En la infructífera lucha del ateo para refutar el cristianismo, se han
emitido acusaciones de que el sistema cristiano reposa enteramente sobre
la fe, en tanto que la posición atea descansa enteramente sobre la
razón. Éste no es el caso. No sólo el ateo tiene fe, sino que tiene fe
sin suficiente evidencia para su postura.
El ateo cree que la vida provino de la materia. Cree que la consciencia
surgió de la materia inanimada, que las emociones surgieron de lo que no
las tiene, que la personalidad surgió de lo impersonal. El ateo cree en
la eternidad de la materia. El ateo «cree en un credo que carece de
esperanza; que le dice al hombre que salió del limo en lugar de lo
sublime, y que el hombre acabará en el limo con todas sus esperanzas y
aspiraciones aplastadas».1`
El limo es una tierra compuesta de partículas de los tres tamaños: arcilla, lodo y arena. Según la proporción de humus (materia orgánica descompuesta) que contiene, el limo suele ser el tipo de suelo más productivo. Las tierras ligeras y arenosas, por ejemplo, son tan porosas que retienen muy poca agua. Las pesadas y arcillosas pueden contener más agua, pero las partículas están tan comprimidas que dejan poco espacio al aire que las raíces de las plantas necesitan para sobrevivir. Los limos reúnen las mejores cualidades de ambas: retienen bien el agua y el aire.
El limo es una tierra compuesta de partículas de los tres tamaños: arcilla, lodo y arena. Según la proporción de humus (materia orgánica descompuesta) que contiene, el limo suele ser el tipo de suelo más productivo. Las tierras ligeras y arenosas, por ejemplo, son tan porosas que retienen muy poca agua. Las pesadas y arcillosas pueden contener más agua, pero las partículas están tan comprimidas que dejan poco espacio al aire que las raíces de las plantas necesitan para sobrevivir. Los limos reúnen las mejores cualidades de ambas: retienen bien el agua y el aire.
Echemos un vistazo a su fe. Su postura es una postura de gran fe. «La
posición del ateo es una posición de una insensatez consumada, porque
afirma una proposición negativa que es incapaz de prueba.»2`
Si es incapaz de prueba, es entonces una posición que exige fe, una fe
irrazonable. El ateo no puede demostrar que la vida surgiera de la
materia inerte. No puede demostrar que la inteligencia proviniera de lo
ininteligente, que el razonamiento surgiera de aquello que no puede
razonar. Cree en estas cosas, pero no puede demostrarlas. Y es una fe
irrazonable.
El ateo niega a Dios pero no puede demostrar su posición. Mantiene una
posición que nunca puede ser demostrada. Su sistema reposa sobre una
negación, no sobre una prueba.
El asunto es que el poder de una posición se debe hallar no meramente en su poder de ataque, sino también en su poder de sostener su propia doctrina. En otras palabras, uno no debiera caer en la «falacia de las objeciones» y creer que debido a que puede encontrar ciertas objeciones a la posición de la fe en Dios, que por ello mismo la fe en Dios es irrazonable. No hay ninguna posición que nadie pueda asumir que no presente algunas dificultades.'3
Así como el ateo demanda pruebas de la posición cristiana, de la misma
manera el cristiano debería demandar pruebas de la posición del ateo.
Esto es lo justo. Ningún sistema razonable de pensamiento se opondría a
la presentación de su evidencia. Así que al ateo le decimos: «Presenta
tus pruebas». Baxter escribió:
Ha sido mi observación durante muchos años que toda la carga de prueba se impone frecuentemente sobre aquellos que creen en la religión cristiana por parte de aquellos que la ponen en tela de juicio. Con frecuencia el ateo o el agnóstico no arriman el hombro para tomar su parte de la carga de la prueba.
Lo que hacen es lanzar una ráfaga de preguntas, pero sin demostrar su propia posición. Es fácil hacer preguntas. Es mucho más difícil demostrar evidencias. Comencemos nuestro estudio demandando que las posiciones de fe y de incredulidad acepten una responsabilidad equitativa de presentar evidencias.4
Eran ciertas las palabras del salmista cuando dijo: «Dice el necio en su
corazón: No hay Dios» (Salmo 14:1). Esta afirmación quedará justificada
al irse desvelando las evidencias del cristianismo. Pero que nunca se
olvide que el ateo tiene fe. Las palabras de R. C. Foster son de lo más
apropiadas en este punto. «En la actualidad se considera una chocante
descortesía llamar a alguien ateo. Él es sólo un "humanista" -por lo
general, un "humanista teísta", si se quiere, porque tiene un "dios",
una idea, la imagen de su propio torcido yo. ¡Un ateo teísta! » 5