Aprende si! *Que es el espíritu del hombre???
La
presente extensión tiene como objetivo primordial escudriñar a fondo lo que es
el espíritu
del hombre.
Hipótesis
*Todo aquel que crea y afirme que EL ESPÍRITU DEL HOMBRE es solamente una energía (aliento de vida), y nada más que eso, no puede ser un hijo de Dios, ya que ningún verdadero cristiano, es capaz de negar que Yahwéh es el PADRE DE LOS ESPÍRITUS y que sus HIJOS son los que, en ESPÍRITU, le obedecen y le adoran.
Recordemos siempre lo que se nos advierte en los siguientes pasajes:
Juan 4...
24 “Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”
Hebreos 12...
9: “Por otra parte, tuvimos por castigadores a los padres de nuestra carne, y los reverenciábamos, ¿por qué no obedeceremos mucho mejor al PADRE DE LOS ESPÍRITUS, y viviremos?”
Sostener que el espíritu del hombre es igual al aliento de vida implica que no existe ninguna diferencia entre el ser humano y los animales, puesto que si los animales tienen el mismo espíritu o aliento de vida que el de los seres humanos significa, entonces, que los animales también pueden “adorar en ESPÍRITU a Dios Yahwéh” (Juan 4:24), lo cual no es verdad.
A los únicos que les interesa CONFUNDIR el espíritu del hombre con el aliento de vida de los animales son a los hijos del Diablo y también al mismo Diablo. Con esta confusión, Satanás, pretende hacer caer al hombre en el peor pecado que existe y que consiste en blasfemar contra el espíritu santo de Dios. Porque si los animales también tienen el mismo espíritu o aliento de vida que el de los seres humanos, entonces, quiere decir que ¡¡¡el espíritu de los animales también puede unirse al espíritu santo de Cristo!!!, lo cual es RIDÍCULO, ABSURDO Y TOTALMENTE FALSO, a más no poder.
Si alguien se atreve a NEGAR la existencia de un espíritu dentro de cada cuerpo humano que respira, esa persona, inevitablemente, no se encuentra en la VERDAD. Porque si así fuera, es decir, si la naturaleza del hombre sería tan solo un cuerpo terrenal sin un espíritu, propio de él, entonces, ningún ser humano podría unirse, en espíritu, con el espíritu santo de Cristo.
Todo aquel que NIEGA que el hombre es poseedor de un espíritu que mora dentro de un cuerpo humano con aliento de vida, trae como resultado lo siguiente:
Que nadie pueda “adorar en ESPÍRITU a Dios Yahwéh” (Juan 4:24), “PADRE DE LOS ESPÍRITUS” (Hebreos 12:9), ya que si el hombre es solamente un cuerpo corruptible con aliento de vida ¿cómo puede entonces adorar a Dios Padre, en ESPÍRITU, si el hombre no tiene un espíritu?
Argumentación
El presente trabajo se fundamenta también, únicamente, en las Sagradas Escrituras cuyos numerosos escritores de todos los libros que la componen plasmaron las letras bajo la inspiración del espíritu santo, que dentro de ellos moraba (2 Pedro 1:21). De modo que fue siempre el espíritu santo el único y verdadero autor de la palabra de Dios.
Se puede afirmar con total confianza que el conocimiento de la VERDAD se logra por medio del estudio de la PALABRA, pero solamente con la Biblia y no con ninguna otra bibliografía.
La sabiduría celestial jamás debe ser mezclada con el saber terrenal. “Porque la sabiduría de este mundo es necedad para con Dios;” (1 Corintios 3:19).
Comencemos pronunciando que:
Cada ser humano está constituido por un cuerpo que es visible y palpable, y por un espíritu que es invisible y no palpable (ver 1 Corintios 6:20), pero la semejanza del hombre para con Dios no está en el cuerpo, porque el cuerpo del hombre es terrenal (Génesis 2:7) mientras que el cuerpo de Dios es celestial (1 Corintios 15:40). Por lo consiguiente la semejanza entre Dios y el hombre le corresponde al espíritu y no al cuerpo.
Juan 4...
24 “Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.
Aquí se lee que Dios es espíritu; porque la esencia de Dios es puramente espiritual, pero esto no implica que Dios no tenga un cuerpo espiritual (celestial) semejante al cuerpo resucitado de Cristo.
Génesis 1...
26 “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra.”
27 “Y crió Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo crió; varón y hembra los crió”
Razonemos dentro de una lógica coherente y no contradictoria:
Si el ser humano fue hecho a semejanza de Dios (Génesis 1:26) y si Dios es espíritu (Juan 4:24), es totalmente IMPOSIBLE que Dios no le haya dado un espíritu al cuerpo de Adán y otro espíritu al cuerpo de Eva.
No confundir espíritu (Eclesiastés 12:7) con aliento de vida (Génesis 2:7), porque no es lo mismo.
Y como fue Dios Padre quien dijo: Hagamos al hombre conforme a nuestra semejanza; no hay duda alguna que la afinidad entre Dios y el hombre corresponde al espíritu y no al cuerpo. Porque si la similitud hubiese sido en el cuerpo ¿cómo se explica entonces que el cuerpo de Adán, que fue formado del polvo de la tierra (cuerpo terrenal) sea semejante al cuerpo de Yahwéh y de Yahshua si ellos poseen cuerpos celestiales y no terrenales?. Pregunto de nuevo ¿diremos
que puede existir alguna semejanza entre un cuerpo celestial y un cuerpo terrenal? ¡¡de ninguna manera!!.
Por lo tanto, lo parecido entre lo creado (el hombre) y el Creador (Dios) tiene que ver con el espíritu (Juan 4:24) y no con el cuerpo.
Adán y Eva tenían la plena y total libertad de unir sus propios espíritus, ya sea, con el espíritu de Cristo, representado por el árbol de la vida, o bien, con el espíritu de aquella bestia, representada por el árbol de la ciencia del bien y del mal (Génesis 2:9). Y como el espíritu de Eva se juntó con el espíritu del Diablo (Génesis 3:6) al “comer” ella del fruto prohibido de ese “árbol” (ver Génesis 1:28 y 2:24), es que Adán también se juntó al espíritu de dicha bestia cuando él se unió sexualmente con Eva (Génesis 3:6). Desde allí es que los cuerpos terrenales de Adán y Eva se volvieron mortales, desde que sus respectivos espíritus se juntaron con el espíritu de la bestia.
Si Adán y Eva se hubieran unido al espíritu santo del Hijo de Dios, Yahshua (Génesis 2:16-17) en lugar de haberlo hecho con el espíritu de la bestia, el Diablo, (Génesis 3:6) entonces sus cuerpos terrenales no se habrían corrompido para pasar a ser mortales, sino todo lo contrario, se habrían vestido de incorruptibilidad y de inmortalidad, y no habrían muerto JAMÁS.
Ahora bien, pasemos a ver lo que es la unión del cuerpo con el espíritu: es lo que origina la vida de una persona (el alma). Y como el espíritu es solo una parte de la persona (parte invisible e impalpable) ya que la otra parte, visible y palpable, es el cuerpo de carne y huesos, es que resulta que las únicas criaturas que pueden llegar a ser hijos de Dios son aquellas que poseen un cuerpo y un espíritu. Y así como el espíritu santo de Yahwéh es solo una parte (la parte invisible e impalpable) de la totalidad de la persona que es Dios Padre, así también el espíritu del hombre es solo una parte (la parte invisible e impalpable) de la totalidad de la persona que es el hombre. De modo que la otra parte, tanto para Dios (el SER CREADOR) como para el hombre (el ser creado), es el cuerpo visible y palpable, pero ¡totalmente distinto para ambos!, puesto que Dios Padre Yahwéh posee un cuerpo celestial mientras que el ser humano tiene un cuerpo terrenal.
Para comprender mejor lo que es el alma voy a considerar lo siguiente:
En el “mundo” de la química dos elementos distintos se unen para forman un tercero que es también distinto, me refiero al H2O:
Oxígeno e hidrógeno se unen para formar agua. Cada uno de ellos tiene características que los hacen diferentes entre sí.
El oxígeno es un gas indispensable para nuestra vida, ya que lo respiramos del aire que lo contiene, mientras que el hidrógeno es otro gas muy distinto, ¡un gas altamente explosivo!. Y el agua ¿qué es el agua? ¡¡el agua es un líquido!!. De allí es que tanto el agua, como el hidrógeno y el oxígeno son tres sustancias distintas.
Esto parece una aberración matemática, puesto que:
un elemento O (el oxígeno) + otro elemento H (el hidrógeno) = Tres elementos H2O (¡el agua!)
También sucede algo parecido, por explicarlo de algún modo, con el ser humano, puesto que tanto el cuerpo como el espíritu del hombre tienen características bien definidas y muy diferentes entre sí. Pero a su vez la unión de estos dos “elementos” (el cuerpo y el espíritu) genera como “resultado” el alma, el ser o la persona, que es lo mismo. Y esta alma, ser o persona, posee sus propias características que son desiguales a la de los otros dos “elementos” que le dieron origen.
Entonces, todos los seres humanos tenemos un espíritu, pero no todas las personas son santas, y ¿por qué? porque así como existen espíritus que se unen al espíritu santo de Cristo (éstos son los verdaderos hijos de Dios), también están los otros espíritus que se unen a los espíritus inmundos (demonios) o al mismo espíritu de Satanás (éstos son los auténticos hijos del Diablo).
Comencemos ya mismo a fundamentar con la sola Biblia todo lo expuesto en este cuarto capítulo del presente libro.
Veamos lo que nos enseña 1Corintios 6...
16 “¿O no sabéis que el que se una con una ramera, es hecho con ella un cuerpo? porque serán, dice, los dos en una carne.”
17 “Empero el que se una con el Señor, un espíritu es.”
Romanos 8...
9 “Más vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el espíritu de Cristo, el tal no es de él.”
Lo que voy a transcribir a continuación es lo mismo que se lee en 1 Corintios 6:16-17, pero abreviado:
“el que se junta con una ramera, un cuerpo es” y
“el que se junta con el Señor, un espíritu es”
Ahora formulemos dos preguntas, con sus respectivas respuestas:
1 ) ¿Quién es el que se junta con una ramera?, pues bien,
el que se junta con una ramera es el cuerpo del hombre. Y ¿de cuál hombre? de aquel que es del Diablo. En este caso el espíritu no es de un hijo de Dios, sino de un hijo del Diablo.
2 ) ¿Y quién es el que se junta con el Señor?, pues bien,
el que se junta con el Señor es el espíritu del hombre. Y ¿de cuál hombre? de aquel que es de Dios. En este caso el espíritu es de un hijo de Dios y no de un hijo del Diablo.
En 1 Corintios 6:17 que dice así “el que se una con el Señor, un espíritu es” no cabe el concepto de que el espíritu del hombre sea una mera energía o aliento de vida, puesto que la unión de nuestro espíritu con el espíritu del Señor consiste en trabajar espiritualmente por medio de la fe hasta juntar nuestra propia esencia que es humana con la esencia de él que es divina, para que así el espíritu santo de Cristo pueda santificar nuestro propio espíritu, y los dos espíritus lleguen a ser uno solo.
Y como Yahwéh es el PADRE DE LOS ESPÍRITUS (Hebreos 12:9) significa entonces, que en el instante en que se une la célula sexual masculina del hombre con la célula sexual femenina de la mujer, dentro del vientre materno, todos los seres humanos somos SUS HIJOS, por haber recibido, en ese momento, un espíritu de parte de Yahwéh, PADRE DE LOS ESPÍRITUS. Pero a pesar de que todos los espíritus provengan del ALTÍSIMO, no todos los espíritus se vestirán con un cuerpo incorruptible e inmortal, salvo los verdaderos hijos de Dios que se unan, en vida, con el espíritu santo de Cristo. Éstos sí que recibirán el cuerpo glorioso y celestial, pero recién lo harán cuando les llegue el día de resucitar (Ver 1 Corintios 15:40-53).
Analicemos ahora Lucas 24...
39 “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy: palpad, y ved; que el espíritu ni tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.”
Aquí se lee con total claridad que el que no tiene carne ni huesos es el espíritu, no así el cuerpo ya que éste sí posee carne y huesos. Ahora bien, ¿qué es lo que tiene, entonces, un espíritu?.
Pues veamos, lo que nos enseñan las Sagradas Escrituras:
Repasemos
lo que se lee en Eclesiastés 9…
5: “los que viven saben que han de morir; pero los muertos no saben nada, ni tienen más recompensa, pues la memoria de ellos es puesta en el olvido”
6: “También han desaparecido su amor, su odio y su envidia. Ya no tienen parte en este mundo, en todo lo que se hace debajo del sol.”
Si “la memoria es puesta en el olvido” (verso 5), quiere decir que todos los espíritus de los hijos de Dios al dejar los cuerpos donde ellos moraban pierden la memoria. Y afirmo que son únicamente las memorias de los hijos de Dios y no las de los hijos del Diablo, porque toda la Biblia fue escrita solamente para los hijos de Dios que anhelan, de corazón, obedecer al Altísimo. Y no así para con los hijos del Malo, quienes quieren retorcer las Sagradas Escrituras porque no está destinada para ellos. Por lo tanto, “la memoria ¡de los hijos de Dios! es la que es puesta en el olvido” (verso 5) y no la de los hijos del Diablo, porque también Eclesiastés les escribió solamente a los hijos de Dios, porque ¡repito!, toda la Biblia fue escrita solo para los hijos de Dios.
Y si los espíritus de los hijos de Dios pierden su memoria, significa que antes sí la tenían. Igual sucede con “el amor, el odio y la envidia” (verso 6), por lo tanto, también desaparecen los sentimientos cuando al cuerpo se le acaba el aliento de vida. En consecuencia, así como el cuerpo del hombre tiene carne y huesos, el espíritu del hombre tiene memoria (verso 5) y tiene sentimientos (verso 6).
Pasemos ahora a 1 Corintios 6...
20 “Porque comprados sois por precio: glorificar pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”
Si el hombre puede glorificar a Dios “en cuerpo y en espíritu”, implica necesariamente que el ser humano tiene un cuerpo y también un espíritu, los cuales son de Dios, porque fue el mismo Dios quien le dio un espíritu al hombre (Eclesiastés 12:7) después que formó su cuerpo con el polvo del suelo (Génesis 2:7).
Y respecto a cuando Yahwéh sopló en la nariz de Adán aliento de vida, es de suma importancia diferenciar que dicho aliento no es igual al espíritu. Porque si así fuera, significaría entonces que los animales también serían poseedores de un espíritu semejante al del ser humano, incurriendo en un ABSURDO TOTAL que atenta en contra de las Sagradas Escrituras, las cuales afirman que solo Adán y Eva fueron creados a imagen y semejanza de Dios y no los animales. Razonemos entonces... ¿Cómo puede explicarse la diferencia que existe entre el hombre y los animales? solo puede hacerse sosteniendo que el hombre tiene algo más que los animales no poseen. ¿Y qué es ese algo más?, pues necesariamente es el espíritu que Yahwéh le dio solo al hombre y no a los animales. Ratifico, una vez más, aquí está la semejanza del hombre para con Dios: es en el sentido espiritual donde el hombre se asemeja a Dios y no en su aspecto carnal. Los animales, no poseen espíritu, porque no han sido creados para ser hijos de Dios, por ello es que el aliento de vida que tienen tanto los hombres como los animales no trasciende a ninguna otra parte cuando sus cuerpos dejan de respirar. Mientras que no sucede así con el espíritu del hombre, el cual sí trasciende, como se verá más adelante, en el capítulo quinto.
Ahora bien, desde que a Adán y a Eva “se les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez” (Génesis 3:7), tanto el hombre como la mujer pasaron a ser como dioses, “conocedores del bien y del mal” (Génesis 3:22). Y es desde entonces que el espíritu del hombre tomó conciencia de lo que es bueno y de lo que es malo. En cambio, los animales no pueden tomar conciencia de lo bueno y lo malo y es por esta razón que los animales no tienen espíritu.
Es importante dejar bien en claro que el aliento de vida es igual tanto para el hombre como para los animales y que este aliento sí que es pura energía y nada más que energía. Y si tendríamos que elegir una sola palabra que abarque el profundo y difícil significado de lo que es el ESPÍRITU del hombre, esa palabra tendría que ser ESENCIA y no ENERGÍA. En tanto que para entender lo que es el ALIENTO, allí sí, la palabra ENERGÍA tiene una apropiada acepción para afirmar que la semántica de la palabra ALIENTO conlleva la misma dirección conceptual que el término de ENERGÍA.
5: “los que viven saben que han de morir; pero los muertos no saben nada, ni tienen más recompensa, pues la memoria de ellos es puesta en el olvido”
6: “También han desaparecido su amor, su odio y su envidia. Ya no tienen parte en este mundo, en todo lo que se hace debajo del sol.”
Si “la memoria es puesta en el olvido” (verso 5), quiere decir que todos los espíritus de los hijos de Dios al dejar los cuerpos donde ellos moraban pierden la memoria. Y afirmo que son únicamente las memorias de los hijos de Dios y no las de los hijos del Diablo, porque toda la Biblia fue escrita solamente para los hijos de Dios que anhelan, de corazón, obedecer al Altísimo. Y no así para con los hijos del Malo, quienes quieren retorcer las Sagradas Escrituras porque no está destinada para ellos. Por lo tanto, “la memoria ¡de los hijos de Dios! es la que es puesta en el olvido” (verso 5) y no la de los hijos del Diablo, porque también Eclesiastés les escribió solamente a los hijos de Dios, porque ¡repito!, toda la Biblia fue escrita solo para los hijos de Dios.
Y si los espíritus de los hijos de Dios pierden su memoria, significa que antes sí la tenían. Igual sucede con “el amor, el odio y la envidia” (verso 6), por lo tanto, también desaparecen los sentimientos cuando al cuerpo se le acaba el aliento de vida. En consecuencia, así como el cuerpo del hombre tiene carne y huesos, el espíritu del hombre tiene memoria (verso 5) y tiene sentimientos (verso 6).
Pasemos ahora a 1 Corintios 6...
20 “Porque comprados sois por precio: glorificar pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”
Si el hombre puede glorificar a Dios “en cuerpo y en espíritu”, implica necesariamente que el ser humano tiene un cuerpo y también un espíritu, los cuales son de Dios, porque fue el mismo Dios quien le dio un espíritu al hombre (Eclesiastés 12:7) después que formó su cuerpo con el polvo del suelo (Génesis 2:7).
Y respecto a cuando Yahwéh sopló en la nariz de Adán aliento de vida, es de suma importancia diferenciar que dicho aliento no es igual al espíritu. Porque si así fuera, significaría entonces que los animales también serían poseedores de un espíritu semejante al del ser humano, incurriendo en un ABSURDO TOTAL que atenta en contra de las Sagradas Escrituras, las cuales afirman que solo Adán y Eva fueron creados a imagen y semejanza de Dios y no los animales. Razonemos entonces... ¿Cómo puede explicarse la diferencia que existe entre el hombre y los animales? solo puede hacerse sosteniendo que el hombre tiene algo más que los animales no poseen. ¿Y qué es ese algo más?, pues necesariamente es el espíritu que Yahwéh le dio solo al hombre y no a los animales. Ratifico, una vez más, aquí está la semejanza del hombre para con Dios: es en el sentido espiritual donde el hombre se asemeja a Dios y no en su aspecto carnal. Los animales, no poseen espíritu, porque no han sido creados para ser hijos de Dios, por ello es que el aliento de vida que tienen tanto los hombres como los animales no trasciende a ninguna otra parte cuando sus cuerpos dejan de respirar. Mientras que no sucede así con el espíritu del hombre, el cual sí trasciende, como se verá más adelante, en el capítulo quinto.
Ahora bien, desde que a Adán y a Eva “se les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez” (Génesis 3:7), tanto el hombre como la mujer pasaron a ser como dioses, “conocedores del bien y del mal” (Génesis 3:22). Y es desde entonces que el espíritu del hombre tomó conciencia de lo que es bueno y de lo que es malo. En cambio, los animales no pueden tomar conciencia de lo bueno y lo malo y es por esta razón que los animales no tienen espíritu.
Es importante dejar bien en claro que el aliento de vida es igual tanto para el hombre como para los animales y que este aliento sí que es pura energía y nada más que energía. Y si tendríamos que elegir una sola palabra que abarque el profundo y difícil significado de lo que es el ESPÍRITU del hombre, esa palabra tendría que ser ESENCIA y no ENERGÍA. En tanto que para entender lo que es el ALIENTO, allí sí, la palabra ENERGÍA tiene una apropiada acepción para afirmar que la semántica de la palabra ALIENTO conlleva la misma dirección conceptual que el término de ENERGÍA.
Pasemos
ahora a Juan 6:63, en donde Cristo expresó que “el espíritu es el que da vida”.
Este versículo dentro de su contexto se refiere a que el espíritu del Mesías es el que da
vida eterna a todos aquellos espíritus que se unen, en vida, con el espíritu santo de Cristo. Y
¿por qué se unen esos espíritus con el espíritu santo
de Cristo? porque dichos espíritus creen en Cristo y por ende hacen la
voluntad de su Padre. Y así como el espíritu del Mesías es el que da
vida eterna,
también el espíritu de cada ser
humano es el que da vida a su propio
cuerpo, ¿y cuándo? en el preciso momento de la concepción dentro
del vientre materno, ¿y por qué? porque es allí donde la vida de un nuevo ser se
inicia: ¡¡el cuerpo que
sí tiene espíritu es el que
está vivo!! (Santiago 2:26).
Entonces nos preguntamos:
¿Y cuándo fue que Dios introdujo en el cuerpo de Adán un espíritu?, pues bien, necesariamente fue en el preciso momento en que “sopló en su nariz aliento de vida” (Génesis 2:7). En el mismo instante en que Dios Padre sopló fue cuando le entregó al cuerpo de Adán un espíritu. Y este espíritu es el que generó en el cuerpo de Adán el aliento de vida, porque es “el espíritu el que da vida” (Juan 6:63). En otras palabras, es Dios Padre Yahwéh quien le entrega al hombre un espíritu (Eclesiastés 12:7) por medio de su soplo (Génesis 2:7).
Ratifico: el espíritu del hombre no es la vida (el alma) ni tampoco “el aliento de vida”; el espíritu del hombre es el que da vida a su propio cuerpo para que éste comience a respirar. Y es así que esta vida del ser humano cesa o termina cuando Dios le recoge su espíritu (Job 34:14).
Veamos otros dos versículos que son también importantes:
Job 33...
4 “El espíritu de Dios me ha hecho, y el soplo del Todopoderoso me da vida”.
Job 32...
8 “Pero hay un espíritu en el hombre, y el soplo del Todopoderoso le da entendimiento”.
Pasemos a su análisis:
“el soplo del Todopoderoso da vida” (Job 33:4), pero ¿el soplo del Todopoderoso a quién da vida? da vida al cuerpo del hombre. Y ¿cuál es el medio por el cual Dios Padre Yahwéh da vida al cuerpo del hombre? lo hace por medio de su soplo (Génesis 2:7) quien es el “encargado” de entregar un espíritu al hombre (Eclesiastés 12:7).
“el soplo del Todopoderoso le da entendimiento” (Job 32:8), pero ¿a quién da entendimiento? da entendimiento al espíritu del hombre, puesto que es el ser humano el que razona por medio de su espíritu, y no así los animales ya que éstos no razonan al no tener un espíritu (ver Eclesiastés 9:5,6).
Veamos a continuación cómo, sorprendentemente, la misma palabra de Dios es la que relaciona “al viento que sopla” con el espíritu:
Juan 3...
8 “El viento sopla donde quiere y tú oyes sus silbido; pero no sabe de dónde viene ni a dónde va. Así le sucede al que ha nacido del espíritu”.
Leamos a continuación una comparación muy interesante...
La energía eólica es la energía generada por el viento, por el aire en movimiento, pero la energía eólica ¡¡no es el viento!!. Algo semejante, por explicarlo de alguna manera, sucede con el aliento de vida: el aliento de vida es la energía producida por el espíritu del hombre, pero el aliento de vida no es el espíritu del hombre.
Entonces nos preguntamos:
¿Y cuándo fue que Dios introdujo en el cuerpo de Adán un espíritu?, pues bien, necesariamente fue en el preciso momento en que “sopló en su nariz aliento de vida” (Génesis 2:7). En el mismo instante en que Dios Padre sopló fue cuando le entregó al cuerpo de Adán un espíritu. Y este espíritu es el que generó en el cuerpo de Adán el aliento de vida, porque es “el espíritu el que da vida” (Juan 6:63). En otras palabras, es Dios Padre Yahwéh quien le entrega al hombre un espíritu (Eclesiastés 12:7) por medio de su soplo (Génesis 2:7).
Ratifico: el espíritu del hombre no es la vida (el alma) ni tampoco “el aliento de vida”; el espíritu del hombre es el que da vida a su propio cuerpo para que éste comience a respirar. Y es así que esta vida del ser humano cesa o termina cuando Dios le recoge su espíritu (Job 34:14).
Veamos otros dos versículos que son también importantes:
Job 33...
4 “El espíritu de Dios me ha hecho, y el soplo del Todopoderoso me da vida”.
Job 32...
8 “Pero hay un espíritu en el hombre, y el soplo del Todopoderoso le da entendimiento”.
Pasemos a su análisis:
“el soplo del Todopoderoso da vida” (Job 33:4), pero ¿el soplo del Todopoderoso a quién da vida? da vida al cuerpo del hombre. Y ¿cuál es el medio por el cual Dios Padre Yahwéh da vida al cuerpo del hombre? lo hace por medio de su soplo (Génesis 2:7) quien es el “encargado” de entregar un espíritu al hombre (Eclesiastés 12:7).
“el soplo del Todopoderoso le da entendimiento” (Job 32:8), pero ¿a quién da entendimiento? da entendimiento al espíritu del hombre, puesto que es el ser humano el que razona por medio de su espíritu, y no así los animales ya que éstos no razonan al no tener un espíritu (ver Eclesiastés 9:5,6).
Veamos a continuación cómo, sorprendentemente, la misma palabra de Dios es la que relaciona “al viento que sopla” con el espíritu:
Juan 3...
8 “El viento sopla donde quiere y tú oyes sus silbido; pero no sabe de dónde viene ni a dónde va. Así le sucede al que ha nacido del espíritu”.
Leamos a continuación una comparación muy interesante...
La energía eólica es la energía generada por el viento, por el aire en movimiento, pero la energía eólica ¡¡no es el viento!!. Algo semejante, por explicarlo de alguna manera, sucede con el aliento de vida: el aliento de vida es la energía producida por el espíritu del hombre, pero el aliento de vida no es el espíritu del hombre.
Por
lo consiguiente, es indudable, que el
espíritu de Yahwéh, PADRE
DE LOS ESPÍRITUS,
es el que sopló e introdujo en el cuerpo de Adán un
espíritu.
Y ese espíritu de Adán fue el que dio “el
aliento de vida”
que no solo llenó de aire los pulmones, sino que también impartió a todo el
cuerpo la fuerza o energía de vida que se sostiene por medio de la
respiración.
Ratifico, el espíritu del ser humano no es una mera energía sino el que genera y mantiene esa energía (aliento de vida).
Pasemos ahora a Juan 20...
22 “ Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el espíritu santo.”
Este último versículo es clave para comprender lo que hace el soplo de Dios, ya sea del Padre o bien del Hijo.
El soplo de Dios Padre Yahwéh lo que hace es entregarle al hombre un espíritu en el momento de la concepción. Y depende solo de nosotros qué hacer con nuestro espíritu, si unirlo al espíritu santo de Cristo o juntarlo con el espíritu de la bestia, el Diablo.
En cambio, los discípulos sí que recibieron el espíritu santo de Dios cuando Dios Hijo Yahshua, Cristo, les sopló a ellos y les dijo: “Recibid el espíritu santo” (Juan 20:22).
Continuemos con el espíritu del hombre:
Zacarías 12...
1 “Profecía de la palabra de Yahwéh acerca de Israel. Yahwéh, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho:”
1 Corintios 2 ...
8 “la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.
9 “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.”
10 “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el espíritu; porque el espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios.”
11 “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el espíritu de Dios.”
Ratifico, el espíritu del ser humano no es una mera energía sino el que genera y mantiene esa energía (aliento de vida).
Pasemos ahora a Juan 20...
22 “ Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el espíritu santo.”
Este último versículo es clave para comprender lo que hace el soplo de Dios, ya sea del Padre o bien del Hijo.
El soplo de Dios Padre Yahwéh lo que hace es entregarle al hombre un espíritu en el momento de la concepción. Y depende solo de nosotros qué hacer con nuestro espíritu, si unirlo al espíritu santo de Cristo o juntarlo con el espíritu de la bestia, el Diablo.
En cambio, los discípulos sí que recibieron el espíritu santo de Dios cuando Dios Hijo Yahshua, Cristo, les sopló a ellos y les dijo: “Recibid el espíritu santo” (Juan 20:22).
Continuemos con el espíritu del hombre:
Zacarías 12...
1 “Profecía de la palabra de Yahwéh acerca de Israel. Yahwéh, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho:”
1 Corintios 2 ...
8 “la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.
9 “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.”
10 “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el espíritu; porque el espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios.”
11 “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el espíritu de Dios.”
Y
como Adán, no fue engendrado en ningún vientre de ninguna mujer, es que el cuerpo de Adán, comenzó a respirar en el mismo instante en que dicho cuerpo recibió un espíritu de parte de Dios Padre (Génesis
2:7). De igual forma sucedió con Eva (Génesis 2:22), y también con la
bestia (Génesis 2:9) que fornicó con ella, pero no fue así con los que
nacieron después, ya que sus descendientes comenzaron a vivir dentro del vientre
materno (Génesis 3:6).
Y es justamente allí, en el seno de la mujer, donde se une la célula masculina con la célula femenina y donde la vida de un nuevo ser humano se inicia. “... y será lleno del espíritu santo, aún desde el seno de su madre” (Lucas 1:15). Porque en ese mismo momento de la concepción es cuando el nuevo ser RECIBE un espíritu DE PARTE DE DIOS PADRE (Eclesiastés 12:7) y no al cortar el cordón umbilical que lo unía a su madre.
Por consiguiente, cada vez que una mujer da a luz a un hijo, es el espíritu de dicho bebé quien genera el aliento de vida de su propio cuerpo para que éste comience a respirar por sí solo. Por esta razón es que no es lo mismo el espíritu del hombre que su aliento, ya que el espíritu del hombre es quien genera LA PROPIA VIDA DEL SER HUMANO (SU ALMA) y esto sucede cuando la célula masculina se une con la célula femenina, mientras que su aliento o respiración es tan solo una energía que al morir el cuerpo desaparece y termina.
Pasemos, por un momento, a ...
Génesis 2...
7 “Entonces Yahwéh Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”
y a Génesis 3...
19 “En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra; porque de ella fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo serás tornado.”
Ahora bien, ¿por qué será que ni en Génesis 2:7, ni en 3:19, ni en ningún otro pasaje de estos capítulos, aparece la palabra espíritu referida al hombre?, pues, es por la sencilla razón que en esta parte del relato de la creación solo se nos da a conocer de dónde Dios formó el cuerpo del hombre (Génesis 2:7) y a dónde va dicho cuerpo cuando muere (Génesis 3:19).
Génesis 2...
20 “Y puso Adán nombres a toda bestia y ave de los cielos y a todo animal del campo: más para Adán no halló ayuda que estuviese idónea para él.”
En este versículo, sí se puede percibir que el hombre es poseedor de algo más que no tienen ni las bestias, ni las aves, ni los animales. Y no se trata del aliento de vida, hálito o respiración, ya que este aliento es el mismo tanto para los hombres como para los animales. Entonces ¿cuál es la diferencia entre el hombre y el animal?, la diferencia radica en algo trascendental que el cuerpo del ser humano lleva por dentro, una esencia semejante a la de Dios Padre (ver Génesis 1:26 junto a Eclesiastés 12:7) que no tienen los animales, ni tampoco los vegetales.
Cabe recalcar, nuevamente, que cada ser humano es poseedor de un espíritu, propio, solo de él, y que implícitamente, dicho espíritu produce en su cuerpo el aliento de vida, pero de ninguna manera podemos ni siquiera insinuar que los animales posean un espíritu, porque de ser así, ¿a dónde irían los espíritus de los animales cuando mueren?... Por eso es que no se lee en ningún texto bíblico que los animales y los vegetales tengan un espíritu, los animales solo tienen aliento de vida, no un espíritu.
A continuación se comprobará que todo ser humano es poseedor de su propio espíritu. Veamos los textos bíblicos:
Salmos 31...
5 “En tu mano encomiendo mi espíritu: Tú me has redimido, oh Yahwéh, Dios de verdad.”
Mateo 12...
18 “He aquí mi siervo, al cual he escogido; Mi Amado, en el cual se agrada mi alma: Pondré mi espíritu sobre él y a los Gentiles anunciará juicio.”
Marcos 2...
8 “Y conociendo luego Yahshua en su espíritu que pensaban así dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?”
Marcos 8...
12 “Y gimiendo en su espíritu, dice: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.”
Lucas 1...
46 “Entonces María dijo: engrandece mi alma al Señor;”
47 “Y mi espíritu se alegró en Dios mi Salvador,”
Lucas 8...
52 “Y lloraban todos, y la plañían. Y él dijo: No lloréis; no es muerta, sino que duerme.”
55 "Entonces su espíritu volvió, y se levantó luego: y él mando que le diesen de comer."
Lucas 23...
46 “Entonces Yahshua, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró."
Hechos 2...
17 “Y será en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Y vuestros mancebos verán visiones, Y vuestros viejos soñarán sueños:”
Hechos 2...
18 “Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi espíritu, y profetizarán.”
Hechos 7...
59 “Y apedrearon a Esteban, invocando él y diciendo: Señor Yahshua, recibe mi espíritu.”
Hechos 17...
16 “Y esperándolos Pablo en Atenas, su espíritu se deshacía en él viendo la ciudad dada a idolatría.”
Romanos 1...
9 “Porque testigo me es Dios, al cual sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, que sin cesar me acuerdo de vosotros siempre en mis oraciones,”
Romanos 7...
23 “Más veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.”
Romanos 8...
11 “Y si el espíritu de aquel que levantó de los muertos a Yahshua mora en vosotros, el que levantó a Cristo Yahshua de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su espíritu que mora en vosotros.”
1 Corintios 5...
4 “En el nombre del Señor nuestro Yahshua, juntados vosotros y mi espíritu, con la facultad de nuestro Señor Yahshua,”
1 Corintios 14...
14 “Porque si yo orare en lengua desconocida, mi espíritu ora; más mi entendimiento es sin fruto.”
1 Corintios 16...
18 “Porque recrearon mi espíritu y el vuestro: reconoced pues a los tales.”
2 Corintios 2...
13 “No tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a Tito mi hermano: así, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.”
2 Corintios 7...
13 “Por tanto, tomamos consolación de vuestra consolación: empero mucho más nos gozamos por el gozo de Tito, que haya sido recreado su espíritu de todos vosotros.”
Efesios 3...
16 “Que os de, conforme a las riquezas de su gloria, el ser corroborados con potencia en el hombre interior por su espíritu.”
1 Tesalonicenses 4...
8 “Así que, el que menosprecia, no menosprecia a hombre, sino a Dios, el cual también nos dio su espíritu santo.”
1 Juan 4...
13 “En esto conocemos que estamos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su espíritu.”
Como hemos visto en todos estos versículos cada hombre posee su propio espíritu. Sin embargo, en todo el relato de la creación del libro de Génesis, la Biblia no afirma que Adán haya tenido un espíritu, que sea suyo, propio de él, pero tampoco ningún versículo lo niega. Recién en el libro de Job encontramos una incuestionable respuesta.
Job 34...
14 “Si él pusiese sobre el hombre su corazón, Y recogiese así su espíritu y su aliento,”. (Versión: Reina Valera)
14 “Si él retirara su espíritu y recogiera su aliento de vida”. (Traducción: El libro del Pueblo de Dios)
14 “Si él retirara a sí su espíritu, si hacia sí recogiera su soplo”. (Traducción: Biblia de Jerusalén)
Al leer en Job 34:14 que es Dios quien recoge del hombre su espíritu y su aliento se entiende de manera muy clara la diferencia que existe entre el espíritu y el aliento que todo ser humano vivo posee. No importa qué traducción consultemos, siempre se nos enseña lo mismo: el espíritu del hombre no es igual que su soplo o aliento de vida. Nótese bien que la letra que aparece es la “y”, para denotar separación entre lo que es espíritu y lo que es aliento. Si las palabras espíritu y aliento fueran sinónimos, en todas las traducciones debería aparecer la letra “o” en lugar de la letra “y”, pero como vemos que no es así, entonces, no queda ni la más mínima duda que todo ser humano con vida tiene su propio aliento además de poseer también su propio espíritu.
Ahora bien, el hecho que en ningún versículo aparezca de forma explícita lo que es el espíritu del hombre, no implica en absoluto que el ser humano no tenga un espíritu, suyo, solo de él.
La palabra de Dios, en la Biblia, va revelando de a poco la totalidad de la VERDAD, a medida que se va escudriñando y respetando su cronología, ya que no existe un único versículo en el cual se encuentre toda la SABIDURÍA. Es necesario que cada pasaje bíblico sea estudiado con otros textos en concordancia, para su total entendimiento, porque repito, si pretendemos extraer de un solo versículo y de una sola traducción bíblica ¡todo el conocimiento!, siempre el mensaje será incompleto, incurriendo en el error, por no estar dentro de todo el contexto bíblico, el cual abarca toda la Biblia completa, desde Génesis hasta Apocalipsis.
Ahora analicemos un par de traducciones bíblicas del Antiguo Testamento en las cuales el concepto de espíritu aparece como si tuviera un mismo significado que el termino de aliento y esto no es para nada correcto. Veamos algunos pasajes para rectificar los errores que surgen de algunos eruditos cuando traducen del texto hebreo al español. Esos eruditos sabrán mucho de hebreo pero no entienden lo que es escudriñar con el espíritu que emana del Cielo. Con el mayor de los respetos y seriedad los exhorto a ellos para que reflexionen al respecto.
Si no tenemos en cuenta la diferencia existente entre lo que es el espíritu y lo que es el aliento incurriremos en grandes controversias llevándonos a una falacia ya expresada al principio de este capítulo (ver Hipótesis).
Salmo 146...
4 “Saldrá su espíritu, tornaráse en su tierra: En aquel día perecerán sus pensamientos.” (Traducción: Reina Valera)
Aquí la palabra correcta no es espíritu, sino aliento, porque lo que queda en la tierra es el aliento y no el espíritu, y ¿el aliento de quién?, ¡del cuerpo del hombre!.
También leemos en este versículo, que “perecerán sus pensamientos”, y ¿los pensamientos de quién?, pues bien, ¡del espíritu del hombre!.
4 “cuando expiran, vuelven al polvo, y entonces se esfuman sus proyectos.” (Traducción: El libro del Pueblo de Dios)
Aquí se lee “cuando expiran, vuelven al polvo”, ¿y quiénes son los que expiran y vuelven al polvo?, pues, son ¡los cuerpos de los hombres!, y no los espíritus de los hombres.
También se nos indica en este versículo, que se esfuman los proyectos, y ¿los proyectos de quién?, pues bien, ¡del espíritu del hombre!.
Y es justamente allí, en el seno de la mujer, donde se une la célula masculina con la célula femenina y donde la vida de un nuevo ser humano se inicia. “... y será lleno del espíritu santo, aún desde el seno de su madre” (Lucas 1:15). Porque en ese mismo momento de la concepción es cuando el nuevo ser RECIBE un espíritu DE PARTE DE DIOS PADRE (Eclesiastés 12:7) y no al cortar el cordón umbilical que lo unía a su madre.
Por consiguiente, cada vez que una mujer da a luz a un hijo, es el espíritu de dicho bebé quien genera el aliento de vida de su propio cuerpo para que éste comience a respirar por sí solo. Por esta razón es que no es lo mismo el espíritu del hombre que su aliento, ya que el espíritu del hombre es quien genera LA PROPIA VIDA DEL SER HUMANO (SU ALMA) y esto sucede cuando la célula masculina se une con la célula femenina, mientras que su aliento o respiración es tan solo una energía que al morir el cuerpo desaparece y termina.
Pasemos, por un momento, a ...
Génesis 2...
7 “Entonces Yahwéh Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”
y a Génesis 3...
19 “En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra; porque de ella fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo serás tornado.”
Ahora bien, ¿por qué será que ni en Génesis 2:7, ni en 3:19, ni en ningún otro pasaje de estos capítulos, aparece la palabra espíritu referida al hombre?, pues, es por la sencilla razón que en esta parte del relato de la creación solo se nos da a conocer de dónde Dios formó el cuerpo del hombre (Génesis 2:7) y a dónde va dicho cuerpo cuando muere (Génesis 3:19).
Génesis 2...
20 “Y puso Adán nombres a toda bestia y ave de los cielos y a todo animal del campo: más para Adán no halló ayuda que estuviese idónea para él.”
En este versículo, sí se puede percibir que el hombre es poseedor de algo más que no tienen ni las bestias, ni las aves, ni los animales. Y no se trata del aliento de vida, hálito o respiración, ya que este aliento es el mismo tanto para los hombres como para los animales. Entonces ¿cuál es la diferencia entre el hombre y el animal?, la diferencia radica en algo trascendental que el cuerpo del ser humano lleva por dentro, una esencia semejante a la de Dios Padre (ver Génesis 1:26 junto a Eclesiastés 12:7) que no tienen los animales, ni tampoco los vegetales.
Cabe recalcar, nuevamente, que cada ser humano es poseedor de un espíritu, propio, solo de él, y que implícitamente, dicho espíritu produce en su cuerpo el aliento de vida, pero de ninguna manera podemos ni siquiera insinuar que los animales posean un espíritu, porque de ser así, ¿a dónde irían los espíritus de los animales cuando mueren?... Por eso es que no se lee en ningún texto bíblico que los animales y los vegetales tengan un espíritu, los animales solo tienen aliento de vida, no un espíritu.
A continuación se comprobará que todo ser humano es poseedor de su propio espíritu. Veamos los textos bíblicos:
Salmos 31...
5 “En tu mano encomiendo mi espíritu: Tú me has redimido, oh Yahwéh, Dios de verdad.”
Mateo 12...
18 “He aquí mi siervo, al cual he escogido; Mi Amado, en el cual se agrada mi alma: Pondré mi espíritu sobre él y a los Gentiles anunciará juicio.”
Marcos 2...
8 “Y conociendo luego Yahshua en su espíritu que pensaban así dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?”
Marcos 8...
12 “Y gimiendo en su espíritu, dice: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.”
Lucas 1...
46 “Entonces María dijo: engrandece mi alma al Señor;”
47 “Y mi espíritu se alegró en Dios mi Salvador,”
Lucas 8...
52 “Y lloraban todos, y la plañían. Y él dijo: No lloréis; no es muerta, sino que duerme.”
55 "Entonces su espíritu volvió, y se levantó luego: y él mando que le diesen de comer."
Lucas 23...
46 “Entonces Yahshua, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró."
Hechos 2...
17 “Y será en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Y vuestros mancebos verán visiones, Y vuestros viejos soñarán sueños:”
Hechos 2...
18 “Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi espíritu, y profetizarán.”
Hechos 7...
59 “Y apedrearon a Esteban, invocando él y diciendo: Señor Yahshua, recibe mi espíritu.”
Hechos 17...
16 “Y esperándolos Pablo en Atenas, su espíritu se deshacía en él viendo la ciudad dada a idolatría.”
Romanos 1...
9 “Porque testigo me es Dios, al cual sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, que sin cesar me acuerdo de vosotros siempre en mis oraciones,”
Romanos 7...
23 “Más veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.”
Romanos 8...
11 “Y si el espíritu de aquel que levantó de los muertos a Yahshua mora en vosotros, el que levantó a Cristo Yahshua de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su espíritu que mora en vosotros.”
1 Corintios 5...
4 “En el nombre del Señor nuestro Yahshua, juntados vosotros y mi espíritu, con la facultad de nuestro Señor Yahshua,”
1 Corintios 14...
14 “Porque si yo orare en lengua desconocida, mi espíritu ora; más mi entendimiento es sin fruto.”
1 Corintios 16...
18 “Porque recrearon mi espíritu y el vuestro: reconoced pues a los tales.”
2 Corintios 2...
13 “No tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a Tito mi hermano: así, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.”
2 Corintios 7...
13 “Por tanto, tomamos consolación de vuestra consolación: empero mucho más nos gozamos por el gozo de Tito, que haya sido recreado su espíritu de todos vosotros.”
Efesios 3...
16 “Que os de, conforme a las riquezas de su gloria, el ser corroborados con potencia en el hombre interior por su espíritu.”
1 Tesalonicenses 4...
8 “Así que, el que menosprecia, no menosprecia a hombre, sino a Dios, el cual también nos dio su espíritu santo.”
1 Juan 4...
13 “En esto conocemos que estamos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su espíritu.”
Como hemos visto en todos estos versículos cada hombre posee su propio espíritu. Sin embargo, en todo el relato de la creación del libro de Génesis, la Biblia no afirma que Adán haya tenido un espíritu, que sea suyo, propio de él, pero tampoco ningún versículo lo niega. Recién en el libro de Job encontramos una incuestionable respuesta.
Job 34...
14 “Si él pusiese sobre el hombre su corazón, Y recogiese así su espíritu y su aliento,”. (Versión: Reina Valera)
14 “Si él retirara su espíritu y recogiera su aliento de vida”. (Traducción: El libro del Pueblo de Dios)
14 “Si él retirara a sí su espíritu, si hacia sí recogiera su soplo”. (Traducción: Biblia de Jerusalén)
Al leer en Job 34:14 que es Dios quien recoge del hombre su espíritu y su aliento se entiende de manera muy clara la diferencia que existe entre el espíritu y el aliento que todo ser humano vivo posee. No importa qué traducción consultemos, siempre se nos enseña lo mismo: el espíritu del hombre no es igual que su soplo o aliento de vida. Nótese bien que la letra que aparece es la “y”, para denotar separación entre lo que es espíritu y lo que es aliento. Si las palabras espíritu y aliento fueran sinónimos, en todas las traducciones debería aparecer la letra “o” en lugar de la letra “y”, pero como vemos que no es así, entonces, no queda ni la más mínima duda que todo ser humano con vida tiene su propio aliento además de poseer también su propio espíritu.
Ahora bien, el hecho que en ningún versículo aparezca de forma explícita lo que es el espíritu del hombre, no implica en absoluto que el ser humano no tenga un espíritu, suyo, solo de él.
La palabra de Dios, en la Biblia, va revelando de a poco la totalidad de la VERDAD, a medida que se va escudriñando y respetando su cronología, ya que no existe un único versículo en el cual se encuentre toda la SABIDURÍA. Es necesario que cada pasaje bíblico sea estudiado con otros textos en concordancia, para su total entendimiento, porque repito, si pretendemos extraer de un solo versículo y de una sola traducción bíblica ¡todo el conocimiento!, siempre el mensaje será incompleto, incurriendo en el error, por no estar dentro de todo el contexto bíblico, el cual abarca toda la Biblia completa, desde Génesis hasta Apocalipsis.
Ahora analicemos un par de traducciones bíblicas del Antiguo Testamento en las cuales el concepto de espíritu aparece como si tuviera un mismo significado que el termino de aliento y esto no es para nada correcto. Veamos algunos pasajes para rectificar los errores que surgen de algunos eruditos cuando traducen del texto hebreo al español. Esos eruditos sabrán mucho de hebreo pero no entienden lo que es escudriñar con el espíritu que emana del Cielo. Con el mayor de los respetos y seriedad los exhorto a ellos para que reflexionen al respecto.
Si no tenemos en cuenta la diferencia existente entre lo que es el espíritu y lo que es el aliento incurriremos en grandes controversias llevándonos a una falacia ya expresada al principio de este capítulo (ver Hipótesis).
Salmo 146...
4 “Saldrá su espíritu, tornaráse en su tierra: En aquel día perecerán sus pensamientos.” (Traducción: Reina Valera)
Aquí la palabra correcta no es espíritu, sino aliento, porque lo que queda en la tierra es el aliento y no el espíritu, y ¿el aliento de quién?, ¡del cuerpo del hombre!.
También leemos en este versículo, que “perecerán sus pensamientos”, y ¿los pensamientos de quién?, pues bien, ¡del espíritu del hombre!.
4 “cuando expiran, vuelven al polvo, y entonces se esfuman sus proyectos.” (Traducción: El libro del Pueblo de Dios)
Aquí se lee “cuando expiran, vuelven al polvo”, ¿y quiénes son los que expiran y vuelven al polvo?, pues, son ¡los cuerpos de los hombres!, y no los espíritus de los hombres.
También se nos indica en este versículo, que se esfuman los proyectos, y ¿los proyectos de quién?, pues bien, ¡del espíritu del hombre!.
Y
a la misma conclusión llegamos con otras traducciones, cualquiera sea la que
elijamos, “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos: y que alcanza hasta
partir el alma, y aún el espíritu, y las coyunturas y
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón.” (Hebreos
4:12).
En conclusión, podemos afirmar, de manera contundente, lo siguiente:
Que lo que regresa al polvo es siempre el aliento de vida que el cuerpo del hombre tenía mientras vivía y no el espíritu. ¿Y cómo sabemos que es el aliento y no el propio espíritu del ser humano?, porque nos fundamentamos con otros pasajes de los textos sagrados:
Eclesiastés 12...
7 “Y el polvo se torne a la tierra, como era, y el espíritu se vuelva a Dios que lo dio.” (Traducción: Reina Valera)
Eclesiastés 12...
7 “Y vuelve el polvo a la tierra adonde antes estaba, y el espíritu retorna a Dios, porque él es quien lo dio.” (Traducción: La Biblia Latinoamericana)
Salmo 146...
4 “Saldrá su espíritu, tornaráse en su tierra: En aquel día perecerán sus pensamientos.” (Traducción: Reina Valera)
Y a pesar que del Salmo 146:4 (Traducción Reina Valera) leemos que lo que torna a la tierra ¡¡¡es el espíritu del hombre!!!, ya sabemos que esto no es así y que todo error debe ser salvado escudriñando con el espíritu de Dios que habita en nosotros, los cristianos bíblicos. Y ¿con qué lo corregimos?, en este caso lo hacemos con el pasaje de Eclesiastés 12:7, donde se lee muy claro que es el espíritu del hombre el que regresa a Dios, porque fue Dios quien se lo dio.
No puede estar en la verdad esa traducción del Salmo 146:4 (Reina Valera) que dice así: “Saldrá su espíritu, tornaráse en su tierra” porque esto implica que Dios estaría en el sepulcro esperando los espíritus de sus hijos, lo cual no es cierto, puesto que Dios no está en los sepulcros sino en el tercer cielo.
Escudriñemos ahora Eclesiastés 3...
18 “Dije en mi corazón, en orden a la condición de los hijos de los hombres, que Dios los probaría, para que así echaran de ver ellos mismos que son semejantes a las bestias.”
19 “Porque el suceso de los hijos de los hombres, y el suceso del animal, el mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros; y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia: porque todo es vanidad.”
20 “Todo va a un lugar: todo es hecho del polvo, y todo se tornará en el mismo polvo.”
21 “¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres suba arriba, y que el espíritu del animal descienda debajo de la tierra?”
22 “Así que he visto que no hay cosa mejor que alegrarse el hombre con lo que hiciere; porque esta es su parte: porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?”
A pesar que en el versículo 21 se lea “el espíritu de los hombres y el espíritu del animal” nadie puede cuestionar que la palabra “espíritu”, en este pasaje, lleva una acepción que está directamente vinculada a la palabra respiración que se lee en el versículo 19. El tema principal, aquí, no es el espíritu del hombre sino el mismo suceso y la misma respiración que tienen tanto los seres humanos como los animales (Eclesiastés 3:19). Fíjese bien que ¡no se nombra a los vegetales!, no se los menciona ¿verdad?... ¿y por qué?, porque las plantas “respiran” de otra forma, muy distinta, ya que los vegetales incorporan del aire dióxido de carbono y liberan oxigeno, nada semejante a la respiración del hombre y a la de los animales. Por ello es que los vegetales no tienen ni aliento, ni soplo, ni hálito de vida: los vegetales solo tienen vida, nada más.
¿Y cuál es el mismo suceso por el cual tanto el hombre como la bestia deben pasar?, y ese suceso es el de la muerte terrenal, que tanto el hombre como la bestia lo sufren al morir, es decir cuando sus cuerpos dejan de respirar.
Pasemos ahora, a analizar los siguientes versículos:
Efesios 4...
3 “Traten de conservar la unidad del espíritu, mediante el vínculo de la paz.”
4 “Hay un solo cuerpo, y un solo espíritu; así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida.”
Con estos dos versículos, se evidencia con total transparencia, que la unidad del espíritu (Efesios 4:3) entre los hermanos (los hijos de Dios), se conserva mediante el vínculo de la paz, y que pasan a forman un solo espíritu (Efesios 4:4) y no con una sola energía o con un único aliento de vida. Aquí el espíritu de cada cristiano se une al del otro mediante el vínculo de la paz y bajo una misma esperanza. Por lo tanto, el concepto de espíritu, en estos versículos, se relaciona y se fundamenta con todo lo que es la esencia del hombre, como lo es la paz y la esperanza, que nada tiene que ver con el aliento de vida.
En conclusión, podemos afirmar, de manera contundente, lo siguiente:
Que lo que regresa al polvo es siempre el aliento de vida que el cuerpo del hombre tenía mientras vivía y no el espíritu. ¿Y cómo sabemos que es el aliento y no el propio espíritu del ser humano?, porque nos fundamentamos con otros pasajes de los textos sagrados:
Eclesiastés 12...
7 “Y el polvo se torne a la tierra, como era, y el espíritu se vuelva a Dios que lo dio.” (Traducción: Reina Valera)
Eclesiastés 12...
7 “Y vuelve el polvo a la tierra adonde antes estaba, y el espíritu retorna a Dios, porque él es quien lo dio.” (Traducción: La Biblia Latinoamericana)
Salmo 146...
4 “Saldrá su espíritu, tornaráse en su tierra: En aquel día perecerán sus pensamientos.” (Traducción: Reina Valera)
Y a pesar que del Salmo 146:4 (Traducción Reina Valera) leemos que lo que torna a la tierra ¡¡¡es el espíritu del hombre!!!, ya sabemos que esto no es así y que todo error debe ser salvado escudriñando con el espíritu de Dios que habita en nosotros, los cristianos bíblicos. Y ¿con qué lo corregimos?, en este caso lo hacemos con el pasaje de Eclesiastés 12:7, donde se lee muy claro que es el espíritu del hombre el que regresa a Dios, porque fue Dios quien se lo dio.
No puede estar en la verdad esa traducción del Salmo 146:4 (Reina Valera) que dice así: “Saldrá su espíritu, tornaráse en su tierra” porque esto implica que Dios estaría en el sepulcro esperando los espíritus de sus hijos, lo cual no es cierto, puesto que Dios no está en los sepulcros sino en el tercer cielo.
Escudriñemos ahora Eclesiastés 3...
18 “Dije en mi corazón, en orden a la condición de los hijos de los hombres, que Dios los probaría, para que así echaran de ver ellos mismos que son semejantes a las bestias.”
19 “Porque el suceso de los hijos de los hombres, y el suceso del animal, el mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros; y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia: porque todo es vanidad.”
20 “Todo va a un lugar: todo es hecho del polvo, y todo se tornará en el mismo polvo.”
21 “¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres suba arriba, y que el espíritu del animal descienda debajo de la tierra?”
22 “Así que he visto que no hay cosa mejor que alegrarse el hombre con lo que hiciere; porque esta es su parte: porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?”
A pesar que en el versículo 21 se lea “el espíritu de los hombres y el espíritu del animal” nadie puede cuestionar que la palabra “espíritu”, en este pasaje, lleva una acepción que está directamente vinculada a la palabra respiración que se lee en el versículo 19. El tema principal, aquí, no es el espíritu del hombre sino el mismo suceso y la misma respiración que tienen tanto los seres humanos como los animales (Eclesiastés 3:19). Fíjese bien que ¡no se nombra a los vegetales!, no se los menciona ¿verdad?... ¿y por qué?, porque las plantas “respiran” de otra forma, muy distinta, ya que los vegetales incorporan del aire dióxido de carbono y liberan oxigeno, nada semejante a la respiración del hombre y a la de los animales. Por ello es que los vegetales no tienen ni aliento, ni soplo, ni hálito de vida: los vegetales solo tienen vida, nada más.
¿Y cuál es el mismo suceso por el cual tanto el hombre como la bestia deben pasar?, y ese suceso es el de la muerte terrenal, que tanto el hombre como la bestia lo sufren al morir, es decir cuando sus cuerpos dejan de respirar.
Pasemos ahora, a analizar los siguientes versículos:
Efesios 4...
3 “Traten de conservar la unidad del espíritu, mediante el vínculo de la paz.”
4 “Hay un solo cuerpo, y un solo espíritu; así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida.”
Con estos dos versículos, se evidencia con total transparencia, que la unidad del espíritu (Efesios 4:3) entre los hermanos (los hijos de Dios), se conserva mediante el vínculo de la paz, y que pasan a forman un solo espíritu (Efesios 4:4) y no con una sola energía o con un único aliento de vida. Aquí el espíritu de cada cristiano se une al del otro mediante el vínculo de la paz y bajo una misma esperanza. Por lo tanto, el concepto de espíritu, en estos versículos, se relaciona y se fundamenta con todo lo que es la esencia del hombre, como lo es la paz y la esperanza, que nada tiene que ver con el aliento de vida.
Continuemos
con Romanos 8...
10 “Pero si Cristo vive en vosotros, vuestros cuerpos ciertamente están muertos a causa del pecado, pero vuestros espíritus viven para hacer lo que es bueno y justo.”
Lo que vamos a escribir a continuación es lo mismo que se lee en Romanos 8:10, pero abreviado:
“vuestros cuerpos están muertos si Cristo vive en vosotros”
“vuestros espíritus viven para hacer lo que es bueno y justo si Cristo vive en vosotros”
¿Y quién es el que tiene que estar en vosotros para que vuestro espíritu viva para hacer lo que es bueno y justo?, pues bien,
el que tiene que estar en vosotros para que vuestro espíritu haga lo que es bueno y justo es el espíritu de Cristo o sea la palabra de Cristo, que es lo mismo.
Escudriñemos Romanos 8...
11 “Y si el espíritu de aquel que levantó de los muertos a Yahshua mora en vosotros, el que levantó a Cristo Yahshua de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su espíritu que mora en vosotros.”
¿Y quién vivificará vuestros cuerpos mortales?, pues bien,
será el espíritu de aquel que levantó de los muertos a Yahshua.
¿Y quién es aquel que levantó de los muertos a Yahshua?...
es el espíritu de Dios Padre Yahwéh (Romanos 8:11), ya que Dios Yahwéh es espíritu (Juan 4:24) y también Padre de los espíritus (Hebreos 12:9).
Leamos por tercera vez a 1 Corintios 6...
17 “Empero el que se junta con el Señor, un espíritu es.”
Y como el que se junta con el Señor es la esencia del hombre convertido, de aquel que ya se arrepintió de sus pecados y que ya nació de nuevo, en ESPÍRITU, entonces no tiene cabida esa doctrina de lo que se junta entre el ser humano y el Señor Yahshua sea una mera energía o un aliento de vida. Porque quien pretenda sostener que EL ESPÍRITU DEL HOMBRE es solo un aliento de vida o una fuerza activa, implicaría que lo que se une entre el ser humano y el Señor Yahshua ya no sería la esencia de los dos (el espíritu de ambos) para que se vuelvan una sola esencia (un solo espíritu), sino que se trataría tan solo de la unión ¡¡de dos alientos o energías y/o fuerzas activas!!. Y no puede ser así, porque cuando el espíritu de un hombre se une o junta con el espíritu de santidad que mora en Cristo Yahshua, éstos dos espíritus pasan a ser uno solo haciendo que el espíritu del hombre se vuelva santo. Y este conocimiento armoniza perfectamente con lo que dice la Biblia:
“vuestros espíritus viven para hacer lo que es bueno y justo si Cristo vive en vosotros” (Romanos 8:10), porque “el que se une con el Señor, un espíritu es” (1 Corintios 6:17).
Pasemos a conocer ahora la diferencia existente entre el espíritu de Adán y el espíritu del Señor Yahshua.
1 Corintios 15...
45 “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán en ánima viviente; el postrer Adán en espíritu vivificante.”
47 “El primer hombre, es de la tierra, terreno: el segundo hombre que es el Señor, es del cielo.”
Adán fue hecho de la tierra, en ánima viviente ¿y qué significa ánima viviente?, significa que Adán se convirtió en un espíritu viviente gracias al espíritu que recibió de parte de Dios Padre (Eclesiastés 12:7). La palabra ánima es sinónimo de espíritu. Y fue el espíritu de Adán el que dio vida a su propio cuerpo, hecho de la tierra, pero el cuerpo de Adán adquirió su condición de hombre mortal cuando Adán pecó desobedeciendo a Dios Padre, su Creador. Desde entonces todos los seres humanos heredamos la consecuencia de ese pecado cometido por el primer hombre hecho de la tierra, ¿y cuál es el resultado de ese pecado?, es la muerte del cuerpo y en consecuencia también la muerte del alma (la vida), pero no del espíritu.
En cambio el Mesías fue hecho del cielo, en espíritu vivificante ¿y qué significa vivificante?, significa que Cristo recibió de Dios Padre un espíritu que es santo y que da vida eterna (Eclesiastés 12:7) a todo hombre, siempre y cuando el espíritu de éste se una, en vida, con el espíritu vivificante de Cristo.
Filipenses 3...
20 “Más nuestra vivienda es en los cielos; de donde también esperamos al Salvador, al Señor Yahshua;”
21 “El cual transformará el cuerpo de nuestra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria, por la operación con la cual puede también sujetar a sí todas las cosas.”
Tesis
10 “Pero si Cristo vive en vosotros, vuestros cuerpos ciertamente están muertos a causa del pecado, pero vuestros espíritus viven para hacer lo que es bueno y justo.”
Lo que vamos a escribir a continuación es lo mismo que se lee en Romanos 8:10, pero abreviado:
“vuestros cuerpos están muertos si Cristo vive en vosotros”
“vuestros espíritus viven para hacer lo que es bueno y justo si Cristo vive en vosotros”
¿Y quién es el que tiene que estar en vosotros para que vuestro espíritu viva para hacer lo que es bueno y justo?, pues bien,
el que tiene que estar en vosotros para que vuestro espíritu haga lo que es bueno y justo es el espíritu de Cristo o sea la palabra de Cristo, que es lo mismo.
Escudriñemos Romanos 8...
11 “Y si el espíritu de aquel que levantó de los muertos a Yahshua mora en vosotros, el que levantó a Cristo Yahshua de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su espíritu que mora en vosotros.”
¿Y quién vivificará vuestros cuerpos mortales?, pues bien,
será el espíritu de aquel que levantó de los muertos a Yahshua.
¿Y quién es aquel que levantó de los muertos a Yahshua?...
es el espíritu de Dios Padre Yahwéh (Romanos 8:11), ya que Dios Yahwéh es espíritu (Juan 4:24) y también Padre de los espíritus (Hebreos 12:9).
Leamos por tercera vez a 1 Corintios 6...
17 “Empero el que se junta con el Señor, un espíritu es.”
Y como el que se junta con el Señor es la esencia del hombre convertido, de aquel que ya se arrepintió de sus pecados y que ya nació de nuevo, en ESPÍRITU, entonces no tiene cabida esa doctrina de lo que se junta entre el ser humano y el Señor Yahshua sea una mera energía o un aliento de vida. Porque quien pretenda sostener que EL ESPÍRITU DEL HOMBRE es solo un aliento de vida o una fuerza activa, implicaría que lo que se une entre el ser humano y el Señor Yahshua ya no sería la esencia de los dos (el espíritu de ambos) para que se vuelvan una sola esencia (un solo espíritu), sino que se trataría tan solo de la unión ¡¡de dos alientos o energías y/o fuerzas activas!!. Y no puede ser así, porque cuando el espíritu de un hombre se une o junta con el espíritu de santidad que mora en Cristo Yahshua, éstos dos espíritus pasan a ser uno solo haciendo que el espíritu del hombre se vuelva santo. Y este conocimiento armoniza perfectamente con lo que dice la Biblia:
“vuestros espíritus viven para hacer lo que es bueno y justo si Cristo vive en vosotros” (Romanos 8:10), porque “el que se une con el Señor, un espíritu es” (1 Corintios 6:17).
Pasemos a conocer ahora la diferencia existente entre el espíritu de Adán y el espíritu del Señor Yahshua.
1 Corintios 15...
45 “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán en ánima viviente; el postrer Adán en espíritu vivificante.”
47 “El primer hombre, es de la tierra, terreno: el segundo hombre que es el Señor, es del cielo.”
Adán fue hecho de la tierra, en ánima viviente ¿y qué significa ánima viviente?, significa que Adán se convirtió en un espíritu viviente gracias al espíritu que recibió de parte de Dios Padre (Eclesiastés 12:7). La palabra ánima es sinónimo de espíritu. Y fue el espíritu de Adán el que dio vida a su propio cuerpo, hecho de la tierra, pero el cuerpo de Adán adquirió su condición de hombre mortal cuando Adán pecó desobedeciendo a Dios Padre, su Creador. Desde entonces todos los seres humanos heredamos la consecuencia de ese pecado cometido por el primer hombre hecho de la tierra, ¿y cuál es el resultado de ese pecado?, es la muerte del cuerpo y en consecuencia también la muerte del alma (la vida), pero no del espíritu.
En cambio el Mesías fue hecho del cielo, en espíritu vivificante ¿y qué significa vivificante?, significa que Cristo recibió de Dios Padre un espíritu que es santo y que da vida eterna (Eclesiastés 12:7) a todo hombre, siempre y cuando el espíritu de éste se una, en vida, con el espíritu vivificante de Cristo.
Filipenses 3...
20 “Más nuestra vivienda es en los cielos; de donde también esperamos al Salvador, al Señor Yahshua;”
21 “El cual transformará el cuerpo de nuestra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria, por la operación con la cual puede también sujetar a sí todas las cosas.”
Tesis
La
unión de nuestro espíritu con el espíritu del Señor consiste en trabajar
espiritualmente por medio de la fe hasta juntar nuestra propia esencia que es humana con la esencia de él
que es divina,
para que así el espíritu santo de Cristo pueda santificar nuestro propio
espíritu,
y los dos espíritus lleguen a ser uno solo:
Romanos 15...
16 “de ser para los gentiles ministro de Cristo Yahshua, ejerciendo el sagrado oficio del Evangelio de Dios, para que la oblación de los gentiles sea agradable, santificada por el espíritu santo.”
El Señor Yahshua tiene el poder de santificar el espíritu del hombre (Romanos 15:16), siempre que el espíritu del hombre sea obediente a Dios Padre Yahwéh (Hechos 5:32).
Conclusión
- Que necesariamente como Yahwéh es el PADRE DE LOS ESPÍRITUS, es imposible que los animales tengan ESPÍRITU, porque los animales no fueron creados ¡a imagen y semejanza de DIOS!.
- Que indiscutiblemente son los seres humanos los que poseen ESPÍRITU, porque nosotros somos ¡sus HIJOS! y no los animales.
Romanos 15...
16 “de ser para los gentiles ministro de Cristo Yahshua, ejerciendo el sagrado oficio del Evangelio de Dios, para que la oblación de los gentiles sea agradable, santificada por el espíritu santo.”
El Señor Yahshua tiene el poder de santificar el espíritu del hombre (Romanos 15:16), siempre que el espíritu del hombre sea obediente a Dios Padre Yahwéh (Hechos 5:32).
Conclusión
- Que necesariamente como Yahwéh es el PADRE DE LOS ESPÍRITUS, es imposible que los animales tengan ESPÍRITU, porque los animales no fueron creados ¡a imagen y semejanza de DIOS!.
- Que indiscutiblemente son los seres humanos los que poseen ESPÍRITU, porque nosotros somos ¡sus HIJOS! y no los animales.
Gracia
y Paz.
Miguel Marcelo Cuadras.
Miguel Marcelo Cuadras.
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