*Este es un estudio exhaustivo del Salmo 94. |
El Dios de las venganzas
El siguiente es un estudio exhaustivo, versículo por versículo del Salmo 94.
1.Señor, Dios de las venganzas, Dios de las venganzas, muéstrate.
¿Cómo puede el salmista dirigirse a Dios llamándole Dios de las venganzas? ¿Es acaso Dios vengativo?
2. Engrandécete, oh Juez de la tierra; da el pago a los soberbios.
Pero
aquí se nos muestra el verdadero sentido de esa apelación. El Señor es
el Dios de la retribución, el que paga a cada cual según sus obras. Lo
que el autor quiere decir es: ¡Levántate, Señor y muestra a los impíos
quién eres dando a cada uno el pago que merecen sus maldades! Pero no
solamente dando el pago de sus injusticias a quien lo merece, sino
revindicando y haciendo justicia a quienes fueron oprimidos por la
prepotencia de los fuertes. Jesús lo dijo en Lc.18:7,8 ¿Y acaso Dios no
hará justicia (...no ejecutará venganza dice el original) a sus
escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os
digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre,
¿hallará fe en la tierra?. (2)
3. ¿Hasta cuándo los impíos, hasta cuándo, oh Señor, se gozarán los impíos?
Y
enseguida da expresión a sus sentimientos de frustración y de ira:
¿Hasta cuándo prevalecerán los impíos? El autor juzga con ojos humanos.
Ve la maldad de los hombres, que seguramente le afecta a él también y,
como haríamos todos en circunstancias semejantes, exclama: ¿Hasta cuándo
Señor permitirás estas cosas? Yo quisiera que actuaras ya, que
intervengas y pongas las cosas en su sitio, sí, pero (implícitamente) de
acuerdo a mi modo de ver o a mi conveniencia.
Nosotros
desde nuestra perspectiva humana tenemos una idea limitada de la
providencia y de la justicia de Dios, que todo lo abarca, comprende y
prevé. No podemos entender todos los factores que están en juego en los
acontecimientos humanos. Por eso nos puede parecer en ocasiones que sus
juicios no son perfectos o que su justicia tarda.
4.¿Hasta cuándo pronunciarán, hablarán cosas duras, y se vanagloriarán todos los que hacen iniquidad?
Al
salmista le indigna especialmente la soberbia con que hablan los
malvados, cómo se jactan de sus atropellos. Lo que al justo enfurece, a
ellos los llena de satisfacción; se alegran del daño que hacen (Pr
2:14).
5.A tu pueblo, oh Señor, quebrantan, y a tu heredad afligen.
Oprimen al pueblo escogido, lo explotan y le dan de comer pan de lágrimas.
6.A la viuda y al extranjero matan, y a los huérfanos quitan la vida.
Se
ceban en los indefensos, en la viuda, y en los refugiados extranjeros;
en los que no tienen padre. Los cobardes son así: se hacen los valientes
con los débiles, y débiles con los valientes. Exhiben su poder ante los
que no pueden defenderse, pero no se atreven a desafiar a los que
podrían vencerlos.
7.Y dijeron: No verá el Señor, ni entenderá el Dios de Jacob.
Se
imaginan que Dios no se entera de sus maldades. Su perverso corazón ha
sofocado la fe. Ellos dicen: ¿Dónde estará Dios para que nos juzgue? Si
existe un Dios en el cielo está muy lejos de nosotros para enterarse e
intervenir en nuestros asuntos. Aquí tengo yo mano libre y nadie me
reprime (Sal 10:1-4).
8,9.
Entended, necios del pueblo; y vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis
sabios? El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá?
A
sus expresiones de soberbia contesta el salmista bajo el soplo del
Espíritu, reprochándoles a los necios su ceguera y torpeza. ¿Cómo es
posible que no os déis cuenta? Si tenéis oídos y ojos ¿no es porque
alguien os los ha dado, el que lo creó todo y da a cada hombre órganos
con los que puede percibir la realidad, el mundo exterior? Y en verdad
¡qué maravilla del Creador que no nos colocó en la tierra incapaces de
oir y sentir y ver, y oler todo lo que nos rodea, sino que nos hizo
capaces de gozar de las bellezas de su creación y de comunicarnos unos
con otros por medio del habla o de gestos!
Pues
bien, ese Ser que creó el ojo que ve y el oído que oye y los demás
sentidos ¿no verá y oirá Él mismo? ¿O será ciego y sordo como una
piedra? ¿No tendrá Él la capacidad que te dio a ti? ¿Puede alguien dar
lo que no tiene?
Lo
que esto quiere decir es que si hay en la creación algo que Dios ha
hecho y que demuestra tener ciertas capacidades, propiedades o
características, es porque esas propiedades, capacidades y
características existen en Dios de modo perfecto, son parte de su
naturaleza. Si Dios ha creado un órgano que ve o que oye, o miembros que
cogen y manipulan, es porque la visión y la audición, y la capacidad de
coger y manipular son propiedades que Él posee. Dios puede hacer
perfectamente todo aquello que ha dado al hombre hacer imperfectamente.
10,11.
El que castiga a las naciones, ¿no reprenderá? ¿No sabrá el que enseña
al hombre la ciencia? El Señor conoce los pensamientos de los hombres,
que son vanidad.
¡Cuán
necios son los que creen que Aquel que les dio la vida y lo creó todo
no puede ver y oír lo que ellos hacen y no les pedirá cuentas como si
fuera indiferente a sus actos!
Él
es un Dios santo y justo y todo lo ha hecho perfecto. Sólo el hombre
aquí abajo se le rebela. ¿Permitirá Él los desvaríos de nuestra
conducta? ¿No corregirá al hombre que agravia a su prójimo? ¿Tolerará el
abuso, la prepotencia, el despojo, el crimen? Si lo tolerara pudiendo
reprimirlos, Dios se haría cómplice de los delincuentes y facinerosos,
cómplice de sus delitos.
Él
no sólo conoce y ve lo que los hombres hacen, sino que oye sus
pensamientos como si los hombres los hablaran a su oído o los dijeran en
voz alta. Nada escapa a su escrutinio, y la vanidad, la inutilidad de
nuestros pensamientos le es conocida, pues conoce su origen y sus
consecuencias; sabe que somos polvo y que al polvo regresamos.
12. Bienaventurado el hombre a quien tú, Señor, corriges, y en tu ley lo instruyes.
No
obstante que somos polvo y que en el polvo nos quedaríamos sin dejar
huella en el universo si no fuera por Él; no obstante que somos menos
que una nube pasajera que el sol disipa en unos instantes, y que nadie
vio y de la que nadie se acuerda (¿Porque quién se acuerda de los
millares de personas que vivieron, gozaron y sufrieron en nuestra
ciudad, por ejemplo, hace sólo doscientos años? Pasaron y ni sus
descendientes guardan recuerdo de ellos. Pero tú, oh Señor, sí los
conoces). No obstante, pues, nuestra nada, tú nos corriges, esto es,
muestras tu misericordia con el hombre tomándote la molestia de
corregirlo y de instruirlo en tu ley que grabaste en su conciencia (Rm
1:15).
¡Bienaventurado
el hombre, sí, a quien tú tratas como hijo para reprender sus maldades y
llevarlo al buen camino! (Pr 3:11,12) ¡Bienaventurado, sí, cuando tú lo
humillas y lo disciplinas para que comprenda sus errores y perciba su
necedad! (Sal 119:71) ¡Desdichado aquel de quien tú ya no te cuidas y a
quien tú abandonas a los vanos pensamientos de su mente porque se negó a
escucharte! (Hb 12:8) ¡Desdichado porque seguirá caminando por senderos
torcidos que cree derechos y que lo llevarán a la muerte. (Pr
14:12;16:25)
13. Para hacerle descansar en los días de aflicción, en tanto que para el impío se cava el hoyo.
Aquel
a quien tú en tu ley instruyes enseñándole a caminar rectamente
encontrará en ti un lugar de refugio en el día de la angustia y no
perecerá en el hoyo como el desgraciado que rechazó tu ley, que no quiso
acogerse a ella cuando amorosamente lo reprendías. Al impío sus propias
acciones le cavan la tumba, mientras que al obediente tú lo proteges de
las malas consecuencias de sus actos, no dejando que experimente sino
una pequeña parte de ellas para que escarmiente. San Agustín recalca el
hecho de que la tumba del impío está siendo cavada. No es cavada de
inmediato. Dios no condena de inmediato al impío para dar lugar, si
fuera posible, al arrepentimiento (2P 3:9). No quieras tú pues
condenarlo más rápido que Él.
14. Porque no abandonará el Señor a su pueblo, ni desamparará su heredad
El
salmista expresa su confianza de que el Señor no abandonará a los suyos
a su suerte. Las circunstancias en que se encontraba Israel cuando se
escribió el salmo podrían hacer pensar que Dios había desechado a su
pueblo, y por eso muchos de ellos dudaban de Él. Pero el salmista
recuerda todas las promesas de Dios del pasado y cómo Él nunca dejó de
acudir en rescate de los suyos. Por eso él se reafirma en la seguridad
de que Dios volverá a manifestarles su favor y no dejará abandonados a
los suyos para siempre.
Esa
es una confianza que todos podemos tener. Dios es fiel es un concepto
que repite muchas veces la Biblia (Is 49:7; Sal 36:5; 1Cor 1:9; 1Ts
5:24; Hb 10:23; 1Jn 1:9, etc) y lo proclama la experiencia constante del
creyente.
15. Sino que el juicio será vuelto a la justicia, y en pos de ella irán todos los rectos de corazón.
La
primera parte del versículo es de lectura difícil. Maredsous traduce:
El juicio volverá a ser conforme a la justicia. Desarrollemos su
sentido: las sentencias de los tribunales humanos, que ahora nos son
contrarias porque son injustas, volverán a ser dictadas por la justicia
divina, dejarán resplandecer la justicia de Dios y todos los hombres
rectos la seguirán.
Ahora
la justicia de Dios está como semi-oculta a los ojos humanos,
oscurecida por la represión y el abuso visibles, y por el aparente
triunfo de los impíos (Sal 73:4-9). Eso desconcierta a muchos. Pero
volverá a brillar en todo su esplendor. Entonces, todos los hombres
rectos la verán claramente e irán en pos de ella.
Cuando
llegue ésa será también la hora de la venganza, la hora en que sobre la
cabeza del impío recaiga todo lo que hizo padecer al justo. Este es el
sentido obvio del texto si se piensa que los v. 14 y 15 forman una
unidad: Porque no abandonará el Señor a su pueblo
sino que el juicio
será vuelto
La segunda frase cumple lo que promete la primera. Juntas
forman un todo que nos habla de cómo actúa Dios.
La
pregunta inevitable entonces es: ¿Por qué permite Dios la opresión de
los justos? Porque a través de las pruebas y del sufrimiento maduran los
justos a mayor justicia, su fe y su amor crecen y son preparados para
mayores obras. Ese es el mensaje de 2 Cor.11:16 12:13.
16,17.
¿Quién se levantará por mí contra los malignos? ¿quién estará por mí
contra los que hacen iniquidad? Si no me ayudara el Señor, pronto
moraría mi alma en el silencio.
Si
no me ayudara el Señor.. Esa frase expresa una gran verdad: las
fuerzas adversas, impulsadas por el demonio, habrían terminado conmigo
hace tiempo si no fuera porque Dios me protege. Estos dos versículos
contrastan la necesidad que tiene el hombre de ser ayudado en sus luchas
para no ser arrollado por sus enemigos, con la inutilidad de toda ayuda
que no sea la que venga de Dios mismo.
Todo
lo que el hombre pueda hacer en sus propias fuerzas es insuficiente. Si
no fuera porque Dios estuvo de mi lado ya mis enemigos habrían dado
cuenta de mi vida. Este es el mensaje del Antiguo y del Nuevo Testamento
por doquier: Separados de mí nada podéis hacer (Jn.15:5), Alzaré mis
ojos a los montes ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del
Señor
(Sal.121:1,2). Ciertamente con frecuencia Dios utiliza
mensajeros humanos (no siempre angélicos) para llevarnos su ayuda. Pero
lo cierto y consolador para nosotros es que esos hombres o mujeres que
nos socorrieron no habrían actuado si no fuera porque Dios los impulsó a
hacerlo y los guió. En otros casos la ayuda que recibe el hombre viene
de adentro, de las fuerzas renovadas que Dios suscita en su interior y
de la inspiración para hacer lo adecuado: Tú aumentas mis fuerzas como
las del búfalo... (Sal 92:11).
18. Cuando yo decía: Mi pie resbala, tu misericordia, oh Señor me sustentaba.
Muchas
veces cuando ya estaba a punto de caer y no tenía de dónde agarrarme
porque mis enemigos me vencían, tú venías, Señor, en mi ayuda y me
protegías. Lo hacías no porque yo mereciera tu apoyo, sino lo hacías por
el puro amor tuyo que se compadecía de mi necesidad y de mi angustia.
Tú eres por eso ¡Mi Señor! El único en quien yo puedo confiar. Tu
misericordia y tu fidelidad no tienen límites. ¡Cómo no te agradecería!
19. En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma.
Cuando
los malos pensamientos me atormentan, cuando el temor ante los peligros
que me acechan detiene mi aliento, cuando la angustia o la tristeza me
oprimen, tu Espíritu viene en mi ayuda para consolarme y hacer que el
sol de la alegría brille nuevamente en mi pecho para darme esperanza. Tú
sacas mi alma del pozo de aflicción que lo consume.
Por eso Señor yo te canto y mi voz se eleva para alabarte y agradecerte por todas tus bondades.
20. ¿Se juntará contigo el trono de iniquidades que hace agravio bajo forma de ley?
El
trono de iniquidades al que se refiere el salmista en este lugar es
posiblemente algún centro de poder local, o el del soberano de su tierra
en ese momento, o simplemente alguna influencia poderosa que le es
contraria. Pero quién quiera que sea a quien se refiera concretamente (y
es indudable que en este versículo y en el siguiente el salmista se
refiere a un hecho concreto en su propia experiencia), sabemos que
detrás de todo poder o influencia negativa o impía está el trono de
Satanás, la potestad de las tinieblas que mueve a sus agentes en el
mundo. Es sabido que quienes detentan el poder disfrazan sus intenciones
y ambiciones bajo formas legales para dar a sus manipulaciones una
apariencia de legitimidad y justicia. Ocurre a diario en la vida privada
y empresarial y en la política.
Y
son más condenables esos esfuerzos cuando se escudan bajo pretextos
religiosos, o tratan de aliarse con las autoridades de ese campo,
asumiendo una apariencia de piedad. Pero ¿aceptará Dios esa alianza?
¿bendecirá Dios sus intrigas?
La
respuesta a esa pregunta ya se ha dado más arriba cuando escribe el
salmista que el juicio será devuelto a la justicia. Es decir, que los
intentos de vestir de legalidad los proyectos malévolos serán
frustrados, porque Dios hará que los juicios humanos reflejen los suyos y
la justicia sea restablecida.
21. Se juntan contra la vida del justo, y condenan la sangre inocente.
En
estos versículos y el anterior puede verse una referencia a Cristo que
fue condenado a muerte por una coalición de fuerzas, enemigas entre sí,
pero que querían eliminar al adversario común cuya rectitud los acusaba.
En verdad si ha habido alguna sangre inocente, ésa ha sido la de Jesús,
más pura que la de Abel y por eso habla más elocuentemente que la de
éste (Hb 12:24).
El
crimen cometido por Caín es figura y anticipo de todos los homicidios
que se han cometido en la tierra y de sus motivaciones: el malvado
envidia al recto o codicia uno de los bienes de su prójimo (Véase el
episodio de Acab y la viña de Nabot en 1R 21).
22. Mas el Señor me ha sido por refugio, y mi Dios por roca de mi confianza.
Dios
permitió que su Hijo fuera sacrificado por los aliados del maligno
porque había un propósito de salvación detrás de esa muerte. Pero en el
caso de muchos de los justos Dios acude en su ayuda y los salva de las
garras enemigas. Él quiere preservarlos para poder seguir utilizándolos
para su obra.
Pero
¿puede decirse que el Padre abandonó a su Hijo? Él tenía que pasar por
la prueba de la muerte pero los lazos del sepulcro no lo podían retener.
Su Padre le dio victoria haciendo que resucitase y sentándole en su
trono. Guardando las distancias eso es lo que Él hace con todos aquellos
que Él permite que sean sacrificados. Lo permite porque, de alguna
manera para nosotros impenetrable, su muerte sirve sus propósitos (Sal
116:15).
21-23
Se juntan contra la vida del justo, y condenan la sangre inocente. Mas
el Señor me ha sido por refugio y mi Dios por roca de mi confianza. Y
Él hará volver sobre ellos su iniquidad, y los destruirá en su propia
maldad; los destruirá el Señor nuestro Dios.
Estos
tres versículos forman una unidad que describe una situación frecuente:
el justo es acosado por sus enemigos que tratan de acabar con su vida.
Formulan la sentencia de muerte. Pero sus planes malvados no prosperan
porque Dios viene en su ayuda. Aquí se encuentra la historia tantas
veces repetida en la vida: en medio del acoso, Dios es mi amparo; en Él
me refugio y las fuerzas desencadenadas del enemigo pasan a mi lado sin
tocarme. ¡Quién no ha hecho esa experiencia! Dios permite esas
situaciones para templar nuestro carácter y probar nuestra fe. Y Él
hará volver sobre ellos
No sólo me guarda Dios del furor de mis
adversarios, sino que todo el mal que ellos querían hacerme caerá sobre
sus propias cabezas. (Esta es, por citar un ejemplo, la historia de
Mardoqueo, a quien su rival, Amán, quiso colgar del patíbulo. Pero fue
Amán quien subió al cadalso que su odio había levantado. Est 3-5)
Aquí
se cierra el círculo de la venganza con que empieza el salmo. Dios hace
que los dardos que me apuntaban se volteen en el aire y caigan sobre el
que me disparó. No quieras pues tú hacer mal a nadie porque el mal que
hagas recaerá sobre tu propia cabeza.
Aquí
vemos también que lo que el salmista llama venganza en el lenguaje
guerrero y todavía carnal del Antiguo Testamento no es otra cosa sino la
justicia divina. El salmista, que vivía en un tiempo y en un mundo de
encendidas pasiones, --aún no transformadas por la gracia y la verdad
que vinieron por nuestro Señor Jesucristo (Jn.1:17)--, contempla y
comprende los hechos de acuerdo con la mentalidad que reinaba en su
época. La venida de Jesús cambió la manera de pensar y sentir de la
gente y su perspectiva del mundo. Por eso es que algunos aspectos y
cosas del Antiguo Testamento nos chocan. Son las verdades eternas de
Dios expresadas en el lenguaje y la manera de sentir de una época que
aún no había sido tocada por la gracia que derramó el Cordero. En el
lenguaje de nuestros días al Dios de las venganzas lo llamaríamos el
Dios justiciero. (6.4.03).
Notas
(1):
Este es un salmo post-davídico, que data posiblemente de la época en
que, durante el imperio persa, antes de Nehemías, los habitantes de
Jerusalén eran oprimidos por los pueblos vecinos (Nh 2:19; 4:1-8). Según
el Talmud el salmo sería anterior y habría sido compuesto por los
levitas durante la destrucción de Jerusalén por los caldeos (2R
25:1-10).
(2)
El salmo 149 habla de ejecutar venganza entre las naciones (v.7).Ése
es el contexto en que Jesús dice que Dios vengará a sus escogidos, como
en Ap 19:2, o en Ap 6:10: ¿Hasta cuándo Señor... no juzgas y vengas
nuestra sangre? La venganza (retribución) está unida al juicio. Dios se
venga de los que abusan del débil. Esto es, los castiga (Jr 5:29).
Por
eso Pablo nos exhorta a no vengarnos nosotros mismos, citando una frase
del Deuteronomio Mía es la venganza...dice el Señor (Rm 12:19; Dt
32:35). Deja que sea Dios quien te vengue. Tú sé manso. No digas yo me
vengaré... (Pr 20:22). No corresponde al hombre dar el pago (Pr 24:29).