*Entérate!
Carta para mi esposa después de la infidelidad
La vida sin amor, no tiene sentido. Lo que importa no es tanto lo que uno hace sino cuanto amor pone al hacerlo.
En mi batalla por ser integro en mi matrimonio, entendí esto, no es cuanto deseo tenga de ser fiel, si no cuanto amor colocaré en ser fiel.
En mi batalla por ser integro en mi matrimonio, entendí esto, no es cuanto deseo tenga de ser fiel, si no cuanto amor colocaré en ser fiel.
Hoy, tiempo después de ser descubierto en adulterio, estoy luchando
día a día por restaurar las heridas que dejo este pecado, validando día a
día un arrepentimiento genuino por medio de la transparencia,
honestidad, sinceridad, a través de vivir en integridad y amor.
Mi esposa me perdonó, y tuve la oportunidad de empezar de nuevo, la
oportunidad de construir todo aquello que el enemigo quiso robar. El
perdón lo podemos obtener en el momento, pero la confianza necesita
tiempo para restablecerse.
¿Sabes? Entendí que no se trata de sentirme culpable cada vez que vea
a los ojos a mi esposa e hija, no se trata de permitir que mi pasado
siga ocupando un lugar de vergüenza en mi corazón y en el corazón de mi
familia, se trata de restaurar las bendiciones que Dios nos prometió al
colocarle ese anillo en su mano, se trata de no olvidar el propósito que
Dios nos dio al unirnos en matrimonio, se trata de reconocer que todo
fue un plan del enemigo, se trata de pelear por validar el verdadero
amor.
¿Cuál es el verdadero amor? Cuando llevamos una vida doble por
caminar en adulterio, decimos frases, palabras, mentiras, hacemos lo que
sea para hacerle saber a la “otra mujer” que queremos estar con ella,
pero ese no es el verdadero amor. Amigo, eso fue pecado, pues el
verdadero amor jamás puede estar basado en una mentira.
El verdadero amor es el que está basado en la verdad y ese amor te
espera en casa. Siempre ha estado allí, porque es el que puedes tomar de
la mano fuertemente y vivirlo sin esconderte, puedes expresarlo sin
temor a ser descubierto, porque si alguien lo hace, sabrá que estas con
la persona indicada, tu esposa.
Comparto contigo estas líneas, es una carta a mi esposa:
“Mi amor, hoy quiero demostrarte cuanto te amo dedicándote tiempo. Mi amor ya no será medido por lo que pienso o hago, sino por cuanto te entregaré de mí, no habrá nada que substituya el poder pasar tiempo contigo. No tengo ninguna garantía sobre el mañana, hoy te quiero expresar todo mi amor a través de mi fidelidad.
¡Quiero que vivamos la vida juntos! Sé que esto implicara ser verdaderamente honesto con lo que es de nuestras vidas y con lo que ahora sucede. Me esforzaré por promover todo lo que induzca a la paz y a la mutua edificación. Probablemente aún habrán conflictos, pero no perderé el enfoque y buscaré soluciones para no prolongarlos.
Nunca más se tratará de tí o de mí, se tratara de nosotros, poner en práctica la misericordia, en lugar de enfatizar nuestros errores.
¡Hoy creo el compromiso de expresar mis sentimientos, de animarnos en tiempos de dificultad, de apoyarnos, de perdonarnos en misericordia, de hablarte la verdad en amor, de reconocer mis debilidades en lugar de pretender ser fuerte, de respetar nuestras diferencias, de no vivir una vida doble, de aprovechar el deseo que Dios puso en tu corazón de darme una oportunidad para continuar conmigo después de mi pecado, y de asistir a la iglesia con gozo y constancia!
Creo el compromiso de ser el esposo, siervo, amigo y líder que Dios puso a tu lado, ¿y sabes? ¡hasta el día de hoy sigo convencido que este compromiso es parte de Su propósito para nosotros!
TE AMO.
Amigo, comparto también contigo esta oración, que llevo en mi teléfono móvil, y realizo todos los días:
“Padre celestial, reconozco que esa relación fue un pecado. Estuvo mal, no fue de tí. Decido no tener nada que ver con esto jamás. Gracias por darme la capacidad para terminarlo con gracia y rectitud.
“Padre celestial, al renunciar a esa relación, no he perdido nada que sea necesario para mi vida, lo que perdí fue un pecado, y ese pecado era destructivo para mí. Por lo tanto te declaro que me alegra que terminara, es bueno para mí, el propósito que tienes para mi vida y mi familia. He tomado la decisión adecuada. Me quedo CONTIGO, ayúdame a restaurar mi matrimonio.“En tu palabra estableciste que una mujer, mi esposa, es todo lo que necesito para saciar mis deseos y sueños, acepto esta verdad. Hoy mismo deseo procurarlo de manera activa, declaro mi deseo de obedecer-te y servirte, invertiré tiempo en mi esposa y mi hijo…. Amén”
Cuando termina un adulterio, recuerda, no la extrañas a “ella”, no
extrañas lo que “ella” te decía, no extrañas lo que vivías con “ella”,
lo que extrañas es el pecado y como hijos de Dios, no te permitas
extrañar algo que solo te alejará de Él, de Su presencia.
Te alejará día con día del propósito que tiene para tu vida y de tu
familia, como cabeza de hogar, reconoce hoy que si sigues fallando, no
solo eres tú quien cosecha las consecuencias, es también tu familia la
que sufrirá el dolor que trae el pecado de adulterio.
Te pido que pienses en lo que leíste acá. El pecado de adulterio es
un pecado acusador que puede castigarte con recuerdos y vergüenza, para
no dejarte ir. Comparto contigo esta carta y esta oración, para ayudarte
a comprometerte a no ceder más. ¡Tú puedes salir hoy de este pecado hoy
!,
Fuente | www.libresencristo.org