Aprende *Los Dones Ministeriales por David Servant
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“Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Y Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” ( Efesios 4:7, 11-13, énfasis agregado).
“Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas” ( 1 Corintios 12:28, énfasis agregado).
Los dones ministeriales, como con frecuencia se conocen,
son los llamados y las habilidades varias dadas a ciertos creyentes que
les permite estar en la posición de un apóstol, profeta, evangelista,
pastor o maestro. Nadie puede estar en estas posiciones por sí mismo.
Más bien, Dios es el que llama y el que da los dones.
Es posible que una persona pueda ejercer más de uno de estos
cinco oficios, pero sólo ciertas combinaciones son posibles. Por
ejemplo, es posible que un creyente tenga el llamado de pastor y maestro
o profeta y maestro. Sin embargo, no es probable que alguien pueda
ejercer el oficio de evangelista y pastor, por la simple razón de que el
trabajo de pastor le obliga a permanecer en un solo lugar sirviendo a
su rebaño, y el evangelista debe viajar con frecuencia.
Aunque todos estos cinco oficios han sido dados para diferentes
propósitos, estos han sido dados a la iglesia con un propósito general,
“perfeccionar a los santos para la obra del ministerio” (Efesios 4:12).9 La meta de cada ministro debe ser el perfeccionar a los santos (los “apartados” para Dios) para obras de servicio. Sin
embargo, con mucha frecuencia, aquellos en el ministerio actúan como si
hubieran sido llamados no para perfeccionar a la gente santa para hacer
obras de servicio, sino para entretener a los carnales que simplemente
vienen a sentarse en los cultos. Cada persona que ha sido llamada a
alguno de estos cinco oficios debe evaluar constantemente su
contribución para “perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio”. Si cada ministro lo hiciera, eliminaría numerosas
actividades consideradas erróneamente como “ministerio”.
¿Fueron Algunos de los Dones Ministeriales Sólo para la Iglesia Primitiva?
¿Por cuánto tiempo se le otorgarán estos dones ministeriales a
la iglesia? Jesús los dará por todo el tiempo que sea necesario para que
sus santos se perfeccionen para la obra del ministerio, que es, por lo
menos, hasta que Él regrese. La iglesia constantemente toma cristianos
recién convertidos que necesitan crecer, y el resto de nosotros siempre
necesitaremos madurar espiritualmente.
Algunos, desafortunadamente han concluido que sólo dos clases
de ministerio existen hoy en día, pastores y evangelistas, como si Dios
hubiera cambiado su plan. No es así. Todavía necesitamos apóstoles,
profetas, y maestros tanto como en la iglesia primitiva. La razón por la
que no vemos muchos ejemplos de estos dones en muchas de las iglesias
alrededor del mundo es simplemente porque Jesús da estos dones a su
iglesia, y no a la iglesia falsa, sin santidad y que predica un
evangelio falso. En la iglesia falsa se puede encontrar sólo a aquellos
que débilmente intentan llevar a cabo los roles de algunos de los dones
ministeriales (mayormente pastores y algunos evangelistas), pero ellos
difícilmente se asemejan al ministerio ungido con un llamado de Dios que
Jesús entrega a su iglesia. Ciertamente no están equipando a los santos
para la obra del ministerio, porque el evangelio que predican no
resulta en santidad; sólo engaña a la gente para que piense que ha sido
perdonada. Además, este tipo de gente no desea ser perfeccionada para el
ministerio. No tienen la intención de negarse a sí mismos y tomar sus
cruces.
¿Cómo Sabes si has Sido Llamado?
¿Cómo sabe una persona si él o ella han sido llamados para uno
de estos oficios de la iglesia? En primer lugar, va a sentir un llamado
divino de Dios. Se sentiría con una carga para llevar a cabo cierta
tarea. Esto va mucho más allá que únicamente identificar y llenar una
necesidad. Más bien, es un hambre dada por Dios manifestada dentro de la
persona que le constriñe por cierto ministerio. Si es verdaderamente
llamado por Dios, no estará satisfecho hasta que no comience su llamado.
Esto no tiene relación con el ser llamado por un hombre o por un
comité. Dios es el que hace el llamado.
Segundo, la persona que ha sido verdaderamente llamada por Dios
se sentirá equipada por Él para llevar a cabo la tarea que le fue dada.
Cada uno de estos cinco oficios lleva una unción sobrenatural que le
permite al individuo hacer lo que Dios le ordenó hacer. Con el llamado
viene la unción. Si no hay unción, no hay llamado. Alguien puede
aspirar a funcionar en cierto ministerio, asistir a la escuela bíblica
por cuatro años educándose y preparándose para este ministerio, pero sin
la unción de Dios, no tendrá oportunidad de alcanzar el éxito.
Tercero, él encontrará que Dios le ha abierto algunas puertas
llenas de oportunidades para ejercer sus dones particulares. De esta
forma él puede probar su fidelidad, y eventualmente se le confiarán
mayores oportunidades, responsabilidades y dones.
Si una persona no ha sentido un llamado divino a ejercer uno de
estos cinco dones ministeriales, o sí no siente ninguna unción especial
para llevar a cabo la tarea que Dios le ha dado, o si no ha aparecido
ninguna oportunidad para ejercer los dones que cree que posee, esta
persona no debería intentar hacer algo que Dios no la ha llamado a
hacer. Más bien, debería esforzarse para ser una bendición en su iglesia
local, su vecindad, y su lugar de trabajo. Aunque no haya sido llamada
para ninguno de los cinco dones ministeriales, ha sido llamada para usar
los dones que Dios le ha dado y debe de mantenerse fiel en ello.
Aunque la Escritura menciona los cinco ministerios, esto no
quiere decir que toda persona que opera en uno de estos oficios tendrá
un ministerio idéntico. Pablo escribió que, “hay diversidad de
ministerios” (1 Corintios 12:5), haciendo una diferenciación entre los
ministros que se encuentran en el mismo oficio. Más aún, parece que
existen varios niveles de unción entre los que tienen los diferentes
oficios, así que podríamos catalogar cada oficio según su grado de
unción. Por ejemplo, hay algunos maestros que parecen estar más ungidos
en cierta manera que otros maestros. Lo mismo ocurre con los otros dones
ministeriales. Yo personalmente creo que cada ministro puede hacer
cosas que darán como resultado un incremento en la unción de su
ministerio, tales como probar su fidelidad durante un periodo de tiempo y
consagrarse profundamente a Dios.
Miremos de Cerca el Oficio del Apóstol
La traducción en griego de la palabra apóstol es apostolos
que significa literalmente “uno que es enviado”. Un verdadero apóstol
del Nuevo Testamento es un creyente divinamente enviado a un lugar o
lugares para establecer iglesias. Él da el fundamento espiritual en el
“edificio de Dios” y se puede comparar con un “contratista general”,
como Pablo escribió:
“porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo, como perito arquitecto, puse el fundamento y otro edifica encima” (1 Corintios 3:9-10a, énfasis agregado).
Un “perito arquitecto” o contratista general, supervisa todo el
proceso de construcción, él visualiza el producto terminado. Él no es
un especialista como el carpintero o el albañil. Pueda que haga algún
trabajo como carpintero o albañil, pero probablemente no tan bien como
ellos. De la misma forma, el apóstol tiene la habilidad de hacer el
trabajo de un evangelista o pastor, pero sólo por un tiempo limitado
mientras se establece la iglesia. (El apóstol Pablo usualmente
permanecía en un lugar de seis meses a tres años).
El apóstol es el mejor en establecer iglesias y luego
supervisarlas para que sigan por el camino de Dios. El apóstol es
responsable de instalar ancianos/ pastores/ superintendentes para que
pastoreen cada congregación que él planta. (Ver Hechos 14:21-23; Tito
1:5).
Falsos y Verdaderos Apóstoles
Pareciera que algunos ministros hoy en día, deseando más
autoridad sobre sus iglesias, proclaman con rapidez su llamado de
apóstoles, pero la mayoría de ellos tienen un gran problema. Debido a
que ellos no han establecido iglesias (o tal vez sólo una o dos) y no
tienen los dones ni la unción bíblica de un apóstol, deben buscar
pastores débiles que les permitan tener autoridad sobre sus iglesias. Si
tú eres un pastor, no te dejes engañar por estos falsos apóstoles,
egocéntricos y hambrientos de poder. Generalmente, son lobos con piel de
oveja que con frecuencia andan detrás del dinero. La Escritura nos
advierte acerca de los falsos apóstoles (ver 2 Corintios 11:13,
Apocalipsis 2:2). Si tienen que decirte que son apóstoles, esta es
probablemente una indicación de que no lo son. Su fruto debe ser
evidente.
Un pastor que establece su propia iglesia y se queda pastoreándola por años no es un apóstol. A estos pastores quizá
se les puede llamar “pastores apostólicos” pues son pioneros en su
propia iglesia. Aún así, no tienen el oficio de apóstol pues no han
plantado más iglesias.
Un verdadero “misionero” como se les llama hoy en día, ungido y
enviado por Dios, llamado a establecer iglesias, podría trabajar en el
oficio de apóstol. Por otro lado, los misioneros que plantan escuelas
bíblicas o entrenan pastores no son apóstoles sino maestros.
Un verdadero ministerio de apóstol se caracteriza por las
señales y los prodigios sobrenaturales, los cuales son instrumento
esencial para ayudarles a plantar iglesias. Pablo escribió:
“En nada he sido menos que aquellos «grandes apóstoles », aunque nada soy. Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, señales, prodigios y milagros “(2 Corintios 12:11b-12).
Si una persona no es acompañada en su ministerio de señales y
prodigios, no es un apóstol. Obviamente, los verdaderos apóstoles son
escasos, y no existen en medio de la iglesia sin santidad y que predica
un falso evangelio. Yo los he encontrado mayormente en los lugares del
mundo en donde todavía hay territorio virgen para el evangelio.
El Máximo Rango del Apóstol
En ambas listas de los dones ministeriales del Nuevo
Testamento, el oficio del apóstol está de primero, indicando que es el
llamado más alto (ver Efesios 4:11; 1 Corintios 12:28).
Nadie comienza su ministerio como un apóstol. Una persona puede haber sido llamada para ser apóstol eventualmente,
pero no comenzará en este oficio. Él primeramente deberá probar que es
fiel durante un periodo de años en la predicación y la enseñanza,
entonces, eventualmente, se encontrará en el oficio para el que Dios le
ha preparado. Pablo fue llamado desde el vientre de su madre para ser un
apóstol, pero estuvo muchos años en un ministerio a tiempo completo
antes de que finalmente empezara su oficio (ver Gálatas 1:15-2:1). Él
realmente se inició como maestro y profeta (ver Hechos 13:1-2), y
después fue promovido para ser apóstol cuando fue enviado por el
Espíritu Santo (ver Hechos 14:14).
Encontramos mención de otros apóstoles además de Pablo y los
primeros doce en Hechos 1:15-26; 14:14; Romanos 16:7; 2 Corintios 8:23;
Gálatas 1:17-19; Filipenses 2:25 y Tesalonicenses 1:1 y 2:6). (La
palabra traducida como mensajero en 2 Corintios 8:23 y Filipenses 2:25 corresponde a la palabra griega apostolos). Esto desecha la teoría de que el oficio de apóstol sólo fue hecho para doce hombres.
Sin embargo, sólo doce apóstoles se pueden clasificar como
“apóstoles del Cordero” y sólo estos doce tendrán un lugar especial en
el reino milenial de Cristo (ver Mateo 19:28; Apocalipsis 21:14). Ya no
necesitamos apóstoles como Pedro, Santiago o Juan que fueron inspirados
para escribir la Escritura, porque la revelación bíblica está completa.
Sin embargo, todavía hoy necesitamos apóstoles que establezcan iglesias
por el poder del Espíritu Santo, igual que Pablo y los otros lo
hicieron, como se describe en el libro de los Hechos.
El Oficio del Profeta
El profeta es alguien que recibe una revelación sobrenatural y
habla con una inspiración divina. Naturalmente, con frecuencia es usado
con el don de profecía igual que con los dones de revelación: palabra de
sabiduría, palabra de conocimiento, y discernimiento de espíritus.
Todo creyente puede ser usado por Dios con el don de profecía
por la voluntad del Espíritu, pero esto no lo convierte en un profeta.
Un profeta es, primero que todo, un ministro que puede predicar y
enseñar con unción. Debido a que los profetas parecen ser los segundos
en la lista (ver el orden dado en 1 Corintios 12:28), aun un ministro a
tiempo completo no puede ejercer el oficio de profeta hasta que él haya
sido ministro por varios años. Si realmente ejerce este oficio, él
cumplirá con las condiciones sobrenaturales que van con dicho oficio.
Dos hombres que se nombran como profetas en el Nuevo Testamento
son Judas y Silas. Leemos en Hechos 15:32 que ellos dieron una larga
profecía a la iglesia en Antioquía:
“Judas y Silas, que también eran profetas, consolaron y animaron a los hermanos con abundancia de palabras”.
Otro ejemplo del Nuevo Testamento es acerca del profeta Agabo. en Hechos 11:27-28 leemos:
“En aquellos días, unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sobrevino en tiempo de Claudio”.
Note que a Agabo le fue dada una palabra de sabiduría, algo
acerca del futuro le había sido revelado a él. Por supuesto que Agabo no
sabía todas las cosas que podrían pasar en el futuro, él solo sabía lo
que el Espíritu Santo le revelaba.
En Hechos 21:10-11, hay otro ejemplo de una palabra de
sabiduría operando a través del ministerio de Agabo. Esta vez le hablaba
a una persona, Pablo:
“Mientras nosotros permanecíamos allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo, quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, se ató los pies y las manos y dijo: Esto dice el Espíritu Santo: “así atarán los judíos en Jerusalén al hombre de quien es este cinto, y lo entregarán en manos de los gentiles”.
¿Es bíblico bajo el Nuevo Pacto buscar dirección personal en
los profetas? No. La razón se debe a que todos los creyentes tienen al
Espíritu Santo dentro de ellos para que los guíe. El profeta sólo debe confirmar
al creyente lo que a él ya le fue revelado por Dios en su propio
espíritu. Por ejemplo, cuando Agabo le profetizó a Pablo, no le dio
dirección de lo que se suponía que tenía que hacer; él sólo le confirmó a
Pablo lo que él ya sabía desde hacía un tiempo.
Como lo dije previamente, Pablo fue partícipe del oficio de
profeta (y de maestro) antes de que fuera llamado al oficio de apóstol
(ver Hechos 13:1). Sabemos que Pablo recibió revelaciones del Señor de
acuerdo con Gálatas 1:11-12, y también tenía muchas visiones (ver Hechos
9:1-9; 18:9-10; 22:17-21; 23:11; 2 Corintios 12:1-4).
Como sucede con los verdaderos apóstoles, tampoco encontramos
auténticos profetas en la falsa iglesia. La falsa iglesia evade a los
verdaderos profetas como Silas, Judas y Agabo. La razón es porque los
verdaderos profetas traerían una revelación del disgusto de Dios por su
desobediencia (como lo hizo Juan con la mayoría de iglesias en Asia
menor en los primeros dos capítulos de Apocalipsis). La falsa iglesia no
se abre a esa revelación.
El Oficio de Maestro
De acuerdo al orden que se encuentra en 1 Corintios 12:28, el
oficio del maestro es el tercer llamado más enaltecido. Un maestro es
aquel que es ungido sobrenaturalmente para enseñar la Palabra de Dios.
Sólo porque algunos enseñan la Biblia no quiere decir que sean maestros
del Nuevo Testamento.
Muchos enseñan simplemente porque les gusta o se sienten
obligados, pero la persona que está en el oficio de maestro está dotada
sobrenaturalmente para enseñar. Con frecuencia recibe revelaciones
sobrenaturales de la palabra de Dios y puede explicar la Biblia en una
forma que sea entendible y aplicable.
Apolos es un ejemplo en el Nuevo Testamento de uno que tenía
este oficio. Pablo comparó su ministerio apostólico con el ministerio de
enseñanza de Apolos en 1 Corintios al decir:
“Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios..... Yo puse el fundamento y otro edifica encima (1 Corintios 3:6, 10b).
Apolos el maestro no plantó ni puso ningún fundamento. En vez
de eso, él regó las nuevas plantas con la Palabra de Dios y construyó
las paredes sobre el fundamento existente.
Apolos también se menciona en Hechos 18:27-28:
“Cuando él (Apolos) quiso pasar a Acaya, los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos que lo recibieran. Al llegar allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído, porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo”
Note que Apolos “fue de gran provecho” para la gente que ya era
cristiana y que su enseñanza fue descrita como “con gran vehemencia”,
es decir poderosa. La enseñanza ungida siempre es poderosa.
Para la iglesia, el ministerio de la enseñanza es aún más
importante que el hacer milagros o el don de sanidades. Es por eso que
se encuentra antes que estos dones en 1 Corintios 12:28:
“Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan” (énfasis agregado).
Desafortunadamente, los creyentes algunas veces son más
atraídos a ver sanidades que a escuchar una clara enseñanza de la
Palabra, la cual producirá crecimiento espiritual y santidad en sus
vidas.
La Biblia habla acerca de la enseñanza y la predicación. La
enseñanza es más lógica e instructiva, en tanto que la predicación está
más llena de inspiración y de motivación. Los evangelistas generalmente
predican. Los maestros y pastores generalmente enseñan. Los apóstoles
predican y enseñan. Es lamentable que algunos creyentes no reconozcan el
valor de la enseñanza. Algunos piensan que los predicadores están
ungidos únicamente cuando hablan fuerte y rápido. Esto no es así.
Jesús es el mejor ejemplo de un maestro ungido. Su enseñanza
fue parte predominante de su ministerio y se le conocía como el
“maestro” (Mateo 8:19; Marcos 5:35; Juan 11:28).
Para un próximo estudio acerca de los maestros y la enseñanza,
ver Hechos 2:42; 5:21, 25, 28, 42; 11:22-26; 13:1; 15:35; 18:11;
20:18-20; 28:30-31; Romanos 12:6-7; 1 Corintios 4:17; Gálatas 6:6;
Colosenses 1:28; 1 Timoteo 4:11-16; 5:17; 6:2;
2 Timoteo 1:11; 2:2 y Santiago 3:1. Esta última escritura nos
dice que los maestros serán sujetos a un juicio más estricto, y por eso
deben ser muy cautelosos cuando enseñen. Ellos sólo deben enseñar la
Palabra.
El Oficio del Evangelista
El evangelista es alguien que es ungido para predicar el
evangelio. Sus mensajes son diseñados para llevar a la gente al
arrepentimiento y a la fe en el Señor Jesús. Dichos mensajes van
acompañados por milagros que atraen la atención de los incrédulos y los
convence de la verdad de su mensaje.
No hay duda de que había muchos evangelistas en la iglesia
primitiva, pero en el libro de Hechos sólo un hombre aparece como
evangelista. Su nombre era Felipe: “entramos en casa de Felipe, el evangelista, que era uno de los siete, y nos hospedamos con él” (Hechos 21:8, énfasis agregado).
Felipe comenzó su ministerio como siervo (o quizás como
“diácono”) que servía en las mesas (ver Hechos 6:1-6). Él fue promovido
para el oficio de evangelista cerca del tiempo de la persecución de la
iglesia que se levantó en la época en que apedrearon a Esteban. Él
primeramente predicó el evangelio en Samaria:
“Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. La gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que les decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía, pues de muchos que tenían espíritus impuros, salían estos lanzando gritos; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad” ( Hechos 8:5-8).
Nótese que Felipe sólo tenía un mensaje, Cristo. Su meta era
comenzar a hacer discípulos, que fueran obedientes seguidores de Cristo.
Él habló de Jesús como hacedor de milagros, Hijo de Dios, Señor,
Salvador y Juez que pronto vendría. Él instaba a la gente a que se
arrepintiera y a que siguiera a su Señor.
También note que Felipe estaba equipado con señales y prodigios
sobrenaturales que legitimaban su mensaje. Alguien que se encuentre en
el oficio de evangelista será ungido con dones de sanidad y otros dones
espirituales. La iglesia falsa sólo tiene falsos evangelistas que
proclaman un falso evangelio. El mundo está lleno de este tipo de
evangelistas hoy en día, cuyos mensajes Dios no confirma con milagros y
sanidades. La razón de esto es que no predican el evangelio de Dios.
Realmente no predican a Cristo. Generalmente predican acerca de las
necesidades de la gente y de cómo Jesús puede darles una vida abundante,
o también predican una fórmula de salvación que no incluye el
arrepentimiento. Llevan a la gente a una falsa conversión que elimina su
culpa pero no los salva. El resultado de su prédica es que la gente
casi no tiene oportunidad de nacer de nuevo verdaderamente, porque no
ven la necesidad de recibir lo que ellos creen que ya tienen. Este tipo
de evangelistas están ayudando al reino de Satanás.
El oficio de evangelista no está enumerado con los otros dones
ministeriales en 1 Corintios 12:28, pero sí lo está en Efesios 4:11. Sin
embargo, asumo que la referencia que se encuentra allí acerca de los
milagros y las sanidades aplica a los evangelistas, pues estas
características estaban en el ministerio de Felipe el evangelista, y
estos dones darían una justificación sobrenatural al ministerio de
cualquier evangelista.
Muchos que viajan de iglesia en iglesia, llamándose a sí mismos
evangelistas, no lo son realmente, porque sólo predican a los
cristianos en las iglesias, y no tienen los dones de sanidades y
milagros. (Algunos pretenden tener estos dones, pero engañan sólo a los
ingenuos. Sus mayores milagros son que la gente caiga al suelo
temporalmente cuando ellos mismos los empujan.) Estos ministros viajeros
pueden ser maestros o predicadores o exhortadores (ver Romanos 12:8),
pero no tienen el oficio de evangelista. Sin embargo, es posible que
Dios pueda comenzar el ministerio de una persona como un predicador o
exhortador y después llevarlo al oficio de evangelista.
Para un próximo estudio acerca del oficio de evangelista, lea
Hechos 8:4-40, un relato del ministerio de Felipe. Se debe notar en
dicha narración la importancia de la interdependencia de los dones
ministeriales (vea en particular los versos 14-25) y cómo Felipe no sólo
predicó el evangelio a las multitudes sino que Dios también le guió a
ministrar en forma individual (ver Hechos 8:25-39).
Parece que los evangelistas están comisionados a bautizar a sus
convertidos, pero ellos no están necesariamente comisionados para
ministrar el bautismo en el Espíritu Santo a los nuevos creyentes. Esta
podría ser la primera responsabilidad de los apóstoles o pastores/
ancianos/ superintendentes.
El Oficio del Pastor
En dos capítulos anteriores, comparé el papel bíblico del
pastor con el rol del pastor institucional de hoy en día. Sin embargo,
todavía se puede decir más acerca del ministerio del pastor.
Para entender completamente lo que la escritura enseña acerca
del oficio de pastor, debemos entender tres palabras griegas claves. En
el lenguaje griego estas palabras son (1) poimen, (2) presbuteros y (3) episkopos. Estas palabras consecutivamente se traducen (1) pastor, (2) anciano y (3) superintendente u obispo.
La palabra poimen se encuentra dieciocho veces en el
Nuevo Testamento y se traduce como pastor (relacionado al cuido de
ovejas) diecisiete veces y como pastor (referente a ser un ministro) una
vez. La forma verbal de esta palabra, poimaino se encuentra once veces y se traduce pastor (cuido de ovejas).
La palabra griega presbuteros se encuentra sesenta y seis veces en el Nuevo Testamento. Sesenta de estas veces se traduce como anciano o ancianos.
Finalmente, la palabra griega episkopos se encuentra cinco veces en el Nuevo Testamento y se traduce como superintendente cuatro veces. La versión Reina Valera la traduce como obispo.
Estas tres palabras se refieren a la misma posición en la iglesia y se
usan indistintamente. Cuando el apóstol Pablo establecía iglesias, él
dejaba ancianos (presbuteros) a cargo de las congregaciones locales (ver Hechos 14:23; Tito 1:5).
Su responsabilidad era ejercer como superintendentes (episkopos) y pastorear (poimaino) su rebaño. Por ejemplo, en Hechos 20:17 leemos:
“Desde Mileto a Éfeso, hizo llamar a los ancianos [presbuteros] de la iglesia” (énfasis agregado).
¿Y qué fue lo que Pablo dijo a estos ancianos?
“mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el espíritu Santo os ha puesto por obispos [episkopos] para apacentar [poimaino] la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” (Hechos 20:28, énfasis agregado).
Nótese que estas tres palabras griegas se pueden intercambiar. No son tres diferentes oficios. Pablo dijo a los ancianos que ellos eran obispos y tenían que actuar como pastores.
Pedro escribe en su primera epístola:
“Ruego a los ancianos [presbuteros] que están entre vosotros, yo, anciano también con ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: apacentad [poimaino] la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto, no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5:1-4, énfasis agregado).
Pedro dijo a los ancianos que pastorearan sus rebaños. El verbo que aquí se traduce como apacentar se traduce (en su forma sustantiva) como pastor en Efesios 4:11:
“Y Él [Jesús] mismo constituyó a unos apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros” (énfasis agregado).
Esto también nos lleva a creer que los ancianos y los pastores son los mismos.
Pablo también usó la palabra anciano (presbuteros) y obispo (episkopos) indistintamente en Tito 1:5-7:
“Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieras lo deficiente y establecieras ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé.....es necesario que el obispo sea irreprochable” (énfasis agregado).
Por esto no sería razonable debatir que el oficio de pastor,
anciano y superintendente u obispo no es un mismo oficio. Cualquier cosa
que está escrita acerca de los superintendentes y ancianos en el Nuevo
Testamento y sus epístolas aplica a los pastores.
El Gobierno de la Iglesia
También está claro por las escrituras que acabamos de citar que
no sólo a los pastores, ancianos y superintendentes se les ha dado el
cargo de autoridad espiritual sobre las iglesias, sino que también se
les dio el cargo de autoridad gubernamental. Simplemente, los ancianos,
pastores y superintendentes están a cargo, y los miembros de las
iglesias deben someterse a ellos:
“Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas como quienes han de dar cuenta” (Hebreos 13:17).
Por supuesto que ningún cristiano debe someterse a un pastor
que no se somete a Dios, pero también debe saberse que ningún pastor es
perfecto.
Los pastores, ancianos, superintendentes tiene autoridad sobre sus iglesias igual que el padre tiene autoridad sobre su familia:
“que el obispo [pastor/ anciano] sea irreprochable.....que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)” (1 Timoteo 3:2-5, énfasis agregado).
Pablo siguió diciendo,
“Los ancianos [pastores/ superintendentes] que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar” (1 Timoteo 5:17, énfasis agregado).
Claramente, los ancianos son los que gobiernan la iglesia.
Los Ancianos que No Están en la Escritura
Muchas iglesias creen que su gobierno estructural es bíblico
porque tienen un grupo de ancianos que gobiernan, pero su problema es
que su concepto de ancianos es incorrecto. Sus ancianos son con
frecuencia electos y rotan en su congregación. A ellos con frecuencia se
les conoce como “la Junta de Ancianos”. Pero estas personas no son
ancianos por definición bíblica. Si simplemente examinamos los
requisitos que Pablo enumeró para cualquier hombre que quiera ser
anciano, esto se hace claro. Pablo escribió que los ancianos son
trabajadores de tiempo completo, por lo cual reciben paga por enseñar,
predicar y gobernar la iglesia (ver 1 Timoteo 3:4-5; 5:17-18; Tito 1:9).
Muy pocas personas, o ninguna de las que se sientan en “las juntas de
ancianos” de la iglesia, llenan esos requisitos. A ellos no se les paga;
no predican ni enseñan; no trabajan tiempo completo en la iglesia; y
casi no saben cómo manejar una iglesia.
El gobierno de la iglesia sin base bíblica puede más bien ser
causa de más problemas en la iglesia local que cualquier otra cosa.
Cuando la gente equivocada está gobernando la iglesia, los problemas
vendrán. Esto puede abrir la puerta a la contienda, el compromiso y la
ruina total de la iglesia. Una iglesia con un gobierno no bíblico es
como una alfombra de bienvenida para el diablo.
Me he dado cuenta que le estoy escribiendo a pastores de
iglesias institucionales y a pastores de iglesias caseras. Algunos
pastores de las iglesias institucionales puede que ya estén pastoreando
iglesias que tengan una estructura de gobierno no bíblica donde los
ancianos son elegidos desde la congregación. Este gobierno que no es
bíblico usualmente no puede ser alterado sin que surja una contienda.
Mi consejo a este tipo de pastores es que hagan lo mejor con la
ayuda de Dios para cambiar la estructura de gobierno de su iglesia y
soportar los posibles conflictos, pues, de todos modos, los conflictos
son inevitables en el futuro si no se hace nada. Si él tiene éxito al
cabo de un tiempo de contienda, él evitará todos los conflictos futuros.
Si falla, podrá siempre comenzar una nueva iglesia y hacer un gobierno
conforme a la Escritura desde el inicio.
Aunque sea doloroso, a largo plazo probablemente producirá más
fruto para el Reino de Dios. Si los ancianos que están actualmente
gobernando la iglesia son verdaderos discípulos de Cristo, él tendrá una
oportunidad de convencerlos exitosamente de que cambien la estructura,
si puede inclinarlos respetuosamente por medio de la Escritura hacia los
cambios necesarios.
¿La Pluralidad de los Ancianos?
Algunos desean señalar que en la Escritura siempre se ha
hablado de los ancianos en plural, mostrando aparentemente que no es
bíblico tener un solo anciano/ pastor/ superintendente liderando su
rebaño. Sin embargo, en mi opinión, no es una prueba concluyente. La
Biblia en verdad menciona que en ciertas ciudades, más de un anciano
estaba supervisando la iglesia, pero no dice que esos ancianos tenían la
misma autoridad sobre congregaciones individuales. Por ejemplo, cuando
Pablo reunió a los ancianos de Éfeso (ver Hechos 20:17), era bastante
obvio que esos ancianos eran de una ciudad en donde la suma de todo el
cuerpo consistía en miles y quizás diez miles de personas (ver Hechos
19:19). Por esto tuvo que haber habido muchos rebaños en Éfeso, y es
bastante posible que cada anciano supervisara una iglesia casera
individualmente.
No hay ningún ejemplo en la Escritura en donde Dios llame a un
comité para hacer una tarea. Cuando Dios quería liberar a Israel de
Egipto, Él llamó a un solo hombre, Moisés, para ser el anciano. Otros
fueron llamados para ayudar a Moisés, pero todos ellos se sometían a
Moisés, y como él, cada uno de ellos tenía una responsabilidad diferente
sobre cierto subgrupo de gente. Este modelo se repite varias veces en
la Escritura. Cuando Dios tiene una tarea para alguien, Él llama a una
persona para que tome la responsabilidad, y llama a otros para que le
ayuden.
Por esto, pareciera extraño que Dios llame a un comité de
ancianos con igual autoridad para supervisar cada pequeña iglesia casera
de veinte personas. Esto pareciera una invitación para la disputa.
Esto no quiere decir que cada iglesia casera debe ser
supervisada por uno y sólo un líder. Sin embargo, se puede decir que si
hay más de un anciano en la iglesia, el anciano más joven y con menor
madurez espiritual debe someterse al anciano mayor y más maduro
espiritualmente. La Escritura dice que son las iglesias, no las escuelas
bíblicas, las que deben entrenar a los pastores/ ancianos/
superintendentes más jóvenes, y así es bastante posible y deseable que
hayan varios pastores/ ancianos/ superintendentes en las iglesias
caseras, en donde los menos maduros espiritualmente sean discipulados
por aquellos con mayor madurez espiritual.
He observado este fenómeno aún en iglesias que supuestamente
son supervisadas por ancianos con la “misma” autoridad. Siempre hay un
anciano que sobrepasa a los otros y vela por los otros. O siempre hay
uno que es dominante mientras que los otros son más pasivos. De otra
forma, eventualmente habría contienda. Es un hecho que cada comité
siempre elige a una persona líder. Cuando un grupo de iguales se dispone
a realizar una tarea, reconocen que debe haber un líder. De igual modo
acontece en la iglesia.
Además, la responsabilidad de los ancianos se compara con la
responsabilidad de los padres, por lo que Pablo dice en 1 de Timoteo
3:4-5. Los ancianos deben manejar bien sus propias casas, porque de otra
manera no podrían manejar bien una iglesia. Pero ¿qué tan bien se puede
manejar una familia con dos padres con la misma autoridad? Yo pienso
que puede haber muchos problemas.
Los ancianos/ pastores/ superintendentes deberían trabajar
juntos en el cuerpo de Cristo siendo responsables mutuamente, para
poderse ayudar en caso de que surja algún problema. Pablo escribió sobre
un “presbiterio” (1 Timoteo 4:14), lo cual debió ser una reunión de presbuteros
(ancianos) y posiblemente de otros hombres con dones ministeriales. Si
hay un apóstol fundador, él también puede ayudar con sus servicios
cuando haya problemas en un cuerpo local debido a un error de algún
anciano. Cuando los pastores institucionales van por mal camino, siempre
dará como resultado graves problemas debido a la estructura de la
iglesia. Hay un edificio y hay programas que mantener. Pero las iglesias
caseras pueden disolverse instantáneamente cuando un pastor se desvía
por mal camino. Los miembros simplemente pueden empezar a congregarse en
otra iglesia.
La Autoridad para Servir
El hecho de que Dios le de al pastor autoridad espiritual y
gubernamental en su iglesia, no le da derecho a dominar su rebaño. Él no
es el Señor. Jesús lo es. No se trata de su rebaño. Se trata del rebaño
de Dios.
“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5:2-4, énfasis agregado).
Cada pastor tendrá que dar cuentas por su ministerio algún día ante el trono del juicio de Cristo.
Además, en cuanto a las finanzas, un
pastor/anciano/superintendente no debe actuar solo. Si se recolecta
dinero regular o esporádicamente por cualquier razón, otras personas
dentro del cuerpo de la iglesia deben responsabilizarse de la
fiscalización del dinero para que así no exista desconfianza en cuanto
al manejo de fondos ( ver 2 Corintios 8:18-23). Este puede ser un grupo
elegido o creado para este fin.
El Pago a los Ancianos
Está claro en la Escritura que los ancianos/ pastores/
superintendentes deben recibir un salario, ya que son trabajadores a
tiempo completo en la iglesia. Pablo escribió:
“Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar, pues la Escritura dice: “No pondrás bozal al buey que trilla” y “Digno es el obrero de su salario” (1 Timoteo 5:17-18).
El tema está claro, Pablo inclusive utiliza la palabra salario.
La frase acerca de que los ancianos que gobiernan bien deben ser
honrados doblemente se entiende fácilmente cuando se considera el
contexto. En los versos anteriores a este, Pablo escribe acerca de la
responsabilidad de la iglesia de ayudar financieramente a las viudas, a
quienes no se ayudarían de otra forma, y él inicia utilizando la misma
expresión “Honra a las viudas que en verdad lo son” (ver 1 Timoteo
5:3-16). Así que en este contexto, “honrar” significa ayudar
financieramente. Los ancianos que gobiernan bien deben ser considerados
dignos de doble honor, recibiendo al menos el doble de lo que se le da a
las viudas y más aún si tienen hijos que mantener.
La iglesia institucional alrededor del mundo sostiene a sus
pastores en su mayoría (aun en naciones pobres), pero parece que muchas
iglesias caseras alrededor del mundo, especialmente aquellas en el
occidente, no lo hacen. Yo creo, que esto se debe, en parte, a que la
razón de muchas personas en el mundo occidental para unirse a las
iglesias caseras es su rebeldía de corazón, y se unen a ellas buscando, y
de hecho la han encontrado, la opción menos demandante del cristianismo
disponible en el planeta. Manifiestan que se unen a una iglesia casera
porque quieren escapar de la esclavitud de la iglesia institucional,
pero lo que realmente quieren es escapar del compromiso con Cristo. Han
encontrado iglesias que no solicitan ayuda financiera, razón por la cual
contrastan con lo que Cristo espera de sus discípulos. Aquellos cuyo
Dios es el dinero y que prueban este hecho al hacerse tesoros en la
tierra y no en el cielo, no son verdaderos discípulos de Jesús (ver
Mateo: 6:19-24; Lucas 14:33). Si el cristianismo de alguno no afecta su
manejo del dinero, esta persona no es cristiana del todo.
Las iglesias caseras que dicen ser bíblicas deberían sostener a
sus pastores, cuidar del pobre y ayudar a las misiones. En cuanto al
dar y a las finanzas, estas iglesias deben aventajar a las iglesias
institucionales, pues no tienen ningún edificio que pagar y no tienen
empleados que sostener. Sólo se necesita diez personas que diezmen para
sostener un pastor. Diez personas que den el 20% de su salario pueden
sostener completamente a un pastor y a otro misionero con un estilo de
vida similar al del pastor.
¿Qué Hacen los Pastores?
Imagínese preguntando lo siguiente a un miembro promedio de su
congregación, “¿A quién le corresponde hacer las siguientes cosas?”
¿Quién se supone que debe compartir el evangelio con los no
salvos? ¿Vivir una vida santa? ¿Orar? ¿Amonestar, motivar y ayudar a
otros creyentes? ¿Visitar a los enfermos? ¿Imponer manos y sanar a los
enfermos? ¿Ejercer sus dones a favor de la iglesia? ¿Negarse a sí mismo
por amor al Reino de Dios? ¿Hacer y bautizar a los discípulos,
enseñándoles a obedecer todos los mandamientos de Cristo?
Muchos de los miembros de las iglesias, sin pensarlo, dirían, “todo eso es responsabilidad del pastor”, pero, ¿lo es?
De acuerdo con la Escritura, todo creyente debe compartir el evangelio con los no salvos:
“santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15).
Todo creyente se supone que debe vivir una vida santa:
“así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está: “sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:15-16).
Todo creyente debe orar:
“Estad siempre gozosos. Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:16-17).
Todo creyente debe amonestar, motivar y ayudar a otros creyentes:
“También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos” (1 Tesalonicenses 5:14, énfasis agregado).
Todo creyente debe visitar al enfermo:
“estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme” (Mateo 25:36).
Más Responsabilidades
Pero esto no es todo. Todo creyente debe imponer manos y sanar al enfermo:
“Estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán serpientes en las manos y, aunque beban cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:17-18, énfasis agregado).
Todo creyente debe llevar las cargas de otros creyentes:
“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2).
Todo creyente debe ejercer los dones que le han sido dados a favor de otros:
“Tenemos, pues, diferentes dones, según la gracia que nos es dada: el que tiene el don de profecía, úselo conforme a la medida de la fe; el de servicio, en servir; el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con generosidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría” (Romanos 12:6-8).
Todo creyente debe negarse a sí mismo, sacrificándose por amor al evangelio:
“Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio la salvará” (Marcos 8:34-35, énfasis agregado).
Y todo creyente debe hacer y bautizar discípulos, enseñándoles a obedecer los mandamientos de Cristo:
“De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos” (Mateo 5: 19; énfasis agregado).
“Debiendo ser ya maestros después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales, que tenéis necesidad de leche y no de alimento sólido” (Hebreos 5:12, énfasis agregado).
“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20, énfasis agregado). 10
Todas estas responsabilidades fueron dadas a todos los
creyentes, pero la mayoría de las personas que asisten a las iglesias
¡piensan que este es el trabajo del pastor! La razón es probablemente
porque los pastores creen también que estas son únicamente sus
responsabilidades.
¿Entonces Qué se Supone que Hacen los Pastores?
Si todas estas responsabilidades se le han dado a cada creyente, ¿entonces qué es lo que tiene que hacer un pastor? Bastante simple, ellos son llamados a perfeccionar a los santos para que hagan todas esas cosas (ver Efesios 4:11-12). Ellos son llamados a enseñar a todos los santos creyentes a obedecer los mandamientos de Cristo (ver Mateo 28:19-20) por precepto y con su ejemplo (ver 1 Timoteo 3:2; 4:12-13; 5:17; 2 Timoteo 2:2; 3:16-4:4; 1 Pedro 5:1-4).
La Escritura no pudo haberlo expresado más claramente. El rol
bíblico del pastor no es el reunir a tanta gente como sea posible los
domingos en la mañana en los cultos de la iglesia. Es “presentar
perfecto en Cristo Jesús a todo hombre” (Colosenses 1:28). Los pastores
bíblicos no le hacen cosquillas a los oídos de la gente (ver 2 Timoteo
4:3); ellos enseñan, exhortan, amonestan, corrigen, reprueban, y
rechazan, todo basado en la Palabra de Dios (ver 2 Timoteo 3:16-4:4).
Pablo expuso algunos de los requisitos para las personas que
anhelaban el oficio de pastor en su primera carta a Timoteo. Catorce de
los quince requisitos tienen que ver con su carácter, indicando que el
ejemplo de su estilo de vida es lo más importante:
“Palabra fiel:”si alguno anhela obispado, buena obra desea”. Pero es necesario que el obispo sea irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; que no sea dado al vino ni amigo de peleas; que no sea codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad ( pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); que no sea un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga un buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo” (1 Timoteo 3:1-7).
Al comparar estos requisitos con aquellos que con frecuencia
solicitan las iglesias institucionales cuando buscan pastores, se
evidencia el mayor problema de tantas iglesias. Estas iglesias buscan
gerentes de empleados/ anfitriones/ con mensajes cortos/
administradores/ sicólogos/ directores de programas y actividades/
recolectores de dinero/ amigos de todos/ caballos de trabajo. Estas
iglesias quieren a alguien que “dirija el ministerio de la iglesia”. Sin
embargo, el superintendente bíblico, por encima de todo debe ser un
hombre de gran carácter y compromiso con Cristo, un verdadero siervo,
porque su meta es reproducirse a sí mismo. El debe ser capaz de decirle a
su rebaño, “sed imitadores de mí, como yo lo soy de Cristo” (1
Corintios 11:1).
Para un estudio más profundo concerniente al oficio de pastor, también vea Hechos 20:28-31; 1 Timoteo 5:17-20; y Tito 1:5-9.
El Oficio del Diácono
Para terminar, déjeme mencionar brevemente algo acerca de los
diáconos. El oficio del diácono es el único otro oficio en la iglesia
local, y no está entre los cinco dones ministeriales. Los diáconos no
tienen autoridad de gobierno en la iglesia como la tienen los ancianos.
La palabra griega para diácono es diakonos, la que literalmente significa “siervo”.
Los siete hombres a los que se les dio la tarea de alimentar a
las viudas de la iglesia de Jerusalén son usualmente considerados como
los primeros diáconos (ver hechos 6:1-6). Ellos fueron escogidos por la
congregación y comisionados por los apóstoles. Por lo menos dos de
ellos, Felipe y Esteban fueron promovidos por Dios para ser evangelistas
poderosos.
También se halla referencia sobre los diáconos en 1 Timoteo
3:8-13 y en Filipenses 1:1. Aparentemente este oficio puede ser
realizado por un hombre o por una mujer (ver 1 Timoteo 3:11).