convertisteis (epistrepho) de los ídolos a
Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”. Al convertirse a Dios, los
tesalonicenses se convirtieron de sus ídolos. ¿Puede uno convertirse a Dios y
aun continuar y aun aferrase a sus ídolos? Pablo no lo creía. Convertirse a
Dios de los ídolos es un paquete –ligado inseparablemente.
Cuando Pablo predicaba el evangelio en Iconio él fue claro: “Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también
somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas
vanidades os convirtáis (epistrepho) al Dios vivo” (Hechos
14:15). Es obvio que Pablo no preveía a alguien convirtiéndose a Dios sin antes
convertirse de “estas vanidades”. Y recuerde, esto fue en el contexto de la
predicación del evangelio, no dando instrucciones sobre la santificación.
En la conversión de Pablo él fue comisionado a los gentiles con el
propósito de “para que abras sus ojos, para que se conviertan (epistrepho) de
las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban,
por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.”
(Hechos 26:18). El evangelio predicado, a través del poder del Espíritu Santo,
preparará a las personas a ver la verdad con el fin de que puedan convertirse de algo hacia algo.
Se convertirán de la oscuridad (pecado, maldad) a la luz (justicia), del
dominio o señorío de Satanás al dominio o señorío de Dios. Y justo cuando no
malentendamos la comisión de Pablo, note como él lo aplica a su propio
ministerio: él fue a los gentiles predicando: “anuncié primeramente a los que
están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles,
que se arrepintiesen (metanoeo- vea el significado de esta palabra)
y se convirtiesen (epistrepho) a Dios, haciendo obras dignas de
arrepentimiento (metanoeo)” (Hechos 26:20). Pablo no vaciló en llamar al
arrepentimiento y a la conversión. El no veía incongruencia entre la fe y el
arrepentimiento del pecado. No había pasos separados, sino que eran parte y
conjunto de una misma cosa: el evangelio.
El Diccionario de Teología del Nuevo Testamento (una fuente y
estándar valioso para el estudio de palabras) dice esto: “Cuando un hombre es
llamado en el Nuevo Testamento para conversión, significa fundamentalmente una
nueva conversión de la voluntad humana hacia Dios, un retorno a casa de la
ceguera y error hacia el Salvador de todos (Hechos 26:18; 12 Ped. 2:25)… La
conversión involucra un cambio de señores. Uno quien hasta entonces había
estado bajo el señorío de Satanás (Efesios 2:1-2) viene hacia el señorío de
Dios, se lleva a cabo una rendición de vida a Dios en fe incluyendo toda su ser
(Hechos 26:20).”
Un Lamento
La siguiente palabra griega que debemos considerar es metamelomai, una
palabra que es a menudo confundida con el verdadero arrepentimiento. No lleva
la idea de un cambio de mente o de arrepentimiento, sino más bien un nivel de
sentir que de un nivel cognitivo. La idea básica demetamelomai parece
ser un lamento, un lamento que puede o no puede llevar a alguien a convertirse
a Dios. Por ejemplo, Judas “sintió remordimiento” (metamelomai) de su
traiciona Jesús pero el no se arrepintió (Mat. 27:3). Es importante señalar que
muchos usan el relato de Judas para probar que el arrepentimiento no es parte
de la fe salvadora. Ellos dicen: “Miren a Judas, él se “arrepintió”, pero
obviamente no se hizo cristiano”. Sin embargo, la palabra no es metanoeo (arrepentimiento)
sinometamelomai (lamento). Judas estaba triste por sus acciones –por
cosas que no resultaron como las había esperado. Pero él no estaba arrepentido
–él no se volvió de sus pecados hacia Dios para perdón. Ni tampoco se convirtió
(epistrepho) en el sentido de convertirse a Dios. El simplemente sintió
remordimiento.
En 2 Corintios 7:8, 9 la distinción es clara. Pablo escribe: “Porque
aunque os contristé con la carta, no me pesa (metamelomai), aunque
entonces lo lamenté (metamelomai); porque veo que aquella carta, aunque
por algún tiempo, os contristó. Ahora me gozo, no porque hayáis sido
contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento (metanoia)”.
El verdadero arrepentimiento puede incluir aspectos de lamento y
remordimiento y lo más probable que así será, pero estrictamente hablando, el
arrepentimiento es un cambio de mente acerca de algo.
Arrepentimiento
El verbo más importante en nuestro estudio es la palabra griega metanoeo. Esta
es la palabra más a menudo traducida como “arrepentimiento” en el Nuevo
Testamento. El uso secular significa el cambio de mente acerca de algo –que es
algo que depende del contexto. En el uso del Nuevo Testamento, como lo veremos, metanoeo siempre
tiene una referencia al cambio de mente acerca del pecado en tal manera que el
individuo realmente se vuelve del pecado.
El Arrepentimiento en el Antiguo Testamento
Un número de palabras en los registros del Antiguo Testamento son
traducidos o llevan el significado de “arrepentirse” o “arrepentimiento”.
Walter Kaiser escribe que “el uso antiguo profético del término
“arrepentimiento” “volverse” al Señor, aparece en
1 Samuel 7:3:
“Habló Samuel a toda la
casa de Israel, diciendo: Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová,
quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro
corazón a Jehová, y sólo a él servid, y os librará de la mano de los
filisteos.”
Note que Samuel llama al pueblo no solo a volverse a Dios sino también a
volverse de sus ídolos. Este es el entendimiento típico del Antiguo Testamento
del concepto del arrepentimiento y el mensaje constante de los profetas. “Jehová amonestó entonces a Israel y a Judá por
medio de todos los profetas y de todos los videntes, diciendo: Volveos de
vuestros malos caminos, y guardad mis mandamientos” (2 Reyes 17:13). Al arrepentimiento
del Antiguo Testamento incluye un volverse del pecado y volverse a Dios. Este tema
es llevado al Nuevo Testamento y es también un mensaje constante y consistente.
El Arrepentimiento en el Nuevo Testamento
Antes de que exploremos el significado y uso del arrepentimiento en el
Nuevo Testamento debemos primero examinar el pasaje favorito de aquellos que
niegan que el arrepentimiento tenga lugar en el momento de la salvación. En
Hechos 16 tenemos el relato del carcelero de Filipos quien, debido a una
poderosa manifestación de Dios, pide a Pablo y a Silas: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos
dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.” (vv. 30,
31).
Puesto que Pablo dice “cree” y no menciona el arrepentimiento o el
convertirse del pecado a Dios, la conclusión es que el arrepentimiento es un
acto innecesario, de hecho es una agregar obras para la salvación. Si el
arrepentimiento fuera necesario Pablo lo hubiera mencionado. ¡Caso cerrado!
Peor no tan rápido. De acuerdo, la salvación es través de la fe
solamente en Cristo solamente, pero hay un ciertos de asuntos que tenemos que
investigar aquí. Esta simple respuesta de Pablo: “Cree
en el Señor Jesucristo y serás salvo” hacen surgir una serie de preguntas:
“¿Qué quiere decir con creer? ¿Quién es el Señor Jesucristo? ¿Qué quiere decir
son ser salvo? El carcelero quería ser salvo, pero, ¿salvo de qué?
La salvación significa “rescate” o “liberación”. Podemos asumir que el
carcelero quiso ser salvo de su pecado y de sus consecuencias. Implícitamente,
si no que explícitamente, esto es arrepentimiento. Pero más relacionado a esta
discusión es que información adicional con respecto al evangelio ha sido
proporcionada. Es cierto que Pablo no menciona el arrepentimiento, pero también
es cierto que el no menciona la gracia, la cruz, la resurrección, la muerte
substitutoria de Cristo, y muchos otros aspectos del mensaje del evangelio.
¿Significa esto que estos temas no están relacionados y son innecesarios?
Prácticamente hablando puedo ir con un incrédulo y decirle “cree en el Señor
Jesucristo” y él puede afirmar fe en Cristo. Pero sin más información él nunca
podría conocer quien es Cristo o que es lo que ha hecho. Él podría “creer” pero
no ser salvo.
Seguramente en nuestros esfuerzos evangelísticos bien podemos no pedirle
a alguien que crea en Cristo sin antes primero explicarle todo el evangelio –y
tampoco lo hizo Pablo. En el siguiente versículo se nos dice: “Y le hablaron la palabra del Señor a él” (v. 32). No sabemos el
contenido de esta instrucción, pero podemos confiar que antes que el carcelero
verdaderamente colocara su fe en Cristo el conoció el evangelio desde el
principio hasta el fin. El punto es que es muy difícil e incorrecto, basar una
doctrina en un pasaje sencillo, tal como este lo es, en el cual no conozcamos
exactamente qué fue lo que se dijo.
Por el otro lado, mientras que no sabemos los detalles de lo que se le
dio al carcelero, no sabemos el contenido de algunos sermones apostólicos. En
Pentecostés, en el primero sermón de Pedro concluye con esta invitación: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en
el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo” (Hechos 2:38). Pedro no perdió el tiempo, en su siguiente
oportunidad el demandó: “arrepentíos y convertíos, para que sean borrados
vuestros pecados” (Hechos 3:19). Ni es solo una doctrina de los labios
de Pedro. Pablo proclamó en el Areópago: “Pero
Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a
todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30). Después cuando
Pablo estaba defendiendo su comisión apostólica al Rey Agripa él explica que el
Señor lo envió “para que abras sus
ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de
Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí (Cristo), perdón de
pecados y herencia entre los santificados.” (Hechos 26:18). El evangelio que
Pablo predicó llamaba a los hombres a convertirse (epistrepho), por la
fe, de las tinieblas a la luz y del dominio de Satanás al dominio de Dios.
Ahora, antes de que comencemos a decir lo que esto significa, todo o que
tenemos que hacer es ir a los versos 19 y 20 y ver lo que Pablo quiere decir. “…no fui rebelde a la visión celestial, sino que
anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la
tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen (metanoeo) y se
convirtiesen (epistrepho) a Dios, haciendo obras dignas de
arrepentimiento.”
Sin preguntar Pablo veía su ministerio llamando a hombres y mujeres a
arrepentirse y convertirse a Dios el cual resultaba en una vida transformada.
Pero ¿qué significa arrepentimiento?
Seguramente nadie puede estar en desacuerdo con las palabras claras de
la Escritura. Así que ¿cuál es el problema? El debate recae ampliamente en el
área de la definición. La palabra griega más importante (metanoeo)
significa cambio de mente acerca de algo. Charles Ryrie y los demás como él
enseñan que el arrepentimiento es un cambio de mente acerca de quién es
Jesucristo. Al arrepentimiento, en su entendimiento, no tiene nada que ver con
el pecado. Cambiar nuestras mentes acerca de Cristo es parte de la fe
salvadora, pero cambiar nuestras mentes acerca del pecado y de su señorío sobre
nuestras vidas son “obras”, como ellos dicen. ¿Es esto cierto? ¿El
arrepentimiento no tiene ninguna referencia al pecado? Bueno, la única manera
de saberlos es estudiando la Escritura misma.
Examinando el uso del verbo “arrepentirse” (metanoeo) y el
sustantivo “arrepentimiento” (metanoia) podemos determinar cómo es usada
la palabra en el Nuevo Testamento. No todas las referencias que examinaremos
están en el contexto de la salvación o del evangelio, porque no es nuestra
intención en este punto unir el arrepentimiento y la fe salvadora (lo haremos
después). En este punto simplemente queremos ver como los escritores del Nuevo
Testamento usaron las palabras metanoeo/metanoia. Cuando los
lectores originales del Nuevo Testamento encontraron la palabra “arrepentirse”
¿Qué creyeron que significaba?
Metanoeo y Metanoia en los Evangelios
Anteriormente señalé el concepto del Antiguo Testamento del
arrepentimiento (y la conversión). Esta más allá de la duda que cuando los
profetas del Antiguo Testamento llamaron al arrepentimiento, estaban llamando
al pueblo a convertirse de sus pecados. La idea de “cambiar su mente” acerca de
Cristo sería completamente extraña para los escritores del Antiguo Testamento.
Esto debemos tenerlo en mente al irnos a los evangelios. Cuando Juan el
bautista y Jesús vinieron predicando el arrepentimiento ¿Qué fue lo que su
audiencia entendió acerca de su significado? Seguramente la primer cosa que
cruzó por sus mentes fue arrepentirse del pecado y convertirse a Dios. A menos
que Juan, Jesús o los escritores de los evangelios específicamente redefinieran
el arrepentimiento en otros términos, podríamos esperar que el arrepentimiento
llevara la misma connotación que había tenido por siglos. Pero no vemos tal
cambio.
En el Nuevo Testamento el significado de metanoeo/metanoia no
es definido por el contexto en numerosos pasajes. En otras palabras, las palabras
mismas son usadas pero su significado específico es discutible (Mat. 3:2; 3:8,
11; 4:17; Mar. 1:15; Luc. 3:8; 16:30). Como ejemplo, Juan el bautista llamó al
pueblo a “arrepentíos por que el reino de los cielos se ha acercado” (Mat.
3:2). Jesús aún no había venido a escena cuando Juan pronunció estas palabras,
entonces, podríamos esperar que el pueblo judío vieran de la misma manera lo
que veían en mensajes similares de los profetas del Antiguo Testamento, i.e.,
volverse del pecado y volverse a Dios. Dando el beneficio de la duda, no
podemos probar que esto fue lo que quiso decir Juan.
Por el contrario, en muchos otros casos el contexto en el cual metanoeo/metanoia son
usados, el sujeto es claramente el pecado y la necesidad de convertirse de ello
(Mat. 9:13; 11:20; 12:41; Mar. 1:4; 2:17; Luc. 3:3; 5:32; 6:12; 10:13; 11:32;
13:3, 5; 15:7, 10; 17:3). Algunos pasajes representativos dicen: “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un
pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de
arrepentimiento” (Lucas 15:7); “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles
de Dios por un pecador que se arrepiente.” (Luc. 15:10); “Si tu hermano pecare
contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día
pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento;
perdónale.” (Luc. 17:3, 4). En la Gran Comisión, Jesús informa a sus
discípulos: “que se predicase en su
nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones” (Luc.
24:47). En cada uno de estos casos es irrefutable que el
arrepentimiento/arrepentirse significa un cambio de mente o convertirse del
pecado. Ni una sola vez es definido el arrepentimiento como un cambio de mente
acerca de Jesús.
Metanoeo y Metanoia en el Libro de los Hechos
Al dejar la escena Jesús, encontramos a los apóstoles, en obediencia a
la Gran Comisión, predicando arrepentimiento. De los once usos de mentanoeo/metanoia en
el libro de los Hechos, dos (5:31; 8:22) están en el contexto del pecado en general.
Hablando a Simón el mago, por ejemplo, quien decía ser un creyente pero había
cometido un gran pecado, Pedro dice: “Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y
ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón” (hechos
8:22). Simón debía convertirse de su pecado si quería ser perdonado.
En Hechos 11:18; 13:24; 19:4 el contexto no es suficientemente
específico para determinar dogmáticamente que el arrepentimiento significa
convertirse del pecado, sin embargo esto sería la conclusión más probable en
cada caso.
Las otras cinco referencias son todos en el contexto de la salvación.
Hemos visto en algunas de ellas antes pero note cuidadosamente cada contexto.
En Hechos 2:38 los judíos se les dice que se arrepientan para el perdón de
pecados. En Hechos 3:19 se les dice que se arrepientan para que sus pecados
sean borrados. Hechos 17:30 dice que Dios llama a hombres en todo lugar a
arrepentirse. En Hechos 20:21 Pablo dice que el predicó tanto a judíos como a
griegos la necesidad del “arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro
Señor Jesucristo”. En Hechos 26:20 está la declaración de la misión de Pablo la
cual es llamar a hombres a arrepentirse y convertirse a Dios. En ninguno de
estos ejemplos el arrepentimiento es redefinido como un cambio de mente acerca
de quién es Jesús. En el menos tres de los casos metanoeo/metanoia están
definitivamente en el contexto del pecado y el perdón de pecados. Nuestra
conclusión a través del libro de los Hechos es que nada ha cambiado –el
arrepentimiento aun significa lo que siempre ha significado: convertirse de
pecado.
Metanoeo y Metanoia en Apocalipsis
Cada mención de metanoeo/metanoia en Apocalipsis está
en el contexto inmediato del pecado (2:5, 16, 21, 22; 3:3, 19; 9:20, 21;
16:19,11). Apocalipsis 2:21 dice: “Y le he dado tiempo
para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.”
Apocalipsis 9:21 dice así: “y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus
hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos.”. Esto es instructivo
puesto que Apocalipsis es el último libro del Nuevo Testamento escrito y
encontramos que el significado del arrepentimiento ha permanecido constante. En
cada pasaje claramente definido en el Nuevo Testamento, el arrepentimiento
tiene siempre el significado de convertirse del pecado. Metanoeo/metanoia no
son siempre usados en referencia a la salvación sino siempre conlleva la
connotación de convertirse del pecado.
Metanoeo y Metanoia en las Epístolas
En las epístolas metanoia es encontrada varias veces.
Ocasionalmente, su significado es indeterminado (Rom. 2:4; 2 Tim. 2:25; Heb.
6:1, 6). En otros casos el pecado es indiscutiblemente el contexto (2 Cor. 7:9,
10; Heb. 12:17). El único uso de metanoeo en las epístolas es
2 Corintios 12:21; “que cuando vuelva, me humille Dios entre vosotros, y quizá
tenga que llorar por muchos de los que antes han pecado, y no se han
arrepentido de la inmundicia y fornicación y lascivia que han cometido”. Aquí,
una vez más, el arrepentimiento es usado en el contexto del pecado. Ninguna vez
encontramos lo contrario. Ninguna vez encontramos arrepentimiento haciendo
alguna referencia a cambiar nuestras mentes acerca de quién es Cristo. El
contexto, cuando puede ser determinado, siempre está en la esfera del pecado;
en ningún pasaje esta la idea de convertirse del pecado extraña a su contexto.
Con esto en mente 2 Pedro 3:9 debe ser considerado cuidadosamente: “El
Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es
paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento (metanoea).” Si, cuando las Escrituras nos llaman
al arrepentimiento, significa convertirse del pecado y volverse a Dios como
hemos demostrado, entonces, decir a los pecadores que no deben volverse del
pecado (solo deben cambiar su mente acerca de Cristo para ser salvos) es un
evangelio falso. La salvación es a través de la fe solamente. La fe salvadora
significa que nos hemos convertido de nuestros ídolos y del pecado en el cual
hemos confiado siendo salvos habiendo sido esclavos por mucho tiempo y
convertirnos a Cristo en fe, con el fin de recibir el perdón y la libertad de
esos pecados (Rom. 6:12-14) y la justicia de Dios (2 Cor. 5:21). Ser salvos
seguramente significa que somos salvos de algo para algo. Somos salvos del
pecado para la justicia encontrada en Cristo.
Sin embargo, los oponentes del arrepentimiento rápidamente notan que metanoeo/metanoia es
rara vez usada en referencia a la salvación en las epístolas. Por tanto, ellos
concluyen, que no es parte del evangelio. ¿Cómo refutamos esto? De varias
maneras:
1) El libro de los Hechos registra el mismo período de tiempo durante el
cual muchas de las epístolas fueron escritas. Por ejemplo cuando Pablo hablo
las palabras registradas en Hechos 26:20 diciendo que su ministerio había sido
llamar a las personas a “arrepentirse y
convertirse a Dios”, él ya había escrito 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Corintios, Gálatas, y
similarmente Romanos. Mientras que el menciona el arrepentimiento solo cuatro
veces en estas cinco epístolas. Sin embargo él proclama en Hechos 26:18-20 que
llamar a los hombres y mujeres al arrepentimiento siempre había sido su
ministerio por todo el tiempo.
2) El Nuevo Diccionario Internacional de Teología del Nuevo
Testamento tiene un excelente comentario en este punto:
El hecho de que este grupo de palabras no ocurre a menudo en los
escritos Paulinos (solo 5 veces) y no todos en los Joanianos (aparte de
Apocalipsis), no significa que la idea de la conversión no esté presente ahí
sino que solamente que mientras tanto se ha desarrollado una terminología más
especializada. Tanto Pablo como Juan están de acuerdo en la idea de la
conversión mediante esa fe. Pablo habla de la fe como “siendo de Cristo”, como
“la muerte y resurrección del hombre junto con Cristo”, como “la nueva
creación”, como “vistiéndose del nuevo hombre”. La literatura joanina
representa la nueva vida en Cristo como el “nuevo nacimiento”, como pasando de
la muerte a la vida y de la oscuridad a la luz, o como la victoria de la verdad
sobre la falsedad y el amor sobre el odio.
3) Puesto que la Escritura nunca contradice la Escritura es un
precedente peligroso marcar una parte de la Escritura en contra de otra.
Debemos reconocer las distinciones de su contexto, pero rechazar una enseñanza
cara de doctrina solo porque no es encontrado en ciertos pasajes favoritos es
un serio error. Por ejemplo, nuestro Señor ni una sola vez utilizó la palabra
“gracia” (y es solamente encontrada cuatro veces en los cuatro evangelios, y
nunca es usada en la primera epístola de Juan) pero ¿quién lo descartaría de su
lugar de prominencia en el mensaje del evangelio? Es posible aislar las
Escrituras. Si, Es cierta que las epístolas fueron escritas principalmente para
enseñar doctrina a la iglesia –pero esto no significa que la doctrina no pueda
ser encontrada en otras partes de la Escritura. El arrepentimiento, definido
como convertirse del pecado como parte de la fe salvadora, es claramente
enseñado en muchos pasajes de las Escrituras. Quienes somos para redefinir esa
palabra, o eliminarla totalmente, solo porque no es encontrada en pasajes en
los cuales algunos dicen que debe estar (tales como el evangelio de Juan)
Estudios de Palabras
En realidad el peso de la prueba están en aquellos quienes deben luchar
con los llamados claros al arrepentimiento encontrados en la Escritura (e.g.
Hechos 2:38; 3:19; 26:18, 20). Hay solo en realidad tres opciones cuando es
examinada la evidencia. Pedro y pablo sabía de qué estaban hablando y llamaban
a las personas a la fe a convertirse de sus pecados y volverse a Dios. O, estos
hombres y otros más estaban en un error en lo que enseñaban (una posición
impensable). O, el arrepentimiento significa algo más, i.e. cambiar la mente
acerca de quién es Jesús. ¿Cuál de estas es?
Creemos que hemos mostrado una prueba conclusiva de que en cada caso,
donde puede ser determinado su significado, metanoeo/metanoia en
el Nuevo Testamento significa convertirse del pecado. Por el otro lado, no hay
ni un solo uso claro de cualquier palabra para arrepentimiento que
específicamente y exclusivamente cambie la mente acerca de Cristo. ¡Ni uno!
Sigamos adelante y examinemos las definiciones dadas por los expertos
sobre estudio de palabras:
Estudio de Palabras de West: El Arrepentimiento en el Nuevo
Testamento “incluye no solo el acto de cambiar la actitud hacia una opinión
sobre el pecado sino también renunciar a él… El acto de arrepentimiento es
basado primero que todo principalmente sobre una comprensión del carácter del
pecado, la culpa del hombre con respecto a ellos, y el deber del hombre de
apartarse de ellos”
Vines: “En el NT el asunto tiene referencia principalmente al
“arrepentimiento” del pecado, y este cambio de mente incluye tanto volverse del
pecado como volverse a Dios.”
El Nuevo Diccionario Internacional de Teología del Nuevo Testamento: “convertirse (en
el OT) significa dar completamente una nueva dirección al hombre como un todo y
volverse a Dios. Esto incluye apartarse de la maldad… (En el NT) el
entendimiento intelectualmente predominante de metanoia como
cambio de mente juega una pequeña parte en el NT. Más aún la decisión del
hombre a darle la vuelta es enfatizada. Es claro que no estamos preocupados por
un cambio externo simplemente ni con un simple cambio intelectual de ideas.”
Kittel: el arrepentimiento es una “conversión radical, una transformación de
naturaleza, un volverse definitivo de la maldad, un cambio decidido a Dios en
obediencia total”.
Conclusión
Algunos han concluido que incluir el arrepentimiento como parte de la fe
salvadora es “obras de justicia”. Esto es, es un acto en el que un hombre deben
agregar a la fe con el fin de ser salvo. Hemos mostrado desde la Escritura que
ese no es el caso. Además, de acuerdo a la Escritura, el arrepentimiento es un don de
Dios (vea Hechos 11:18; 2 Tim. 2:25). As1= nadie puede confiar en Cristo para
salvación a menos que Dios lo capacite para hacerlo, así, nadie se arrepiente
si Dios no le concede el arrepentimiento. El arrepentimiento no es una obra más
de lo que lo la fe es... El punto es, cuando una persona verdaderamente se
convierte a Cristo él también se convierte del pecado. Esto es claro en la
enseñanza de la Palabra de Dios.