Hable sobre las cosas que son importantes para su adolescente.
Cada jovencito prefiere hablar sobre distintas cosas. Algunas de las
cosas sobre las que quieren hablar quizás no le parezcan importantes,
pero, como explica la consejera escolar Carol Bleifield, "Con los
jovencitos, a veces es toda una cultura distinta. Usted tiene que
comprender esto, debe intentar ponerse en su lugar y en su época". Pero
también advierte que no hay que fingir interés por algo que le aburre.
Al hacer preguntas y escuchar, usted le demuestra a su hijo que respeta
sus sentimientos y opiniones. Estos son algunos de los temas que les
interesan en esta edad:
La escuela. Si usted le
pregunta, "¿Qué hiciste en la escuela hoy?" la respuesta más probable
será, "Nada." Obviamente, usted sabe que no es cierto. Al examinar el
libro de tareas o leer las notas que el niño trae a casa, usted se dará
cuenta que el martes, su niño de 10 años comenzará a estudiar los
animales de Sudamérica en peligro de extinción, o que el juego de fútbol
está programado para el viernes de noche. Con ésta información a la
mano, usted puede hacerle preguntas a su hijo sobre clases o actividades
específicas, lo cual resultará en un mejor inicio a la conversación.
Aficiones e intereses personal.
Si su hijo ama los deportes, hablen sobre su equipo favorito o vean la
Serie Mundial o las Olimpíadas juntos. La mayoría de los adolescentes se
interesan en la música. Barbara Braithwaite, una maestra de secundaria
de Pensilvania, señala que "La música es la huella que deja cada
generación. La música define a cada categoría de edad. Los padres, como
mínimo, deben saberse los nombres de los cantantes más populares." Sin
embargo, es muy importante que usted se comunique claramente con su hijo
si usted piensa que la música que escucha es inapropiada-y explíquele
por qué. Si usted guarda silencio, él puede interpretar que usted
aprueba.
Emociones. Como señalamos
anteriormente, los adolescentes se preocupan bastante por varias
razones. Se preocupan por: sus amigos, su popularidad, su sexualidad,
estar en sobrepeso o flacos, el examen de matemática, sus notas, entrar a
la universidad, ser abandonados y el futuro del mundo. Y la lista no se
acaba. A veces es difícil discernir si un problema es algo de
importancia para su hijo. La consejera escolar Carol Bleifield dice que
cuando no está segura, ella pregunta, "¿Es este un problema pequeño,
mediano o grande? ¿Qué tan importante es para ti? ¿Qué tan a menudo te
preocupa?" Al descifrar la magnitud y la importancia del problema usted
puede decidir mejor cómo enfrentarlo.
Familia. A los
adolescentes les gusta hablar sobre y participar en los planes para toda
la familia, como las vacaciones, al igual que las cosas que les afectan
individualmente, como las horas para llegar a casa y la cantidad de sus
salarios. Si usted necesita una operación en la espalda, su hijo querrá
saberlo de antemano. Quizás quiera aprender un poco más sobre la
operación. Al formar parte de este tipo de conversaciones familiares, su
hijo se sentirá más seguro de su pertenencia en la familia.
Temas delicados. Las
familias deben abordar temas sensibles de manera que encaje bien con sus
valores familiares. Recuerde que evadir estos temas no va a eliminar su
existencia. Si usted evita hablar con su hijo sobre temas difíciles, lo
más probable es que él buscará esta información en los medios o con sus
amigos. Esto aumenta la probabilidad de que lo que escuche no esté de
acuerdo con sus valores o que la información sea errónea-o las dos
cosas. Sharon Sikora, maestra de secundaria de Colorado, explica que los
alumnos de secundaria comparten mucha información incorrecta sobre
temas que son muy importantes. Dicen que saben acerca de algunos temas
delicados pero verdaderamente no saben mucho. Enfrentar un tema sensible
directamente a veces no funciona, señala la Srta. Sikora. "Uno no puede
sentarlos y decir, 'Hoy vamos a hablar sobre el uso de la marihuana.'
Esa es la forma más directa de acabar con una conversación sin siquiera
comenzarla."
Las vidas de los padres, esperanzas y sueños.
Muchos adolescentes quieren tener una ventanita al mundo de sus padres,
el mundo pasado y el presente. ¿Cuántos años tenías cuando te
perforaste las orejas? ¿Tuviste alguna vez un maestro que te volvía
loco? ¿Recibías un salario cuando tenías 11 años? ¿Cuánto te daban los
abuelitos? ¿Te sentiste triste cuando murió Abuelito? ¿Cómo es tu jefe
en el trabajo? Esto no significa que usted debe sentirse obligado a
compartir todas sus penas con su hijo. Recuerde que usted es su padre,
no su igual, y a veces es mejor no responder a una pregunta indiscreta.
Sin embargo, recordar detalles de su niñez y su vida actual le puede
ayudar a su hijo a comenzar a dar definición a su propia vida.
El futuro. A medida que
las capacidades cognoscitivas de los adolescentes se van desarrollando,
ellos comienzan a pensar cada día más en el futuro y sus posibilidades.
Su hijo quizás quiera hablar más sobre lo que puede anticipar que la
vida le ofrezca en los próximos años-cómo será la vida después de la
secundaria, el trabajo, el matrimonio. Quizás pregunte, "¿Cómo es vivir
en un dormitorio universitario?" "¿Cuántos años hay que tener para poder
casarse?" "¿Qué probabilidades hay de que el mundo explote algún día?"
"¿Habrá suficiente gasolina en el mundo para que yo pueda tener un carro
cuando sea más grande?" Estas preguntas merecen su mejor respuesta. (Y
cuando no pueda responder con certeza, estas preguntas merecen un "No
sé" honesto)
Cultura, acontecimientos.
Vivimos en un mundo saturado por los medios de comunicación. Hasta los
niños más pequeños se exponen constantemente a programas de televisión,
música, cine, juegos electrónicos y otros medios. No olviden que los
medios que su hijo escoge le pueden abrir una ventana a su mundo. Por
ejemplo, si ustedes han visto la misma película (juntos o por su
cuenta), usted le puede preguntar cómo le gustó y cuales fueron sus
partes favoritas.
Comuníquese con amabilidad y respeto.
Los adolescentes a veces dicen o hacen cosas vergonzosas o mal
intencionadas, a veces las dos cosas. No importa cuánto lo provoque,
siempre es mejor responder con calma. El respeto y el auto-control que
usted demuestre al hablar con su hijo algún día rendirá fruto en sus
relaciones y conversaciones con otras personas.
La manera
en que se dicen las cosas es casi tan importante como lo que usted
dice. "Deja de picarte la cara" puede hacer llorar a un adolescente. "Tu
cuarto parece una pocilga," no es tan práctico como decir, "Necesitas
darte el tiempo para recoger un poco tu cuarto. Se te hará más fácil si
dedicas 5 minutos ahora recogiendo la ropa del piso-poniendo la sucia en
el cesto y colgando la limpia. Después del almuerzo puedes reorganizar
tu librero por otros 5 minutos." Los jovencitos prestan mucha atención
al tono de voz que usted utiliza con ellos. Un niño de 10 años de edad
fácilmente discierne entre una voz calmada y una voz llena de coraje.
La amabilidad va mano a mano con el
respeto. Como lo explica Joan Lipsitz, una experta nacional sobre la
educación de los alumnos de secundaria y madre de dos hijos adultos,
"Cuando yo era una madre activa y maestra, yo seguía una regla que se
desarrolló de mi experiencia en el aula: 'Si nunca soy intencionalmente
cruel contigo, tu no serás intencionalmente cruel conmigo.' Esa regla
resultó ser la regla más poderosa que jamás fijé, ya sea dentro del
salón de clase-donde cambió la cultura-o en casa."
Comunicarse con respeto también requiere
evitar ser condescendientes con los jóvenes. Ellos están adquiriendo
mayor conciencia social y conocimiento del mundo y sus acontecimientos, y
aprecian la conversación atenta. Jerri Foley, una consejera escolar de
Carolina del Sur, relata una historia sobre un viaje de estudios que
realizó con un grupo de jovencitas mientras en el estado se debatía si
era apropiado seguir ondulando la bandera confederada desde el capitolio
estatal. "Íbamos sobre la carretera cuando comenzó una gran discusión
sobre el tema," recuerda ella. "Nuestra conversación llegó a tal
intensidad que se nos pasó la salida a casa."