***AVITAMINOSIS, ¿CARENCIA O ABUSO?***
Israel Cortés
Las vitaminas son  sustancias que requiere el organismo para su 
desarrollo normal. La carencia o  exceso de éstas, ocasionada por una 
dieta deficiente o abuso de complementos  alimenticios, puede generar 
enfermedades genéricamente conocidas como avitaminosis.
En nuestros días se llama la atención muy a menudo 
  sobre la importancia de las vitaminas, y muchos productos alimenticios son promocionados 
  bajo el lema: "enriquecido con vitaminas", de modo que atribuimos 
  a estas sustancias un valor que, si bien es justificado, en muchas ocasiones 
  es excesivo.
Desafortunadamente, hay quien olvida que una dieta balanceada 
  por sí misma proporciona todos los nutrientes que necesitamos, y sólo 
  en casos especiales se aconseja el refuerzo de un producto que complete la dieta; 
  al contrario, convierten a polvos y cápsulas en su base alimenticia e 
  ingieren comidas rápidas sin horario fijo, esperando que su complemento 
  alimenticio, muchas veces suministrado en cantidades excesivas, cubra sus necesidades.
En el otro extremo se encuentran los individuos que por tratar 
  de alcanzar un ideal de belleza se privan de sus comidas diarias con la idea 
  de que, al comer menos, su silueta poco a poco adelgazará hasta alcanzar 
  un estereotipo estético, sin notar que desbalancean su dieta y propician 
  el surgimiento de enfermedades.
Cierto es que seres vivos como vegetales, hongos y microorganismos 
  son capaces de elaborar vitaminas por sí mismos, pero no los humanos; 
  nosotros necesitamos de una alimentación balanceada, que incluya productos 
  de todos los grupos de alimentos, para procurar que haya estabilidad y evitar 
  los transtornos orgánicos relacionados con estas sustancias, conocidos 
  como vitaminosis. Se conocen tres tipos:
- Avitaminosis, cuando hay carencia total de una o varias vitaminas.
 - Hipovitaminosis, hay carencia parcial de vitaminas.
 - Hipervitaminosis, en caso de existir exceso de una o varias vitaminas.
 
Las vitaminas se dividen en dos grupos, de acuerdo a si son 
  capaces de disolverse en agua (hidrosolubles) o en grasas (liposolubles). En 
  el primer grupo encontramos a la vitamina C y las del complejo B, y en el segundo 
  a las vitaminas A, E, D y K; por cierto, es más fácil padecer 
  hipervitaminosis de estas últimas, ya que al ser poco solubles en agua 
  son también difíciles de eliminar por la orina.
A continuación mencionamos los efectos que se generan 
  por el exceso y carencia de cada una de estas vitaminas en el organismo humano.
Ni tanto que queme al santo...
Las hipervitaminosis son menos frecuentes, y su principal causa es el consumo desmedido de complementos alimenticios o multivitamínicos con la finalidad de incrementar peso o aumentar masa muscular. Son todavía menos frecuentes en las hidrosolubles, ya que su exceso es eliminado naturalmente a través de la orina.
Las hipervitaminosis son menos frecuentes, y su principal causa es el consumo desmedido de complementos alimenticios o multivitamínicos con la finalidad de incrementar peso o aumentar masa muscular. Son todavía menos frecuentes en las hidrosolubles, ya que su exceso es eliminado naturalmente a través de la orina.
Vitamina B1. La tiamina, 
  aneurina o antiberibérica ayuda a obtener energía a partir de 
  las grasas. No se tienen reportados efectos secundarios por consumo excesivo.
Vitamina B2. También 
  llamada riboflavina, ayuda a obtener energía y es importante para el 
  mantenimiento de las mucosas y de la piel. Tampoco se tienen registros de efectos 
  nocivos por ingerirla en demasía.
Vitamina B3. Conocida 
  como niacina, ácido nicotínico, factor PP o vitamina antipelagrosa, 
  ayuda a obtener energía de los alimentos, mejora la circulación 
  sanguínea y contribuye al mantenimiento de piel, lengua y sistemas nervioso 
  y digestivo. En ocasiones se recomienda tomarla en dosis 200 veces suberiores 
  a la cantidad diaria recomendada, a fin de controlar elevadas concentraciones 
  de grasas en la sangre; en tales circunstancias puede provocar rubor intenso, 
  lesiones del hígado, trastornos cutáneos, gota, úlceras 
  y alteración en la tolerancia a la lactosa (azúcar de la leche).
Vitamina B5. También 
  llamada ácido pantoténico o vitamina W, es necesaria en la síntesis 
  de hormonas antiestrés, aprovechamiento de ácidos grasos, formación 
  de anticuerpos y transformación de sustancias tóxicas. Su exceso 
  no ocasiona daños.
Vitamina B6. La piridoxina 
  se encuentra ligada a la elaboración de sustancias transmisoras empleadas 
  por el sistema nervioso. Aunque se le llega a recetar en grandes cantidades 
  para atender problemas en tendones, nervios o tensión premenstrual, puede 
  lesionar las terminaciones nerviosas e incluso la médula espinal.
Vitamina B8. Es conocida 
  como vitamina H o biotina, e interviene en las reacciones que producen energía 
  y en la asimilación de ciertas grasas; es necesaria para el crecimiento 
  y buen funcionamiento de piel, cabello, glándulas sebáceas, sudoríparas 
  y de tipo sexual. No se han reportado problemas por su consumo en demasía.
Vitamina B9. Más 
  popular bajo el nombre de ácido fólico, interviene en la correcta 
  elaboración de un componente esencial del ADN y ARN, la timidina; también 
  ayuda en la producción de células sanguíneas. En dosis 
  100 veces mayores a la cantidad requerida puede aumentar la frecuencia de las 
  convulsiones en epilépticos y agravar lesiones neuronales en personas 
  con deficiencia de vitamina B12.
Vitamina B12. Es llamada 
  cobalamina e interviene también en la síntesis de ADN, ARN y proteínas, 
  así como en la formación de glóbulos rojos; se requiere, 
  asimismo, para mantener la reserva energética de los músculos. 
  No se han reportado efectos por su consumo excesivo.
Vitamina C. El ácido 
  ascórbico o antiescorbútica es un agente antioxidante que también 
  ayuda a la generación de tejidos, estimula la defensa contra infecciones 
  y es indispensable en la producción de hormonas antiestrés producidas 
  por las glándulas subrarrenales. Su ingesta en grandes cantidades puede 
  ocasionar litiasis (presencia de cálculos o piedras en el interior de 
  los riñones o vías urinarias).
Por su parte, la hipervitaminosis de liposolubles es más 
  común, ya que éstas se almacenan en el hígado y son más 
  difíciles de aprovechar, por lo que su cantidad en exceso no se elimina 
  con facilidad.
Vitamina A. Conocida como 
  retinol, betacaroteno o antixeroftálmica, es un antioxidante que elimina 
  radicales libres (moléculas que aceleran el envejecimiento de las células), 
  frena el deterioro de tejidos y es imprescindible para la regeneración 
  de la rodopsina, cuya descomposición por la luz permite la visión 
  del ojo. Sin embargo, su consumo excesivo produce descamaciones de la piel, 
  caída del cabello, debilidad, ahogo y vómito.
Vitamina D. También 
  conocida como calciferol o antirraquítica, regula la absorción 
  intestinal de calcio y fósforo y, por tanto, la estabilidad ósea. 
  Si se encuentra en exceso en el organismo genera trastornos digestivos (vómito 
  o diarrea), así como acumulación de calcio en riñón, 
  hígado, corazón u otros órganos.
Vitamina E. Se denomina 
  también tocoferol o entiestéril; tiene capacidad antioxidante, 
  y al parecer desempeña actividad protectora para ciertas moléculas 
  de grasa. Hasta el momento no se reportan efectos nocivos por su ingesta desmedida.
Vitamina K. Llamada naftoquinona, 
  fitomenadiona o antihemorrágica, participa en el mecanismo de coagulación 
  de la sangre; no se requiere un gran consumo, ya que la flora bacterial la produce 
  en cantidades suficientes. Asimismo, abusar de ella no tiene efectos secundarios.
...Ni tan poco que no lo alumbre
La hipovitaminosis, o deficiencia de vitaminas, se puede deber a dieta mal balanceada, régimen alimenticio inadecuado para bajar de peso, problemas de anorexia y bulimia, enfermedades del hígado o mala absorción de nutrientes en el intestino a causa de problemas congénitos, parásitos o alcoholismo, entre otros factores.
La hipovitaminosis, o deficiencia de vitaminas, se puede deber a dieta mal balanceada, régimen alimenticio inadecuado para bajar de peso, problemas de anorexia y bulimia, enfermedades del hígado o mala absorción de nutrientes en el intestino a causa de problemas congénitos, parásitos o alcoholismo, entre otros factores.
La hipovitaminosis no se presenta como carencia única 
  de una sola vitamina, sino que siempre se genera en conjunto. Es decir, si falta 
  alguna de las vitaminas hidrosolubles (C y del complejo B), escasean otras de 
  su tipo; de igual manera, si es insuficiente alguna liposoluble (A, D, E, K) 
  se acompaña de la carencia de sus similares.
Es más común encontrar bajos índices de 
  vitaminas hidrosolubles, contenidas en vegetales (cereales, verduras y fruta), 
  dado que la comida rápida, común en la dieta actual, hace de lado 
  este tipo de productos. Sus rasgos característicos son los siguientes:
Vitamina B1. Su falta 
  genera degeneración neuronal, debilidad muscular, hipersensibilidad, 
  pérdida de reflejos, insuficiencia cardiaca, falta de apetito, edemas 
  (hinchazones blandas formadas por cantidad excesiva de líquido en tejidos) 
  y, en casos extremos, la muerte. Este cuadro sintomático es conocido 
  como beriberi. Abunda en la cascarilla de cereales y legumbres, donde se encuentra 
  en forma inactiva (tiamina).
Vitamina B2. La deficiencia 
  de esta vitamina, aunque extraña, ocasiona dermatitis y lesiones en las 
  mucosas (lengua, labios, córnea y, principalmente, en comisuras de la 
  boca). Se encuentra casi en todos los alimentos, pero principalmente en lácteos, 
  carne, pescado y aves.
Vitamina B3. En bajas 
  cantidades puede ocasionar pelagra, enfermedad caracterizada por dermatitis, 
  diarrea y demencia. Puede deberse a alimentarse con maíz que no es tratado 
  a través de nixtamalización, pues esta vitamina se encuentra "encapsulada" 
  y sólo se libera a través de dicho proceso. Para cubrir las necesidades 
  del organismo deben incluirse alimentos obtenidos por fermentación con 
  levaduras (requesón, cerveza), carnes, leche, ajonjolí y pescado.
Vitamina B5. Su déficit 
  ocasiona el síndrome de los "pies ardorosos" (dolores, quemazón 
  y palpitación en estas extremidades), aunque también puede generar 
  alteraciones nerviosas y circulatorias. Se encuentra en todas las carnes (especialmente 
  en el hígado), vegetales y frutas.
Vitamina B6. La falta 
  de esta sustancia genera anemia, depresión, convulsiones, fatiga, inflamación 
  de los nervios periféricos y alteraciones de la piel. Para prevenir su 
  falta debemos consumir hígado, pollo, bacalao, salmón, queso, 
  avena, huevo, aguacate y papa.
Vitamina B8. Bajas cantidades 
  de este elemento generan dermatitis, dolores musculares, anemia y aumento de 
  colesterol en sangre. Los animales obtienen este nutriente a través de 
  la actividad de la flora bacteriana de la pared del intestino. También 
  la encontramos en hígado, nueces, crema de cacahuate, frijoles, yema 
  de huevo y coliflor.
Vitamina B9. Los niños 
  que no cuentan con esta sustancia tienen baja resistencia a enfermedades y ven 
  detenido su crecimiento, en tanto que los adultos padecen anemia, irritabilidad, 
  insomnio, pérdida de memoria y disminución de las defensas. La 
  encontramos en verduras, hígado, huevos y leche.
Vitamina B12. Su escasez 
  ocasiona disminución y anormalidad en la formación de glóbulos 
  rojos; en casos de deficiencia extrema puede presentarse psicosis, degeneración 
  nerviosa, alteración del ciclo menstrual, ulceraciones en la lengua y 
  excesiva pigmentación en las manos en personas de color. Se incluye sólo 
  en alimentos de origen animal, como carnes rojas, pollo, pescado, huevo y productos 
  lácteos, por lo que es común que la gente vegetariana padezca 
  esta hipovitaminosis.
Vitamina C. Cada vez menos 
  frecuente, su carencia genera escorbuto, padecimiento caracterizado por hinchazón 
  y sangrado en las encías, en casos extremos con caída de dientes; 
  asimismo, pueden presentarse hemorragias en vías sanguíneas muy 
  delgadas (vasos capilares) que se vuelven frágiles, y mayor propensión 
  a las infecciones. Es abundante en cítricos, hortalizas y leche.
Por su parte, las hipovitaminosis de elementos liposolubles, 
  que se encuentran principalmente en carnes y oleaginosas, son menos frecuentes, 
  aunque hay que hacer la acotación que muchas personas que siguen un régimen 
  alimenticio vegetariano suelen carecer de estos nutrientes por la naturaleza 
  de su dieta.
Vitamina A. Su déficit, 
  que es el más común de este grupo, ocasiona crecimiento lento 
  en niños y jóvenes, y en general crea daños en el ojo, 
  por lo que se facilitan infecciones del órgano, opacidad de la córnea 
  y dificultad para adaptación de la visión a sitios oscuros (nictalopía 
  o ceguera nocturna). Esta sustancia puede obtenerse de aceite de hígado 
  de bacalao, anchoas, sardina, yema de huevo, leche y mantequilla.
Vitamina D. En baja cantidad 
  ocasiona perturbaciones en la formación de los huesos de los niños 
  (raquitismo), y reblandecimiento óseo en adultos (osteomalacia). Para 
  generarla se requiere consumir atún, sardina, salmón, arenque, 
  hígado, leche y huevo, además de tomar baños de Sol, pues 
  el organismo humano la elabora con ayuda de los rayos ultravioleta.
Vitamina E. La falta de 
  este elemento ocasiona en general envejecimiento a nivel celular; para evitarlo 
  deben consumirse vegetales de hoja verde, aceites (oliva, maíz, cártamo, 
  soya), aguacate, cereales, yema de huevo, mantequilla, zanahoria y plátano.
Vitamina K. En bajas cantidades 
  ocasiona hemorragias. Para evitar este problema deben consumirse vegetales de 
  hoja verde (espinacas, coles, lechuga, brócoli), raíces comestibles, 
  frutas, semillas (ajonjolí, soya, chícharo) y derivados de pescados 
  (aceites).
Luego de este recorrido sólo queda recordar que la mejor 
  manera de evitar este tipo de padecimientos es seguir una dieta balanceada y 
  asesorarse siempre con un médico general o nutriólogo acerca de 
  las dudas que se tengan respecto a alimentación, dieta ideal, requerimientos 
  de vitaminas y otros nutrientes.
La industria farmacéutica proporciona gran cantidad de 
  complementos que pueden llegar a sublir alguna deficiencia nutricional en nuestro 
  organismo. Sin embargo, siempre será recomendable acudir al médico 
  para saber cuáles son las vitaminas que nos hacen falta y recordar lo 
  que dice una antigua frase: "que nuestra medicina sea nuestra comida".
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