Cuidado! "La casa vacía"
Recientemente
he recibido una gran cantidad de correspondencia electrónica
de personas pidiendo oración.
Esto
es algo muy común, y es algo que como Cristianos estamos
llamados a hacer (Santiago 5:16;)
pero analizando bien las peticiones de oración descubrí que
existía un denominador en común. El denominador en común
es que todos básicamente piden liberación. No creo que
exista una persona que no desee ser liberado de algo; les
hablo de cosas como los vicios, el alcohol, la ira, el celo,
las drogas, la lascivia, en si la lista es grande y
distinguida. En nuestra vida puede haber una o muchas
cosas que aun tenemos que cambiar; puede haber una o muchas
cosas que todavía nos atan y nos mantienen esclavos a las
cosas de este mundo, pero Dios no quiere a Su pueblo atado y
esclavo. Dios no quiere que vivamos atados; ¡Dios nos
quiere libres! Dios nos hace libres una ves que
permitimos que Cristo entre en nuestro corazón. Pero,
¿si Dios nos libera, entonces por qué existen tantos
creyentes que piden liberación? Este es el tema
que enfocaremos en el día de hoy; pasemos ahora a la Palabra
de Dios.
Mateo
12:43-45 - Cuando el espíritu inmundo sale del
hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo
halla. 44 Entonces dice: Volveré a mi casa de
donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y
adornada. 45 Entonces va, y toma consigo otros
siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el
postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el
primero. Así también acontecerá a esta mala generación.
Aquí
Jesús estaba describiendo la condición espiritual del pueblo
en ese entonces; en unos versículos anteriores Él la había
descrito como una generación “mala y adultera” (Mateo
12:39); y ahora nuevamente les llama una “generación
mala.” Si nos ponemos a pensar en este asunto, creo
que todos aquí estaremos de acuerdo cuando digo que nuestra
generación no es muy diferente a la que existía en ese
entonces. Mirando a nuestro alrededor, sin mirar muy de
cerca, podemos ver que existen numerosas personas de
malos sentimientos, existen numerosas personas que no hacen el
bien, sino que aparentemente toman placer haciendo el mal.
Esto es, en toda ocasión, la verdad para todos aquellos que
no conocen a Jesús, pero desdichadamente también existen
creyentes que actúan de la misma manera.
Existen muchos
creyentes que se dejan dominar por los impulsos de la carne,
que se dejan dominar por emociones, que se dejan dominar por
gustos o placeres pasajeros. Unos les llaman tentaciones
que no pueden resistir; otros les llaman piedras de tropiezos;
otros les llaman resbalar; pero no importa como le llames, la
realidad es que si somos dominados por esas cosas, entonces
estamos atados y sirviendo de esclavos al dios de este mundo (2
Corintios 4:4.) Mirando alrededor veo esa
pregunta que todos me quieren hacer, ¿pastor, puede un
demonio influenciar a un creyente? La respuesta es si.
La realidad del caso es que el hombre es susceptible a los espíritus;
el hombre fue diseñado para servirle de casa al Espíritu
Santo (1 Corintios 6:19.)
Como hemos discutidos en otras ocasiones el hombre es quien
tiene la decisión final. Dios no nos forzara a hacer
las cosas, nosotros somos los que tenemos que decidir,
nosotros somos los que tenemos que escoger (Josué
24:15.) Cuando hacemos la decisión de servir a
Dios, cuando escogemos permitir que Él sea nuestro Rey y
Salvador, en ese mismo momento nosotros recibimos liberación.
No existe espíritu inmundo, demonio, o diablo que pueda estar
en la presencia de Jesús (Mateo 4:10.)
Muchas personas piensan que para ser liberados hay que hacer
un ritual especial, que para obtener liberación se tienen que
hacer cosas extravagantes o elaboradas, les digo en el día de
hoy que esta manera de pensar también es una atadura. Es
una atadura a tradiciones y rituales del pasado, atadura a
condiciones puestas e inventadas por el hombre. La
Palabra de Dios no nos habla de rituales y ceremonias, la
Palabra de Dios no nos dice que Dios retendrá Su poder, todo
lo contrario es verdad. La Palabra de Dios nos manda ha atar,
reprender, y echar fuera demonios (Marcos
16:16-18;) la Palabra de Dios nos da autoridad
para que lo que hagamos no solo cuente aquí en la tierra sino
en lugares que no vemos (Mateo 18:18;)
la Palabra de Dios nos dice claramente que no existe nada más
poderoso que el nombre de Jesús (Filipenses
2:9; Hechos 4:12.)
Así que claramente vemos que no existe liberación en
rituales y ceremonias, la liberación solo existe en Cristo
Jesús.
En
ocasiones una atadura puede ser más difícil de reprender que
otra, pero aun estas cosas Jesús nos dice como podemos
obtener la victoria (Mateo 17:18-21.)
Prestemos atención a esto que leemos aquí cuando Jesús nos
dice: “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda
por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla.”
Aquí vemos que Jesús nos dice claramente que el espíritu
inmundo huye de nosotros; el espíritu inmundo no puede
compartir espacio con el Espíritu Santo (Juan
1:8; 8:12.) Los
espíritus inmundos huyen, pero el problema no esta en que
huyan o no. Una persona puede recibir liberación con
simplemente escuchar una predicación por la radio; puede
recibir liberación asistiendo a la iglesia; puede recibir
liberación por medio de una alabanza; puede recibir liberación
porque ha orado; puede recibir liberación porque se les ha
impuesto las manos; existen numerosas maneras de hacer a los
espíritus inmundos huir. Pero, cuando hablamos de una
liberación espiritual, cuando hablamos de hacer huir a esos
demonios, ¿de qué estamos hablando? Simple y
claramente estamos hablando acerca de un cambio en nuestra
manera de pensar, sentir, y vivir. Estamos hablando
acerca de un cambio en nuestro espíritu, un cambio en
nuestros sentimientos. Como les dije, para ser liberados
solo tenemos que rendirnos a Cristo, solo tenemos que
aceptarle como nuestro Rey y Salvador, y permitir que Él nos
guié en todo momento, pero aquí es donde comienza el
problema. Aquí es donde encontramos el gran numero de
creyentes que se encuentran atados, y pidiendo liberación.
Continuando con la lectura del día de hoy, vemos que el
problema del creyente atado es revelado.
Fíjense
bien lo que dice la Palabra aquí: “Entonces dice: Volveré
a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada,
barrida y adornada.” Aquí vemos que una ves que
ese espíritu inmundo huye, el se va en busca de reposo.
Se va buscando una nueva residencia, pero cuando no encuentra
una, regresa. ¿De que residencia hablo? Les hablo
acerca de nuestro corazón; no les hablo del órgano humano
que nos mantiene vivo, les hablo de nuestra manera de pensar y
sentir. Cuando aceptamos a Cristo y hacemos un
compromiso genuino con Él, ya no somos lo que fuimos, en ese
mismo momento Dios nos libero, pasamos a ser criaturas nuevas,
renovadas, y redimidas ante los ojos de Dios (2
Corintios 5:17.) Recibimos la liberación y los
espíritus inmundos tuvieron que huir de delante de la
presencia de Dios (Lucas 8:32-33;)
la casa ahora esta barrida y adornada, pero esto no quiere
decir que el Espíritu Santo ahora hará morada en nosotros
permanentemente.
Esta
declaración que les hice se nos hace evidente cuando leemos:
“Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus
peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado
de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también
acontecerá a esta mala generación.” Pero la pregunta
del siglo es, ¿por qué el Espíritu Santo no hace morada
permanente en algunas personas? La respuesta es porque
existen muchas personas que no lo permiten. El problema
esta en que en muchas ocasiones nosotros mismos volvemos al
pasado, nosotros mismos, voluntariamente, nos alejamos de la
presencia de Dios. Si, lo oyeron bien, voluntariamente.
Voluntariamente nosotros rechazamos la convicción que el Espíritu
Santo nos da con frecuencia, voluntariamente rechazamos ser
guiados por caminos de mansedumbre y humildad, y escogemos el
camino del orgullo cual conduce directamente a la rebeldía,
la contienda, y la ira. Es una cosa voluntaria porque
como todos sabemos, nosotros podemos escoger, no se nos puede
forzar hacer nada (Santiago 4:7.)
Así que lo que les estoy diciendo es que nosotros mismos nos
quitamos la libertad; nosotros mismos nos volvemos a encerrar
en la prisión del pecado y nos sentenciamos a muerte (Romanos
6:22-23.) No es en esa prisión que Dios te
quiere; Él te libero, pero tu te encierras con viejas
pasiones que te conducen a la infelicidad.
Como
creyentes estamos llamados a permitir que el Espíritu Santo
more en nuestros corazones (Gálatas
4:6;) Dios espera que llenemos nuestros corazones del
amor de Cristo (Efesios 3:17;)
Dios espera que nuestros corazones ahora estén llenos de paz
(Colosenses 3:15-16.) Cuando
nuestro corazón no esta completamente lleno de Dios, cuando
nuestro corazón no esta completamente entregado a Cristo,
entonces el demonio podrá regresar a su casa, el demonio podrá
regresar a la casa vaciá, barrida, y adornada. No
regresara solo, sino que será acompañado por siete peores
que él, y tal como leemos aquí, “y el postrer estado de
aquel hombre viene a ser peor que el primero.”
Pero, ¿qué quiere decir esto? Esto tiene un
significado diferente para muchas personas. Todo depende
del espíritu inmundo que influencia a la persona, permítanme
enumerar algunos ejemplos. Para el alcohólico, el
estado de alcoholismo será peor. Para el drogadicto, su
cuerpo le pedirá una dosis mayor de la droga.
Para
el fornicarío, la lascivia y los pensamientos impuros sucederán
con mas frecuencia. Para el que sufre de depresión, los
ataques sucederán con mas intensidad. En si pudiéramos
continuar con una lista extensa, pero creo que todos ya tienen
una buena idea de lo que les estoy diciendo. ¿Cuál es
la lección que debemos aprender? La lección que
debemos aprender es que tenemos que permanecer fiel a Dios en
todo momento. No podemos titubear en nuestro
comportamiento y nuestra fe. No podemos comprometer
nuestro corazón con cosas desagradables y impuras (Romanos
12:2.) Tenemos que reconocer que cuando a
nosotros lleguen esos impulsos, cuando a nosotros lleguen esos
deseos, cuando a nosotros lleguen esos arranques, esos
pensamientos y manera de sentir algo grave esta sucediendo.
Tenemos que reconocer que lo que esta sucediendo en ese mismo
momento NO es normal para un Cristiano (Gálatas
5:22-23.) Tenemos que aprender a reconocer que
esas cosas son los demonios tratando de volver nuevamente para
hacer morada en nuestro corazón (1
Pedro 5:8.) Tuvieron que huir de delante de la
presencia de Cristo, y solo tú los puedes dejar entrar
nuevamente. Esto me recuerda de un chiste que deseo
compartir con ustedes.
Resulta
ser que había este hombre que era muy rico y tenia una casa
muy lujosa, pero a las cuatro de la tarde venia el diablo y se
la destruía. Esto sucedía día tras día, y este
hombre se encontraba grandemente angustiado. Comentando
lo que le sucedía con un amigo un día, este hombre escucho
que había uno llamado Jesús, y que si el permitía que Jesús
viviera en su casa, el diablo no podría destruírsela.
Este hombre entonces fue en busca de Jesús, lo halló, y le
pidió que morara en su casa. Jesús le acompaño, y
cuando entraron, el hombre le dijo que podía quedarse en la
habitación del tercer piso, y así lo hizo Jesús. Al día
siguiente, el diablo toco a la puerta, y cuando el hombre la
abrió, el diablo se coló en la mansión y destruyo los
primeros dos pisos, pero no toco el tercero. Después de
lo sucedido, el hombre le reclama a Jesús diciéndole que le
había mentido, ya que el diablo había destruido su bella
mansión aun Jesús estando dentro. Claro que si le dijo
Jesús, pero mira donde me tienes, me tienes en un tercer piso
en la habitación de atrás, que podía hacer yo. El
hombre, muy molesto por lo acontecido, entonces le dijo a Jesús
podía tomarse el segundo piso también, y así lo hizo Jesús.
Al próximo día, el diablo toca a la puerta nuevamente, y
cuando el hombre la abrió, el diablo se coló y destruyo todo
el primer piso. Nuevamente el hombre muy molesto le
reclama a Jesús, diciéndole que le había mentido, ya que el
diablo había destruido la casa aun Jesús estando dentro.
Nuevamente Jesús le dijo, si, pero mira donde me tienes, me
tienes en el segundo y tercer piso, que puedo hacer yo.
El hombre, muy molesto por lo acontecido, entonces le dijo que
Jesús podía tomarse la mansión completa, y que hiciera lo
que quisiera, y así lo hizo Jesús. Al otro día el
diablo toca a la puerta nuevamente, pero esta ves le abrió
Jesús, a lo que el diablo inmediatamente dijo “perdón, me
equivoque de casa.”
Para
concluir. ¿En que condición se encuentra tu casa?
¿Qué lugar le has dado a Dios en tu vida? ¿Te sientes
atado? ¿Te sientes influenciado? ¿Crees ser esclavo
del dios de este mundo? Examina tu vida, reflexiona
donde te encuentras, recuerda que Dios no te quiere atado,
Dios te quiere libre. Cristo te esta llamando en
estos mismos momentos, Él esta cerca y desea entregarte la
paz que tanto anhelas. Cristo quiere hacer morada en ti
(Apocalipsis 3:20.)
No permitas que el demonio tome lugar alguno en tu corazón,
no permitas que el demonio influencie de la manera que te
sientes, piensas, y actúas; recibe hoy liberación.
Recuerda que la liberación no se recibe porque hagamos un
rito; la liberación no se recibe porque se haga una
ceremonia; la liberación solo se recibe cuando permitimos que
Cristo Jesús reine en nuestras vidas. ¿Quieres ser
liberado?
© Copyright José R. Hernández
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