¿Qué sucede después de la muerte?
Patrick Zukeran
Distintas perspectivas sobre la muerte
Desde el principio de la humanidad, el hombre se plantea la pregunta
"¿Qué sucede después de la muerte?". Nuestra respuesta ante esta
disyuntiva tiene enorme implicancias para nuestra vida aquí en la
tierra. Si bien hay muchos que intentan escapar del tema, tarde o
temprano debemos enfrentarlo. Hay muchas respuestas a esta pregunta,
todas ellas distintas.
Los ateos creen que al morir dejamos de existir. No hay vida después
de la muerte ni un alma eterna que continúa hasta la eternidad. Lo único
que podemos esperar es nuestra muerte inevitable, la futura muerte de
la humanidad, y del universo. Y es frente a este futuro que el ateo debe
encontrar un sentido y un propósito para su propia existencia.
Las religiones orientales y de la Nueva Era, que apoyan una visión
panteísta del mundo, enseñan que cada uno atraviesa un ciclo infinito de
reencarnaciones hasta que se rompe el ciclo y la persona se hace uno
con lo divino. La forma que tome una persona en la vida siguiente
dependerá de la calidad de la vida anterior. Al unirse con lo divino,
deja de existir como individuo, pero se vuelve parte de la fuerza de
vida divina, como una gota de agua que vuelve al océano.
Los que sostienen religiones animistas o tribales creen que después
de la muerte el alma humana permanece en la tierra o viaja para reunirse
con los espíritus de los ancestros que yacen en el submundo, también
llamado el reino de las sombras. Durante toda la eternidad vagan a
oscuras, sin experimentar gozo o desolación. Se puede llamar a los
espíritus de algunos muertos para ayudar o atormentar a los que están en
la tierra.
El Islam enseña que al final de los tiempos Dios juzgara las obras de
todos los hombres. Aquellos cuyas buenas obras son más que sus malas
obras entrarán en el reino de los cielos. El resto quedará sentenciado
al infierno. El Corán enseña que en el cielo los hombres tomarán vino y
recibirán las atenciones de doncellas celestiales, y que podrán tomar a
varias de estas doncellas por esposas.
La mayoría de las perspectivas del mundo deben aceptar la creencia en la vida después de la muerte sobre la base de una fe no comprobada,
pero la esperanza cristiana tiene una particular certeza por dos
razones: la resurrección de Cristo y el testimonio de la Palabra de
Dios. La Biblia ofrece la visión verídica de lo que sucede después de la
muerte. Sin embargo, muchos cristianos están equivocados con respecto a
su interpretación de la vida después de la muerte. Algunos creen que se
convierten en ángeles, otros creen que entran en un estado de "sueño
del alma", mientras que aun otros creen que estarán flotando en las
nubes tocando el arpa. En este artículo consideraremos algunos de los
conceptos populares erróneos de lo que hay más allá de la tumba, e
intentaremos percibir lo que enseña la Biblia.
Los cristianos pueden tener la certeza de que la muerte es algo que
no deben temer. Muy por el contrario, al morir llegamos a nuestro hogar
en el cielo. El vivir implica existir en un país extranjero. La muerte
ya no tiene aguijón y hoy es victoria a través de la resurrección de
Jesús nuestro Señor.
Experiencias cercanas a la muerte
En los últimos treinta años hubo miles de personas que afirmaron
haber tenido experiencias cercanas a la muerte (ECM; en inglés, NDE:"near death experiences").
Las ECM son sucesos en los que una persona en estado de total
conciencia abandona su cuerpo e ingresa en otro mundo. Las experiencias
de este tipo llevaron a una transformación total en la vida de muchas
personas. ¿Qué interpretación se puede dar a estos relatos?
Es importante comprender que las ECM provienen de personas que han estado clínicamente y no biológicamente
muertas. En el caso de muerte clínica, desaparecen todas las señales
externas de vida, como la conciencia, el pulso y la respiración. En
estos casos sobreviene la muerte biológica si no se toman medidas para
revertir la situación. La muerte biológica, en cambio, no se puede
cambiar con ningún tipo de atención o cuidados, ya que es físicamente
irreversible.{1}
Los relatos de ECM se producen en distintas etapas de la muerte
clínica. Algunos ocurren cuando el paciente se encuentra en estado de
coma, muy cercano a la muerte, o ya clínicamente muerto. Otros relatos
se producen cuando deja de latir el corazón del paciente, o cuando el
cerebro del paciente deja de registrar actividad en el monitor del EEG.
No existen registros de casos de muerte biológica o irreversible durante
un tiempo significativo seguido de una resurrección.
Lo que intriga a científicos y teólogos por igual en sus estudios de
las ECM es que muchos pacientes describen experiencias similares, entre
las que se incluyen abandonar el cuerpo y observar desde arriba mientras
los médicos están trabajando, ingresar a un túnel oscuro, ver luz, ver a
otras personas, encuentros con seres espirituales, una sensación de
inmensa paz, y luego el retorno al cuerpo.
Muchos científicos y médicos con distintas visiones del mundo han
intentado encontrar una explicación de este fenómeno. Los que tienen una
visión atea buscan darle explicaciones desde lo natural, que van desde
alucinaciones inducidas por la medicación, reacciones químicas que
experimenta el cerebro durante una crisis cercana a la muerte,
encuentros anteriores que habían caído en el olvido, y otras. Pero de
ninguna manera logran develar este fenómeno.
Muchas ECM se producen sin medicación, como en el caso de personas
rescatadas del agua, clínicamente muertas. Además, miles de víctimas de
ECM pudieron describir claramente y con lujo de detalles lugares y
personas que vieron mientras se encontraban en estado de muerte clínica.
Una jovencita, que se encontraba casi muerta, pudo describir lo que
hizo su familia esa noche en la casa, lo que hicieron para cenar, dónde
se sentó cada uno e incluso las conversaciones que tuvieron. Otros
pudieron describir en detalle objetos que se hallaban en habitaciones
cercanas y más alejadas de la propia. Un paciente describió un zapato
que estaba en la azotea del hospital. Cuando las enfermeras fueron a
ver, encontraron el zapato exactamente como lo había descrito ella. Un
niño que sufrió un accidente junto a su madre y su hermano dijo a los
que lo rodeaban, sólo unos instantes antes de morir: "Me están esperando
ahora". El médico descubrió que justamente a esa hora en otro hospital
habían muerto la madre y el hermano del niño. Gary Habermas y J.P.
Moreland consideran el tema de las ECM desde distintas perspectivas en
su libro Beyond Death [Más allá de la muerte], donde argumentan
que las explicaciones desde lo natural no aclaran de manera
satisfactoria lo que sucede durante las ECM.
Si bien las ECM no ofrecen una prueba concluyente de la existencia
del cielo o del infierno, al menos indican que en el momento de la
muerte el alma se separa del cuerpo y que el espíritu de la persona está
conciente y es coherente.
Sin embargo, las ECM no reflejan claramente lo que se encuentra más
allá de la tumba. Las ECM son relatos que ofrecen apenas un vistazo de
lo que sucede más allá de la cortina de la muerte, y por lo tanto el
panorama que nos dan es incompleto. Colosenses 1:18 nos dice que Jesús
"es el primogénito de la resurrección, para ser en todo primero". Cristo
superó la muerte biológica y vive para siempre con autoridad sobre toda
la creación. Su supremacía sobre todas las cosas se estableció a través
de su resurrección. Sabemos, además, que Satanás se disfraza de ángel
de luz y que puede aparecer con distintos aspectos. Es fundamental que
evaluemos todas las experiencias a la luz de las Escrituras.
¿Podemos comunicarnos con los muertos?
¿Los espíritus de los muertos pueden comunicarse con los vivos? Uno
de los programas más populares de la televisión moderna es "Crossing
Over" [Cruzando del otro lado], conducido por el vidente John Edward. Al
igual que otros videntes, Edward asegura poder comunicarse con los
espíritus de los muertos. Deja boquiabiertos a los espectadores al
revelarles detalles que sólo el ser amado fallecido podría saber. A
partir de esta comunicación, las personas buscan consuelo, consejos y
aliento.
La Biblia enseña que la comunicación con los muertos no es posible. Una y
otra vez en la Biblia, Dios ordena a su pueblo desistir de la práctica
de la necromancia, el arte de comunicarse con los muertos.
Deuteronomio 18:10, 11 dice:
Nadie entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego;
ni practicar adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros,
servir de médium espiritista o consultar a los muertos . . .
Los cananeos consultaban a los espíritus y a los muertos con la
esperanza de obtener poder y de predecir los eventos futuros. Esta
práctica es una abominación ante Dios y es la razón por la que los
cananeos fueron expulsados de esa tierra. Israel recibió la advertencia
de no imitar a los cananeos, pues de lo contrario ellos sufrirían una
pena similar.
El contacto con los muertos está prohibido porque los espíritus de
los muertos no pueden comunicarse con los vivos. En Lucas 16, el hombre
rico que sufría en el infierno buscaba una manera de comunicarse con su
familia que estaba viva para advertirles del destino que les esperaba.
Sin embargo, no hubo manera de que se comunicara con ellos, y los vivos
tampoco podían comunicarse con él.
¿Con quiénes se están comunicando, entonces, los médium y
espiritistas? Si efectivamente están comunicándose con un ser
espiritual, lo más probable es que sea un impostor demoníaco. Y si bien
el espíritu demoníaco puede comunicar algunas cosas ciertas, la
verdadera intención del espíritu es engañar a los familiares y alejarlos
del Señor. Esta práctica a la larga puede llevar a la posesión
demoníaca y a que la persona quede muy lastimada.
En Hechos 16:16 Pablo se encontró con una joven que podía predecir el
futuro porque estaba poseída por un espíritu. Sabiendo esto, Pablo
finalmente expulsó al espíritu. La Biblia siempre prohíbe la práctica de
la necromancia.
Algunos seguramente intentarán defender la necromancia señalando el
pasaje de 1 Samuel 28. Aquí Saúl pide a la adivina de Endor que llame a
Samuel de la tumba. El espíritu de Samuel se levanta y anuncia un
mensaje profético a Saúl. Las opiniones de los estudiosos bíblicos están
divididas con respecto a este relato. Algunos creen que fue un impostor
demoníaco haciéndose pasar por Samuel. Yo creo que, ya que se cumplió
esta profecía, éste realmente era el profeta Samuel. A pesar de la
desobediencia de Saúl, Dios hizo una excepción en este caso.
Cualquiera sea el punto de vista que uno defienda, es claro que este
versículo no nos alienta a consultar con los médium. Saúl en este
momento de su vida estaba fuera de la voluntad de Dios y debido a que el
Espíritu de Dios le había abandonado, no podía recibir palabra de Dios.
Desesperado, y siguiendo una constante en su vida, desobedeció a Dios, y
sufrió las consecuencias. Este relato de Saúl nos enseña una lección y
no es un ejemplo que debamos seguir.
Un minuto después de la muerte
¿Qué sucede con nuestro último aliento? La Biblia nos enseña lo que
habrá de ocurrir.
En primer lugar, nuestra alma y espíritu inmaterial se separan de
nuestro cuerpo físico. Luego, recibiremos de inmediato la sentencia en
el juicio que determinará nuestro destino eterno. Aquellos que hayan
confiado en el pago de Cristo en la cruz por nuestros pecados entrarán a
la vida eterna en la presencia de Dios. 2 Corintios 5:8 dice: "Así que
nos mantenemos confiados y preferiríamos ausentarnos de este cuerpo y
vivir junto al Señor". No habrá demora en un estado de inconsciencia al
que muchos denominan "sueño del alma-2. Estaremos de inmediato ante la
presencia de Dios.
En segundo lugar, el alma en el cielo se perfecciona en santidad, y
desaparece por completo nuestra antigua naturaleza pecaminosa. Hebreos
12:23 menciona "los espíritus de los justos que han llegado a la
perfección". Los espíritus de los santos están en el reino de los cielos
y han llegado a la perfección. La lucha contra el pecado que describió
Pablo y en la cual participan todos los cristianos finaliza para siempre
cuando, después de la muerte, entramos en nuestra condición
glorificada.
Aquellos que rechazan este don recibirán lo que han elegido, la
eternidad separados de Dios en el infierno. Hebreos 9:27 dice: "Así como
está establecido que los seres humanos mueran una vez, y después venga
el juicio..." No hay segunda oportunidad, y no hay ciclo de
reencarnación. Nuestro destino eterno está determinado por la decisión
que tomamos con respecto a Cristo aquí en la tierra.
Muchos asumen que después de recibir a Cristo todo lo que queda es una
entrada gozosa al paraíso. Las Escrituras nos enseñan que Jesús nos
recompensará según la manera en que hayamos vivido en la tierra. Enseñó
este principio con la parábola de los talentos en Lucas 19. A cada
siervo se le encomendó que administrara los talentos que su señor le
entregaba. Al retorno del señor, cada siervo debía rendir cuentas sobre
la forma en que había administrado los talentos encomendados. Los
siervos juiciosos recibieron una recompensa mientras que el siervo
malvado fue expulsado.
La lección para el cristiano es que cada uno de nosotros deberá rendir
cuentas por el tiempo que hemos pasado aquí en la tierra. Esto no es lo
mismo que el juicio que evaluará nuestra condición con respecto a la
salvación. La muerte de Cristo en la cruz permite que todos los que
crean entren al reino de Dios. Seremos juzgados por nuestras obras
hechas a partir del momento de nuestra salvación. Este juicio a los
creyentes se denomina el Tribunal de Cristo, acontecimiento que se
describe en 1 Corintios 3:11-15:
Porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está
puesto, que es Jesucristo. Si alguien construye sobre este fundamento,
ya sea con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y paja, su
obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al
descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad
del trabajo de cada uno. Si lo que alguien ha construido permanece,
recibirá su recompensa, pero si su obra es consumida por las llamas, él
sufrirá pérdida. Será salvo, pero como quien pasa por el fuego.
Pablo declara que Cristo es nuestro fundamento. Nuestras obras son la
edificación sobre este fundamento. Los materiales de oro, plata y
piedras preciosas se refieren a obras realizadas con motivos puros para
la gloria de Dios. Las obras de madera, heno y paja son las que se hacen
con motivos equivocados, sólo para gloriarse uno mismo.
En el Tribunal de Cristo nuestras obras serán probadas con fuego
divino. Aquellas obras que se hicieron para la gloria de Dios resistirán
las llamas y serán nuestra recompensa. Algunos verán con tristeza cómo
las llamas consumen ante sus ojos todas las obras que realizaron en la
tierra y entrarán al cielo con poca recompensa o ninguna.
Los no creyentes serán juzgados y sentenciados al infierno. Al final
de los tiempos se enfrentarán al juicio ante el Gran Trono Blanco. Aquí
serán juzgados todos los muertos no justos desde el comienzo de los
tiempos conforme a su rechazo del Salvador. Luego serán echados al lago
de fuego para toda la eternidad. Apocalipsis 20:11-15 dice:
Luego vi un gran trono blanco y a alguien que estaba sentado en él.
De su presencia huyeron la tierra y el cielo, sin dejar rastro alguno.
Vi también a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono.
Se abrieron unos libros, y luego otro, que es el libro de la vida. Los
muertos fueron juzgados según los que habían hecho, conforme a lo que
estaba escrito en los libros. El mar devolvió sus muertos; la muerte y
el infierno devolvieron los suyos, y cada uno fue juzgado según lo que
había hecho. La muerte y el infierno fueron arrojados al lago de fuego.
Este lago de fuego es la muerte segunda. Aquel cuyo nombre no estaba
escrito en el libro de la vida era arrojado al lago de fuego.
Sabiendo que como cristianos algún día tendremos que rendir cuentas de
nuestras vidas, deberíamos vivir como juiciosos mayordomos administrando
lo que Dios nos dio. El saber el destino que le tocará a los que no son
salvos debería llenarnos del coraje de compartir a Cristo sin
vergüenza, con urgencia, a todos los que nos rodean. El saber lo que se
encuentra más allá de la tumba debería motivarnos a vivir nuestra vida
en la tierra con una misión.
¿Cómo seremos en el cielo?
En el momento de la muerte física, el alma se separa del cuerpo y
entra de inmediato a la presencia del Señor. Miremos una vez más las
palabras de Pablo en 2 Corintios 5:8, que dice: "Así que nos mantenemos
confiados y preferiríamos ausentarnos de este cuerpo y vivir junto al
Señor". El alma en el cielo se perfecciona en santidad y desaparece por
completo nuestra antigua naturaleza pecaminosa. Como se señaló
anteriormente, Hebreos 12:23 menciona "los espíritus de los justos que
han llegado a la perfección". Los espíritus de los santos están en el
cielo y han llegado a la perfección. La lucha contra el pecado que
describió Pablo y en la cual participan todos los cristianos finaliza
para siempre cuando, después de la muerte, entramos en nuestra condición
glorificada.
No permaneceremos en el reino de los cielos como alma sin cuerpo. En
el tiempo establecido por Dios habrá una resurrección final donde el
espíritu se unirá al cuerpo resucitado. Si bien varían las opiniones de
los cristianos con respecto a cuándo se producirá esta resurrección,
todos estamos de acuerdo con respecto a la resurrección del cuerpo. ¿Qué
apariencia tendrá el cuerpo resucitado?
Filipenses 3:20, 21 dice: "Somos ciudadanos del cielo, de donde
anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará
nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso". 1 Juan
3:2 promete: "Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos
semejantes a él, porque lo veremos tal como él es".
A partir de estos dos pasajes sabemos que nuestros cuerpos
glorificados serán como el de Cristo. No seremos deificados, sino que
nuestros cuerpos tendrán las mismas cualidades que el cuerpo resucitado
de Jesús. Nuestros cuerpos celestiales serán nuestros cuerpos terrenales
glorificados. El cuerpo de Cristo que murió en la cruz era el mismo que
resucitó. Su cuerpo glorificado pudo pasar a través de las paredes,
aparecer repentinamente, y ascender a los cielos.
2 Corintios 5:1 nos dice: "Tenemos de Dios un edificio, una casa
eterna en el cielo, no construida por manos humanas". Las manos de Dios
formarán el cuerpo resucitado. Según dice 1 Corintios 15:39, 40, 42b,
43:
No todos los cuerpos son iguales: hay cuerpos humanos; también los
hay de animales terrestres, de aves y de peces. Así mismo hay cuerpos
celestes y cuerpos terrestres; pero el esplendor de los cuerpos celestes
es uno, y el de los cuerpos terrestres es otro. . . Lo que se siembra
en corrupción, resucita en incorrupción; lo que se siembra en oprobio,
resucita en gloria; lo que se siembra en debilidad, resucita en poder;
se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual.
Al responder a los que desprecian la resurrección, Pablo explica que
nuestros cuerpos celestiales tendrán diferencias con nuestros cuerpos
terrenales. Serán cuerpos encarnados, pero tan distintos de nuestros
cuerpos terrenales como lo son nuestros cuerpos de los de los animales.
Podemos concluir además que, como una semilla, el cuerpo será
sembrado o enterrado y que algún día volverá a la vida. Se entierra en
muerte, corrupción, debilidad y deshonor. Al resucitar será cambiado
desde todos los puntos de vista. Resucita imperecedero, glorioso,
poderoso y espiritual. Entonces tendremos cuerpos eternos, permanentes y
perfeccionados.
También mantendremos nuestra identidad. En Lucas 16:23, Lázaro, el
hombre rico, y Abraham retuvieron todos su identidad. Llegará el día en
que ya no tendremos que enfrentarnos a la debilidad del pecado, la
enfermedad, la vejez. Hay un gran futuro por delante para los que están
en Cristo.
¿Qué haremos en el cielo?
¿Qué haremos en el cielo durante toda la eternidad? Algunos se
imaginan jugando al golf eternamente, mientras que otros imaginan santos
flotando en las nubes con arpas de oro. Si bien son pensamientos
agradables, no llegan a vislumbrar el glorioso futuro que les espera a
los que están en Cristo. Sabemos relativamente poco sobre las
actividades que tendrán lugar en el cielo ya que sólo se nos ofrece un
breve pantallazo de nuestra vida venidera.
En primer lugar, el momento que los santos de todos los tiempos esperan
ansiosos es encontrarse cara a cara con el Señor al que han servido.
Este será el primer y más grandioso momento después de la muerte física.
A partir de allí disfrutaremos de la "koinonia" y la comunión en su presencia durante toda la eternidad.
En segundo lugar, nuestra vida en el cielo implica adoración. Tenemos una clara descripción de esto en Apocalipsis 19:1-5:
Después de esto oí en el cielo un tremendo bullicio, como el de una
inmensa multitud que exclamaba: "¡Aleluya! La salvación, la gloria y el
poder son de nuestro Dios, pues sus juicios son verdaderos y justos..." Y
volvieron a exclamar: "¡Aleluya! El humo de ella sube por los siglos de
los siglos." Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres
vivientes se postraron y adoraron a Dios, que estaba sentado en el
trono, y dijeron: "¡Amén, Aleluya!" Y del trono salió una voz que decía:
"¡Alaben ustedes a nuestro Dios, todos sus siervos, grandes y pequeños,
que con reverente temor le sirven!"
Como el bullicio de una gran multitud, llegan las alabanzas de los
santos de todos los tiempos. Hace un tiempo los hombres de nuestra
iglesia describieron la experiencia de cantar un himno, "Cuán grande es
Él" en una conferencia de un grupo denominado Promise Keepers
[Cumplidores del pacto]. No tenían palabras que pudieran describir con
precisión tan sublime experiencia. Su mejor intento por ponerlo en
palabras fue: "¡Impresionante! ¡Simplemente impresionante!". ¿Pueden
imaginarse entonces lo que será cuando cantemos "Santo, Santo, Santo"
junto con los santos de todos los tiempos en la presencia de Dios?
Nuestra adoración aquí en la tierra es la preparación para nuestra gran
adoración futura en el cielo.
En tercer lugar está el aspecto del descanso. El descanso celestial
aquí no implica una cesación de nuestras actividades, sino la
experiencia de llegar a una meta de crucial importancia. El escritor de
Hebreos 4:9, 10 dice, al hablar al pueblo de Dios: "Por consiguiente,
queda todavía un reposo especial para el pueblo de Dios; porque el que
entra en el reposo de Dios descansa también de sus obras, así como Dios
descansó de las suyas". El cielo es la meta final que alcanzamos después
de nuestro peregrinaje aquí en la tierra. Descansaremos de nuestros
sufrimientos y esfuerzos contra las enfermedades, la carne, el mundo y
el diablo.
En cuarto lugar serviremos al Señor. Lucas 19:11-27 enseña una
parábola sobre la mayordomía. Los siervos juiciosos que multiplicaron
los talentos del maestro recibieron autoridad sobre diez y cinco
ciudades. Apocalipsis 22:3 nos dice: "El trono de Dios y del Cordero
estará en la ciudad. Sus siervos lo adorarán". En 1 Corintios 6:3 Pablo
reprende a los cristianos carnales que no pueden solucionar las
diferencias entre ellos y les pregunta: "¿No saben que aun a los ángeles
los juzgaremos?". En Apocalipsis 3:21 el Señor Jesús promete: "Al que
salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como
también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono". Aparentemente
tendremos autoridad sobre una esfera del reino eterno de Dios. La
cantidad que recibamos dependerá de nuestra fidelidad a él en esta
tierra.
En quinto lugar, experimentaremos comunión con Dios y con los que nos
rodean. Una de las experiencias más dolorosas es la despedida. Ya sea
que un ser querido se traslade a otro lugar, o que muera, siempre
implica dolor el decir adiós. El cristiano tiene la esperanza de saber
que nuestras despedidas no serán para siempre. Algún día volveremos a
encontrarnos, y esta vez nunca más volveremos a despedirnos. ¡Lo que
encontrará el creyente después de la muerte es un futuro glorioso
imposible de imaginar en todas sus dimensiones!
Notas
Bibliografía
© 2006 Probe Ministries. Todos los derechos reservados.
Traducción: Elizabeth Birks
Acerca del Autor
Patrick Zukeran es un conferencista asociado de Probe Ministries.
Se graduó de Point Loma Nazarene College en San Diego, California y tiene
un Th.M. del Dallas Theological Seminary. Actualmente sirve como pastor del
Asian American Baptist Church en Richardson, Texas. Si usted tiene algún comentario
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