Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores. – 1 Timoteo 1:15.
¿Qué Conocimiento?
«Es tan peligroso para un hombre conocer a Dios sin conocer su
miseria, como conocer su miseria sin conocer al Redentor, quien puede
curarlo de ella», escribió Blas Pascal.
Estamos de acuerdo con la afirmación de este gran sabio. En efecto,
alguien que tenga cierto conocimiento de Dios pero que no considere su
condición de pecador ante él, sólo poseería un conocimiento intelectual
que no le serviría de nada. Peor aún, con este pretendido conocimiento
corre el riesgo de permanecer en una ilusión religiosa si se imagina que
lo que sabe hace que Dios le sea favorable. Este conocimiento endurece
el corazón y esto es realmente peligroso porque compromete su porvenir
eterno.
En cambio, conocer sólo su miseria, es decir, su condición de pecador
y de alejamiento de Dios, puede conducir al desaliento e incluso a la
desesperación. Tal conocimiento expone la mente a estar ocupada nada más
que de sí misma, y esta autocrítica forzosamente será estéril y
desmoralizante.
El único conocimiento útil es el que contiene la siguiente oración que habría expresado otro sabio, Newton, al final de su vida: «Dios me conceda saber siempre que yo soy un muy gran pecador y que Jesucristo es un muy gran Salvador».
Si comprendo mi estado de perdición, y si esto me lleva a poner mi
confianza en Jesucristo, quien murió en la cruz para borrar mis pecados,
entonces puedo estar perfectamente en paz en cuanto a mi salvación
eterna.