Satanás quiere influir en tu futuro haciéndote esperar lo peor.
Cuando así lo hagas, él facilitará las circunstancias, síntomas y
opiniones adecuadas. Hasta te mandará “expertos” que confirmarán tus peores temores. Si no te aferras a la Palabra de Dios y te elevas por encima de ellos, acabarás como Job, lamentándote: “Me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25b).
Cada vez que expresas dudas acerca de tu futuro, estás:
(a) sembrando malas semillas
(b) dando forma a tus perspectivas
(c) influyendo a los que te rodean
(d) contradiciendo al Dios que dijo: ”…los pensamientos que tengo acerca de vosotros…, pensamientos de paz…” (Jeremías 29:11b)
(e) creando una profecía que se cumplirá en sí misma. Mezcla helado y leche en un mezclador y conseguirás un batido. Echa basura y agua, y conseguirás fango. Lo que entra, sale.
¡Deja las proyecciones negativas! Empieza a sembrar semillas de fe, esperando sólo lo mejor de Dios.
QUE ESPERAS DE LA VIDA
La vida se expande o se restringe en función a lo que esperamos de
ella.
Si
piensas que tienes la vida que te ha tocado vivir, que no tienes suerte
o esperas que un día cambie tu vida, no eres consciente del poder que
tienes.
¡Más vale que vayas pensando en cambiar el “chip” y ponerte las pilas!
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Si
piensas que tienes la vida que te ha tocado vivir, que no tienes suerte
o esperas que un día cambie tu vida, no eres consciente del poder que
tienes.
¡Más vale que vayas pensando en cambiar el “chip” y ponerte las pilas!
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¡Más vale que vayas pensando en cambiar el “chip” y ponerte las pilas!
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Si
piensas que tienes la vida que te ha tocado vivir, que no tienes suerte
o esperas que un día cambie tu vida, no eres consciente del poder que
tienes.
¡Más vale que vayas pensando en cambiar el “chip” y ponerte las pilas!
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Cuantas veces hemos hecho eco de aquella máxima de las leyes de
Murphy que dice, “piensa lo peor y acertarás” tal parece que hemos
desarrollado el hábito de que es preferible tener la razón a que nos
vaya bien, o a que las cosas salgan de la mejor forma posible. También
trasladamos estas expectativas nefastas a lo que esperamos recibir de
alguien. Me he encontrado con personas a las que las expectativas
negativas de quienes lo rodeaban, literalmente lo empujaron a validar
aquella profecía. Cuando esperamos algo de alguien y lo contaminamos con
pesimismo, ya sea que se lo digamos o no, la probabilidad de fracaso es
mayor.¡Más vale que vayas pensando en cambiar el “chip” y ponerte las pilas!
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¿Te ha pasado que has emprendido un proyecto en tu vida, sabiendo muy
en el fondo que no lo ibas a lograr? O ¿has salido en tu carro con la
certeza que se iba a dañar, o que te lo iban a robar?
Para algunos resulta más cómodo esperar lo peor, para ellos es
preferible no elevar sus sueños y aspiraciones, y así evitar el dolor
que supone caer y fracasar. El evitar el dolor del fracaso es igual a
evitar el éxito.
Antes de comenzar cualquier proyecto en nuestra vida por pequeño que
nos parezca, debemos preguntarnos, ¿Qué resistencia tengo a verlo
convertido en un éxito? Al encontrar la respuesta podemos replantear el
proyecto para que los saboteos inconscientes no nos hagan fracasar. Al
emprender algo de lo que no estamos plenamente convencidos, creamos las
circunstancias necesarias para fracasar. Por ejemplo, alguien que
estaba pasando por una difícil situación económica se vio obligado a
manejar taxi, lo cual hizo con mucho malestar; a las pocas semanas
estrello el auto, dejándolo inservible.
También ocurre lo mismo cuando de sociedades se trata; el sentimiento
más leve de que algo no va a salir bien, amerita que nos detengamos a
reflexionar si lo que estamos haciendo va bien encaminado, y si es
posible, hablarlo con los involucrados, a lo mejor ellos sienten algo
parecido a nosotros y la conversación puede clarificar las dudas de
ambos.
Un habito que está profundamente arraigado en nosotros es el de
hablar en contra de las intenciones que tenemos, por ejemplo cuando
extraviamos algo decimos “no encuentro las llaves” o “estoy buscando las llaves” estas 2 frases reafirman todo lo contrario a la intención que tenemos que es encontrar las llaves. Es más útil decir “Estoy encontrando las llaves” esto
te pone en un estado neurofisiológico que te apoya a lograr tu
objetivo. Esta es una de las razones por las cuales generalmente
encontramos las cosas cuando no las estamos buscando.
Una forma de usar negativamente el poder de la expectativa es cuando
continuamente nos quejamos de la mala conducta de nuestros hijos con
ellos o con otras personas; estamos haciendo 3 cosas totalmente dañinas
para ellos: la primera nos estamos alejando de la posible solución al
conflicto que estamos viviendo, la segunda: estamos hundiéndolos en su
propia debilidad y la tercera es que estamos programándolos para repetir
esta conducta por el resto de su vida. La conducta de nuestros hijos
generalmente es un reflejo de nuestras propias inseguridades y de
aquellas áreas de nuestro desarrollo humano que faltan completar o
sanar.
En una ocasión alguien quien tiene miedo a volar me comentó que él
prefería mantener el miedo mientras vuela, porque el día en que no lo
tenga, con toda seguridad se cae el avión. Esta persona ha llegado al
punto de usar su expectativa negativa como un amuleto que le permite
tener control, pudiendo usar este mismo poder esperando lo contrario, lo
cual le puede ofrecer una mejor calidad de vida. Alguna vez has dicho
alguna de estas frases: Yo sabía que me iba a montar los cachos, Yo
sabía que me iban a robar, siempre me pasa lo mismo, porque a mí, otra
vez lo mismo, justo cuando me cambio de cola comienza a avanzar… todas
estas frases son el reflejo de la frustración de una persona que se ha
condicionado a esperar y recibir lo que no le gusta.
El desarrollo de este hábito se debe a 2 fuentes principales: El
aporte de las personas que influyeron en nuestra educación, de quienes
absorbimos todo tipo de información sin clasificarla como positiva o
negativa. Y por elección personal, al interpretar hechos dolorosos o
negativos en nuestra vida como inmutables. En base a esta
interpretación, desarrollamos la idea del No merecimiento.
Si has desarrollado este hábito en tu vida, comienza a observar en
que situaciones específicas lo usas. El descubrirte en el, te da la
libertad de escoger la forma como actúas. Si alguna vez has usado la
frase “esto solo me pasa a mí y al pato Lucas” es muy probable
que tengas una predisposición a esperar lo peor que la vida te puede
ofrecer. Comienza por desplazar de tu vocabulario frases o palabras que
te victimicen, renuncia a tener conversaciones negativas, y aléjate de
las personas que tengan estas características, pues su influencia en ti,
puede convertirse más en una carga que en un apoyo real.
¿Como es el mundo que te rodea hostil o amable? Según sea la
respuesta te darás cuenta que esa hostilidad o esa amabilidad, está
determinada por el filtro con el que percibes la realidad en la que
estas inmerso. Las cosas son como son, sin embargo en base a ese filtro
nosotros elegimos y etiquetamos como son para nosotros, para la
particular clase de observador que somos. Lo interesante es que cuando
cambiamos la forma de mirar las cosas, las cosas que miramos cambian.
Recuerda que recibes justo aquello que esperas o está dentro de ti. Las
cualidades como la belleza o fealdad de algo están en la capacidad de
etiquetar y definir que tenemos cada uno. Esta capacidad de elegir es en
definitiva una extensión del poder creador que poseemos. ¿Cómo deseas
usar ese poder creador?