Tú también alguna vez has marcado tu propiedad, o has ayudado a
alguien más a marcar sus pertenencias.
Quizá has decorado tu casa con
adornos de tu país, has pintado el dormitorio de tu hijo con su color
preferido, has pegado una calcomanía en tu carro que muestra alguna de
tus opiniones, o quizás has escrito tu nombre en tu caja de
herramientas.
Aunque no lo hayas notado antes, tu casa, tus posesiones y
aun tu propia apariencia física, están marcados como tuyos.
La
propiedad lleva las marcas de su dueño.
Ahora 'Cristo' el salvador se te revelo en su amor, y te entregaste de corazón a el para amarlo.
Pero tu vida cristiana no terminó allí.
De hecho, el nuevo nacimiento
fue solo el principio.
La salvación determinó el inicio de la labor de
marcar tu vida—tu todo—como el territorio de Cristo.
Gustosamente rendiste tu vida a Cristo y con gozo Cristo te aceptó.
Desde ese día, tu vida ya no le perteneció al pecado, sino a Dios ¡Y
cuanto nos gozamos de pertenecerle a Él!
Porque sabemos que ya no vivimos nosotros, mas Cristo vive en nosotros (Gal 2:20),
y que El nos hizo, y somos Su pueblo (Sal. 100:3). Desde tu
conversión, todo lo que eres, y todo lo que tienes, debe ser marcado
como propiedad de Él. Amen