Presión arterial (tensión) elevada en el anciano
Se ha comprobado en numerosos estudios que la presión arterial,
en particular la sistólica o máxima, tiende a aumentar progresivamente con la
edad, así como que la diastólica o mínima disminuye después de los 60 años. De
esta forma, la
hipertensión arterial (elevación mantenida de la
presión arterial) se ha convertido en un problema muy común en el anciano mayor
de 65 años, alcanzando una prevalencia o frecuencia del 65% al 75% en ese grupo
de población. Se da especialmente un tipo de elevación de la presión que por
afectar exclusivamente y de forma aislada a la presión máxima llamamos
hipertensión sistólica aislada.
En España, datos de 1997 sitúan la prevalencia de este tipo de
hipertensión cercana al 10%, es decir, uno de cada diez ancianos con
hipertensión la presenta. Debido al envejecimiento de la población, la
hipertensión sistólica aislada se convertirá pronto en la forma más frecuente
de hipertensión.
Definición
Un importante grupo de expertos americanos reunidos hace pocos
años para estudiar medidas de prevención, detección, evaluación y tratamiento
de esta enfermedad ha definido al paciente con hipertensión arterial como el
que presenta valores de presión arterial sistólica de 140mm Hg o más y de
presión arterial diastólica de 90mm Hg o más, o como el paciente cuya presión
exige la toma de medicación. Asimismo, definen la hipertensión arterial
sistólica aislada como una presión arterial sistólica de 140mm Hg o más y una
presión arterial diastólica inferior a 90mm Hg.
En cualquier caso, la definición de hipertensión arterial
resulta arbitraria y el límite establecido por encima del cual se considera que
un individuo padece esta enfermedad sólo indica un aumento significativo del
riesgo relativo de enfermar del corazón y de los vasos sanguíneos si
consideramos a toda la población en conjunto. Ese riesgo está asociado tanto
con los valores de presión arterial diastólica como de la sistólica, pero
parece probable que los episodios de enfermedad del corazón y de los vasos
sanguíneos se relacionen más con la presión máxima que con la
mínima.
Recientemente se ha demostrado que en los ancianos hipertensos
la llamada presión del pulso, es decir, la diferencia entre las presiones
máxima y mínima, y no la presión arterial media es el principal determinante
del riesgo de sufrir una enfermedad del corazón o de los vasos
sanguíneos.
Diagnóstico
Dada su trascendencia, el diagnóstico de hipertensión arterial
en el anciano debe realizarse tras la toma de múltiples
mediciones fiables siguiendo las recomendaciones y
procedimientos estandarizados internacionalmente. Es importante destacar que
los fenómenos llamados “pozo auscultatorio”, “pseudohipertensión” e
“hipertensión de bata blanca” deben ser tenidos en cuenta, ya que pueden
confundir el diagnóstico de hipertensión en el anciano.
Pozo auscultatorio
El llamado pozo auscultatorio se puede producir si no se tiene
la precaución de inflar el manguito con la suficiente presión como para hacer
desaparecer el pulso que habitualmente medimos en la flexura del brazo (pulso
braquial). En esta situación se puede producir un error al determinar la
presión arterial sistólica por debajo de la real, con lo que se minusvaloran
las cifras de presión arterial. Este fenómeno se produce aproximadamente en el
5% de los ancianos y está en relación con el endurecimiento de las grandes
arterias; se puede prevenir inflando el manguito por encima de los 250mm
Hg.
La pseudohipertensión
La pseudohipertensión se observa en aquellos ancianos con tal
rigidez de sus arterias que no pueden ser colapsadas por la presión del
manguito, lo que conlleva lecturas o registros falsamente elevados. Se presenta
aproximadamente en el 5% de los ancianos y debe sospecharse en aquellos
pacientes que no sufren repercusión de esta enfermedad en los órganos que
habitualmente presentan complicaciones, como el corazón, los riñones, los ojos
o el cerebro, a pesar de presentar cifras muy elevadas de presión
arterial.
Hablamos de pseudohipertensión cuando tras realizar una maniobra que consiste en inflar el manguito por encima de la presión máxima del paciente una vez que se palpa la arteria radial a la altura de la muñeca, se pierde el pulso radial, pero continúa palpándose la arteria, signo inequívoco de un aumento de la rigidez de la pared de la misma. La hipertensión de bata blanca
La hipertensión de bata blanca se observa en pacientes cuya
presión arterial siempre se encuentra elevada al ser medida en la consulta del
médico o de la enfermera, pero que es normal en otras ocasiones. Esta situación
es especialmente frecuente entre las mujeres de edad avanzada.
Por último, los pacientes de más edad presentan con mayor probabilidad que los más jóvenes una caída de la presión arterial con los cambios bruscos de posición e hipotensión. Así, en esos pacientes, la presión arterial debería tomarse tanto de pie como sentados y en posición tumbado boca arriba. Tratamiento de la Hipertensión sistólica aislada
En los últimos diez años se han acumulado fuertes evidencias de
los beneficios de tratar la elevación mantenida de la presión arterial en el
anciano. Diversos estudios científicos han demostrado un efecto beneficioso del
tratamiento sobre la incidencia de complicaciones de los vasos sanguíneos del
corazón y del cerebro.
Globalmente, el beneficio relativo hallado en los estudios mencionados se resume en el 33% de reducción de las muertes por accidentes vasculares cerebrales y en el 26% de reducción de las muertes por cardiopatía isquémica (déficit de oxígeno y nutrientes al propio corazón por obstrucción de las arterias que le llevan la sangre). Existen dos formas fundamentales de tratamiento de este problema de salud: Tratamiento sin medicamentos A través de las siguientes medidas:
Cuando fracasen las anteriores medidas, que son con las que se inicia siempre el tratamiento de esta enfermedad. Se recomienda disminuir la presión de forma gradual utilizando medicamentos de acción prolongada a la dosis más baja y efectiva posible. Objetivos del tratamiento antihipertensivo en el anciano
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Dr. Salvador Pertusa Martínez
, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria.