Hoy se ve el amor como algo imperfecto,
malo y que nos hace sufrir. Realmente el verdadero amor es perfecto.
Nosotros lo hemos hecho imperfecto al decir “Te amo” sin sentirlo en
verdad, también al entregar todo por alguien que ni siquiera conocemos
sus gustos o sus criterios.
Hemos estado comiendo relaciones crudas y por tanto tienen mal sabor,
o en su defecto a fin de cuentas nos hace daño en el estomago. De la
misma forma sucede con varias relaciones, se apresuran a comer sin
esperar que sea cocido lo que realmente es el amor.
La sociedad nos ha hecho enamorarnos
de lo que aparenta perfecto en lo exterior y no de lo que es perfecto en
lo interior. Lo que realmente importa al final es lo interior. Vivimos
en lo plástico, donde el más lindo es el más alto, más musculoso y que
tiene la mejor ropa. Estamos muy equivocados. Lo más lindo es vivir
junto a la persona que complementa nuestro corazón, y eso no lo
descubrimos en una semana de conocerle para luego ir a la cama, ni mucho
menos teniendo sexo en la primera cita.
Vemos el amor como algo tan común, tan simple, tan sencillo y a la
vez tan temeroso. Nos aterra pensar que seremos traicionados y por eso
no amamos en verdad, porque tenemos miedo. Sin embargo, el amor no es
así, el amor no le importa si sufrimos por ver feliz a quien amamos, el
amor verdadero no se trata de recibir, se trata de dar todo. Las tantas
rupturas de parejas imprecisas y premeditadas ha provocado que lo veamos
de la forma contraria, pues aparentemente; toda persona que abre su
corazón a fin de cuentas es traicionada, no es que el amor no funcione,
es que nosotros no sabemos como hacerlo funcionar y lo practicamos sin
permitirle, ni siquiera, desarrollarse.
Si buscas pareja para que te de, entonces no buscas amor, buscas
atención; si buscas pareja para que esté contigo, no buscas amor, buscas
compañía. El amor no se trata de buscar lo que me hace falta, se trata
de buscar a quien yo le hago falta.
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