El hombre originalmente fue creado a la imagen y semejanza de Dios; y, a pesar de haber caído, todavía conserva rasgos de esa semejanza divina.
Uno de esos rasgos es el deseo.
El deseo es definido como: “Movimiento afectivo hacia algo que se apetece”
también es definido como un “impulso” que agita la voluntad para ponerla en movimiento con el fin de alcanzar lo que se anhela.
El deseo en el hombre puede ser bueno o malo.
Bueno, cuando es un deseo de obtener lo que es para el beneficio eterno de sus semejantes y honrar a Dios su Creador.
El deseo es malo cuando obedece a intereses egoístas y pecaminosos.
Salmo 37
Confía en el SEÑOR y haz el bien;
establécete en la tierra y manténte fiel.
4 Deléitate en el SEÑOR,
y él te concederá los deseos de tu *corazón.
Salmo 37
Confía en el SEÑOR y haz el bien;
establécete en la tierra y manténte fiel.
4 Deléitate en el SEÑOR,
y él te concederá los deseos de tu *corazón.
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